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Ser indeciso de por si es un problema gordo con el que lidiar, si le sumamos también el pasar por un período de crisis existencial que al final agravará ante la imperante necesidad de tomar una decisión.
Taehyung se aseguró de tomar un baño refrescante en cuanto cruzó la puerta de su casa, donde por unos instantes logró finalmente despejar el bloqueo de sus alborotadas emociones. Pues la angustia se había presentado de manera difusa, pero cesó cuando las gotas de agua tibia de la ducha empaparon todo su cuerpo, con la intención de eliminar cualquier rastro de impureza que trajera consigo.
Consideró seriamente el no formar parte de ese evento, a pesar de haberlo medianamente aceptado, lo pensaba demasiado. Tenía en cuenta que este desafío solo era una bobada infantil y aun así, sus pensamientos no dejaban de darle vueltas al asunto. No sabía porqué le daba tanta importancia a este dilema, aunque la verdad, todo esto se trataba de Jungkook.
Ni siquiera intento hacer un esfuerzo en escoger un conjunto adecuado.
Su sentido de la moda era más bien algo que contrarrestaba el humor de su personalidad.
Después de salir limpio del baño se vistió apropiadamente usando una camiseta de botones color crema con patrones de líneas rojas delgadas, combinándolo con unos jeans clásicos.
Respiró más tranquilo al sentirse impecable, dirigiéndose con pasos lentos a la sala de estar, la cual particularmente parecía brillar, debido a las enormes ventanas de cristal que hacían llenar toda la habitación de luz. Hasta los colores opacos de los muebles incluso les proporcionaba toques brillantes. Un gris claro, con almohadas de tonos agradables y neutrales en los muebles. Una pequeña mesita de madera ensamblada en dos segmentos. Y el piso tenía una enorme alfombra redonda del mismo tono del forro del amueblado.
Taehyung cuando alcanzo su mayoría de edad decidió dejar Daegu, su ciudad natal, para trasladarse a Seúl, convirtiéndose en un excelente destino gracias a los buenos centros de estudio y a la gran cantidad de ofertas laborales en casi todas las profesiones que ocupaba el país. Innovar su estilo de vida fue lo primero que cumplió de su lista, asumiendo como objetivo principal asegurar su futuro.
Menos mal que un primo cercano suyo lo invitó a que se mudará a su apartamento de estilo moderno, pues en caso de pasar trabajo o alguna que otra necesidad, fácilmente podrían sustentarse mutuamente estando unidos.
Honestamente, Taehyung estaba viviendo una buena vida, pero se sentía incompleto, como si algo faltará en ella para sentirse pleno.
Hubiera seguido perdido en sus pensamientos de no ser porque al levantar la mirada se encontró a Jimin sentado en un sofá de la sala absorto en su móvil.
—¿Taehyung estas totalmente seguro de esto?—preguntó Jimin apartando el aparato para clavarle la mirada.
Taehyung le había dejado un mensaje diciendo que no estaba seguro de ir, pues aún se encontraba indeciso en aceptar o no el dicho desafío. Por esa razón Jimin había venido, a tratar de convencerlo de nuevo.
—¿A qué te refieres?—Taehyung desvío su mirada a otra parte haciéndose el desentendido.
—Piénsalo mejor—soltó un suspiro levantándose del cómodo mueble—Es un desafío en una casa encantada—comenzó a explicarle detalladamente—Así que imagínate diciendo: "....Jungkook tengo miedo~..."—arrastró la frase con voz melosa—Y aprovechas para agarrarte a su hombro—terminó abrazándose a sí mismo para hacerle una pequeña demostración.
La cara de Taehyung cambio a distintos colores en tan solo un segundo al entender a que se estaba refiriendo, por consiguiente, cayó de golpe al sofá al sentir sus piernas flaquear. No podía estar más que avergonzado consigo mismo al haber creado una imagen mental de todo lo antes dicho por su mejor amigo.
—¡Yah!—exclamó escondiendo su rostro sonrojado en un cojín perteneciente al sofá en el que estaba sentado—¿¡Porque dices cosas como esas!?—replicó sintiendo sus mejillas quemar.
Ahogó sus gritos vergonzosos en la fina tela del cojín haciendo que sus manos la apretarán con fuerza.
Jimin no dejó de mirarlo con una expresión coqueta reflejada en su rostro, sospechando más ahora los sentimientos que compartía su mejor amigo hacia Jungkook. Nunca antes lo había visto actuar de esta forma tan apenada.
Le pareció bastante gracioso toda esta situación, pues ahora ya sabía con seguridad la razón del por qué Taehyung no quería ir a ese lugar. La causa principal se llamaba Jungkook, eso era un hecho, y lo segundo es que al parecer tenía miedo de reconocer sus sentimientos por él. Si de verdad eran reales le iban a causar un grave problema a su estabilidad emocional, pues era comprensible que tuviera algo de pánico.
No es nada lindo ser rechazado por la persona que más te brinda felicidad. Nadie quiere acabar con el corazón roto. Nadie quiere sufrir la incertidumbre del amor, pero quedarse con lo que sientes por dentro puede manifestarse de una forma en la que posiblemente, salga uno perjudicado por no poder confesarlo.
Apareció el primo de Taehyung con una bandeja de plata llevando unas limonadas por si a los chicos les apetecía beber algo que saciará la sed.
Siempre era así de atento con las visitas de su estancia, les ofrecía cualquier cosa que pudiese reconfortarlas. Taehyung agradecía tener un familiar tan dulce como él, aunque había veces en las que el mayor daba miedo cuando se molestaba. Por eso cumplía sus órdenes al pie de la letra, puesto que vivían bajo el mismo techo. También debía de cooperar con los quehaceres de la casa, para no verse en la necesidad de meterse en un problema que causará el agotamiento de su paciencia.
