20. Almas
Como son buenos niños, doble premio ésta semana.
Sangre, sólo había sangre por todos lados.
Gritos ahogados de quienes intentaron atacar el centro del gobernante. Simples peones sin líder, simples cuerpos en el suelo como simples sacos de carne desechables.
Ni Fury, ni María, ni siquiera un simple agente que estaba ahí por obligación se salvó.
Claro, excepto una. No por piedad, sino por sinismo.
Natasha intentó e intentó atacar, usar sus armas, pero pareciera que aquel tipo era completamente inmune a la electricidad. Se movía con una habilidad que parecía estar jugando.
Y estaba jugando.
Sólo la debilitaba lo suficiente. Dañando sólo sus piernas para que su cansancio fuera evidente y rápido.
Se veía tan hermosa sangrando. Aquel líquido combinaba con su cabello e intensificaba su mirada llena de furia. Impotencia por ser tan débil frente a él ni tener un plan de escape.
Steve intentó ayudarlos, pero era completamente inútil. En dos segundos ya estaba en el suelo semiinconsciente.
En algún momento Tony la tacleó al suelo fuertemente y la inmovilizó. Si intentaba algo, tendría un brazo roto, así que dejó de luchar.
–Siempre te creíste la mejor, pero tus páginas de vida están manchadas de sangre.
–Tú también, y muchos más.
–¿Disculpa? Yo no maté a niños al incendiar un hospital, tampoco a inocentes —apretó el agarre logrando una mueca de dolor en ella—. Ustedes atacaron, yo respondí —se inclinó a ella y le susurró al oído—. ¿Qué se siente ser la causa de la muerte de Clint y su familia?
–¡No te atrevas!
–Ya lo hice —rió—. ¿Ultrón?
–¿Por qué debo ser yo? Tienes a Alem.
–Ultrón... —el tono del Stark se hizo más severo.
Ultrón hizo un sonido de aburrimiento y salió del lugar.
–¿Por qué... Por qué haces esto?
–Traición, soledad, rencor, odio, miedo, tristeza, suicidio, muerte, vida.
–¿De qué estás hablando?
–Te estoy explicando.
–No estás explicando nada.
–¿Por qué debería? Ya no eres mí compañera, ni amiga... Nunca lo hiciste. Debiste tu cuidarte la espalda, ¿no crees? —rió y la soltó, pero ella se quedó en el suelo, sabía que si intentaba algo podría morir, necesitaba pensar, pero ya era tarde—. Harley, pon el holograma.
El chico obedeció de inmediato, la imagen era una de las cámaras de los "ojos" de uno de los androides, directamente hacia el quinjet y otro desde el hackeo de las cámaras, directamente a la familia.
El Stark se sacó el traje y la miró directamente a los ojos.
–Despídete —dijo Tony con una voz tan plana y neutral que a Natasha le dio un escalofrío. Como si no tuviera alma o no sintiera absolutamente nada—. Prometo ser rápido, no les dolerá.
–No, no... Por favor, por favor ¿Por qué...? Ellos no hicieron nada. Déjalos tranquilos. P-Por favor-
–En verdad lo siento, también me hubiera gustado que hubiera sido de otra manera. Laura y sus niños son absolutamente adorables e inocentes de todo esto que está pasando, me aseguraré de que lleguen al Valhalla —la imagen del holograma dejó en completo shock a Natasha. Todo el quinjet explotó en cuestión de milisegundos. La familia de Barton y todos los agentes, incluyendo a Beck, fallecieron en el acto.
Romanoff comenzó a llorar. Igual que Steve, ahora consciente.
–Pero no puedo prometer que ustedes lleguen allí —Tony cargó el láser de su palma al reconstruir el guante de metal, apuntó y disparó directamente a su nuca.
Una muerte totalmente rápida e indolora, al menos físicamente.
Ella no le había provocado tanto dolor como el resto, estuvo con él en los acuerdos... Pero esa traición era suficiente para matarla. En su cabeza pensó que era justa su muerte, ya donde vaya su alma no era de su incumbencia.
Esa muerte es digna para su cabeza en esos instantes.
