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espués de la fiesta de cumpleaños, Lisa se comprometió a estar ahí para Jennie. No solo era un deseo, sino una necesidad que había surgido en su corazón. Cada día, después de su trabajo en la cafetería, se dirigía al hotel donde se hospedaba Jennie, con una bolsa llena de frutas frescas y verduras.
─Hoy tenemos ensalada de frutas─anunció un día, sacando un tazón lleno de colores vibrantes─. Además, he traído algunas verduras para hacer un salteado. ¡Quiero que comas bien!
Jennie sonrió, sintiéndose un poco más viva cada vez que Lisa entraba en su habitación. La energía positiva de Lisa era contagiosa, y poco a poco, Jennie comenzó a abrirse.
Juntas, charlaban y reían mientras cocinaban. Lisa le enseñaba a preparar platos sencillos, y Jennie, aunque al principio dudosa, se sentía orgullosa de cada pequeño avance.
─Hoy vamos a limpiar─dijo Lisa un día, sacando una escoba y un trapo de limpieza─. No podemos tener este lugar así. ¡Necesita un poco de amor!
Jennie no pudo evitar reírse ante el ímpetu de Lisa.
─No sé si estoy lista para eso─ respondió, mirando su desordenado espacio.
─Solo un poco de música y será divertido. Te prometo que no será aburrido─insistió Lisa, poniendo su lista de playlist favorita.
Pronto, el ritmo de la música llenó la habitación y las dos comenzaron a bailar mientras limpiaban. Las risas y la música se convirtieron en el fondo de ese día de limpieza, y Jennie se sintió más ligera, como si las preocupaciones que la habían mantenido cautiva empezaran a desvanecerse.
A medida que pasaban los días, Lisa la animó a salir de la habitación.
─Vamos al mercado─sugería una y otra vez.
Al principio, Jennie dudaba, pero finalmente, Lisa la convenció.
Juntas caminaban por el mercado local, explorando los colores y olores de las frutas y verduras frescas. La alegría de Lisa era desbordante, y poco a poco, Jennie comenzó a sentir la emoción de estar afuera, de estar viva.
Las visitas a la playa se convirtieron en un ritual. Lisa había llevado a Jennie a sentir la arena bajo sus pies y el agua fresca del mar.
─Mira, solo tienes que dejarte llevar─decía mientras corría hacia las olas, riendo como una niña. Jennie se unió a ella, sintiendo la risa burbujear dentro de ella por primera vez en mucho tiempo.
Con cada pequeño momento compartido, su conexión se fortalecía.
Las noches se llenaban de charlas profundas y risas compartidas, cada una más cercana a la otra.
Lisa le contaba historias de su vida, de sus sueños y anhelos, y Jennie, a su vez, comenzaba a abrirse sobre las heridas que la habían mantenido alejada del mundo.
Una tarde, mientras estaban sentadas en la playa, observando cómo el sol se ponía en el horizonte, Jennie rompió el silencio.
─A veces me siento tan perdida, Lisa. Pero contigo, siento que puedo encontrarme de nuevo─admitió, mirando al agua con una mezcla de anhelo y esperanza.
Lisa giró su cabeza, con su expresión seria, pero llena de comprensión.
─Lo entiendo. Todos enfrentamos momentos difíciles, pero no tienes que hacerlo sola. Aunque el sol se oculte, estoy aquí para ti
─¿Aunque el sol se oculte?─Jennie la observó con los ojos entrecerrados.
Lisa asintió con una genuina sonrisa dibujada en su rostrom
─Aunque el sol se oculte─respondió.
El viento soplaba suavemente, y Jennie sintió que esos simples momentos compartidos eran el bálsamo que necesitaba para sanar. La risa de Lisa se convirtió en la melodía que llenaba su corazón, y a medida que pasaban los meses, esa conexión se transformaba en algo más profundo.
Un día, mientras se sentaban en el sofá de la habitación de Jennie, Lisa trajo a la mesa un tema que había estado rondando en su mente.
─¿Te gustaría ir a un evento de arte este fin de semana? Hay una exposición que creo que te encantaría─sugirió, con sus ojos brillando de entusiasmo.
