—¡Alguien puede ayudarme con esto!

Chuya estaba a punto de desmayarse y perder su mano que perdía la distribución de sangre debido al apretón que Dazai ejercía, no recordaba que su esposo tuviera demasiada fuerza comparada a la de él.

—¡Ayuda, ya no siento mi mano! —Grito de nuevo cansando a Dazai—.

—Me importa una mierda tu mano... —dijo mientras ejercía más fuerza a propósito; sin embargo, cuando la enfermera le indico pujar de nuevo, sus bromas se acabaron—. 

La mujer de cabello rosa y kimono, se estaba encargaba de los trámites en el hospital, había dejado a la pareja minutos después de que llegaran, no creía correcto quedarse en un momento íntimo como el que estaba sucediendo.

Nueve meses antes recuerda las órdenes de su jefe, dónde pedía que la Port mafia se viera lo más alejada de la pareja, una desgracia por qué muchos compañeros de trabajo de Chuya estaban emocionados por la noticia.

Y es que era una sorpresa ver qué un ejecutivo de la mafia, un hombre de carácter fuerte y dominante, fuera capaz de formar una familia. Si el hecho de presenciar hace cinco años su boda fue un tema polémico.

Para todos menos para aquellas personas que conocieron a la pareja desde su época de jóvenes sabían de la extraña conexión que tenían.

Sin embargo, Mori hizo una pequeña excepción con la mujer, durante esa conversación le platico lo importante que consideraba que ella estuviera presente al menos durante los últimos meses, ya que de todos era la que compartía una relación más cercana con la pareja. Es decir, los dos la consideraban su hermana mayor.

—¿Eso sería todo verdad? —La secretaria asintió como respuesta. Por lo que Koyou dio un saludo de despedida para dirigirse a la sala de espera dónde algunos de sus subordinados de bajo tango se encontraban— La seguridad ante todo.

—Aún no es suficiente —dijo el doctor mientras revisaba a Dazai.

—¡¿Cómo que aún no es suficiente?! —Para este punto cualquiera que viera a Dazai no lo reconocería, ya no es un hombre que se dedica a estar un paso adelante de sus enemigos, solo un histérico que quiere que termine su tortura. Y como su enojo no lo podía descargar en el doctor o algún enfermero, la mano de Chuya termino siendo la víctima —Chuya... Prométeme algo.

Con una mira confusa le respondo—. No quiero que digas algo de "si me muero, quiero que..."

—¡Oh mierda Chuya¡¡Acaso no ves lo que estoy pasando! —Le grito enojado—. Si esto se repite quiero cesárea como primera opción.

Al parecer los roles que tenían habían Sido cambiados. Los enfermos más tarde discutirían en su almuerzo que los últimos padres que recibieron serían los más escandalosos que les haya tocado en su trabajo. Por supuesto, omitiendo el hecho que desde su llegada unos autos negros rodeaban el hospital. 

— Usted puede, solo un poco más ya logro ver si cabeza.

El ambiente en el quirófano no era agradable para Dazai, a pesar de supuestamente estar en un área fresca su cuerpo no dejaba de sudar por las fuerzas que ejercía, en su pecho un pequeño miedo se asentaba poco a poco debido a que desconocía que sucedía para ese punto, lo había llegado a investigar un tiempo atrás, pero estar en la camilla con varias personas viéndote era algo que quería ignorar por más tiempo.

Lo único que quería era ver a su hija, solo tenía que esperar un poco más. La mano de Chuya y palabras de aliento que en ciertos momentos le dedicaba su esposo se hicieron presentes de nuevo, posiblemente por eso es que seguía aquí al fin y al cabo no estaba solo y con quién estaba era con el padre de su hija, rendirse significaría una condena en este momento.

Un llanto hizo eco en la habitación por un momento.

Algo corto el anterior lose