Pero se sentía algo culpable al ver su cuerpo tirado en el suelo, su rostro de perfil con una gran grieta en su nuca. Su nariz y boca sangraban por la explosión de su cerebro, su rostro estaba empapado en lágrimas de dolor emocional. Su hermosas facciones reflejando terror.
Suspiró y miró hacia Steve. Había vomitado lo poco que había comido ese día cuando vio el cadáver de Natasha caer al suelo fuertemente.
–Es una pena, ustedes eran buenos amigos—levantó los hombros con algo de melancolía y se acercó al holograma. Quitó el dispositivo que se metía a su sistema—. ¿J, nena, están despiertos?
–Ahora lo estamos.
–Gracias, señor Stark.
–Nuestros cuerpos se desactivaron.
–No hay problema, voy a conectarlos de inmediato —contestó Tony empezando a mover códigos.
Steve estaba confundido, ¿se había olvidado de que estaba allí?
Se levantó tembloroso y con mucho dolor en sus articulaciones por la poca actividad física que ha hecho todo ese mes.
Su cuerpo temblaba además ante el miedo de estar rodeado de tantos cadáveres de agentes que intentaron salvarlo y detener a aquel tipo.
–Al parecer aún puedes caminar —exclamó Tony sin dejar de darle la espalda.
–Estás enfermo... Estás completamente enfermo.
–¿Por qué lo dices?
–Mataste a niños, mataste una madre... ¡Mataste a mucha gente! ¡ESTÁS COMPLETAMENTE ENFERMO!
Tony volteó a mirarlo con ojos completamente vacíos, cansados, melancólicos.
Pestañeó dos veces y el brillo del sadismo volvió en él.
–¿Y de quién es la culpa? —Steve frunció los labios, sin saber qué responder—. Wanda, mí niña, llévalo a la celda.
–¿Por qué no me matas y ya está? No te costaría.
–Porque quiero que veas el gran final —sonrió Tony amistosamente.
Steve no tuvo más opción que obedecer.
–Nena, J, Al, limpien por favor. Entierren los cuerpos de Natasha, Fury y Coulson. Incineren al resto.
–Claro, señor Stark —dijeron las tres inteligencias artificiales al unísono.
–Yo tengo cosas qué hacer —sacó aquel recipiente y observó el líquido viviente—. Cuernitos, acompáñame, debo saber qué es esto exactamente.
Loki le explicó lo que sabía. Que aquel líquido viviente y espeso era un simbionte, una especie que se introducía a organismos y los hacia sus portadores, dándoles habilidades en cambio de hospedaje siempre y cuando fueran totalmente compatibles, si no era así, el organismo moría.
Era tentador.
Pero Tony no era tan suicida como para probar si era compatible, al menos no por ahora...
Lo puso en análisis profundos, pero había algo que lo inquietaba.
–Allí estabas, quería hablar contigo —Tony vio que la Muerte había aparecido sentada encima de uno de los escritorios mientras comía uno de esos frutos de almas. Lo miró con curiosidad.
–Piensa rápido —la Muerte le lanzó otra de esas esferas, pero ésta tenía un color más verdoso y partes que iluminaban en blanco.
–Esto es...
–El alma de tú amigo de ciencias, sip. Bastante bonita, ¿no? El alma de Hulk y Banner se combinaron en uno solo.
–Es... Brillante.
–Mientras más brillante es el alma, más buena es el ser vivo —Tony observó largamente aquella esfera en su mano, pensando en la nada misma—. Más deliciosa es...
La Muerte sonrió y se levantó de la mesa. Cuando el Stark miró encima de la superficie, ahí habían más almas.
A pesar de que sus niveles eran distintos, todas eran brillantes.
–Natasha, Clint, Fury, Maria, Coulson, Thor —las empezó a nombrar—. Quentin Beck —esa era la menos luminosa—. Laura, Lila, Cooper —esas eran las más brillantes.
–Esas... E-Esas últimas deben ir a Valhalla.
–¿Por qué?
–Ellos... Ellos eran inocentes.
–¿Y los otros...? ¿Qué harás con la que tienes en la mano? ¿O con las que tienes al frente? Dime... —Tony guardó silencio y la miró largamente. La Muerte sonrió y tomó la pequeña alma blanca, el alma de Lila—. Estas son las más dulces, llenas de inocencia y bondad, lejos del rencor. Almas puras. Deliciosas.
