Capítulo 15: Espejo
No podía dormir.
Daba igual cuántas veces diera vueltas en el colchón. Simplemente no podía dormirse.
Miró al techo.
Se sentía angustiado, confundido. Y con mucha... Muchísima rabia.
Se supone que esa era su realidad perfecta, ¿no?
SU realidad perfecta.
Y todo se estaba yendo al garete porque una de sus versiones decidió hacer de desquiciado.
Suspiró una de cuantas veces lo hubo hecho en ese largo periodo y acabó por levantarse.
Decidió ir al baño que estaba cerca del taller a refrescarse un poco. No le ayudaría con el reaparición de su insomnio, pero valía la pena intentar algo para sacar ideas de su mente.
Abrió la llave y se mojó la cara insistentemente con agua tibia. Se secó con la toalla cercana sin levantar su vista aun, cerró la llave a todo lo que daba.
Pero aún caían gotas.
Una tras otra, aparentemente en un ritmo perfecto pero que se iban extinguiendo poco a poco. Cada una acabando en las tuberías donde se perdían de la vista del castaño.
Él solo respiraba y miraba sin observar.
Un ritmo perfecto, casi perfecto.
Una teas otra caían en un tiempo que pareció infinito.
Apretó con fuerza sus manos encima del lavamanos, llegando a que sus dedos palidecieran.
Por alguna razón no quería levantar la mirada. Una sensación rara en el pecho.
No era ansiedad.
No era angustia.
Era... Calma.
Era como la calma después de la tormenta.
Cómo el vaso de agua fresca después de un día caluroso o una larga siesta después de un día agotador.
... O un abrazo que te recarga luego de mucho estrés.
La sensación era familiar y a la vez no. Como un Déjà vu que nunca existió pero con el que siempre tuvo conexión innata.
Apretó sus manos un poco más si es que eso llegaba a ser posible.
... Y sonrió.
Levantó el rostro, y lo siguiente que sintió fue un dolor extraño en sus nudillos y gotas de sangre cayendo al interior del lavamanos.
Cuando pudo por fin enfocar la vista, notó su puño contra el espejo, este último completamente quebrado.
Separó su mano con algo de miedo y observó sus heridas.
El dolor parecía irreal, pero el curarse completamente gracias al efecto del extremis sí que se sentía real.
Se acarició la mano sonriendo con algo de confusión y alivio. O al menos eso pensó.
Cuando vio su reflejo sonreír sintió el más profundo horror.
Lo escuchó.
"Así que tú eres el de la realidad perfecta, ¿no?"
Era un susurro. Lo sintió justo al frente en su reflejo y retrocedió.
"No tienes porqué tener miedo"
Ahora en su espalda dándole un enorme escalofrío y haciéndolo voltear por instinto. Como si fuera una presa asustada.
"¿Enserio tú realidad es así de perfecta?"
Ahora a su izquierda. Casi tropieza al intentar alejarse.
Se tapó los oídos en un intento de dejar de escucharlo, pero no funcionaba.
"Están arruinando la confianza que te tienen"
A su derecha.
Acabó por caer al suelo fuertemente y pegar su espalda contra la pared. Miró para todos lados como buscando a alguien que no estaba allí realmente.
Sintió un gran y constante zumbido en la oreja, que luego se transformó en un irritante pitido.
Se tapó los oídos fuertemente. Pero el sonido no se detenía, llegando a marearlo.
Mantuvo los ojos cerrados y sus manos apretando su cabeza. Llegando a temblar fuertemente por la fuerza que estaba aplicando.
Desesperado frente... A una amenaza que no existía porque no lo amenazaba.
"Yo nunca hubiera venido aquí"
La sensación fue de acogida y de terror. No terror por lo que podía hacer, sino que terror por... Querer escuchar.
Separó un poco sus manos.
"Tu realidad ya era perfecta. No tendría porqué entrometerme"
"¿Por qué tú... Por qué tú traerías a los otros aquí?"
"Yo no los traje. Esa fue el último de mis objetivos. Ellos vinieron aquí por su cuenta"
"Tú-... Tú destruiste tú universo"
"Ellos se lo buscaron. Quisimos adecuarnos tanto a ellos que terminamos por destrozarnos, ¿no?"
El Stark se mantuvo en silencio.
"Siempre quisimos una familia, ¿no? Y a pesar de todo, yo acabé muriendo solo en una habitación de hotel de pocas estrellas porque ellos no fueron capaces de preocuparse un 1% de nosotros. Y tú... ", de alguna manera, sintió la voz aun más cercana. "Moriste en la nave junto a una completa desconocida"
"¿A qué quieres llegar?"
"Tú moldeaste esta realidad para complacer a otros, no a ti mismo. Sólo piénsalo. Ellos te respetaron solo cuando los hiciste felices ¿Pero ellos te han dado algo a cambio? Apostaría que incluso tuviste que borrar tus defectos para que Pepper o Rhodey no te abandonaran por un tiempo, ¿me equivoco?"
"Todo esto es mentira. Todos ellos. Yo lo supe tarde y por eso los tuve que matar. Error mío, confié demasiado, pero ellos ya estaban fallados de fábrica, nunca serían personas leales a nosotros, no en cómo se hizo la base de la realidad"
Al Stark le dio un pequeño pinchazo al corazón.
Se levantó con cuidado aun sintiendo la voz en la nuca. Volvió a su posición original, sus manos apoyadas en el lavamanos y cabeza agachada, solo que ahora sus dedos no ejercían fuerza, estaba... Calmado.
"Míranos", el Stark no hizo caso. "Míranos a los ojos y dime que me equivoco sobre lo que dije", el castaño levantó la mirada y vio su reflejo totalmente deformado gracias a los pedazos rotos. Ninguna imagen perfecta, todas corruptas. El pitido en su oído se agravó considerablemente. "Ellos empezarán a desconfiar... Siempre lo han hecho. En verdad no te aman... ¿O si? Su lealtad es muy débil frente a una pizca de miedo. Y nuestras versiones de otros universos están arruinando tú realidad perfecta"
"Tú... Tú los trajiste", apenas y podía escuchar sus propios latidos. El pitido había aumentado llegando a darle náuseas, apenas se podía mover y hablar por el dolor de cabeza.
"Sabes que no es verdad", y rió un poco. "¿Thanos te contó sobre que puede crearnos una realidad perfecta, no?"
"Eso-... Eso era una mentira... ¿Cierto?"
"Es verdad ¿Por qué crees que quise hacer un desequilibrio en otras realidades pero no en esta?", el Stark observó su reflejo, este sonreía simpáticamente. "¿Qué haces cuando un espejo perfecto se rompe en un accidente?"
Tony estiró su mano y tocó la superficie sin llegar a cortarse.
De pronto dejó de escuchar el pitido, pero la presencia ajena seguía.
Sonrió un poco, aliviado. Como si hubiera encontrado la respuesta a una pregunta que hace horas intentaba sacarle una solución.
"Compras uno nuevo"
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