✰°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 4 』•°✰
[Narrador/a POV]
Al día siguiente, la casa amaneció en un silencio inusual. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, pero la energía habitual del grupo parecía haberse desvanecido. Todos estaban más centrados en cuidar a Red y Yellow después del caos del día anterior.
Green fue el primero en levantarse, dirigiéndose de inmediato a la habitación de Red. Abrió la puerta con cuidado y lo encontró aún recostado en la cama, mirando al techo, perdido en sus pensamientos. Sin su bufanda ni sus accesorios habituales, Red parecía vulnerable, algo que Green no estaba acostumbrado a ver.
—¿Cómo te sientes, Red? —preguntó Green mientras entraba y se sentaba al borde de la cama. Su tono era amable, pero directo, como siempre.
Red giró la cabeza hacia él y esbozó una pequeña sonrisa, aunque claramente no era su típica sonrisa animada.
—Podría estar mejor... aunque tampoco estoy tan mal. Solo… siento que tengo un peso encima, como si todavía estuviera atrapado. —Red suspiró, su voz cargada de frustración.
Green asintió, entendiendo lo que quería decir. Le pasó una botella de agua y lo observó con cuidado.
—Es normal sentirse así después de lo que pasó. Pero no estás solo, ¿vale? Estoy aquí para lo que necesites, incluso si es solo para hablar tonterías. —Green le dio una pequeña palmadita en el hombro, tratando de aliviar un poco la tensión.
Mientras tanto, en la habitación de Yellow, Purple estaba sentado junto a la cama, con los brazos cruzados y una expresión preocupada. Yellow estaba recostado, con los ojos cerrados, aunque claramente estaba despierto. La conversación entre ellos era silenciosa, casi telepática.
Purple, finalmente, rompió el silencio.
—No tienes que fingir que estás bien conmigo. Sé que estás herido, tanto por dentro como por fuera. —Purple inclinó la cabeza hacia un lado, observándolo con detenimiento.
Yellow abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada sincera de su amigo. Sabía que Purple era persistente, y no tenía sentido ocultarle la verdad.
—Estoy bien, Purple. O al menos, trato de estarlo. Pero... no puedo dejar de pensar en cómo Luck me controla tan fácilmente. Es como si siempre estuviera un paso adelante de mí. —La voz de Yellow era firme, pero cargada de autocrítica.
Purple negó con la cabeza y tomó una silla para sentarse más cerca.
—Mira, lo que pasó no fue tu culpa. Luck es un espíritu, un parásito. Tú sigues siendo tú, y todos aquí confiamos en ti. Ahora deja de culparte y déjame ayudarte a mejorar. —Purple sonrió ligeramente, intentando animarlo.
En la cocina, Blue estaba inclinado sobre la mesa, rodeado de frascos, hierbas y libros abiertos. Preparaba pociones de curación con una concentración absoluta, mezclando ingredientes con precisión milimétrica. Second estaba a su lado, ayudando a triturar raíces y medir líquidos.
—¿Esto será suficiente? —preguntó Second mientras le pasaba un frasco lleno de un líquido dorado.
Blue lo tomó, lo olió y luego asintió.
—Debería bastar por ahora. Pero necesitamos algo más fuerte si vamos a protegerlos de esos espíritus. Luck y Rosenthal no se quedarán tranquilos. —Blue hablaba sin levantar la vista de su trabajo, su mente claramente ocupada con posibles soluciones.
Second se cruzó de brazos, observando el proceso.
—Haremos lo que sea necesario para mantenerlos a salvo. Esto no puede volver a pasar, no mientras yo esté aquí. —Su tono era firme, decidido.
—Entonces ayúdame a encontrar el libro de las pociones avanzadas. Está en la estantería de la sala. —Blue señaló con la cabeza hacia la puerta mientras seguía mezclando.
Second asintió y salió en busca del libro, dejando a Blue concentrado. A pesar de la seriedad de la situación, el ambiente en la cocina era tranquilo, casi reconfortante, como si el trabajo conjunto les diera una sensación de control en medio del caos.
