17. Cubo

–Bruce... Él... —exhaló la agente pelirroja sin poder creer lo que veía en la pantalla.

Tanto ella como el resto estaban en completo shock.

–Lo mató... —afirmó Coulson.

–Le cortó la maldita cabeza —finalizó Beck.

–¿Ahora dónde está? —preguntó Fury seriamente.

–Perdimos toda señal, sólo tenemos a sus aliados —Beck revisó las cámaras hasta dar con la que se dejaba ver a esos tres jóvenes alejándose, los dos que podían volar sostenían uno cada brazo del tercero de cabello platino—. Parecen... Niños.

–Son niños —dijo Barton seguro de sí mismo—. ¿A dónde irán?

–Donde sea, pero allí estaremos —sentenció Fury.

—·•·—

Espada contra Metal.

–¿Enserio crees que podrás proteger a tú pequeño reino?

Golpe y patada.

–No es mí Reino.

Escudo y estaca.

–Oh, claro. Thor me contó sobre ti. Eres mejor líder que ese tal Odín.

Tony fue agarrado del cuello fuertemente y estampado hacia otra parte fuertemente.

–Este es mí hogar, y haré lo que sea para protegerlo de gente como tú.

–Vaya, debo admitir... —suspiró Tony recomponiéndose del golpe contra la pared—. Que eso me dolió —Heimdall pisó su hombro para mantenerlo quieto y lo apuntó con la espada.

–¿Tienes algún recado que confesar?

–No debiste hacerlo tan peliculero —sonrió. Heimdall se confundió un poco, sólo lo suficiente como para que el reactor se cargara con un láser y atravesara el pecho ajeno.

El asgardiano quedó de pie un momento, intentando acabar con el Stark, pero la vida se le escapaba ante el enorme agujero en su pecho. Ni siquiera su genial armadura lo había logrado proteger.

Cayó se espaldas fuertemente, haciendo un gran ruido por su estatura, complexión y armadura.

Tony se levantó y se acercó al cadáver. 

–Qué gran guardia, ¿uh? —rió y le pateó la pierna, confirmando que estaba muerto. Levantó la gran espada—. Esto me lo quedo yo —se la puso en la espalda compartimiento creado por su nanotecnología—. ¿Y ahora?

–Sin rey, sin estabilidad, sin protección —susurró la Muerte abrazándolo por la espalda.

–Bien... —contestó él viendo desde lejos el gran castillo. Miles de pequeños misiles salieron de su espalda y se incrustaron en la estructura del puente recién construido, pero sin llegar a explotarlas. Voló hacia el reino sin perder el tiempo, entró por una de las ventanas de forma sigilosa.

Casi como un instinto macabro, fue hacia la zona de la celdas, y sin pensarlo mucho liberó a los prisioneros al destruir el dispositivo que los mantenía cautivos.

El caos se desató en la estructura. Y Tony sólo tenía un objetivo: Matar al complejo de Santa Claus combinado con Crono.

No fue muy difícil, sólo debía encontrar la más grande, ostentosa y brillante habitación.

Pero primero, no podía llegar sin un regalo.

¿Cual era?

La respuesta era simple: La reina.

La encontró hablando con sus doncellas de compañía, viéndose afligida. Tony no tardó en asesinarlas casi de inmediato gracias a sus armas.

Ya mató a su amigo de ciencias, uno de sus mejores amigos en su vida pasada, ¿qué importaban las jóvenes desconocidas?

La preciosa mujer mayor intentó defenderse con su magia, pero Tony era más rápido. Guiado por el sadismo, atrapó su cuello obligándola a quedar inclinada hacia atrás si no quería ser ahorcada.

–Buenas tardes, linda señorita.

–¿Qué es lo que quieres? —exclamó ella con seriedad, parecía no tener miedo. Dejó de forcejear un segundo—. No eres de este tiempo...

–¡Vaya! Eres lista. No me sorprende que el príncipe bonito tenga tanta pinta de brujo —apretó un poco más.

–Estás lleno de odio y frustración-

–Silencio.

–Sientes un profundo dolor-

–¡Silencio! ¿O quieres que te rompa el puto cuello? —exclamó Tony apretando la garganta ajena entre su brazo. Frigga volvió a hacer fuerza para intentar respirar—. Hagámosle una visita a tú marido.

Allí estaba el barbudo sentado en su trono mientras hablaba con cuatro jóvenes guerreros salidos de cuentos nórdicos.

