✧ O5 ᵎᵎ

Minho estaba asustado, preocupado y ansioso. No era normal verlo así, por lo general era él quien impartía miedo a los demás y el que daba órdenes.

Pero Jisung no le había escrito hace cinco días... Aunque se preocupó desde el primero, ahora estaba a punto de quedarse calvo y no sólo por el hecho de que extrañaba sus cartas con olor a limón o leer su delicada escritura, sino porque temía que algo malo le hubiese ocurrido.

Y no podía hacer nada porque las cosas ya estaban bastante difíciles, la guerra se estaba aproximando nuevamente y tanto él como sus padres estaban tratando de contener al pueblo.

Además, aún no se paraba ningún colibrí en su ventana.

Mentiría si dijese que no lo esperaba, porque desde que las cartas no le llegaban, él buscaba colibríes por todos lados.

Quizá estaba pensando más de la cuenta y Jisung sólo había tenido problemas para enviarle cartas, pero nada fuera de lo normal. Además, él mató a Woojin, Seunghyun y también a Donghee. Eso debería distraer a los otros imbéciles detrás de aquel estúpido plan por un tiempo.

— Sólo dame un maldito colibrí con tu ubicación y yo iré por tí. —comenzó a respirar con fuerza mientras miraba por su ventana. Podía sentir como sus ojos comenzaban a picar.

— ¿Quién es la persona afortunada de tenerte a sus pies? —se sorprendió al oír la voz de su madre dentro de su habitación.

— M-Mami... —se tocó el pecho— Casi me matas del susto, no sabía que estabas allí.

— Si, lo que digas cielo. ¿Quién es? —lo miró expectante.

— ¿Quién es qué?

— La persona a la cuál le lloras.

— No le estoy llorando a nadie. —bufó.

— Tus ojos me dicen otra cosa, mi amor. —se cruzó de brazos.

— No es nada má, lo juro. —negó con la cabeza.

— Pues fíjate que no te creo nada, Lee. —lo miró con ojos entrecerrados— Pero respetaré tu derecho a llorar sólo. Iré con tu padre al lago, pero si nos necesitas sabes que siempre estamos para ti. ¿Sí? —suspiró.

— Sí. —asintió— Nos vemos luego, má.

Apenas ella dejó la habitación, él volvió a su propio mundo.

Le molestaba, de cierta manera, no poder quitarse a Jisung de la cabeza. Ciertamente, todos los sentimientos que tenía por él podían entrar fácilmente en el amor, pero creía que no podía ser cierto. Apenas si se habían hace casi dos meses.

También entendía que el amor era lo que era y hacía lo que quería, pero no quería pensar en que ese era su caso.

Si era amor, esa sería su primera vez enamorándose. Y no sabía como averiguarlo. En segundo lugar, quizá sí lo era porque no podía parar de pensar en él y en su bienestar, incluso arriesgandose a que pudieran dañarlo a él.

Pero a su vez, sentía que era algo mucho más fuerte. Y le aterraba.

Por las dudas, comenzó a preparar estrategias de guerra. No era algo que le gustase mucho, pero si era algo inevitable, al menos debía hacer lo posible por defender a los suyos.

Observó el cuadro del tatuaje de Jisung con mucha intensidad. Trataba de buscar algo que fuese lo que tanto llamaba su atención pero no podía entenderlo. Hizo lo mismo con el de su rostro y los resultados fueron los mismos.

Debía estar volviéndose loco.

Pasó horas haciendo distintas estrategias o formas en las que podían atacar y defenderse, tratando de que fueran lo menos nocivas posible tanto para el terreno como para las casas y zonas habitadas.

Él era bueno a la hora de combatir, planear y también matar, lo sabía y era muy consciente de ello. Pero no era algo que le gustase presumir, porque no estaba bien tener que resolver las cosas con conflictos bélicos que sólo traían pérdidas para ambos reinos.

Pasaron muchas horas mientras continuaba escribiendo y garabateando en aquellas hojas color beige, trataba de que sus estrategias fuesen lo más directas posibles.

— Estoy agotado... —jadeó, levantándose de su silla mientras se pasaba las manos con fuerza por el rostro.

Apoyó su cabeza en su escritorio y en cierto punto terminó por dormirse en él, tirando varios papeles en el proceso.

