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— ¿Sabes por qué estás aquí?

Shyra se encontraba sentada frente a una mujer,  el interrogatorio habia comenzado con esa simple pregunta y rodeando  sus muñecas  un lazo brillante las sometía; Delgado pero fuerte, ese pequeño lazo era capaz de cortar sus manos si intentaba huir o mentía durante la interrogación . 

— Por ser diferente-respondió Shyra.

Desde  que llegó a la habitación se mantuvo cabizbaja. No se inmutó ni con la llegada de su interrogante, solo mantenía la cabeza baja escuchando aquella voz al otro lado de la mesa. Estaba perdiendo toda esperanza de que cancelaran su expulsión, simplemente había dejado de creer o de buscar alguna solución a la ignorancia de aquella corte.

Hubo unos segundos de silencio por parte de la interrogante, sin duda  no era la respuesta que esperaba, pero ya que el lazo divino no se tornó rojo ni quemó  a Shyra era evidente que decía la verdad.

— ¿Podrías ser más específica?-continuo la mujer.

"No"

Eso fue lo que pasó por la cabeza de Shyra, pero sabía que no le favorecía en absoluto dar esa respuesta así que tuvo que replantearse como responder.

— ¿Quiere que responda según lo que ustedes quieren escuchar o lo que es realmente?- cuestionó el ángel negro levantando por primera vez la cabeza.

La mujer que estaba frente a ella tenía la tez clara y los ojos miel, sus labios eran delgados pero rosados. Su cabello era castaño y  ondulado, lo tenía aproximadamente  arriba de sus hombros y estaba atado en media cola.

— Quiero que respondas la verdad-contesto  la mujer con más nervios de lo que seguramente pretendía.

Shyra le dedico una media sonrisa e inclinó su cuerpo hacia adelante dispuesta a complacerla.

— Bien, le contaré la verdad, mi verdad ya que seguramente aquí todos tienen una diferente a la mía. ¿Le es suficiente?

— Quisiera escucharla.

Shyra sonrió recargándose en el respaldo de la silla— Bien, me trajeron aquí principalmente por el día en que nace, ya que según la profecía el ángel destructor de los tres mundos nacería  el mismo día en el que yo lo hice. También estoy aquí porque desde que recuerdo he  tenido habilidades diferentes a las de otros ángeles, eso y el hecho de que hubo un incidente cuando  tenía 7 años; Perdí el conocimiento y cuando volví en mi tenía las manos cubiertas de sangre, frente a mi uno de mis abusadores estaba herido y según los testigos yo fui quien lo ataque. En resumen por eso estoy aquí.

La mujer se limito a observarla con sorpresa. Shyra por otro lado se encontraba analizando cada movimiento u expresión que hacia su interrogante , su teoría era que aquella mujer  fue  ascendida a Serafín recientemente y la colocaron en la área de interrogación. De igual  forma por su manera de comportarse supo que era su primer interrogatorio, lo que de cierta forma le daba ventaja.

— ¿Estas segura de estar aquí solo por eso, Shyra?- Pregunto lentamente la Serafín.

— Yo sí, ¿Qué tal ustedes?

Parecía que en ese momento quien estaba siendo interrogada era la mujer y no Shyra, las manos del Serafín estaban en constante movimiento, desviaba  la mirada a otros lugares, sus respuestas eran lentas o nerviosas  y con cada respuesta o pregunta que formulaba Shyra, la pobre mujer parecía estar al borde del colapso.

— ¿Nosotros?, ¿de quienes hablas específicamente, Shyra?

— De toda la corte de Serafines, todos los que conspiraron para traerme aquí, todos los que están involucrados en esto.

— ¿En esto?

La mujer observaba a Shyra con  curiosidad, quería saber que era lo que pensaba. Por otro lado, Shyra comenzaba a desesperarse, quería terminar con esa farsa y salir de ahí lo mas pronto posible.

— Si, en mi expulsión-respondió la pelinegra removiéndose en su silla— Fijaron su mirada en mí como un león que está por atacar a una gacela, ve a la más débil e indefensa y ataca. Aunque en este caso me estarían atacando por miedo, justo porque saben que no soy nada débil  e indefensa, es un instinto para protegerse a sí mismos. Instinto que me parece estúpido .

La mujer parpadeo y luego miro la mesa que estaba frente a ella. Segundos después carraspeo y volvió a centrar su mirada en Shyra.

