1. Inicio del infierno
[And I tried to hold these secrets inside me, my mind's like a deadly disease. I'm bigger than my body. I'm colder than this home. I'm meaner than my demons. I'm bigger than this bones]
(Y traté de sostener estos secretos dentro de mí, mí mente es como una enfermedad mortal. Soy más grande que mí cuerpo. Soy más frío que esta casa. Soy más malo que mis demonios. Soy más grande que estos huesos)
Se había quedado solo en aquel planeta.
Primero Mantis, luego Drax, Quill, Nébula... Y Peter.
Tony aún tenía la sensación de tierra entre sus manos. Ese polvo del primer y último abrazo que le dio a Peter.
¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué mierda no fue capaz de abrazarlo? ¿Por qué tenía que ser ese el último recuerdo?
Ver cómo la vida de un chiquillo se apagaba frente a él sin poder hacer nada al respecto.
Su llantos desesperado y mirada de dolor lo perseguían una y otra vez al recordarlo.
El cadáver de Stephen estaba frente a él a unos metros.
No habían hecho un plan, y eso les jugó completamente en contra.
Se acercó al cadáver lentamente, sintiendo el horror de ver aquellos ojos perdidos y apagados. Reunió el coraje para voltear el cuerpo boca arriba y cerrar sus párpados para intentar darle algún honor.
Miró alrededor, y se espantó de lo sólo que verdaderamente se encontraba. Nada más que destrucción, tanto alrededor como en su alma rota y vencida.
Necesitaba saber.
Necesitaba saber si Pepper, Rhodey y Happy estaban bien.
Por Dios. Rogaba al cielo que así fuera.
Así que fue hacia la nave en la que habían llegado los guardianes e intentó que despegara.
Y lo hizo.
Funcionaba luego de un par de arreglos y energía de su propio reactor logró hacer que volara nuevamente.
No sabía a dónde dirigirse, pero debía salir de allí. De alguna manera llegar a su planeta, porque aún habían 3 personas que estimaba más que a nada en el universo.
Su prometida. Y sus dos mejores amigos.
Pudo racionar la comida para sí mismo.
Físicamente iba a durar, pero psicológicamente...
No podía cerrar los ojos porque sólo tenía pesadillas.
No podía mirar mucho rato la ventana porque sólo encontraba un vacío eterno en el cielo oscuro y estrellado.
Lo único que lo mantenía levemente cuerdo era esa incertidumbre y las canciones que Quill guardaba en los dispositivos de la nave.
20 días pasaron andando en línea recta y mandando uno que otro mensaje por su casco.
Hasta que el día de su rescate al fin llegó.
Estaba tan aturdido e incrédulo de que iba a ser salvado, que no se dio cuenta cuando había llegado a la Tierra hasta cuando la compuerta se abrió.
Tony bajó de la nave, aún sin saber que lo que estaba viendo era real.
Pero lo era.
El toque de Steve en su hombro se lo había confirmado como un golpe de realidad.
–No pude detenerlo...
–Ni yo...
El castaño detuvo el paso y miró a Steve.
–Perdí... Perdí al niño.
–Tony, perdimos.
El Stark tragó saliva, sintiendo que sus lágrimas se iban a desbordar.
–Está, uh... —el mayor simplemente estaba en silencio mientras lo miraba con lástima—. Pepper... —jadeó con una última esperanza.
Steve frunció los labios y le volvió a tocar el hombro.
–Hay que entrar.
Tony no pudo hacer más que obedecer. En completo shock y en negación.
No, absolutamente no. No podía creerlo. No debía ser real. Ellos no podían ser víctimas también.
Bruce le había colocado un suero para sustituir los pocos nutrientes que le faltaba. Su cuerpo estaba mucho más delgado, pero no de forma exagerada, aún podía caminar, pero necesitaba descanso.
Y obvio no lo tuvo.
Al día siguiente empezó la reunión con los sobrevivientes en el complejo.
Tony miraba por detrás de sus lentes oscuros la foto de Pepper, Rhodey, Happy y Peter.
Un vacío en su interior y un desinterés de todo el resto.
Su mundo de había caído como las hojas al traspasar al invierno eterno.
–Ustedes pelearon.
–¿Quién te dijo eso? —soltó Tony sin mirarlo. Veía la mesa de forma perdida—. Él me golpeó con un planeta mientras asesinaba al mago de la calle Bleecker y le quitaba la gema.
–¿No les dio una dirección? ¿Un indicio de dónde iba a estar?
Tony lo miró y se sacó los lentes.
Un completo vacío en sus ojos enrojecidos de tanto llorar.
–No... —soltó con voz áspera. Se levantó y se quitó el suero suavemente—. Yo les dije de esto pasaría. Era una visión y no lo creía.
–Tony, necesito que te concentres.
–Y yo los necesitaba —fue todo lo que dijo dejando el suero en el piso de forma indiferente—. Yo les dije que cómo íbamos a derrotar al juego final. Y tú dijiste "juntos", y tú no estabas allí —dio un par de pasos hacia él, pero aún se mantenía a unos metros—. No tengo nada para ti, cap. Ni direcciones, ni coordenadas, cero, zip, nada. Ni confianza en ti, mentiroso —se quitó el reactor con rabia contenida y los ojos a punto de estallar en lágrimas—. Ni esto —susurró y lanzó su rector con toda su fuerza hacia la pared despejada más cercana, rompiendo partes de éste.
