3. Esperanza

Capítulo 3

–¿Qué es esto? ¿Qué me están poniendo? —exclamó el chiquillo asustado al ver que el doctor le ponía un dispositivo de metal alrededor del cuello.

–Te mantendrá como un niño bueno —ajustó con un botón y Peter sintió que algo filoso se adhería a su cuello, presionando especialmente la parte de atrás de la vértebra y su nuca. Tosió un par de veces por la sensación.

El doctor se fue de delante de él y ahora Pierce lo miraba.

–¿C-Cuándo volveré a casa?

El mayor le sonrió.

–Peter... ¿Sabes qué es lo que hacemos? —el menor lo miró sin saber qué responder—. Mis muchachos y yo intentamos salvar al mundo de ellos mismos. ¿Sabes qué es la guerra? —Peter asintió—. Nosotros creemos que la humanidad no puede tener su propia libertad si quieren estar a salvo. Tú nos ayudarás, Peter.

–¿A-Ayudar?

–Salvarás al mundo.

El pequeño lo miró un largo rato.

–Si lo hago... ¿Podré volver a mí hogar? —Pierce sonrió y le acarició la cabeza breves segundos.

–Cuando termines, volverás a tú casa. Lo prometo.

—·•·—

Daba igual cuántas denuncias hacían.

Daba igual cuántos investigadores buscaban.

Nadie sabía dónde estaba el niño que prometieron proteger luego de la muerte de sus padres.

Nadie tenía ninguna pista de dónde podía estar el pequeño Peter.

Así que May entró en desesperación, y aprovechando que su esposo tenía que hacer un viaje, fue a Nueva York en busca de ayuda.

–Déjeme hablar con el señor Stark —exclamó de una sola vez hacia una mujer castaña. Más que una secretaria, era más bien una recepcionista.

–¿Tiene reservación? —preguntó ella cordialmente. Notando de inmediato sus ojeras y rostro demacrado por desesperación.

–No, pero por favor. Necesito hablar con él, es urgente.

–Lo siento, señora, pero-

–Mire- —May buscó desesperadamente en sus bolsillos la última foto de Peter. Él aparecía sosteniendo la máscara de Ironman mientras sonreía amplio a la cámara.

–Él es mí único sobrino, Peter —la secretaria tomó la foto arrugada suavemente—. Desapareció en la noche de Stark Expo. N-No lo hemos podido encontrar, por pavor... Necesitamos su ayuda.

La mujer contempló las facciones de completa desesperación se la mujer. Y finalmente asintió.

–Déjeme hablar con el señor Stark. Por favor espere un momento.

May asintió y la recepcionista tomó el teléfono que conectaba con toda la torre casi terminada.

Decidió ir a sentarse a pesar de la inquietud. Miraba a la trabajadora hablar por el teléfono, pero no podía escucharla por la distancia.

Y su propio celular empezó a sonar.

–¿Hola?

May, mi amor, ¿cómo estás?

–Bien, es... estoy como puedo... Estoy en Nueva York.

–¿Por qué?

–Vine a hablar con el señor Stark. Quizás él pueda ayudarnos a buscar a nuestro Petey.

May-

–Ben... Tengo que intentar algo más. No me puedo sentar sin hacer nada mientras Peter siga desaparecido. Necesito... Necesito que esté a salvo.

Hubo silencio un momento.

Llámame cuando vuelvas Queens, ¿de acuerdo?

–Sí, cariño.

–Y May... Esto se solucionará.

–Eso espero... —May se sacó los lentes y pasó su mano por su rostro. Suspiró—. Te amo. Nos vemos.

Yo también te amo. Llámame, ¿si?

–Si...

Y colgaron.

Pasaron unos minutos antes que la recepcionista se acercó a ella.

–El señor Stark la bajará en unos momentos —May sólo asintió y la recepcionista volvió a su lugar en el escritorio.

Pasaron otros minutos hasta que el millonario salió del ascensor, vistiendo elegante y con sus típicos lentes.

–¿Me buscaba?

–¡Sí! —May se levantó de inmediato y sostuvo la foto frente a él—. Él es Peter Parker. Es mí sobrino —el castaño tomó la fotografía y la observó—. Desapareció en la Stark expo luego de que los androides atacaran, en mayo de 2010. N-No lo han encontrado aún.

–Un año —exclamó Tony sin quitar la mirada de la foto—. Ni siquiera...

–No señor Stark. Mí Peter no está muerto, lo secuestraron.

–Y quiere que yo lo busque.

–Sí señor. U-Usted es mí última esperanza. Por favor... Por favor-

–Claro. Pediré a alguno de mis muchachos que busque al chico —le extendió la foto nuevamente—. Haré lo posible, ¿de acuerdo?

–Muchas gracias.

La mujer iba a abrazarlo, pero el hombre se apartó.

–Le llamaremos.

