11. Libertad

Tony había llamado a Natasha nuevamente, y ella se retiró un poco de los otros para poder hablar.

Mientras tanto, Bucky no dejaba de mover su pierna de forma ansiosa y nerviosa.

–¿Cómo vas, Buck? —el castaño lo miró un momento, y enseguida agachó la mirada.

–Bien —Steve iba a intentar decir algo se nuevo, pero el soldado le interrumpió—. No deberían protegerme.

–¿Por... Por qué?

–Maté a demasiadas personas... —se cubrió el rostro con sus manos—. Soy un monstruo.

–Buck... Sabes que no es tú culpa.

–Maté a la única familia que le quedaba a Peter —sollozó—. Le hice mucho daño.

–Bucky... —susurró Steve y lo abrazó cálidamente.

–¿Cuánto más tendremos que esperar? —preguntó Scott luego de unos segundos.

Resulta que Clint ya hubo buscado a los aliados antes de enterarse de que intentaban que el soldado castaño y Peter se reunieran.

–Ya no más —dijo Natasha acercándose—. Tony encontró el plan del que causó la explosión. Irá hacia allá.

–Yo también. Debo saber quién está detrás de todo esto.

–Bien —Natasha le lanzó las llaves de uno de los helicópteros digitalizados de Tony—. Yo me quedo aquí a cuidarlos.

–Gracias. Vamos Buck.

Ambos soldados se fueron del lugar.

Tony tenía el corazón muy apretado. Había dejado a Peter allí sin protección, no tenía otra opción y optó por detener al causante de todo antes de planear el reencuentro de esos dos.

–Tony.

–Cap.

Bucky no lo apuntó, en vez de eso, lo miró casi con piedad y preocupación, pero no por el hombre, sino por el chico.

–¿Peter y Leyna están bien?

–Peter está a salvo por ahora. Leyna... —el silencio logró que el castaño mayor agachara la cabeza—. No se pudo hacer nada.

Llegaron al lugar con los demás súper soldados muertos por disparos. Zemo les empezó a hablar, evitando mencionar a Peter, no le parecía relevante para lograr su perverso plan de venganza.

El vídeo empezó a rodar y Tony sintió toda la desesperación e impotencia de tener al asesino de sus padres a su lado.

–Tony.

–¿Lo sabías?

–No sabía que fue el-

–No me vengas con mentiras, Rogers, ¿lo sabías?

–... Sí.

Tony cerró los ojos antes de atacarlos.

Quería matarlos, era todo lo que pensaba, pero su corazón no le permitía accionar sus armas letales.

Steve levantó el escudo y lo incrustó en su pecho, ahora estaba indefenso y débil frente a ellos.

El rubio tomó el brazo de su amigo para levantarlo.

–Estará mejor contigo —susurró Bucky hacia Tony segundos después de que el capitán renunciara a su escudo—. Le hice mucho daño —su voz era muy ronca y dolida, tanto que el Stark quedó en shock viendo cómo se iban.

–¿Por qué dices eso...? —preguntó casi en un susurro. Steve lo iba a ignorar, pero Bucky se detuvo, obligándole también.

–... Maté a su familia.

–Oh, al parecer haces eso con todos tus objetivos.

–Tony —el capitán habló amenazante.

El Stark sólo le dio una mirada de asco y tristeza y bajó la cabeza, no podía sostener encontrarse con los ojos azulados del capitán. Eso, hasta ver pequeñas gotas en el suelo. Al volver a mirar, supo entonces que aquel James estaba sollozando.

Era una expresión real, estaba llorando a mares mientras apretaba los dientes. Aguantaba la respiración, clara señal de que le dolía demasiado y que no quería mostrarlo.

Se sintió reflejado en aquel sentimiento. Recordó a la madre que lo culpó de asesinar a su hijo.

Suspiró sin que ninguno de los dos presentes lo notara.

–Hey, Rogers —Steve se giró y alcanzó a agarrar lo que sea que le había lanzado—. Señal cerrada. Puedes hablar con Nat.

–Tony- —el nombrado lo miró a los ojos. Su expresión estaba cansada y triste—. Graci-

–Ya váyanse. Ross los estará buscando.

Ambos soldados se retiraron y el Stark cayó de espaldas en el suelo, desganado e intentando controlar su respiración, sin entender muy bien lo que había hecho o porqué lo había hecho...

