14. Señales
Sólo era cuestión de esperar.
No iba a negar que el dolor de la inyección se propagó rápidamente por todo su cuerpo, pero la adrenalina y éxtasis hicieron su trabajo.
Cuando despertó estaba recostado en aquel sillón viejo del garage. Estaba empapado de su sudor.
-¿Cuánto me fui?
-Un par de minutos, no fueron muchos -contestó el chico entregándole un vaso con agua-. Sigues siendo bastante pequeño para haberte puesto el suero.
-Esa era la idea -sonrió él e intentó tomar el vaso, pero no midió bien la fuerza y lo terminó quebrando.
-¡Hey! Ese era mí vaso favorito.
Tony observó su propia mano, y rió un poco.
-Funcionó...
-¿Ahora eres un científico loco? -rió Harley ésta vez-. ¿Por qué sigues tan pequeño?
-¿Viste cómo cambió Rogers cuando lo inyectaron? Eso arruinaría mis queridos trajes y los haría más lentos -sonrió amplio-. Tengo la fuerza para vencerlo... Pero él no lo sabrá.
-Genial -Tony se levantó algo inquieto sin dejar de observar sus manos. Su cuerpo se sentía diferente, mucho más liviano y fuerte, muy fuerte-. ¿...Vencer a quién?
El Stark le sonrió de forma insana.
-Creo que esto es par ti -sacó algo nuevo de su bolsillo y se lo lanzó. Harley logró atraparlo par observarlo.
-¿Un reactor? ¿Qué-?
-Sé lo que dije, pero necesitarás eso si quieres ir donde yo voy.
El chico asintió y colocó el reactor en su camisa. Era uno perfectamente redondo.
-¿A dónde vamos?
-Ya lo sabrás.
-·•·-
Destrucción y más destrucción en la base HYDRA. No a la estructura... Sino que a las personas.
Sangre manchaba todos los pasillos. Y la Muerte estaba allí para observar todo con orgullo.
-Ya lo tienes.
La castaña gruñó, y logró atrapar a cierto chico platino en su intento de huida. Ya no podría correr.
-Wanda, ¿qué estás haciendo? ¿Qué le hiciste?
-Tranquilo, joven Pietro, no le hice nada que le hiciera daño -dijo Jarvis calmado, desentonado completamente con la destrucción de alrededor. Pietro observó los ojos rojos de su hermana, pero no eran sólo de ese color, había una pequeña porción de azul en ellos-. Tranquilo, no duele.
Jarvis sacó la gema, que brilló mucho más una vez la sacó de su recipiente.
-No te atrevas.
-No puedo negarme, sólo sigo las instrucciones. Le prometo que no dolerá.
Terminó por tocar la superficie del pecho ajeno con aquella piedra, y en un segundo, Pietro dejó de luchar y Wanda lo bajó lentamente.
El joven al levantar la mirada, su pupila absorbió el azul del control y se volvió perdida por unos instantes. Pestañeó y su expresión de miedo e incertidumbre, se hizo igual que la de su hermana, decidida.
Jarvis sonrió como lo hacía siempre.
-¿Cuál es el siguiente paso? -preguntó Wanda y miró a Jarvis.
La sonrisa de él se hizo un poco más amplia.
Todo el ejército androide empezó a llegar de haber erradicado hasta el último agente de HYDRA, y se postraron ante ellos tres.
-Esperar al señor Stark -contestó el androide.
No pasó más de una hora cuando dos trajes de nanotecnología aterrizaron frente a la base.
La Legión estaba sacando todos los cadáveres y los llevaba a una zona aparte para incinerarlos, tal y como Tony lo hizo alguna vez con el cadáver de quien era su segundo padre.
-¿Aislaste la señal? -preguntó a su androide.
-Alem ya se me adelantó.
-Sí que es bueno -rió la Muerte y Tony sonrió orgulloso.
-No salió ningún mensaje de ayuda. Puede que lleguen agentes de otros lugares a ver qué sucedió, pero nada salió de aquí directamente.
-Gracias, chico.
-¿Todo esto lo planeaste tú? -Harley se sacó el casco de nanotecnología.
-Sip -sonrió el Stark-. ¿Quieres acompañarme a hacerle una visita a ciertas personas?
-Ya puedes apostarlo.
-·•·-
-¿Quién es usted?
-Nick Fury, director de SHIELD, y necesitamos su ayuda.
-¿Por qué?
-Estamos buscando a personas que nos puedan ayudar. Tenemos entendido que usted trabajó para Tony Stark.
-Trabajé con Tony Stark, no para Tony Stark.
-Por supuesto.
-¿Qué necesitan exactamente?
-Se lo explicaré en el camino.
