✰°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 1 』•°✰
[Narrador/a POV]
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Comenzaba un nuevo día en la casa del Color Gang, y la calma reinaba en cada rincón. La luz de la mañana bañaba el espacio, y todos estaban concentrados en sus propias actividades. Second y Alan trabajaban en una nueva animación, codo a codo, entre risas y comentarios sobre sus dibujos.
—¡Mira, Alan! ¿Qué tal si le añadimos un fondo más vibrante? —sugirió Second, ajustando unos colores en la pantalla.
Alan asintió, con una sonrisa de aprobación. —Buena idea, Second. Eso le dará vida.
Mientras tanto, Blue estaba en su laboratorio, mezclando pociones con sumo cuidado.
—Veamos… un poco de polvillo de blaze y… —susurró para sí mismo, concentrado en sus fórmulas.
Green, tirado en el sofá con los audífonos puestos, apenas se percataba del entorno. La música resonaba tan alto que apenas escuchaba su propio murmullo.
—La próxima vez, le diré a Blue que haga algo para los dolores de oído… —murmuró, sin darse cuenta de que Red estaba entrenando afuera, lanzándose de lleno contra los mobs.
Red, con su espada en mano, derribaba mobs uno tras otro.
—¡Vamos, chicos! ¿Es todo lo que tienen? —gritó, provocándolos.
Cerca de la arena de entrenamiento, Yellow limpiaba su bastón de comandos con cuidado. Apreciaba la tranquilidad de la zona, donde no corría riesgo de causar destrucción en la casa.
De repente, Red apareció y le arrebató el bastón de las manos.
—¡Oye! —Yellow lo miró con una mezcla de sorpresa y disgusto—. Al menos podrías pedirlo de manera decente.
Red se encogió de hombros, sonriendo. —Vamos, no seas tan amargado. Solo necesito algo de emoción —dijo, agitando el bastón. Con un chasquido, convocó a monstruos más fuertes frente a él.
Yellow suspiró, tomando asiento a una distancia prudente mientras observaba a Red enfrentarse a las nuevas criaturas.
—Cinco minutos y ya estará en problemas… —murmuró para sí mismo.
Y, como lo había previsto, los monstruos comenzaron a arrinconar a Red.
—¡Oye, espera! ¡Eso duele! —protestó Red mientras intentaba esquivar un ataque.
Yellow se levantó, suspirando, y levantó su bastón, desapareciendo a las criaturas en un parpadeo. Red cayó al suelo, exhausto.
—¿Qué te dije? —le lanzó una mirada de desaprobación mientras usaba el bastón para levantar a Red en el aire—. Eso te pasa por usar el bloque de comandos para tonterías peligrosas.
Red hizo un puchero, cruzándose de brazos. —Solo quería un poco de diversión, ¿qué tiene de malo?
—Las batallas no están hechas para divertirse, Red —replicó Yellow con firmeza—. Esa actitud va a costarte caro algún día.
Red rodó los ojos y sonrió de lado. —Relájate, Yellow. No todos podemos ser tan serios como tú.
Sin más preámbulos, Yellow lo condujo hacia su “cubo” de bloques invisibles e irrompibles y lo dejó allí, sentado en el banco, resignado.
Blue, al ver la escena, se acercó a Yellow. —¿Otra vez Red haciendo de las suyas? —preguntó, divertido.
—Ya es costumbre —suspiró Yellow, aunque una sonrisa ligera apareció en su rostro.
Blue le dio una palmadita en la espalda. —Vamos, no seas tan duro con él. Sabes que Red no puede evitarlo.
Desde dentro de la celda, Red trataba de llamar la atención de Green, quien se acercó, sin dejar pasar la oportunidad para burlarse.
—Vaya, vaya, Red. ¿Otra vez encerrado? ¿Cuántas veces van esta semana? —dijo Green con una risa burlona.
—¡Oh, cállate! —bufó Red, molesto—. Solo porque tú nunca tienes el valor de meterte en problemas.
Yellow observó la interacción por un momento y luego, con una pequeña sonrisa, rompió uno de los bloques de la celda, dándole a Red la oportunidad de salir.
—Adelante, Red —murmuró, divertido—. Demuéstrale a Green lo valiente que eres.
Red no necesitó más. En cuanto salió, Green ya estaba corriendo, y las risas llenaron la casa mientras la persecución comenzaba.
