✧ O9 ᵎᵎ

Tres semanas transcurrieron y entonces todos dentro del castillo Dragon fueron testigos de lo inevitable.

Chismes sobre la muerte del príncipe de Idris, Han Jisung quien habría sido asesinado por el príncipe de Enoc, Lee Minho a sangre fría. Y fue peor cuando se enteraron que los Han hasta habían hecho un velorio a cajón cerrado, claro que porque no había nadie allí dentro.

Otra guerra se asomaba y no sabía cómo pero debían intentar frenarla a toda costa. No podían permitir más dragones muertos, no era justo para nadie y además, traía consigo destrozos, pérdidas y traumas para el resto de la población sobreviviente.

— Realmente son unos desquiciados. —bufó Minho— Es decir sí, maté gente dentro de tu castillo, pero no a ti. —rodó los ojos.

— ¿Tu qué? —dijo, parpadeando varias veces.

— Mira, no me enorgullezco de lo que hago... —o quizás si— Pero eran ellos o tú y yo... Y yo no estaba dispuesto a dejar que algo malo te ocurriese.

— Bien... —mordió su labio.

— ¿Quieres que traiga algo de comer para ti? —preguntó.

— No... A-Además t-tu padre s-se o-ofreció a e-enseñarme sob-re m-medicin-a y a m-mostrarm-me c-como utili-zar m-muchos b-breva-jes... —sonrió tímido, Minho notó el entusiasmo en su dulce voz— ¿N-No te m-mol-esta? 

No tenía razón para ello. Es más, estaba feliz de verlo sonreír emocionado; Jisung la había pasado bastante mal por muchísimos años y sabía que aún quedaban cosas por afrontar... Su príncipe merecía el universo. Haría lo que fuera por conservar aquella sonrisa.

— ¿Por qué me molestaría? —tomó su manito— Además, es lindo que te lleves bien con tu futuro suegro, ¿no es así? —inevitablemente, al oír aquellas palabras el joven de cabellos blancos no pudo evitar sonrojarse furiosamente mientras le devolvía la sonrisa.

Jisung se moría de ganas por darle un beso pero no sabía cómo y temía quedar en ridículo. ¿Qué tal si Minho tenía más experiencia que él? ¿Y si lo hacía mal? ¿Y si no le gustaba? No quería arruinar las cosas.

Sin embargo creía que muy pronto sus instintos terminarían jugándole una mala pasada, porque de verdad que no podía dejar de mirar cada facción de su hermoso rostro. Le era imposible no querer llenarlo de besos.

Habían sido tres tortuosas semanas amaneciendo junto a él, viendo su rostro brillar con la luz del sol por las mañanas y sientiendo su corazón acelerado.

— G-Gracias d-de nuev-o... P-Por to-do.

— Por ti lo que sea. —acarició su cabello— Yo iré a mi habitación por unas cosas y luego iré a revisar unos asuntos con mi madre.

— B-Bien... Nos v-veremos lue-go. —asintió.

Habiendo oído aquello, Minho se paró del sofá y se dirigió a su habitación para buscar unos lienzos y sus acuarelas. Ni se molestó en volver por las escaleras, simplemente desplegó sus alas y se arrojó por la ventana, volando directamente a donde su madre estaba.

— Llegas tarde. Estoy aquí hace cinco minutos. —le dijo mientras tomaba un refresco.

— Pero sólo fueron cinco minutos-

— ¿Y? No puedes hacer esperar a tu bella madre. —rodó los ojos.

— ¿Qué sucedió con tu cabello? Está... Rubio... Demasiado rubio.

— Tu padre me dió una de sus pociones raras porque tenía alergias y sarpullido, y el muy imbécil no dijo que traía efectos secundarios. —bufó mientras se acomodaba en la silla.

— Pero te queda muy bien ma. —dijo de inmediato.

— ¡Lo sé! ¿Por qué otra razón te diría que me pintaras? Estoy preciosa. —pasó su mano por su largo cabello— Así que espero que me favorezcas.

Minho rió antes de colocar un lienzo enorme frente a él y comenzar a mezclar colores para retratar a su reina favorita. No había manera de desfavorecerla, su madre era un ángel.

— Entonces, Jisung, si mezclas las hierbas verdes con un poco de musgo de árboles de raíz negra, obtendrás una perfecta crema para curar cualquier herida.

— ¿C-Cualquier herid-da? —preguntó sorprendido.

— Sí. Es más, te lo demostraré.

Seguidamente, tomó un cuchillo que tenía a su lado e hizo un enorme corte en su antebrazo.

— Oh, por la mierda. —sollozó— Duele...

Jisung no dudó en vaciarle aquella rara mezcla en la piel a Junghoon para comenzar a desparramarla en ella.

— ¿Ves? Ya estoy mejor. —respiraba agitadamente.