-¿Ahora?
-Ahora.
Mala suerte que justo el director no estaba para liderar el contraataque virtuales del misterioso hombre de traje de metal y su compinche.
-¡Están bloqueando todas las señales! -gritó la agente Hill observando la desesperación de los pocos agentes en las computadoras.
-Nuestros satélites no responden -agregó Coulson.
Pronto todas las pantallas se pusieron en negro por largos segundos, seguidos de un letal silencio por parte de todos, asustados y aturdidos ante la situación.
En todas las pantallas apareció la imagen en segundo plano de aquel hombre con traje blanco y celeste mirando directamente.
-¿Aquí se supone que es cuando soltar mí carcajada malvada, no es así? -exclamó con una voz deformada por el mismo traje. Era profunda y áspera-. No se preocupen. Veo que intentan cortar mí señal, pero no podrán.
Todo el mundo dejó de hacer cualquier otra cosa, y sólo lo observaban en las pantallas.
Laura cuidaba de alejar a sus niños de mirarlo, estaban aterrados.
-Al contrario de lo que piensan, estoy de su lado. No haré ningún daño a su querida, y posiblemente última base, si simplemente no me provocan -María y Coulson revisaron sus armas, pero el extraño se adelantó-. No intenten atacarme. Tengo toda una Legión leal alrededor de ustedes, no querrán hacer un movimiento en falso y matar a todos los que están dentro, ¿no es así, agente Coulson, agente Hill?
Ambos agentes intercambiaron miradas de nerviosismo, preguntándose el uno al otro casi de forma telepática.
Al revisar las cámaras, efectivamente, estaban rodeados de androides visiblemente armados.
María tragó saliva y pidió que la pusieran en contacto. Era la segunda al mando, así que cualquier cosa que pasará de allí en adelante, sería plenamente su culpa.
-¿Qué es lo que quiere?
-Wow, tardaron muy poco -rió el hombre-. La pregunta no es qué quiero, señorita Hill, es a quién quiero.
Todos intercambiaron miradas.
-No podemos negociar con él, es un terrorista -susurró Coulson.
-Te escucho, agente Phil~, ¡qué fácil es manipular sus dispositivos! Nunca me plantee tomármelo tan enserio hasta ahora, qué bonito es todo y qué tiernos son. En especial usted, que no es más que un fanboy del capitán América. Dígame, ¿qué se siente que su héroe ya no es quien era? -todos guardaron silencio-. Te propongo un trato, y esto va para ti, Steve Rogers. Entrégate y no le haré daño a estas buenas personas. Bastante me dolió matar a la querida Sharon junto al pobrecito secretario como para causar más muertes. Lloro por las noches... ¡Ja, claro!
Steve estaba tanto sorprendido como molesto. Apretó los puños con coraje.
-No lo hagas, es una trampa -dijo Natasha.
-Seguramente dirán, "is ini trimpi" Ajá. Pero soy un hombre de palabra. Si me lo entregan, prometo que ésta vez no atacaré, ¿qué dicen?
Silencio total. Nadie sabía qué hacer.
-Dioses... El gran Steve Rogers, el soldado nacido de las drogas no es capaz de afrontar un noble sacrificio en cambio de quienes lo protegieron, ¿qué diría Tony? ¿Qué diría Peggy? ¡Ah! ¡¿Qué diría Bucky?! -y una pequeña risa siniestra-. Tienes 10 segundos para salir antes de que vuele todo el lugar. Tú decides.
-Debo hacerlo.
-Steve, no sabes lo que quiere -dijo Laura temerosa.
-Sea lo que sea, no puedo permitir que nadie aquí muera por mí culpa. Estaré bien, lo prometo -eso último fue más para tranquilizar a los dos menores que se refugiaban en los brazos de la madre.
-Tick tack ¡Tick tack! -En un principio eran más susurros, pero el éxtasis empezó a causar que empezara a gritar-. ¡Tick tack! ¡TICK TACK! ¡TICK- -la compuerta se abrió, dejando sólo a aquel pequeño rubio fuera antes de cerrarse. El castaño sonrió por debajo del casco-. Oh~, hola, pequeño Rogers, ¿qué te trae por aquí?
-Ya estoy frente a ti, ahora déjalos en paz.
-Wow, me siento amenazado por un Chihuahua -Ironman hizo un gesto con sus dedos y toda la Legión de androides se separó a distintas direcciones, pareciendo que era aleatoria su trayectoria-. Tómalo.
-¿Qué? ¿Por qué yo? -la voz del menor también estaba distorsionada, pero dejaba espacio libre a pensar y adivinar su edad puberta.
-Porque no quiero tocarlo.
-¿Y yo si?