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Con todos cuidando de Red y Yellow, el grupo parecía más unido que nunca. A pesar de las heridas físicas y emocionales, cada uno estaba dispuesto a hacer lo necesario para proteger a sus amigos. La amenaza de los espíritus seguía presente, pero por ahora, lo más importante era la recuperación.
Las horas pasaron entre atenciones, charlas y pequeños momentos de risa para aliviar la tensión. Aunque el día anterior había sido oscuro, ese nuevo día les recordaba que juntos podían enfrentar cualquier cosa.
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El silencio de la madrugada llenaba la casa, con solo el leve crujir de la madera bajo los pasos cautelosos de Red. Vestía su bufanda amarilla y su headband, como si esos accesorios le dieran valor para lo que planeaba hacer. Después de todo, había esperado todo el día para este momento. El amanecer era su refugio, un instante donde todo parecía más sencillo, más hermoso, más suyo.
Bajó las escaleras en puntillas, cuidando de no hacer ruido. La casa seguía sumida en la oscuridad, con los primeros rayos del sol apenas acariciando las ventanas. Abrió con cuidado la puerta principal y dejó que el aire fresco de la madrugada lo envolviera. Cerró los ojos un momento, imaginando lo cerca que estaba de ese paisaje que tanto amaba.
Sin embargo, justo cuando dio un paso hacia afuera, una mano firme se posó en su hombro. Red se sobresaltó y giró la cabeza rápidamente, encontrándose con la mirada seria de Second.
—¿A dónde crees que vas tan temprano? —preguntó Second en voz baja, aunque su tono tenía un peso que no podía ignorar.
Red intentó disimular su nerviosismo con una sonrisa torpe.
—Solo quería... tomar un poco de aire fresco, ya sabes. Estar encerrado todo el día no es lo mío. —Se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupado.
Second cruzó los brazos, mirándolo con una mezcla de preocupación y autoridad.
—Sabes que eso no es una buena idea, Red. No después de lo que pasó ayer. No estás completamente recuperado, y tampoco sabemos si Rosenthal podría volver a aparecer.
Red desvió la mirada, apretando los labios.
—No siempre puedo vivir con miedo, Second. Esto es importante para mí. Necesito ver el amanecer. Necesito sentirme... yo otra vez.
La sinceridad en su voz hizo que Second se quedara en silencio por un momento. Lo entendía, en cierto modo. Red siempre había sido un espíritu libre, alguien que buscaba la belleza en las cosas simples, como un amanecer. Pero también sabía que su seguridad estaba en juego.
—Lo entiendo, Red. Pero no puedes hacerlo solo. No después de lo que ocurrió. Déjame acompañarte.
Red lo miró sorprendido, como si la idea de tener compañía en un momento tan personal lo desconcertara.
—¿Tú? ¿Por qué querrías venir?
Second sonrió levemente.
—Porque soy tu amigo, y no voy a dejarte enfrentar esto solo. Si es tan importante para ti, entonces también lo es para mí.
Red bajó la mirada, sintiéndose algo conmovido pero también conflictuado. Finalmente, asintió con un pequeño suspiro.
—Está bien, pero... no hables demasiado. El amanecer es para mirarlo, no para llenarlo de palabras.
Second rio suavemente y asintió.
—Trato hecho.
Juntos salieron de la casa, caminando hacia el horizonte donde los primeros colores del amanecer comenzaban a pintar el cielo. Aunque el temor de lo ocurrido seguía presente, Red se sintió un poco más tranquilo al saber que no estaba solo. Second, a su manera, había demostrado que entendía lo que significaba ese momento para él.
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El amanecer había pasado hace rato, pero Red y Second no regresaban. La casa comenzaba a llenarse de actividad. Green y Blue charlaban en la cocina mientras terminaban de preparar el desayuno, y Purple estaba sentado junto a Yellow, que miraba constantemente hacia la ventana con el ceño fruncido.
Yellow, todavía recuperándose de la batalla del día anterior, había intentado mantenerse tranquilo, pero no podía evitar sentir una punzada de inquietud.
—¿Dónde estarán? —murmuró para sí mismo, aunque su tono dejó claro que esperaba una respuesta.
Purple, con su típica calma, miró a Yellow y sonrió levemente.