Todos se voltearon y enseguida se pusieron alerta. Los cuatro jóvenes levantaron sus armas y el padre de todo se levantó de su asiento.

–Creo que llegué justo a tiempo para la fiesta —exclamó con alegría insana sin soltar a la mujer. Transformó parte de su guante de nanotecnología en una daga filosa y lo acercó al cuello de la Diosa—. Dile a los tres mosqueteros y a caperuza roja que se alejen.

Odín hizo un gesto con su mano para que los jóvenes dejaran de avanzar.

–¿Qué es lo que buscas aquí?

–No lo sé —Tony pareció en trance un segundo. Pestañeó un par de veces para volver en sí mismo. Por un segundo se sintió una marioneta sin vida—. ¿Dónde está el Tesseracto?

La sensación había sido tan extraña que sus manos temblaron.

–Abajo en la bóveda —respondió Odín empezando a acercarse—. Sólo... Deja  mí esposa.

–Vaya, para ser tan hijo de tú puta madre, sí que te preocupas por ella —rió el Stark sin soltarla—. Aunque mí objetivo no es sólo eso.

Apuntó su puño hacia delante y de allí se cargó su rayo letal rojo que no había utilizado aún.

Frigga observó cómo la garganta de su esposo era destrozada por aquel ataque y empezaba a sangrar a montones.

Odín cayó de rodillas mientras se agarraba la garganta.

Frigga gritó y se logró zafar del agarre del Stark. Corrió de inmediato donde su amado.

Antes de poder atacarlo, Tony sacó la gema de la mente y la puso al frente. Ella sólo brilló en toda su espectacularidad, pero no causó nada a los presentes.

–No se acerquen —exclamó ella.

–Eres muy lista, querida —dijo Tony alegre dando un paso al frente, logrando que los otros retrocedieran.

–Su tiempo llegó a su fin. Bien hecho, cariño —susurró la Muerte en su oído mientras sentía su fría mano por su cuello.

El castaño observó al mayor perdiendo la vida en sus ojos, desvaneciéndose en un polvo brillante y amarillento.

Eso lo desconectó del mundo.

Se quedó estático observando el polvo entre las manos de Frigga, empezando a sentir un profundo pánico casi de inmediato.

El recuerdo de su querido niño lo empezó a atormentar.

Pero en vez de sucumbir al dolor y miedo, empezó a sonreír hasta que sus mejillas dolieron.

Nadie pudo ver su expresión de locura gracias a la máscara y traje, pero percibieron su aura, Frigga más que nadie.

Tony ya no sabía que hacer, hasta que el arranque de adrenalina ocurrió cuando vio un portal verde y negro aparecer frente a él.

Miró a la hermosa mujer frente a él. Y ella guiñó el ojo.

Stark no sabía si era para él o era para alguien más.

De cualquier manera un instinto le dijo que corriera a donde se encontraba la gema del espacio y regresara a la Tierra.

Era miedo. No por ella, sino por el descuido de su ego al dejar la base sin vigilancia.

—·•·—

–La señal sigue estable, pero no durará mucho.

–¿Cómo que no durará mucho?

–La señal se concentra demasiado bien, es como entrar al Pentágono.

–Creí que la podrías aislar. 

–Bueno, ¿y qué quiere que haga? Le estoy diciendo que la señal es muy concentrada y bastante MUY imposible de quebrantar ¿Qué mierda quiere que haga? ¿PUTA MAGIA?

–Ya veo porqué Stark te quitó de la industria.

–¡Hey-!

–Síganlos.

Entendido.

Habían mandado jets y naves a una distancia prudente, pero manteniendo el rastreo.

Aquellos adolescentes parecían en trance, no cambiaban su velocidad, como si estuvieran en automático.

No parecen notarnos-

Ellos no pero alguien más sí.

Misiles destrozaron las primeras naves en segundos.

Lo único que se alcanzaba a ver eran dos destellos, que tomaron forma a trajes como el de blanco y celeste.

Sólo que uno era grisáceo y los ojos de la máscara era roja, era más grande y con muchas más armas a su espalda. Y el otro tenía un cuerpo femenino y era de color mayormente azul, con unas partes del traje flotando en su espalda como un ángel.

–¿Qué es-?

Explosiones y más explosiones se escuchaban. Los jóvenes que perseguían ni siquiera parecían notarlo, y los perdieron de vista cuando la última nave cayó.

–¿Y esa señal? ¡Rastrea la maldita señal! ¿DÓNDE CARAJOS VAN?

Beck iba a replicar, pero terminó por encontrar qué era lo que pasaba exactamente.