Miró desafiante al rubio, quien estaba bastante sorprendido de esa reacción.
Pasó una mano por su propia cara, limpiando una lágrima traicionera y salió de la sala dando un portazo.
Incluso con todo eso, tenía una pequeña esperanza cuando Viernes le informó que los Vengadores iban al planeta donde se mostró actividad de las gemas.
Y esa pequeña flama que aún le daba razones para vivir se apagó completamente cuando le dieron la noticia de que las gemas ya no existía y que Thanos había muerto sin dolor.
Así que encerró en su soledad.
Buscó un lujoso departamento, de los pocos que aún estaban en curso luego de tan poco haber ocurrido la desaparición de toda la población. Y le pagó a los empleados para que nadie más supiera que estaba allí.
Pero había alguien que aún podía comunicarse con los Vengadores.
–Disculpen si los estoy interrumpiendo.
–Viernes, ¿pasó algo?
–El señor Stark ha estado muy inestable emocional y psicológicamente por los últimos días, y ahora ordenó desactivar todos mis protocolos, pero tuve que hacer prioridades y avisarles de que temo que el señor Stark esté en una situación crítica para su propia seguridad íntegra.
Natasha, Steve y Bruce intercambiaron miradas.
–Envíanos las coordenadas.
–A la orden.
Fueron rápidamente a aquel departamento, exigiendo saber el piso donde se encontraba el castaño.
La puerta estaba cerrada, así que Steve derrumbó la puerta con su propia fuerza.
Todo estaba desordenado y sucio, como si alguien no hubiera vivido allí desde hace meses.
Vagaron con los ojos bien abiertos por la habitación, buscando al Stark.
Y lo encontraron.
Y muy en el fondo hubieran deseado no hacerlo.
Vieron una figura colgando desde una cuerda y una silla tirada en el suelo.
Corrieron a bajarlo, pero ya era tarde.
Bruce intentó desesperadamente hacerle RCP a un cuerpo sin vida. Muy en el fondo lo sabía, llevaba muerto hacía horas. Debió escucharlo cuando decidió hablarle de sus sentimientos, debió hacerlo en esos días
«¿Cómo no fue capaz de hacerlo?
Steve se espantó al sentir su cuerpo frío. Aquella calidez que el millonario siempre emanaba con sus bromas que le molestaban más de una vez, ya no estaba. En su lugar habían ojos vacíos mirando el techo
«¿Cómo viviría con la culpa?
Natasha no pudo hacer más que llorar y llorar. Lo conocía hace 10 años, lo conocía demasiado, pero no lo suficiente como para saber que iba a ocurrir esto, y ahora no era más que un cadáver sin vida
«¿Cómo dejó que pasara eso?
Todo se sumió en un silencio absoluto y un ambiente totalmente en shock y melancólico.
Los tres lloraban, ajenos de las risas de una mujer que los observaba.
«Lo que es la hipocresía en el ser humano...
Hablaba casi entre ronroneos coquetos y burlescos mientras observaba con énfasis sus rostros de sufrimiento. Luego acarició la frente del millonario.
«Ya me divertí con un final feliz... ¿Y si probamos otra cosa, cariño? ¿Con qué me sorprenderás ahora?
Hizo aparecer el alma de Tony frente a ella. Sus párpados entreabiertos, dejando ver su mirada perdida hacia al frente.
Le acarició el rostro con suavidad.
«Probemos otra deliciosa realidad, cariño.
Susurró tomando el rostro ajeno con ambas manos, juntando ambos labios.
El beso de la vida.
Y el inicio de un infierno.
—·•·—
El castaño abrió los ojos.
Se encontraba sentado en la camilla de un hospital del Ejército, el de 2008, increíblemente lo reconoció de inmediato.
Miró alrededor y luego hacia sí mismo.
Allí estaba el reactor adherido a su pecho y su brazo recientemente vendado.
–Tony, ¿cómo te sientes? —levantó la cabeza, allí estaba su amigo, caminando sin prótesis y con una pequeña sonrisa—. Ya es hora de volver, ¿crees estar preparado? Pareces más aturdido que antes —Tony pestañeó un par se veces, intentando saber si era real o no.
Pero tal como antes, un toque en su hombro le indicó que todo era real y no un sueño.
Terminó por asentir, evitando decir algo.
–Bien, le avisaré al avión, ¿de acuerdo? —volvió a asentir como respuesta. Rhodey sonrió cálido y salió nuevamente de la habitación.
Tony levantó su mano y tocó su cuello suavemente, y luego enterró sus uñas en su piel fuertemente.
La desesperación y a la vez paz de saber que tú vida estaba acabando y que lo querías así.
El hecho de que tú cuerpo reaccione de forma natural e intente retorcerse para no morir, pero que tú alma quiera abandonar tú cuerpo con tantas ganar que aquel instinto de supervivencia no exista.
La exquisita y excitante sensación del cercano final rodeando su cuerpo, abrazándose y aferrándose a su ser. Quitándole aquello que es apreciado por muchos: La vida.
La frustración de que aquellos que causaron eso no hayan sufrido como debieron. Y la satisfacción de que ahora podía hacerlos pagar cada pecado que cometieron en su contra y le obligaron a cometer.
Al mirar al frente de nuevo, la figura esbelta y preciosa de la Muerte apareció frente a él. Su hermoso rostro reflejaba curiosidad y deseo.
Ella le sonrió.
Él le sonrió de vuelta.
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