—Seguro están bien. Red solo salió a tomar aire fresco. Second está con él, no hay nada de qué preocuparse.
Yellow no pareció convencido. Se levantó del sofá, apoyándose levemente en el brazo del mueble para no perder el equilibrio.
—Han pasado horas. Podrían estar en problemas. No puedo quedarme aquí sin hacer nada.
Purple rápidamente se puso de pie y bloqueó el camino hacia la puerta, cruzando los brazos frente a él.
—No vas a salir, Yellow. Apenas estás recuperándote.
Yellow lo fulminó con la mirada, aunque su expresión estaba más cargada de frustración que de enojo.
—No puedo quedarme sentado, Purple. ¿Y si algo les pasó?
Purple suspiró, sabiendo que Yellow no cedería fácilmente.
—Escucha, lo entiendo, ¿vale? También me preocupa Red, pero Second sabe cómo cuidarlo. Además, no puedes poner en riesgo tu salud. ¿Qué pasa si Rosenthal o Luck intentan aprovecharse de ti de nuevo?
Yellow apretó los puños, tratando de contener su frustración.
—Siempre dices lo mismo, pero no entiendes que no puedo quedarme quieto. Son mis compañeros.
Purple se acercó un paso, suavizando su tono.
—Sí, y eres importante para nosotros. Si algo te pasa ahora, ¿quién va a cuidarnos cuando te necesitemos?
Las palabras de Purple hicieron que Yellow se detuviera. Bajó la mirada, luchando contra la sensación de impotencia que lo consumía.
—No es fácil solo esperar...
Purple colocó una mano en su hombro, ofreciéndole un gesto de apoyo.
—Lo sé, pero confía en ellos. Second no dejaría que le pasara nada malo a Red.
Yellow respiró hondo, tratando de calmarse. Finalmente, asintió, aunque su inquietud seguía reflejándose en su mirada. Purple le dio una pequeña palmada en la espalda y sonrió.
—Ven, ¿por qué no te quedas conmigo? Podemos vigilar desde aquí y esperar a que vuelvan.
A regañadientes, Yellow regresó al sofá, aunque no dejaba de mirar hacia la ventana, esperando ver a Red y Second aparecer por el camino. Purple se sentó a su lado, decidido a quedarse con él hasta que sus amigos volvieran.
En algún lugar, Red y Second seguían caminando, charlando tranquilamente mientras disfrutaban del paisaje. Sin saberlo, habían dejado preocupados a quienes los esperaban en casa.
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Horas después, los primeros rayos del sol comenzaban a calentar la fría mañana. Purple miraba a Yellow de reojo; aunque trataba de disimular, el nerviosismo de Yellow era evidente. Cada tanto, volvía a levantarse, caminaba hasta la ventana y suspiraba antes de regresar al sofá.
Finalmente, un par de siluetas aparecieron en el horizonte, caminando tranquilamente por el sendero hacia la casa. Yellow se levantó de un salto.
—¡Por fin! —exclamó, con un tono entre alivio e irritación.
Purple también se puso de pie, aunque no parecía tan alterado.
Cuando Red y Second entraron por la puerta, Red estaba hablando animadamente sobre algo, haciendo gestos exagerados con las manos, mientras Second lo escuchaba con una sonrisa. Al verlos, Yellow cruzó los brazos y frunció el ceño.
—¿Dónde demonios estaban?
Red lo miró sorprendido, pero antes de que pudiera responder, Second alzó las manos en un gesto de calma.
—Fuimos a dar una vuelta, nada más. No había necesidad de preocuparse.
Yellow no estaba convencido y dirigió su mirada directamente a Red.
—¿Una vuelta? ¿Y les costaba tanto avisar?
Red rió nerviosamente y se rascó la nuca.
—Lo siento, Yellow. No pensé que te preocuparías tanto.
—¿Preocuparme? —repitió Yellow, con tono frío, avanzando un paso hacia él—. Después de lo que pasó ayer, ¿crees que no voy a preocuparme?
El nerviosismo de Red se transformó en un destello de culpabilidad. Intentó acercarse, pero Yellow retrocedió, todavía molesto.
Second, percibiendo la tensión, decidió intervenir.