 
— ¿Y qué hay de tus crímenes?, ¿Qué sucede con el ángel que heriste?, ¿no crees que mereces un castigo por eso?

Shyra se tensó ante la mención del incidente. Era un tema que le costaba hablar, a ella no le gustaba lastimar a otras personas, la simple idea de haberlo hecho le causaba náuseas y gran culpa.

— Supongo que sí...-la joven suspiro llevando las manos atadas a su cabello— ¿Usted sabe cuál es el reglamento  más estricto que llegó a tener la sociedad humana?.

La Serafín se sorprendió por el cambio de tema, pero supuso que Shyra tenía un punto para hablarlo. Así que la dejo continuar.

— No tengo muchos informes de lo que ha hecho la humanidad en estas décadas, a excepción de lo que llega a ser más relevante como las guerras o epidemias.

— Se llama código Hammurabi, en este los castigos por hurtar eran cortar la mano de quien hurto y matar a quien asesinaba- explicó Shyra— ¿Usted cuál cree que sería mi castigo por casi asesinar a un niño a mis 7 años de edad?.

Una vez más la pregunta Shyra tomo desprevenida a la serafín, carraspeo y musito su respuesta intentando disimular su sorpresa.

— Supongo que sería un castigo equivalente a lo que sucedió, no asesinarte pero si dañarte de gravedad como lo hiciste con el niño.

Al terminar de decir estas palabras un sentimiento de confusión llego a la mujer. ¿Cómo podría recibir un castigo de esa magnitud un ángel que cometió ese incidente cuando tenía tan solo 7 años de edad?, aún así la Serafín ya había dado su respuesta.

—Bien, ahora le diré -Shyra se inclinó hacia adelante para observar mejor a la mujer— Me torturaron hasta casi matarme, me enfrentaron con mis peores temores  hasta que casi me vuelvo loca y hoy antes de traerme aquí intentaron asfixiarme para después matarme-La pelinegra soltó una risa seca— No cree... ¿Qué ya cumplí con mi castigo?.

La mujer al no estar enterada de esto sintió un terrible sentimiento de culpa, giro hacia el vidrio polarizado. Al otro lado varios Serafines de la corte la observaban, la Serafín giro de nuevo su cabeza hacia Shyra con una evidente expresión de culpa.

— Yo...no sabía-Dijo bajando la cabeza— creo que es suficiente....-musito por lo bajo, luego miro el vidrio  polarizado y lo repitió en voz alta— Es suficiente.

Segundos después la puerta de la habitación se abrió dejando a la vista a Akatriel,  con su cabello rubio atado en una coleta alta y  un vestido elegante de color blanco, sus ojos azulados se centraron en la mujer y camino hacia ella.

— No estas calificada para esto linda -la rubia le dirigió una sonrisa tensa— Largo.

Shyra estaba petrificada. Su madre estaba frente a ella, no sabía cómo reaccionar. ¿Qué se supone que diría o alegaría después de que ella fue parte de su condena?.

— Pe...Pero Akatriel... -la mujer titubeo levantándose de la mesa— No he dicho  nada malo, solo que me parece que la chica ya tiene su...

Akatriel comenzó a reír azotando una de sus manos contra la mesa, fijo sus ojos en la castaña y elevó su mentón para hablar.

— Silencio Leila, no sirves  para esto, ¿Acaso no entiendes?. Estabas aquí para un interrogatorio, no puedes terminar rendida ante cualquier mentiroso o farsante que se te atraviese y no lo harás porque yo  me encargaré de que te hechen. ¡Largo!.

La castaña parpadeo, se sentía impotente ante las palabras de la rubia, estaba asustada e intimidada, no quería perder su rango, le había costado mucho subir hasta llegar a ser un Serafín.

— Pero Akatriel...por favor -rogo la mujer.

— ¡Largo he dicho!-la rubia gruño gritándole las palabras en la cara.

A la mujer se le llenaron los ojos de lágrimas y salió llorando del lugar. Akatriel llevo ambas manos a sus  cienes y cerró los ojos. Finalmente inspiro y abrió sus ojos fijándolos en aquellos ojos cafés que le devolvían la mirada, los de su hija.

— Bien, hay que terminar con esto de una vez por todas -exclamo Akatriel mientras se sentaba frente a su hija— Yo te interrogare ahora.

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