✧ O6 ᵎᵎ
Todo su cuerpo temblaba mientras se aproximaba a la frontera. Se volvió invisible mientras trataba de controlar su respiración.
¡Había conocido a quien reinaría a su lado y no se había dado cuenta! Y lo que era aún peor... ¡No quería asumir que estaba enamorado! Oh dios, su madre tenía razón cuando le decía que por muy fuerte y varonil que fuese, por dentro era como su padre.
— Minho, eres un imbécil. —se dijo a sí mismo mientras corría entre los pastizales, tratando de llegar a la frontera.
Tenía que encontrar aquel túnel que esos tres imbéciles hacían mencionado y meterse en él, lo que iba a ser algo difícil porque jamás había estado en el castillo de Idris y una vez en aquel conducto no sabría qué camino tomar.
— Sólo espero que esté bien, no pido nada más... —comenzó a dar vueltas al llegar a la cerca de la frontera entre ambos reinos.
Estuvo por varios minutos recorriendo la zona, aunque para él se sentían como horas, hasta que dió con un arbusto que lucía... Raro. No podría específicar qué es lo que lo hacía raro pero estaba seguro de que allí era.
A todo esto, jamás había dejado de ser invisible y de cierto modo, aquello le estaba siendo un tanto agotador. Era por ello que nadie sabía que podía hacerlo, porque sabía que sería forzado a permanecer en ese estado por mucho tiempo. Y lo pondrían al frente de la guerra.
Grandes habilidades conllevan grandes responsabilidades, y no estaba seguro de querer cumplir con ellas.
Nunca sería feliz haciendo planes para destruir a otros.
Levantó aquel arbusto y debajo de él había una puerta de madera. Sin dudarlo la abrió y saltó dentro de aquel casi oscuro pasillo. Lo único que alumbraba eran unas antorchas que estaban bastante separadas la una de la otra, así que era casi lo mismo que nada.
— Demonios, no tuve que haberlo dejado volver ese día. —maldijo por lo bajo.
Tuve que haberme dado cuenta de que esa sensación rara en el estómago no eran gases. Era mi maldito dragón gritándome que había encontrado a mi otra mitad, pensó mientras fruncía el ceño, cualquier golpe que pudiera recibir, lo merezco, soy un imbécil.
Continuó avanzando por casi media hora hasta que oyó unas voces a lo lejos y se apresuró a caminar hacia ellas.
Estaba furioso y a la vez ansioso, anhelaba poder cargar a Jisung entre sus brazos y regresar con él a su castillo. Porque estaba seguro de que estaba herido, no podía decir cómo pero claro que lo estaba.
— Lo sé. Donghee era un imbécil, era obvio que lo iban a matar. —bufó— Pero no puedo entender por qué se encargarían de Seunghyun y Mark. No tenían siquiera el expediente sucio. —dijo con la voz bastante elevada.
— ¿Y qué harás ahora, Seunghee? —preguntó la otra voz.
— Actuar yo misma. Ya me llegó la órden y tengo permiso de acabar con la vida del príncipe.
Minho estaba detrás de ellas, claramente siendo imperceptible por las féminas que hablaban sin parar.
— Está en el calabozo quince A, de los que están más adelante. —rió— Voy a proceder en unas horas más...
— Es un trabajo muy fácil y vas a salir muy beneficiada, ¿no es así?
— Claro que sí, Jieun. —dijo de mala gana— Haces preguntas idiotas.
— Es mi especialidad. —se encogió de hombros.
— Sí que lo es. —bufó.
— Aún así, sabes que me quieres. —rió— Y... ¿Cómo supiste que ellos estaban muertos?
— Fui a la pocilga de Donghee y los encontré sus tres putrefactos cadáveres. —hizo una mueca de asco— Mark tenía el cráneo y el cuello destrozados, Seunghyun estaba calcinado... Y Donghee... —hizo una mueca de disgusto— Él estaba desparramado en toda la habitación.
— ¿Cómo así? —frunció el ceño.
— Todos sus órganos estaban desparramados alrededor de la habitación y varias de sus extremidades colgaban del techo.
— Por dios... ¿Quién haría algo como eso? —mordió su labio— Seguro fue algún desquiciado de por ahí...