–No te la comas.
–¿Por qué no lo haría?
–Si te la comes... Ella no irá a Valhalla.
–¿Quién dice? —Tony volvió a callarse y frunció los labios—. Está bien, como quieras.
Lanzó el alma y Tony la atrapó de forma torpe, como si se pudiera romper si cayera al suelo.
Aquella niña se le hacía extrañamente familiar. No por alguien que conoció, sino por alguien que conocerá. Era un deja vu que no le pertenecía.
Observó la mesa y cada una de las almas. Sus recuerdos felices con ellos eran difusos, como se estuvieran siendo borrados de su memoria.
Observó el alma blanca y dorada que parecía tener electricidad, luego miró a Loki, quien tenía la mirada vacía hacia una dirección no específica. Un muñeco o un peón, sólo era eso en ese momento.
Sintió los brazos de la Muerte rodear su espalda y posarse por debajo de su camisa, aún tenía las almas en su mano. En una la de Bruce y en la otra la de Lila.
Quizás quería dejar de hacer eso.
Quizás quería dejar de saciar su sed de venganza.
Quizás quería que sus amigos descansaran en paz.
Pero la mayoría de su cerebro estaba devastado y roto. Su parte cuerda lo hizo llorar, su parte psicótica y perdida lo hizo observar el alma de Bruce.
–Recuerda que si te alimentas de esas almas, obtendrán invulnerabilidad más allá de la que cualquier suero te puede ofrecer. Esas almas son fuertes y han vivido bastante para su corta existencia, ¿enserio dejarás pasar esta oportunidad? ¿De poder matar a quien causó todo esto con tus propias manos?
Tony observó el alma verdosa un largo rato.
Tragó saliva.
Y le dio un mordisco.
No había mentido, el sabor era muy distinto.
Las almas que había probado siempre fueron amargas o rencorosas.
Obadiah, Killiam, Hammer, HYDRA. Todos tenían ese sabor amargo pero adictivo, como un buen vino muy añejo y caro. El rencor era corrosivo, siempre te afecta a largo plazo o cuando obtienes mucho de él, pero era delicioso y se sentía correcto al momento.
Pero esa era diferente. No había mucho rencor, pero había impotencia, soledad, miedo, tristeza, pasión y una pizca de interés amoroso. Como un chocolate medianamente amargo.
Cuando tomó la de Thor, miró nuevamente a Loki, él no cambiaba su expresión neutra. Pero por un segundo, Tony sintió que lo miraba con curiosidad. Eso casi fue un empujón para él para probarla.
Era obvio que el sabor tendría que ser electrificado, aunque era una sensación rara, como si fuera pimienta con un muy fuerte sabor mezclado con un buen desayuno dulce. Un balance entre su nobleza, alegría y bondad con el odio, rencor y tristeza potente en los últimos días de su vida.
Clint estaba desabrido. A pesar de que había un sabor dulce, este era muy tenue. Sabía más que nada a tristeza y desesperación en sus últimos segundos al darse cuenta del ataque al quinjet. Ese sentimiento paternal y desesperado era un sabor a té verde muy cargado con poca azúcar.
La de Natasha fue extraña. En un principio tenía un sabor ácido, como a limón no-maduro, pero conforme iba llegando a su centro el sabor se hacía dulce, un sabor igual que un muffin de frambuesa. Luego de pasar aquel sentimiento maternal y preocupado, pasó a sus últimas horas, preocupación y culpa, un sabor de amargo cacao puro.
La de Fury era un sabor a café con un toque de crema. Nunca creyó que su alma pudiera ser así de dulce.
Los recuerdos buenos se fueron borrando y no se dio cuenta.
Nunca se dio cuenta.
La Muerte sonrió con ternura mientras le acariciaba el cabello y su mente analizaba el sabor de aquellas almas. En su mano se encontraban las tres luces de la familia de Barton con un par de movimientos, ellas desaparecieron esfumándose en un destello.
Tony la volteó a ver.
Y ella lo besó largamente.
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