—Vamos, Yellow, no fue nada grave. Red necesitaba algo de aire fresco, y yo lo acompañé. Todo está bien.
Purple, viendo que la situación podía empeorar, se acercó a Yellow y le puso una mano en el hombro.
—Tranquilo, ya están aquí. Puedes relajarte.
Yellow cerró los ojos, respiró hondo y asintió lentamente, aunque todavía había una sombra de molestia en su expresión.
Red, en cambio, parecía afectado. Había esperado una reacción diferente de Yellow, y su actitud fría lo había dejado desconcertado.
—De verdad lo siento... —murmuró Red, esta vez con un tono más serio.
Yellow lo miró de reojo, pero no respondió. En lugar de eso, simplemente giró sobre sus talones y salió de la sala hacia su habitación.
Red lo siguió con la mirada, apretando los labios, mientras un silencio incómodo llenaba la estancia.
Purple suspiró y se cruzó de brazos.
—Déjalo, necesita calmarse.
Red asintió, aunque no parecía convencido. Finalmente, decidió no insistir y se dejó caer en una de las sillas junto a la mesa.
Second y Purple intercambiaron miradas, pero no dijeron nada más, dejando que el ambiente se relajara lentamente.
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Red permaneció sentado, tamborileando los dedos en la mesa mientras su mirada se perdía hacia la puerta por la que había salido Yellow. Sus pensamientos no dejaban de girar en torno a la reacción fría de su amigo.
—Yellow necesita ver el lado bueno de las cosas —murmuró para sí mismo, aunque lo suficientemente alto como para que Blue, que estaba pasando cerca, lo escuchara.
Blue dejó lo que estaba haciendo y se acercó, apoyando los codos en la mesa mientras miraba a Red con curiosidad.
—¿El lado bueno, eh? —preguntó, arqueando una ceja—. Bueno, si crees eso, ¿por qué no lo invitas a hacer algo divertido?
Red giró la cabeza, algo confundido.
—¿Divertido? ¿Como qué?
Antes de que Blue pudiera responder, Green, que estaba escuchando la conversación desde la otra habitación, apareció de repente con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Yo diría que lo invites a... —Green hizo una pausa dramática y levantó una ceja con picardía—, ya sabes, cog...
No alcanzó a terminar la frase cuando Blue, con reflejos impecables, le propinó un fuerte golpe en la cabeza que resonó por toda la sala.
—¡Cállate, imbécil! —le espetó Blue, mientras Green se llevaba las manos a la cabeza, quejándose.
—¡Oye! Solo era una sugerencia —respondió Green con una risita, frotándose el lugar del impacto.
Blue rodó los ojos y volvió a enfocarse en Red, quien, aunque algo sorprendido, no pudo evitar soltar una risotada ante la escena.
—No hagas caso a este idiota —dijo Blue, señalando a Green con el pulgar—. Lo que deberías hacer es invitar a Yellow a hacer algo bonito, algo que lo haga sentirse bien.
—¿Bonito? —repitió Red, ladeando la cabeza.
—Sí, lo que sea que lo relaje o le saque una sonrisa. Ver el amanecer, recoger flores, algo que le recuerde que la vida tiene cosas buenas.
Red lo pensó por un momento, frunciendo el ceño mientras trataba de imaginar cómo convencer a Yellow de hacer algo así.
—Supongo que puedo intentarlo... —dijo finalmente, aunque su tono mostraba cierta inseguridad.
Green, todavía masajeándose la cabeza, intervino con una sonrisa burlona.
—Solo no intentes nada demasiado romántico, o Reuben se pondrá celoso.
Red miró a su cerdito, que dormía tranquilamente en su rincón, y suspiró con una sonrisa resignada.
—Está bien, lo intentaré... aunque espero que no me mande al demonio.
Blue le dio una palmada en la espalda, animándolo.
—No lo hará. Solo sé tú mismo. Eso siempre le funciona a los que tienen suerte.
Red lo miró con una mezcla de agradecimiento y nerviosismo. A pesar de sus dudas, algo en él sentía que valía la pena intentarlo.