Solamente quería encontrar al príncipe de Idris y mantenerlo a salvo a toda costa.

Cuando abrió nuevamente los ojos, vio por su ventana que ya era de noche.

Su estómago pedía a gritos algo de comida, rugía peor que los leones del otro lado de la frontera. Necesitaba urgente algo con lo que recargar su tanque.

Bajó las escaleras rápidamente y caminó hacia la cocina. Entró dispuesto a ver qué podía tomar de allí para satisfacer su hambre y para su sorpresa, se encontró a sus padres preparando la cena.

— Buenas noches, Minho. —saludó su padre.

Quisiera oír eso pero de Jisung, pensó.

— ¿Dormiste bien? Traté de levantarte pero sólo te acomodaste en la silla y seguiste durmiendo. —rió su madre— Luces medio consternado...

— Sólo estoy estresado, estuve planeando estrategias toda la tarde y... Es agotador. No me gusta. —negó— En fin, cuéntenme de su día... ¿Cómo les fue en el lago?

— Fue lindo, aunque unos patos quisieron atacar a tu padre y luego se robaron la mitad de nuestra comida. —se encogió de hombros— Pero fuera de eso, claro que nos fue bien.

— Esos patos eran diabólicos, lo juro. —dijo su padre mientras cortaba cebollas mientras lloraba.

— Sigue camuflando tu llanto por los patos con cebollas, cielo. —rodó los ojos— Aprende hijo, debes casarte con alguien taaan valiente como tu padre.

Minho rió mientras le robaba un pedazo de zanahoria a su madre, luego recibió un azote con la cuchara de madera que tenía la mujer a mano.

— Mami, ¿cómo te diste cuenta de que amabas a papá? —preguntó.

— No lo sé... Era lindo. Yo siempre lo defendía cuando otros niños más grandes lo molestaban y él solía darme ramos de flores en agradecimiento. —rió— Cuando me dió mi primer beso tenía dieciocho años... Imagina que lo esperaba desde los doce. —negó— Y cuando crecimos todavía más, nos dimos cuenta que nuestros tatuajes encastraban a la perfección.

Tomó el brazo derecho de su esposo y lo juntó con su brazo izquierdo, haciendo que ambos dragones parecieran uno sólo.

— ¿Ves? Al parecer estoy condenada a soportar a tu padre por el resto de mi vida. —le sonrió.

— ¿Soportarme? Oh dios, eres una bravucona. —bufó.

— ¿Le falta mucho a la comida? —preguntó, masticando otra zanahoria cruda.

— Quizás sí. Si sólo vienes a quejarte ponte a cocinar tú. —lo apuntó con una espátula.

— Iré a mi habitación. —levantó las manos en señal de paz.

Mientras su madre no se dió cuenta, le había robado tres bollos de pan y un tomate. Probablemente le gritaría a la hora de cenar, pero no le importaba ahora.

Y entonces comenzó a pensar en la historia de amor de sus padres. Le hubiese gustado tener una parecida. Miró nuevamente el cuadro con el tatuaje de Jisung y sintió que algo se revolvía en su interior.

¿Podría ser..? Simplemente negó, no podía ser cierto. Pero podía comprobarlo, no iba a perder nada.

Pero... ¿Y si no era..? ¿Qué haría luego con todos sus sentimientos?

— Maldita sea. —bufó, parándose de su silla y yendo a su armario.

Una vez allí, sacó el cuadro con el tatuaje del peliblanco y lo colocó justo al lado del cuadro que tenía de su tatuaje. Cerró sus ojos rápidamente y tomó aire antes de ver cómo lucían.

— J-Joder... —dijo cuando abrió sus ojos.

Sin explicación alguna comenzó a llorar mientras veía cómo a pesar de estar separados por el grosor del marco, aquellos cuadros encajaban a la perfección. Como si las pinturas hubiesen estado esperando que su creador las pusiera juntas.

Fue entonces cuando se halló a sí mismo colocándose su capa y su tapabocas, armándose hasta la nuca y arrojándose por la ventana para ir en busca de su príncipe.

Podría ser un acto estúpido, pero ya no quería esperar más.

No podía esperar más.

Gracias por leer, votar o comentar

🪴;; minnh-aye

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top