–¿Y? —exclamó Fury impaciente.

–Está por todos lados.

–Eso ya lo sabemos-

–No. Es diferente. Literalmente está en todos lados —dijo el castaño—. Celulares, satélites, archivos. Todo lo controlan.

–Por eso no se puede rastrear —exclamó Maria Hill.

Natasha empezó a mover códigos en una computadora aparte.

–Se infiltró en el sistema completamente. Por eso nos conocen. Saben más de nosotros que nosotros mismos.

–¡Al fin que lo descubren! Esto ya se hacía aburrido —la voz de Ultrón se escuchó por toda la sala—. Ojalá y sepan que el que causa esto es-

No, sin decir.

–¡Ya déjame tranquilo, Alem!

–Lo siento, Ultrón. Pero tenemos órdenes directas.

–¡YA LOS TENEMOS! Déjame disfrutar.

–Podrás hacerlo después. Cuando nos den la orden.

–AAAAAAHHHH-

Y se cortó la señal.

Todos intercambiaron miradas de completa confusión.

–¿Tiene puros niños como aliados o qué? —soltó Clint confundido.

–No lo creo —Coulson movió las imágenes a la pantalla principal, mostrando una última captura de los dos últimos seres metálicos que atacaron—. Esos no son androides.

–Uno de los chicos también tenía un traje —acotó Hill.

–No creo que una sola persona haya podido hacer todo eso —dijo Beck—. ¡Sólo mírenlo! ¿Androides? ¿Inteligencias artificiales? ¿Trajes con la tecnología suficiente como para lanzar misiles letales? ¿¡Y nadie se dio cuenta de eso!? Es como si-... —Quentin dejó de hablar al entender la conclusión que ya todos tenían.

–Predijera nuestros pasos —finalizó Fury—. Desconecten toda señal y preparen el quinjet. Oficialmente no existimos hasta tener un plan o saber quién carajos está detrás de todo esto.

—·•·—

Tony apareció en su querida base, justo fuera de ella y cuando dos trajes llegaban al lugar.

La nanotecnología se guardó, para revelar a Jarvis y Viernes en ellos.

–Mh, ¿reportes? —preguntó él con una media sonrisa.

–Ya les dijimos a la señorita Potts y al señor Rhodes sobre los trajes —dijo Jarvis.

–Dijeron que les encantaron —continuó Viernes.

–A la señorita Potts le darán de alta mañana por la mañana.

–Ambos declararon estar ansiosos por empezar a ayudarlo mejor, señor Stark.

–Y concluimos que los trajes se encuentran en perfecto estado. Sólo hay que recargarlos, señor.

–Excelente —Tony sonrió un poco más amplio. Y por un impulso, abrazó a ambos con cada brazo.

Quiso decir un "gracias" pero nada salió de su garganta por alguna razón.

Al separarse, ambos androides tenían una sonrisa muy cálida y amistosa.

–Infiero que me fue bien en su misión en Asgard, señor —dijo Jarvis.

Tony asintió y le mostró mejor el cubo.

–A los chicos les fascinará.

Los tres entraron y el Stark buscó a los pequeños.

Y los encontró.

Pero como si se una película de terror se tratase, los vio sentados en las sillas del comedor totalmente quietos. Cual muñecos no se movían y parecían que ni siquiera respiraban.

–¿Chicos...?

Los tres voltearon a verlo y le sonrieron cálidos, Harley más que nadie.

–Tony, volviste —exclamó el pequeño levantándose—. Nos diste un gran susto cuando te fuiste.

Sonaba natural, pero Tony sabía muy en el fondo que algo no iba bien.

–Sí, miren... —Tony mostró el cubo y los tres se maravillaron.

De pronto sintió que se lo quitaban. Pietro lo observaba.

–¿Y qué hace exactamente? ¿Es la caja de pandora o qué? —exclamó.

Magia roja le quitó el Tesseracto de las manos.

–¡Hey! Deja eso. No molestes al señor Stark ¿No ves que es peligroso?

El cubo descendió a las manos del Stark nuevamente de forma suave.

Miró cada una de las caras.

Sintió la mano fría de la Muerte detrás de su cuello, dándole un gran escalofrío.

–¿Esto es lo que querías no?

Tony iba a responder, pero fue interrumpido por la voz de Jarvis.

–Señor, al parecer los niveles de estrés y angustia del señor Rogers ascendieron estrepitosamente.

Ya me rendí con los errores de Wattpad. Los guiones se quedan >:v

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