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Red decidió levantarse de la mesa con un suspiro y caminar hacia su habitación. Mientras lo hacía, su cabeza daba vueltas con ideas sobre cómo hacer que Yellow viera las cosas de una forma más positiva. Se cerró la puerta detrás, dejando a Blue y Green solos en la sala.
Blue, en cuanto escuchó el sonido de la puerta, se volteó hacia Green con una mirada severa y cruzó los brazos.
—¿De verdad pensaste que esa era una opción válida? —le dijo con un tono de incredulidad mezclado con regaño.
Green levantó las manos como si se estuviera defendiendo, aunque su sonrisa traviesa traicionaba cualquier intento de parecer inocente.
—¿Qué? Siempre funciona —respondió encogiéndose de hombros, como si fuera lo más obvio del mundo.
Blue arqueó una ceja, completamente incrédulo, y dio un paso hacia Green con una expresión de cansancio.
—¿Cómo que siempre funciona? ¡Esto no es una de tus fantasías baratas! —le espetó mientras lo señalaba con un dedo acusador.
Pero Green no se dejó intimidar. En lugar de sentirse avergonzado, dejó salir una risa ligera y se inclinó un poco hacia Blue, mirándolo con una expresión de lo más descarada.
—Bueno... tú sabes que a nosotros nos funcionó, ¿no? —dijo con un tono pícaro mientras una sonrisa más grande se dibujaba en su rostro.
Blue sintió cómo el calor subía a sus mejillas de inmediato. Su postura rígida se tambaleó por un segundo mientras trataba de encontrar algo que decir, pero Green seguía mirándolo como si hubiera ganado la discusión.
—¡Eso no tiene nada que ver con esto! —exclamó Blue finalmente, dándole un empujón leve a Green para apartarlo—. ¡Y deja de insinuar cosas frente a los demás, idiota!
Green se echó a reír, levantando las manos otra vez en señal de paz mientras retrocedía unos pasos.
—Tranquilo, tranquilo. Solo digo que la táctica tiene potencial —dijo, guiñándole un ojo.
Blue lo fulminó con la mirada, murmurando algo sobre lo insoportable que podía llegar a ser Green, aunque no pudo evitar mirar de reojo para asegurarse de que nadie más hubiera escuchado esa conversación.
Green, por su parte, seguía riéndose mientras tomaba un vaso de agua, claramente disfrutando del momento.
—Deberías relajarte, Blue —dijo al final—. Aunque admito que me gusta cuando te sonrojas... te queda lindo.
Blue, que había comenzado a girarse para volver a sus cosas, se detuvo en seco. Su rostro volvió a calentarse, y sin siquiera voltear, murmuró un:
—Eres un idiota, Green.
Green solo sonrió con satisfacción, apoyándose en la pared mientras disfrutaba de su pequeña victoria.
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Mientras Green seguía riéndose suavemente, Blue intentó volver a concentrarse en las pociones que estaba preparando en la mesa. A pesar de sus esfuerzos por ignorarlo, sentía la mirada de Green fija en él, lo cual lo ponía aún más nervioso.
—¿No tienes algo mejor que hacer? —preguntó Blue sin voltear, intentando sonar indiferente.
Green se separó de la pared y caminó hacia él, apoyándose en el borde de la mesa con una expresión relajada.
—Tal vez, pero es mucho más divertido molestarte —respondió Green mientras tomaba una de las botellas de poción y la giraba en sus manos con curiosidad—. ¿Qué es esta?
Blue rápidamente se la quitó de las manos.
—Es una poción de curación avanzada —respondió, apretando la botella contra su pecho para asegurarse de que Green no la volviera a tocar—. No la toques, aún no está lista.
Green levantó las manos en un gesto de rendición, pero no pudo evitar sonreír.
—Relájate, genio. Sé que no quieres que explote la casa... otra vez.
Blue lo fulminó con la mirada.
—La casa no explotó la última vez, solo hubo un pequeño incendio —respondió con irritación.
Green soltó una carcajada, claramente disfrutando del recuerdo.
—Pequeño incendio, claro. Dile eso a las cortinas que terminaste tirando al lago.
Blue apretó los dientes, claramente perdiendo la paciencia.
—¿Por qué no vas a molestar a alguien más? —preguntó, volviendo a enfocar su atención en las pociones.