— Desquiciado podría ser, pero no cualquiera. —suspiró— Escribió sigues tú con sangre en la pared.
— ¿Y no tienes miedo?
— ¿Yo? Pfft... No. —negó mientras se reía— Dudo que el desquiciado nos encuentre. —se encogió de hombros.
Realmente parecía que todos querían deshacerse de ellos dos.
Y estaba seguro de que habían comenzado con Jisung no porque fuese débil, sino porque su postura era el pacifismo, ser calmado, resolver todo sin la necesidad de recurrir a la violencia. Se lo había dejado muy en claro en cada una de sus cartas.
Podían estar moliéndolo a golpes pero él no iba a tratar de defenderse en lo absoluto. Jisung jamás trataría de quitarle la vida a cualquier otro ser vivo, prefería morir en el intento.
Estuvo a punto de matarlas cuando algo realmente poco predecible sucedió frente a sus ojos.
— En fin... Un gusto conocernos, quizá en otra vida hubiese sido tu amiga. —Seunghee tomó rápidamente a Jieun del cuello— Pero sabes demasiado, y no me arriesgaré a tener cabos sueltos.
Segundos después, Minho vió como ella giraba su cuello rápidamente y dejaba su cadáver en uno de los armarios que estaba en el pasillo. Acto seguido, ella continuó caminado y giró en un pasillo que llevaba a una habitación. Se metió detrás de ella y pasó a mover ligeramente sus cabellos.
— ¿Quién anda ahí? —dijo cuando estuvo en el centro del cuarto.
Era un maldito cuarto lleno de armas de tortura.
Jisung podía ser un pacifista si así lo deseaba, pero no él. Mucho menos cuando sabía que si no se hacía cargo de ella su príncipe sufriría las consecuencias.
— No sé quien eres pero si no sales ahora mismo de donde sea que estés, voy a- —la mujer jadeó cuando una mano envolvió su cuello con mucha fuerza.
— ¿Qué harás? —dejó caer la capa, mirando fijamente a la mujer.
Ésta, al reconocerlo, abrió sus ojos completamente asombrada mientras que los mismos se llenaban de miedo. ¿Qué demonios hacía el nombrable príncipe de Enoc ahí?
— ¿Tienes miedo? Pfft... No, tú no tienes miedo. —rió— Un desquiciado no puede encontrarte. —dijo burlón.
— T-Tú... I-Idiota... —dijo a duras penas.
— ¿Yo? Cielo... No estás en posición de llamarme idiota. —acarició su mejilla con la otra mano— Y que ni se te ocurra tratar de transformarte, porque sabes que sería peor. —relamió sus labios.
Cuando de crímenes y malas personas se trataba, Minho jamás fue capaz de diferenciar entre hombre y mujer.
Sin embargo, esta vez no fue tan cruel como lo había sido las veces anteriores. Solamente rompió su cuello y la escondió en uno de los armarios que estaban dentro de la habitación, tal y como ella había hecho con la otra muchacha.
Volvió a acomodarse su capa y se aseguró de trabar la puerta cuando salió, sólo por si acaso.
Continuó corriendo por los pasillos y cuando estuvo a punto de darse por vencido halló el pasillo número quince. Se metió al mismo rápidamente, esta vez con el corazón en la boca y el sudor corriendo por su frente. El primer calabozo tenía "z" escrito en una madera. Bufó antes de seguir su camino.
Fueron varios minutos los que corrió hasta llegar al final del pasillo, y cuando estuvo frente a la última puerta, pudo ver una "a" gigante en ella, pero estaba cerrada. No podía hacer ruido, por lo que tomó una de sus dagas y con la misma consiguió averiar la cerradura.
Entró en ella aún con su corazón a punto de explotar y casi se desmaya al ver la escena frente a él.
Allí se encontraba Jisung, tirado en el suelo y completamente desnudo. Estaba respirando pero era muy leve y una cadena rodeaba su cuello, sus muñecas y sus pies. Habían moretones en todo su cuerpo y algunas gotas de sangre en el suelo.
Y por si fuera poco, un pequeño colibrí se hallaba muerto a su lado.
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