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Green salió disparado en cuanto Red fue liberado de la celda, dejando escapar una carcajada mientras corría por el pasillo.
—¡Vamos, Red! ¿Es todo lo rápido que puedes correr? —se burló Green, mirando hacia atrás para asegurarse de que Red lo seguía de cerca.
—¡Oh, ya verás! —respondió Red, acelerando el paso—. Cuando te atrape, te vas a arrepentir.
La persecución los llevó a través de varios cuartos de la casa, y los ruidos de sus pisadas hicieron que Blue saliera del laboratorio, extrañado.
—¿Qué están haciendo ahora? —preguntó en voz alta, justo cuando Green y Red pasaron corriendo a su lado.
—¡Solo un pequeño ajuste de cuentas! —gritó Red, sin detenerse.
Blue solo sacudió la cabeza y volvió al laboratorio, sonriendo.
Finalmente, la persecución los llevó hasta el salón principal, donde Green tropezó ligeramente, dándole a Red la oportunidad de alcanzarlo. Con una sonrisa triunfante, Red saltó sobre él, derribándolo al suelo.
—¡Te tengo! —exclamó Red, riéndose mientras ambos caían al suelo enredados.
Green trató de zafarse entre risas. —¡Está bien, está bien! Me rindo, ¡déjame en paz!
Yellow, quien había estado observando la persecución desde el pasillo, caminó hacia ellos con una ceja levantada.
—¿Ya terminaron de comportarse como niños? —preguntó, cruzándose de brazos.
Red se levantó, todavía riendo, y le ofreció una mano a Green para ayudarlo a levantarse también. —Solo estaba divirtiéndome, ¿qué tiene de malo?
—Sabes que siempre terminas metiéndote en problemas cuando "te diviertes", Red —respondió Yellow, negando con la cabeza.
Green se sacudió el polvo de la ropa y, todavía recuperando el aliento, miró a Red con una sonrisa burlona. —Bueno, al menos esta vez lograste atraparme. No estuvo tan mal.
En ese momento, Blue apareció en el salón con una bandeja en la mano.
—Ya que están todos aquí… hice unas galletas. Las terminé justo antes de que empezaran a correr como locos —dijo, ofreciéndoselas.
Red fue el primero en acercarse, cogiendo una galleta y dándole un mordisco. —Mmm, gracias, Blue. Están buenísimas —dijo con la boca llena.
—¡Espera, deja algo para los demás! —protestó Green, alcanzando a tomar una galleta antes de que Red acabara con todas.
Second y Alan también llegaron, atraídos por el aroma de las galletas.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Alan, mirando el desorden que habían dejado tras su persecución.
Second se rió al ver las caras de Green y Red. —Parece que alguien ha estado entretenido.
Red se encogió de hombros. —Solo un poco de ejercicio matutino.
Yellow dejó escapar un suspiro, pero una leve sonrisa asomó en su rostro. —De verdad, nunca cambias, Red.
Entonces, mientras todos comían las galletas, Blue les propuso algo inesperado.
—¿Qué les parece si hacemos una sesión de entrenamiento en la arena? Así canalizan toda esa energía en algo más útil —sugirió, mirando a Red y Green.
Red alzó las cejas, emocionado. —¡Estoy dentro! A ver si eres tan rápido peleando como corriendo, Green.
Green se cruzó de brazos, aceptando el reto. —Veremos quién termina huyendo esta vez.
Yellow, aunque al principio dudó, asintió finalmente. —Está bien, pero con una condición: no quiero ver a nadie usando el bloque de comandos para trucos ni atajos.
Red le lanzó una mirada de súplica. —¿Ni siquiera un poquito?
—Ni siquiera un poquito —respondió Yellow, firme.
La idea de un entrenamiento en grupo animó a todos, y poco después, se dirigieron a la arena de combate. Ya en el centro, se posicionaron para comenzar, con Yellow observándolos con ojos vigilantes. Estaba listo para intervenir en cualquier momento si las cosas se salían de control.
El entrenamiento empezó con un intercambio rápido de movimientos. Red y Green intentaron superarse uno al otro en reflejos y habilidades. Blue, desde un costado, lanzaba pociones de apoyo de vez en cuando, mientras Second y Alan los animaban con gritos y aplausos.