—Porque tú eres mi favorito —respondió Green sin dudar, inclinándose un poco más cerca de Blue.
Blue se quedó en silencio por un momento, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban de nuevo. Se giró para mirarlo, pero antes de que pudiera responder, un sonido de pasos interrumpió la escena.
Second apareció en la sala, luciendo preocupado.
—¿Han visto a Red? —preguntó, mirando a ambos.
Blue se enderezó de inmediato, dejando las pociones a un lado.
—Pensé que estaba en su habitación... ¿no está ahí?
Second negó con la cabeza.
—Fui a buscarlo para hablar con él, pero no está.
Green frunció el ceño, su expresión juguetona desapareciendo.
—¿Creen que se haya ido otra vez?
Blue suspiró, poniéndose una mano en la frente.
—Si lo hizo, probablemente fue al bosque. ¿Y Yellow? ¿Está con él?
Second negó nuevamente.
—Yellow todavía está en su habitación, pero parecía preocupado antes. Tal vez ya se dio cuenta.
Green cruzó los brazos, mirando a Second con seriedad.
—Podemos salir a buscarlo antes de que Yellow lo note y entre en pánico.
Blue asintió, tomando una de las pociones que había terminado de preparar.
—Vamos antes de que haga algo impulsivo.
Los tres se dirigieron hacia la puerta, listos para encontrar a Red antes de que algo más ocurriera.
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Red caminó lentamente por el sendero que llevaba a su pequeña granja, con Reuben siguiéndolo de cerca. Los primeros rayos de sol empezaban a iluminar el cielo, bañando el paisaje con tonos cálidos. Sin embargo, Red apenas notaba la belleza del amanecer, perdido en sus propios pensamientos.
—¿Por qué siempre tiene que ser tan frío, Reuben? —murmuró mientras abría la puerta de madera que llevaba al corral. El cerdito le respondió con un gruñido suave, como si lo estuviera animando a continuar.
Red se dejó caer en un tronco viejo cerca del granero y apoyó los codos sobre las rodillas, mirando al horizonte.
—Es que... ¿cómo se supone que haga que vea las cosas bonitas de la vida? —continuó, jugando distraídamente con una brizna de hierba entre los dedos—. Siempre parece tan serio, como si llevara el peso del mundo encima.
Reuben se acercó y frotó su cabeza contra la pierna de Red, haciendo que el chico soltara una pequeña risa.
—¿Tú crees que estoy siendo un tonto por preocuparme tanto? —le preguntó mientras le daba unas palmaditas en la cabeza—. Pero, no sé... siento que Yellow necesita algo más que combates y libros para ser feliz.
El cerdito gruñó nuevamente y se acostó a sus pies, mirándolo con atención, como si entendiera cada palabra.
—Tal vez debería invitarlo a hacer cosas divertidas, ¿no? —siguió diciendo Red, levantándose y comenzando a caminar de un lado a otro—. Podríamos... no sé, ir al lago o explorar el bosque. O tal vez le guste la idea de plantar algo aquí en la granja.
Se detuvo y miró a Reuben, que seguía acostado sin moverse.
—¿Qué opinas? ¿Crees que eso lo animaría? —preguntó, aunque sabía que no obtendría una respuesta real.
Red dejó escapar un largo suspiro y se apoyó en la cerca del corral, mirando a los animales que empezaban a despertarse con el amanecer.
—Supongo que tendré que ir probando cosas hasta que funcione —dijo, más para sí mismo que para Reuben—. Pero una cosa es segura: no voy a rendirme con él.
El cerdito gruñó nuevamente, esta vez con más energía, como si estuviera apoyando las palabras de Red.
—Gracias, compañero —le dijo, sonriendo con sinceridad mientras le acariciaba la cabeza—. Ahora, vamos a ver si se me ocurre algo bueno antes de que los demás empiecen a preocuparse.
Con un último vistazo al amanecer, Red tomó aire profundamente y se preparó para regresar a casa, decidido a cambiar la perspectiva de Yellow, incluso si eso significaba intentar cosas que nunca antes había hecho.
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[Continuará...♡]
★3837 palabras★
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