Jennie dudó por un momento, pero luego sintió el impulso de explorar el mundo a través de los ojos de Lisa.
─Sí, creo que me gustaría eso─ respondió con una sonrisa tímida.
El día del evento llegó, y Jennie se arregló con nerviosismo. Lisa la ayudó a elegir un atuendo que resaltara su belleza, y mientras se miraba en el espejo, sintió una chispa de emoción.
─Estás hermosa─dijo Lisa, sonriendo con sinceridad, admirando el vestido azulado que se le ceñía perfectamente al cuerpo.
─Gracias...─contestó Jennie sonrojada─. Tú también estás guapa
Lisa llevaba un traje negro, perfectamente ajustado a su medida y porte, y una camisa blanca entreabierta donde se podía ver parte del encaje de su brasier. Algo que la hacía ver elegante e impuramente sexy al mismo tiempo.
─Gracias...─Lisa sintió un aleteo en su estomágo que decidió ahogar con un trago de agua─. ¿Estás lista? ¿Nos vamos?
Jennie asintió.
Mientras paseaban entre las obras de arte, Lisa y Jennie discutían sobre las piezas, compartiendo sus impresiones y sentimientos.
La tensión entre ellas se sentía palpable, como si cada risa y cada mirada compartida tejieran un hilo invisible entre sus corazones.
Al final de la noche, mientras regresaban a casa, Jennie, con el corazón latiendo con fuerza, decidió arriesgarse.
─Lisa, creo que… me estoy enamorando de ti─confesó, con su voz temblando por la vulnerabilidad.
Lisa se detuvo en seco, mirándola con sorpresa y un cierto deje de alegría.
─¿De... verdad?─su corazón comenzó a palpitar fuerte y rápido─. ¿Hablas enserio?
Ella solo asintió bajando la mirada, sintiendo sus mejillas arder.
─Jennie. Yo también siento lo mismo─respondió, tomando cuidadosamente su mano─. No sabía cómo decírtelo
Las palabras flotaron en el aire, y el mundo a su alrededor pareció desvanecerse en el momento en que sus miradas nuevamente se encontraron.
En ese instante, ambas se dieron cuenta de que su conexión había crecido más allá de la amistad.
Lisa, tragó en seco bajando la mirada a los pomposos labios de Jennie. Acarició la mejilla de la contraria y se acercó lentamente. En un gesto natural, sus labios se encontraron en un suave y cálido beso.
El mundo se detuvo en ese momento, y Jennie sintió que todas sus inseguridades se desvanecían por completo y quizás para siempre.
La calidez del amor que compartían era un refugio, una promesa de un futuro juntas.
Lisa por su parte, sintió que estallaría de emoción y alegría cual fuego artificial en año nuevo.
Después de separarse, ambas sonrieron, sabiendo que este era solo el comienzo de algo hermoso.
─Estoy tan feliz de que nos hayamos encontrado─dijo Jennie, sintiendo que su corazón latía con una nueva fuerza.
─Y yo también mi dulce Jennie─ respondió Lisa, tomandola de las mejillas, aún sin creer lo que estaba sucediendo─. Juntas, vamos a enfrentar cualquier cosa, y prometo estar ahí contigo siempre que lo necesites
─Me gustas tanto, Lisa─ahora fue Jennie quién la besó, casi avalanzandose a ella, mientras ambas reían.
Lisa le acarició la cintura mientras la acercaba más a ella.
─Y tú a mi me gustas doblemente más─susurró sonriendo sobre los labios de Jennie.
─¡Nop! A mi me gustas más─contestó rodeandole el cuello con sus brazos y una gran sonrisa dibujada en su rostro.
Lisa negó arrugando su nariz, y luego la alzó en brazos y dió un par de vuelta en el aire, con ella mientras reían.
Desde ese día, su relación floreció aún más. Pasaban más tiempo juntas, explorando nuevos lugares, yendo a comer a distintos locales de comida, disfrutando de la compañía de la otra, y construyendo recuerdos que quedaría grabados en sus corazones.
Cada día era una nueva aventura, y Jennie, gracias a Lisa, comenzó a ver la vida con nuevos ojos, llenos de amor y esperanza.
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