—¡Vamos, Red! ¡Muestra lo que tienes! —gritó Alan, divertido.
Green, sonriendo, se preparó para el golpe final. —¡Hora de acabar con esto!
Pero, en un giro inesperado, Red utilizó una de las pociones de Blue para hacer una maniobra inesperada y esquivar el ataque. Se colocó detrás de Green y tocó su hombro.
—¡Te pillé! —dijo Red, riéndose mientras Green lo miraba con sorpresa.
Yellow observó el momento con una sonrisa y dijo en voz baja: —A veces, hasta los más alocados aprenden a pensar.
Con el entrenamiento finalizado, todos se reunieron en el centro de la arena, respirando con dificultad pero felices de haber compartido ese momento juntos. La risa y la camaradería llenaron el aire, y mientras regresaban a la casa, se dieron cuenta de que este tipo de días eran los que hacían que el Color Gang fuera más que un equipo: eran una familia.
Mientras el Color Gang tomaba un descanso después del intenso entrenamiento, Green se levantó, limpiándose el sudor de la frente, y miró a Blue con una sonrisa desafiante.
—¿Qué te parece, Blue? —dijo Green, sacando su espada y balanceándola en su mano—. ¿Te atreves a una batalla de espadas conmigo?
Blue arqueó una ceja, intrigado. —¿Estás seguro? No quiero que termines arrepintiéndote —respondió, sacando su propia espada y girándola con elegancia, mostrando un claro dominio del arma.
Second, Red, Alan y Yellow se fueron a sentar en las gradas, atentos al desafío.
—Ah, y nada de pociones ni trucos, ¿entendido? —advirtió Green, señalando las botellitas en el cinturón de Blue.
Blue le lanzó una mirada confiada y guardó sus pociones. —No las necesito para vencerte, Green.
Ambos adoptaron sus posiciones, sin apartar la vista el uno del otro. Al dar la señal, comenzaron el entrenamiento de combate, intercambiando golpes y defensas con una sincronización impresionante. Las espadas chocaban con fuerza, emitiendo destellos bajo la luz.
—¡Vamos, Blue! ¡Enséñale lo que puedes hacer! —gritó Red desde las gradas, animando.
El combate continuó, ninguno dispuesto a ceder terreno. Green intentaba superar la técnica calculada de Blue con movimientos rápidos y ágiles, mientras Blue se mantenía en calma, bloqueando cada ataque con una precisión milimétrica. Sin embargo, la intensidad del combate fue acercándolos poco a poco, hasta que, en un momento, ambos se detuvieron.
Sin darse cuenta, habían quedado muy cerca uno del otro, respirando pesadamente por el esfuerzo. Blue lo miró directo a los ojos, sin apartarse, y una chispa inesperada pareció pasar entre ellos. El ruido del entrenamiento se desvaneció en sus mentes; solo se escuchaban sus respiraciones, el uno tan cerca del otro.
Green tragó saliva, sintiendo sus mejillas ruborizarse, pero no bajó la mirada. —Parece que… ninguno de los dos va a ceder, ¿eh?
Blue asintió, su voz apenas un susurro. —Parece que no.
En ese instante, el silencio se volvió casi palpable, y la tensión entre ellos era evidente. Red, que observaba desde las gradas, entrecerró los ojos, notando lo que estaba ocurriendo.
—¿Ustedes ven lo mismo que yo? —preguntó Red a los demás, con una sonrisa cómplice, mientras miraba a Second.
Second se rió, divertido. —Sí, parece que están muy… concentrados.
Al escuchar la voz de Red, tanto Green como Blue parecieron salir del trance, retrocediendo rápidamente y tratando de disimular. Ambos soltaron una risa nerviosa, intentando regresar a la compostura.
—E-Esto… fue un buen combate —dijo Blue, rascándose la nuca, claramente incómodo pero con una sonrisa.
Green asintió, evitando mirarlo directamente. —Sí… muy buen combate.
Desde las gradas, Red les lanzó un guiño y, en voz baja, murmuró a Second: —Les daré una semana antes de que algo pase entre esos dos.
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Alan miró su reloj y soltó un suspiro al darse cuenta de la hora.
—Es tarde. Tengo que desconectarme para pasar tiempo con mi familia —dijo, dirigiéndose a Second.
Second asintió comprensivo, dándole una palmada en el hombro. —Está bien, Alan. Te veremos luego.