–Gracias de nuevo. Por favor encuéntrelo —el Stark asintió de nuevo y la mujer se retiró un poco más animada.

Tony suspiró.

Ya estaba terminando de lidiar con todos los heridos de aquella exposición, y ahora llegaba una mujer desesperada por la desaparición de un único niño.

Se sentía culpable. Pero no le diría a nadie. Ni siquiera a Pepper.

Subió de nuevo la torre hacia su lugar y continuó trabajando en la construcción mientras le había pedido a Jarvis que buscara en sus datos.

—·•·—

–Aufstehen.  Dritte.

Apretó el botón y un dolor recorrió toda la espina dorsal de Peter. Rápido y fuerte, como miles de pinchazos por todo su cuerpo.

–S-Sí señor.

Respondió el chico.

Peter se limpió la sangre de su labio y se puso en guardia nuevamente frente a aquel nuevo super soldado. No era el castaño de brazo metálico. De hecho, hacía meses que no lo veía.

En aquel tiempo pudo aprender un par de palabras y frases en aquel idioma. No lo dominaba, pero se había acostumbrado.

El mayor le iba a dar un golpe, pero Peter lo esquivó agachándose. Otro golpe, y ésta vez atrapó el puño con su palma, y le dio un golpe en el pecho y lo llevó a la pared cercana.

–Beende es.

Peter lo miró un poco confundido, lo suficientemente distraído como para que el soldado se levantara y no le diera tiempo a esquivar. Cayendo al suelo de una patada en su costado.

Y con eso la pelea terminó. El soldado se alejó un par de pasos a esperar nuevas instrucciones, y el agente se acercó al mismo tiempo que Peter se levantaba.

–Has fallado de nuevo.

–L-Lo siento. Me distraje —esperó un castigo por el collar, y lo recibió.

Cayó al suelo fuertemente, intentando quitarse el collar y así evitar las descargas, pero estaba adherido. Ni siquiera podía gritar.

Sólo se quedó allí 10 segundos mientras escuchaba palabras que no comprendía en aquel idioma. Se clavaban en su cerebro tan fuertes como la sensación de dolor que lo torturaba.

Hasta que se detuvo en seco.

–Encárgate —le dijo a la agente en la sala, quien era un puesto bajo él.

La agente asintió, y tanto el soldado como aquel agente, se retiraron.

La mujer se acercó. Le tocó el hombro suavemente y le ayudó a sentarse. El muchacho se empezó a secar las lágrimas nuevamente, pero sin queja alguna más que un par de sollozos silenciosos.

La agente sacó de su bolsillo una de esas barras de alimento, y se la ofreció.

–Come —Peter asintió y la tomó entre sus pequeñas manos.

–Gracias... —era casi un susurro. Abrió la envoltura y empezó a comer. Ya se había logrado a acostumbrar al insípido sabor. Empezaron a caminar fuera—. Disculpa... —ella lo miró—. ¿Cuál es tú nombre?

Ella meditó su respuesta un momento.

–Leyna.

Peter sonrió levemente y amable. Terminó la comida y Leyna se quedó con el envoltorio.

–Nos vemos... —sonrió el pequeño, sabiendo que debía volver a su "habitación".

Se quedó parado un momento, y acarició su cuello por encima de aquel metal.

Ni siquiera intentó quitarlo. Ya lo había intentado un par se veces y no había caso.

Se rascó por debajo del collar. Era sólo un reflejo, como para saber que esa tortura seguía allí en su cuerpo, y que todo era real.

—·•·—

Es tiempo de intentar el lavado.

–Sigue siendo un niño. Podríamos perder todo el proceso que hemos hecho.

–O... Podríamos avanzarlo. Podríamos hacerlo igual de obediente que el soldado del invierno antes de que empiece la adolescencia.

–Es el único que pudo resistir la radiación de la araña. Si lo matamos, tendríamos que empezar de nuevo.

–Esperemos a sus 10 años entonces. Ahí podrá resistir sin dudas. Y sólo es un año. Se ha vuelto muy fuerte, es perfecto. Cuando esté listo para matar, estará listo para lo demás.

Hubo solamente una persona que no estaba segura de lo que estaban haciendo.

—·•·—

–Jarvis, ¿alguna novedad?

El castaño dejó su saco encima del sillón como siempre hacía.

–No, señor.

–¿Y el caso del chico?

–¿De Peter Parker?

–Sí, de él. ¿Hemos logrado progreso?

–No, señor. Sólo puedo saber lo que ya le he mostrado. Lejos de su nombre y exacta hora que desapareció, no puedo saber nada más.

–Ya ha pasado un año, J. ¿Enserio no hay nada?

–No, señor. Parece como si se hubieran esfumado luego de la Stark Expo. Y los daños a las cámaras de seguridad gracias a las explosiones, tampoco ayuda demasiado.

–Ya entendí, ya entendí —largó un suspiro pesado—. Necesito un trago...

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