IV

    –Tony, ya es la quinta vez que vas al casino ésta semana.

    –¿Y? He tenido una buena racha.

    –Has perdido 3 de las 4 últimas.

    –¿Ves? Buena racha —rió el hombre—. Soy millonario, linda, no pasará nada —Tony se puso sus lentes.

    –Recuerda que te entregarán el premio de apogeo.

    –Obi y Rhodes se encargarán. Puedes venir si quieres, quizás encuentres un novio.

    –Iré a visitar a la tía Peggy.

    –Dale un beso de mí parte —le dió un beso en la mejilla como despedida y fue hacia su auto—. Te llamo mañana, ¿si? Luego de la salida con los soldados. Les hablaré de ti.

    –No lo hagas.

    –Claro, claro. Te veo después.

Natasha suspiró y lo vio alejarse en su auto ¿Quién hubiera pensado que acabaría funcionando como niñera de aquel millonario?

En fin.

Fue hacia la casa de su tía Peggy para pasar el rato como lo hacía todos los fin de semana cuando no tenía misión ni entrenamiento.

    –Así que, ¿cómo está Clint?

    –Está feliz con su querido Cooper... Aunque Fury sigue siendo un hijo de puta que no le deja pasar más tiempo con ellos.

    –Lenguaje, Natasha.

La menor sonrió y bebió un poco más de té.

    –¿Cómo están tus rodillas?

    –Han tenido días mejores. Ya no soy la genial tía agente que fui alguna vez.

    –Sigues siendo genial. Éstos muffins siguen siendo deliciosos —fue el turno de Peggy de sonreír.

    –¿Cómo está Tony?

    –Sigue igual se idiota.

    –Ten paciencia, es un Stark.

    –Agradezco que no sea como Howard.

    –Para serte honesta, yo también.

Las horas pasaron, y Natasha tuvo que volver a su departamento a las afueras de la ciudad, un lugar donde Fury o sus agentes podía ir a buscarla sin necesidad de esconderse demasiado.

Al otro día recibió la llamada de Tony.

    –¿Hola?

    –Lavagirl, ¿me extrañaste?

    –Claro que no.

    –Ja-Ja. Tú me amas y lo sabes.

    –¿Se te ofrece algo?

    –Sólo te llamaba para avisarte que ya me voy con los muchachos. Luego le llamó a Obi también. Sólo por si me extrañabas.

    –Intenta no embarazar a una militar.

    –Nat, siempre llevo condones.

    –Eres un idiota —rió la menor—. Cuídate y llámame cuando regrese.

    –¿Ves? Me amas.

    –Agh, asco —y cortó.

Sonrió honesta.

De todas maneras, era su hermano de alma.

Negó con la cabeza ante el pensamiento tan cursi. Encendió la televisión y puso el canal de noticias para no sentirse tan sola al prepararse desayuno/almuerzo. Pues se había levantado tarde de su cama.

Tarareaba mientras hacía unos huevos revueltos y se sentó a comer.

Nada en especial. Choques de autos sin importancia, la última celebridad del momento, modas bobas del Internet.

Hasta que...

    –Noticia de último minuto. El millonario Anthony Stark fue secuestrado por un grupo de terroristas —el punto casi se cayó al piso porque Natasha se levantó demasiado rápido—. Enviaron un vídeo a los más cercanos al hombre, y ellos nos pasaron las imágenes.

    –Tony... —susurró la mujer.

El hombre con el que se crió, estaba sangrante, sudoroso y con los ojos levemente llorosos. Una gran Mancha de sangre decoraba su maltratada camisa sucia, y sus ojos confundidos y perdidos miraron a la cámara al frente, y la pelirroja sintió esa mirada.

    –Las autoridades junto al ejército están haciendo todo lo que pueden, pero por el momento parecen no haber señales positivas. Los mantendremos informados.

Natasha dejó el desayuno allí mismo, tomó su chaqueta y sus zapatos y salió hacia la casa del millonario.

Se encontró con Pepper terminando de declarar frente a unos policías. Luego de giró a cerrar la puerta de la casa y Natasha se acercó.

    –Pep...

    –Nat —la contraria se giró y ambas corrieron a abrazarse fuertemente, buscando el consuelo contrario—. N-No sé qué le sucedió... Dios... Lo matarán, lo matarán.

    –No, no lo harán, estoy segura —exclamó la pelirroja acariciando su espalda—. Veremos qué podemos hacer, no nos rendiremos hasta encontrarlo, ¿si?

    –Claro que sí —Pepper se aferró un momento más antes de separarse.

    –Tony es listo, sabrá qué hacer.

Pero eso tardó aún buenos meses.

Y Natasha empezaba a desesperarse y sospechar.

Fury no ponía mucho esfuerzo en buscarlo, para él era sólo un millonario más secuestrado por ahora, su agencia no tenía tiempo para buscarlo.

Y Obadiah... Mentía en sus expresiones.

Una cosa que le enseñaron en la habitación roja y reforzaron en S. H. I. E. L. D, era leer las expresiones ajenas, estudiarlas y usarlas a tú favor para adivinar lo que pensaban o en verdad sentían.

Obadiah no sentía preocupación, ni tristeza. Tenía desesperación y una gran rabia interna, ni una pista de las dos primeras a pesar de fingirlas.

Sólo ella lo sabía. Aún tenía la posibilidad de estar equivocada o paranoica.

Estaba en su entrenamiento regular, pero estaba muy distraída, y gracias a eso, el agente Barton le logró dar un golpe para que cayera al suelo.

    –Estás muy distraída.

    –Sí... Lo siento —exclamó ella pasando una mano por su rostro—. Es que...

    –Lo entiendo —Clint se sentó a su lado—. Tú hermano.

Natasha asintió levemente, apretando una mano contra la otra propia y frunciendo los labios.

Un agente entró al lugar sosteniendo en su mano un celular.

    –Agente Romanoff —ella se levantó—. Lo encontraron.

No tuvo que decirlo dos veces.

Tomó sus cosas y salió corriendo de la instalación y se dirigió a donde arribaría junto a Rhodes.

Se encontró con Pepper, ambas se veían mal por haber llorado de felicidad, pero eso no importaba ahora.

Tony apenas y se había bajado del jet con la ayuda de su amigo, cuando Natasha ya estaba colgada a su cuello en un abrazo fuerte.

    –Wow, ¿qué no los agentes no deberían mostrar tantos sentimientos?

    –Cállate —la pelirroja se aferró como una niña se aferraría a su hermano mayor que se había ido de viaje. Tony le acarició la espalda con su brazo bueno y sonrió entre su hombro. Se separaron y Natasha intentó recomponerse—. Para haber sido secuestrado... Te ves bien.

    –Siempre me veo bien —sonrió el castaño.

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