Con una sonrisa, Alan se despidió del grupo. —Cuídense, chicos. ¡Y no se metan en problemas! —bromeó antes de desaparecer en un destello de luz. El casco de realidad virtual que usaba lo desconectaba, devolviéndolo al mundo humano, mientras sus amigos stickfigures se quedaban en la casa.
Second observó el espacio vacío donde había estado Alan y luego se giró para ver a Yellow, quien bebía despreocupadamente un refresco desde el sofá.
—¿Y tú, Yellow? ¿No piensas entrenar? —preguntó Second, levantando una ceja.
Yellow se encogió de hombros. —La verdad, no tengo muchas ganas hoy.
Red soltó una risa desde el otro lado de la sala y le lanzó una espada a Yellow. —¡Vamos, Yellow! No te vendría mal un poco de práctica.
Yellow tomó la espada de mala gana, soltando un suspiro de resignación. —De acuerdo, de acuerdo. Pero que conste que es solo porque insististe.
Mientras se preparaban para el entrenamiento, Second levantó la vista y notó a Blue y Green, quienes estaban en una conversación silenciosa, sus miradas entrelazadas de una manera tan obvia que era imposible no notarlo. Second no pudo evitar sonreír con picardía.
—¡Ey, Blue, Green! ¡Dejen de verse con ojitos y vengan a sentarse conmigo! —les gritó con una risa burlona.
Blue y Green saltaron ligeramente al escuchar la broma de Second. Ambos se miraron con las mejillas enrojecidas antes de intentar actuar con normalidad.
—No estábamos… no era eso —murmuró Green, visiblemente incómodo mientras se acercaba con Blue a donde estaba Second.
Blue solo soltó una risa nerviosa y se sentó al lado de Second. —¿No tienes otra cosa que hacer, Second?
Second rió y les dio una palmada en el hombro a ambos. —Solo bromeaba. Pero admito que son una buena pareja en combate… y en otras cosas.
Green y Blue intercambiaron una rápida mirada antes de centrarse en el entrenamiento de Yellow y Red, aunque ambos tenían una pequeña sonrisa en sus labios, sin saber cómo ocultar la vergüenza.
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Red y Yellow se prepararon para su combate. Tomando sus espadas, se posicionaron en el centro de la sala, listos para comenzar el entrenamiento. Sin embargo, a medida que intercambiaban golpes, Red no pudo evitar notar que algo no estaba bien con Yellow. Sus movimientos eran más lentos, su postura menos firme, y sus ataques carecían de la usual precisión.
Red frunció el ceño y bajó su espada, deteniendo el combate.
—¿Yellow? —preguntó, mirándolo con preocupación—. ¿Estás bien? Te noto… distraído.
Yellow parpadeó y asintió rápidamente, intentando mostrarse normal. —Sí, sí… estoy bien, solo que… no estoy muy concentrado hoy.
Red no estaba convencido. Se acercó a él y le dio una palmada en el hombro, sonriendo de forma comprensiva.
—Mira, si tienes algún problema, puedes contarme. No tienes que entrenar si no te sientes al cien por ciento —le dijo con sinceridad—. Podemos parar y hablar, ¿te parece?
Yellow lo miró, sorprendido por el gesto de Red. Durante un momento, pareció dudar, pero luego negó con la cabeza, decidido.
—No, Red. De verdad, estoy bien —dijo, tomando aire y levantando su espada con determinación—. Estoy listo para seguir entrenando.
Red le lanzó una mirada de apoyo y asintió. —Entonces, vamos. Pero no te contengas, ¿de acuerdo?
Yellow sonrió apenas y ambos volvieron a sus posiciones, concentrándose en el combate. Los golpes resonaron en la sala mientras se movían en sincronía, cada uno probando las habilidades del otro y empujándose a mejorar.
Al final, ambos se sentaron en el suelo, jadeando por el esfuerzo, pero con una sensación de logro compartida.
—¿Ves? Te dije que estabas listo —dijo Red, dándole un leve codazo en el brazo.
Yellow soltó una pequeña risa. —Gracias, Red. No sabes cuánto significa esto.
Red le dio una sonrisa cómplice, satisfecho de haber podido ayudar a su amigo a seguir adelante.
Pero...¿que le sucede a Yellow?
[Continuará...♡]
★2557 palabras★
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