Señor Stark.

–¿Mh?

Si sigue tirado allí acabará enfermándose.

Claro que sí sabía porqué lo había hecho.

–Nena, trae el helicóptero. No creo que el traje vuele.

–En efecto. De inmediato, jefe.

Tony se había metido a la boca del lobo. Era solitario, ahora no tenía cómo contactarse con Natasha o cualquiera de lo que alguna vez fue su equipo.

Y ahora tendría que lidiar con Ross para que no mantuviera encerrado a aquel chico.

No tenía ni idea de cuántas veces suspiró antes de llegar al complejo.

Lo primero que hizo fue silenciar el número de Ross y se metió a la ducha.

Al pasar el agua por sus heridas recientes dolió como el infierno. Pero no se permitía quejarse, sabía que Peter debió sufrir cosas mucho peores.

Necesitaba verlo, verificar que estuviera bien.

El plan que quería idear era el más loco y suicida que nunca hubiera hecho. Si no hubiera encontrado al chico en tales condiciones, seguramente sólo agacharía la cabeza y se haría el tonto frente a los medios, firmando los acuerdos y siguiendo su plan inicial de obedecer medianamente.

Pero este no era el caso. Tenía al pequeño Parker de por medio, un chico al que le quitaron la infancia de la forma más horrible y lo transformaron en un arma.

Fue a visitarlo.

–¿Supiste algo de él?

Tony lo miró con tristeza. Tomó disimuladamente su reloj y accionó un botón que desactivaba el sonido por unos minutos.

–Tenemos 2 minutos para hablar.

–... ¿Escapó?

–Sí, niño. Lo lamento —el chico agachó la cabeza y observó el suelo—. Pero él no lo quería hacer. Sólo... Es complicado y-

Un estruendo sonó. Peter había golpeado la pared, creando un estruendoso ruido.

–Mientes...

–No, no miento —suspiró intentando encontrar las palabras en el poco tiempo que tenían—. Peter, él te ama, y no te quería hacer daño.

–El nunca me ha hecho daño.

–Peter el... Él mató a tus tíos.

El chico lo miró algo sorprendido, menos de lo que el Stark esperaba.

Esperó un nuevo golpe. Un arrebato de ira. Un grito, algo violento. Pero sólo vio que el chico ponía una expresión triste.

–Ya lo sabía.

–¿Lo sabías...?

–No lo culpo. Los dos somos monstruos.

–No, Peter. Tú no eres un monstruo.

–... ¿Cuándo lo volveré a ver?

Tony suspiró con frustración al escuchar la pequeña alarma de su reloj que le indicaba que quedaban segundos antes de que las cámaras se activaran nuevamente.

–Pronto, Peter. Te voy a sacar pronto, lo prometo.

Con eso el chico se quedó tranquilo. Lo suficiente como para que los agentes no sospecharan más de lo que hacían.

Tony no entendía qué estaba haciendo, pero lo estaba haciendo. Una misión suicida.

¿Pero qué más tenía que perder?

Rhodey le dijo que era un locura. Y lo era, completamente. Pero se había prometido salvar a ese niño, y si para eso necesitaba romper toda ley posible, lo haría una y mil veces.

Ese pequeño merecía ser feliz y vivir una vida normal, así fuera lejos del país y escondido. Merecía ser un niño de nuevo.

Planeó el ataque y llamó a Ross.

–¿Tienes información, Stark? Estoy un poco ocupado ahora.

–Libere a los Vengadores renegados.

–Sabes que eso no es posible.

–Con sólo una persona no es suficiente para proteger la ciudad.

El coronel y tú ya firmaron, eso es suficiente.

–No, no es suficiente y lo sabes. Todo el equipo salvó al mundo 2 veces.

–¿Y de quién fue la culpa de la segunda vez la Tierra peligrara?

Golpe bajo. Tony hizo una mueca intentando parecer seguro de sí mismo.

–¿Vas a dejarlos o no?

–Por supuesto que no.

–Oh, entonces suerte con proteger la Tierra sin los Vengadores.

Sonrió y cortó la llamada.

–Nena, bloquea toda seguridad que tenga.

–Puedo hacerlo. Pero serían por pocos segundos.

–Es suficiente. Hazlo.