— S-Señor... E-Eso n-no se cu-ró...

— ¿C-Cómo que no? —su pulso comenzó a elevarse— ¡Carajo! Confundí el musgo de raíces negras con el de raíces blancas.

— ¿D-Dónde e-está ese? —el peliblanco también estaba agitándose.

— En aquel estante. —señaló.

El joven corrió hacia donde el mayor le había indicado y comenzó a preparar la otra mezcla lo más rápido que sus manitos se lo permitían. Apenas tuvo tiempo de respirar.

Por suerte, la finalizó en menos de dos minutos y la desparramó rápidamente en la herida del rey, que estaba al borde del llanto.

— L-Listo... —limpió la crema unos minutos después— C-Como nuev-o. —sonrió, sintiendo sus piernas temblar ante el nerviosismo.

— Por favor no le menciones nada de esto a mi esposa. —jadeó.

— N-No lo ha-ré... ¿Ust-ted se enc-uentra b-bien? —preguntó.

— Sí, estoy intacto. —rió, aunque todavía no podía normalizar su respiración— No me hables de usted, por favor... —pidió— No estoy tan viejo.

— B-Bien. —asintió.

— Ahora, continuemos aprendiendo... Pero esta vez miraré bien los letreros.

Minho terminó en unas horas un bello retrato de su madre e incluso hizo una versión más pequeña para conservarla él.

— Má... —la mujer volteó a mirarlo— ¿Tú qué harías para lograr la paz entre ambos reinos?

— Lo que sea. —suspiró, acomodando su vestido— Claro que me gusta golpear a los demás, pero sólo cuando se lo merecen. No es divertido herir inocentes. —hizo una mueca.

— Probablemente este viernes ya debamos comenzar a preparar la frontera, pronto llegarán los Wyverns. —comentó.

— Lo sé. —se pasó las manos por la cara— Sólo espero que termine pronto y sin tantos daños.

— Yo también. —se paró del césped y tomó sus cosas, debía dejarlas en su cuarto.

Jisung aún seguía con su padre, quien apostaba, seguro se había hecho daño para comprobar que su medicina sí servía. Sólo esperaba que su príncipe no se asustara y que su padre no muriese.

Salió del castillo sin avisarle a nadie y sonrió porque cuando volvió al parecer nadie lo había notado. Pasó la tarde alimentando animales y fabricando armaduras. Si la guerra estaba cerca, no podía dejar que la protección faltase.

Cuando la hora de dormir llegó, se colocó su pijama y Jisung hizo lo mismo, esperándolo sentado al borde de la cama.

Era lindo porque podría haber tenido su propia habitación, pero el peliblanco decidió que se sentiría más seguro durmiendo junto a Lee

— ¿D-Dónde f-fuist-te hoy? —preguntó tímido.

Al parecer alguien lo notó, pensó mientras sonreía de forma leve.

— Y yo que creía que nadie lo había notado. —rió.

— Y-Yo s-sí, t-te busq-qué d-durante un l-largo rat-o p-pero n-no te hallé. —contestó bajito.

— ¿Para qué me buscabas? ¿Ocurrió algo, bonito? —aquello último le salió desde el alma, y su corazón latió rápido luego de cerrar su boca.

— N-Nada... —negó rápido— S-Sólo q-quería pas-sar m-más ti-tiempo cont-tigo...

Y aquello fue suficiente.

Minho fue hasta donde el peliblanco estaba y se arrodilló lentamente frente a él, tomando sus manos y haciendo contacto visual.

— Quiero que sepas que aún si no hubiese una guerra de por medio, igual lo habría hecho. —fue lo primero que dijo antes de tomar aire— Han Jisung, príncipe de Idris, ¿me concederías el honor de ser tu esposo?

Los ojitos de Jisung se llenaron de brillo en segundos al oír aquellas palabras. No pensó que de verdad fuese a hacerlo.

— S-Sí... —asintió emocionado.

Minho se apresuró a colocarle el anillo que había ido a buscar esa misma tarde para su otra mitad.

— Realmente muero de ganas por darte un beso, pero no tengo idea de cómo hacerlo. —confesó.

— Yo t-tampoc-co sé c-cómo... —rió.

— Podemos aprender juntos, si quieres... —miró hacia otro lado.

Y fue así como ambos tuvieron su primer beso. Algo desastroso, quizá chocaron un par de veces sus dientes y se rieron de sí mismos mientras volvían a intentarlo.

Cuando estuvieron metidos bajo las sábanas y Jisung estuvo sobre su pecho, Minho se sintió inmensamente feliz. El mundo podría acabarse y él estaría contento aún si tuviese que morir.

Porque se sentía completo; tenía a un ángel junto a él. Su príncipe.

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Su primer beso 😭

🪴;; minnh-aye

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