-Sólo haz lo que te digo, te voy a quitar el traje si no obedeces, jovencito.
El menor gruñó dentro de la máscara y se acercó al rubio. Lo tomó de debajo de los brazos y voló de vuelta al de traje blanco.
-Un gusto hacer negocios con ustedes.
Un último gesto con la mano antes de los tres alejarse.
-Alem. Revisa que no tenga un rastreador.
Steve se puso notoriamente tenso, logrando que Harley sonriera.
-Dispositivo encontrado -la I. A se conectó a los sensores de Tony y con él encontró el dispositivo bien escondido entre la ropa de Steve.
-Por los Dioses, Steve, ¿cómo te atreves a intentar engañarme así? -Tony estaba disfrutando cada gesto de nerviosismo y miedo del contrario. Pero no se esperó que Steve le escupiera en el rostro. Ni siquiera se limpió el rostro del casco, sólo guardó silencio-. Dámelo.
Harley obedeció, pero cuando Tony apenas fingió tomarlo, lo dejó caer decenas de metros ante una posible muerte inminente.
Estaba a pocos metros del mar cuando Ironman lo tomó del tobillo y lo alzó nuevamente.
-Llévate esto a algún otro lado, tíralo al océano Antártico, a un volcán o yo qué sé.
-Sí, señor.
Y el pequeño se alejó rápidamente.
Tony miró hacia abajo, aún sostenía del tobillo a aquel débil humano.
-Ponte cómodo, será un viaje largo.
Sí que lo fue.
Procuró tardarse más de lo que normalmente se tardaría sólo para causarle vértigo y lograr que vomitara en un par de ocasiones por la agitación y vértigo.
Al llegar a la base de Sokovia, lo metió en una de las celdas y lo encerró enseguida.
-Alem.
-No hay ninguna señal que intente entrar o salir, sólo percibo la del GPS que el joven se llevó a muchos kilómetros al sur.
-Genial.
Tony empezó a deshacerse de su traje de forma lenta para causar más dramatismo.
Steve observaba con miedo esa acción, creyendo que iba a ser cualquier otra persona. Pero al liberar su rostro, quedó en completo shock.
-¿T-Tony?
-El mismo -sonrió amplio y simplemente se sentó en el suelo frente al rubio-. ¿Cómo ha estado?
-¿Cómo...? Tú... Yo... Estabas muerto.
-Wow, sí que lo creyeron. Me encanta -dijo con gracia.
-Tú eras... Eras el terrorista.
-Mh, nop. Ese era otro que aproveché simplemente. Pobre presidente, ¿no?
-Miles han muerto...
-Estoy seguro de que fueron millones, pero bueno, un pequeño precio que deben pagar.
-¿Pagar? ¿Por qué? ¿Qué te deben ellos?
-¿Que qué me deben ustedes? La vida -soltó con una voz siniestra al final-. Sabes, Stevie... Cuando uno toca tanto fondo al punto de suicidarte, pierde un poco de humanidad luego de que no funcionara y te revivieran... Sólo un poco... Así tantito.
-¿R-Revivir?
-Llámalo como un viaje en el tiempo. La linda señorita Muerte me revivió y me dio otra oportunidad de arreglar las cosas.
-Arreglar las cosas... Tu... ¡¿Acaso crees que lo que hiciste es arreglar las cosas?! -Steve estaba confundido, frustrado e impotente. Seguía sentado en el suelo, su cuerpo temblaba demasiado como para intentar levantarse.
-Sip -y rió un poco. Ladeó la cabeza un poco, mirando a Steve como si fuera un cachorro asustado-. Arreglar las cosas para quienes me importan. Ya me pasó una vez que intenté moldearme al héroe que las personas querían, acabé por dar más de lo que tenía y tanto los Vengadores como las personas no me querían ya -levantó los hombros-. Curioso, ¿no? Ahora que soy de lo más malvado, he visto a gente en las noticias lamentándose mí Muerte, ¿a qué a llegado el ser humano para ser tan hipócrita?
La Muerte lo abrazó por la espalda y apoyó su mentón en su hombro.
-Tú eres un ser humano.
-No, por supuesto que no, Stevie. Yo soy superior. He visto la muerte de cerca, viví en mí infierno por muchos años -sonreía siniestro, tanto que Steve empezó a temblar más del miedo, pero se esforzó por conservar su mirada dura y seria-. Ahora yo lo reino, y no tendré piedad con los pecadores. Soy superior a ti ahora, Stevie. Vive con eso.
De aquí en adelante habrán temas muy delicados, sangre mas explícita y temas sensibles.
No sé si quieran que los narre explícitamente o sólo que los deje caer con una leve descripción.
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