Resulta que Tony estaba muy cerca de las instalaciones, y apenas dio la orden, toda luz dentro de la estructura se apagó.

Usó su nuevo traje para llegar a la instalación y entrar por la pared más cercana a la celda de Peter.

El chico se levantó a penas sintió los propulsores a unos metros.

Tuvo que usar el láser rojo, el más letal y el único que pudo cortar la muralla a prueba de misiles.

El niño estaba confundido de todo lo que pasaba, pero no sentía miedo de aquel Stark en el traje.

–Hola chico. Sube a mí espalda, te sacaré de aquí —Peter lo miró darse la vuelta en el aire—. Si no te apresuras, acabaré siendo tú compañero de celda.

El niño espabiló y se subió a su espalda. Sus manos pegajosas lo sostuvieron bien y se aferró con ellas a los hombros del traje.

Y se alejaron volando.

Peter no escuchaba más que el viento cortante en el viaje.

Se sentía seguro a todos esos metros se altura. Miraba a la ciudad iluminada por las luces artificiales a la distancia como la primera vez que vio la luz del sol. Sintiéndose libre.

–¿Chico? ¿Cómo vas?

El menor no respondió, pero sí apoyó la cabeza mejor en la espalda contraria metálica por el traje.

–Heh, tomaré eso como un sí.

Hubo silencio unos momentos.

–¿Dónde vamos?

–Necesito rastrear la señal del celular, así que nos quedaremos escondidos unas horas.

Tony aterrizó en un lugar bastante alejado de la civilización.

Se dirigió entre unos arbustos y sacó una mochila.

–Que no te sorprenda. El mundo me odiará, pero al menos tengo empleados leales —sonrió el Stark mientras sacaba la ropa del interior—. Debes estar congelándote.

Peter asintió un poco inseguro. Tony le sonrió tranquilo y le entregó la ropa. Una camiseta, pantalones gruesos y una chaqueta bastante abrigada, unas botas que eran una talla más grande.

–Perdón si algo no es de tú talla. Me costó un poco adivinar.

Peter acabó de ponerse la chaqueta, y le sonrió levemente.

–Es perfecto... Gracias, señor Stark.

El mayor le volvió a sonreír, un poco más seguro.

–De nada, chico —se puso el gorro para intentar ocultar su identidad y se colocó el auricular para estar conectado a su I. A—. Nena, lleva a otro traje al lado contrario de donde nos dirigamos.

Por supuesto, jefe.

—·•·—

Se habían hospedado en un hotel bastante humilde, pero era lo más seguro para que no los encontraran fácilmente.

Peter estaba tranquilo, y eso es lo que Tony se preocupaba de mantener.

El chico estaba curioso de aquel hombre, y bastante confundido del por qué lo ayudaba tanto. Aquel aura de alegría y tristeza, ese nerviosismo en su corazón que se aceleraba a veces cuando le ponía atención a la pantalla o sentía un ruido cualquiera, el olor a humedad en su frente cuando sudaba por miedo irracional.

Peter lo miró fijamente, y Tony cada vez se ponía más ansioso.

–¿Tengo un moco o qué? Deja de mirarme así.

Parker sólo guardó silencio, sin dejar de mirarlo.

–¿Tienes miedo de algo?

–No.

–Mientes.

–Sí, tengo miedo. Pero eso no importa ahora.

–Leyna me dijo una vez que estaba bien sentir miedo —el Stark lo miró sin responder—. Porque eso es lo que nos hace humanos. El miedo es natural, y no tiene porqué estar sólo mientras lo enfrenta.

Peter le sonreía inocentemente.

–Está... Está bien —Peter asintió, satisfecho con la respuesta—. Deberías dormir un poco mientras terminó aquí.

El chico asintió nuevamente y se recostó en el sillón. Fuera de lo que Tony esperaba su cabeza quedó cerca de su mano. Dudó, pero finalmente le acarició la cabeza suavemente.

Sonrió con ternura y siguió con su trabajo.

¿Valió la pena volverse un criminal?

Claro, por supuesto. Por ese niño valía la pena.

Acabó triangulando el celular. Su señal era cerrada para cualquier otra computadora, claro, excepto para su querida inteligencia artificial.

Encontró la señal, era obvio que allí estaría Steve y el resto.

Estaban al otro lado del mundo, estaban en Wakanda.

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