—Jin por favor—rogó Taehyung sacando por fin el rostro del cojín al sentir los pasos de su primo—Tu que eres mayor y mucho más maduro, podrías decirle algo—masculló mirando de soslayo a su mejor amigo que bebía tranquilamente de su limonada.
Kim Seok Jin todo el tiempo demostraba lo extra que podía llegar a ser. Era centrado, calmado y se adecuaba perfectamente a lo que era un introvertido con personalidad analítica. Su mirada de cachorrito hacía destacar sus ojos tiernos, llenos de brillo y que cuando le hacían sonreír se ponían incluso más chiquitos.
El mayor estaba al tanto de la situación que acongojaba a su querido primo Taehyung. No tuvo que ser un adivino para darse cuenta de lo muy afligido que se encontraba este desde que lo vio entrando a la casa algo desanimado. De verdad sentía la necesidad de ayudarlo. Darle un cierto empujoncito a ese motor oxidado para que diera marcha.
Por tanto, lo único que se le ocurrió fue en apoyar la idea de Jimin.
—Jimin tiene razón, debes hacerlo—rió Jin dando su opinión una vez que dejó el plato en la mesita—Es el momento oportuno para hacer de dama en apuros. Para dejar que tú príncipe azul te demuestre su valor protegiéndote de cualquier peligro que se avecine—expresó con tono empalagoso entrelazando sus manos como todo un fan.
No había nada de malo en imaginar un pequeño espacio en el que pudiesen compartir una experiencia romántica esos dos críos.
Darle fuerzas a Taehyung iba a ser complicado, pero en algún momento tendrá que reconocer que los latidos insistentes del corazón no se deben a una enfermedad, sino a la atracción que puede llegar a sentir uno por alguien especial.
—Es hora de que aprendas las clásicas normas para ligar—Jimin esbozó una sonrisa ubicando sus manos en su cintura para transmitir confianza en cada una de sus palabras—Sin duda será la forma perfecta para que abras los ojos y te dejes llevar.
Jimin conocía muy bien a Taehyung, sabía a la perfección lo que le gustaba, lo que odiaba, cuáles eran sus aspiraciones y habilidades, compartían entre sí un grado de confianza muy poderoso. Tenía que reconocer que el castaño necesitaba expandirse a nuevas perspectivas, enseñarle que no podía solamente enfrascarse en una, mucho menos en la opción negativa. Para que están los amigos si no es para ayudarse en cualquier situación que se presenta. No solo se trataba de ir a la casa encantada para buscar pruebas de la existencia del fantasma, sino también le correspondía el deber de ayudar a su mejor amigo, proporcionarle el valor suficiente como para que fuese capaz de acercarse un poco más a la persona que le gustaba.
—Pues yo conozco las normas clásicas de quedarme en casa—con algo de molestia, Taehyung le lanzó el cojín a Jimin en la cara para callarlo.
Puede que a Jimin le funcionen muy bien sus formas de ligar, por algo seguía teniendo una relación duradera con alguien que de verdad lo quería por ser quien era y no estaba en sus planes dejarle escapar.
—Podrás hacer el desafío de valor en la oscuridad y con la persona que más te gusta—animó Jin está vez dejando su mente flotar en las nubes—Vivirás una memorable experiencia—soltó un suspiro nostálgico.
Jimin apartó el cojín que le había sido lanzado para volver a retomar la conversación, ignorando la evidente mala cara que le estaba poniendo Taehyung.
—Ay madre mía Jin—Jimin miró sorprendido al mencionado con una sonrisa descarada—Pareces un gran experto en este tipo de cosas—comenzó a elogiarlo.
El comportamiento de ambos estaba siendo extremadamente irracional, se asimilaban a un dúo de colegialas chillonas que solo buscaban dar consejos desvergonzados, sin importar la opinión de la que realmente tenía que enfrentar el verdadero problema.
—Ni que lo digas—Jin esbozó una sonrisa pícara recordando viejos tiempos universitarios.
Taehyung aún no podía asimilar que Jin se pusiera tan fácilmente del lado de Jimin, se suponía que su mentalidad era la de un adulto maduro, sin embargo, estaba más que claro que en su lógica radicaba la funcionalidad de un adolescente, al igual que Jimin, pero a este más bien le correspondía la de un niño.
—Menudo cambio de actitud ustedes tienen—Taehyung formó un puchero con sus labios cruzando los brazos en señal de rendición.
—Aun estás a tiempo de apuntarte—le advirtió Jimin antes de que fuese tarde.
De cierta forma sí que deseaba pasar un buen rato con Jungkook, pero cada vez que recuerda que será en aquella casa sentía su cuerpo tensarse. A lo mejor estaba siendo demasiado melodramático al sobrepensar tantas cosas en su cabeza. Tenía que despejar sus inquietudes antes de acabar hecho un desastre.
—Es que no sé...—dudó Taehyung mordiendo sus labios.
—Bueno, no pasa nada si no quieres aceptar el desafío, pero al menos acompáñame a visitar aquella casa como acordamos desde un inicio—replicó Jimin masajeando sus sienes.
Claro, como pudo haberse olvidado de eso, fue Jimin quien le había hablado sobre aquella casa para ir a echar un vistazo, todo porque necesitaba recopilar pruebas de aquel supuesto fantasma que habitaba en ese lugar y espantaba a quienes se acercaban lo suficiente.
Hizo prometérselo a Jimin inclusive y ahora tenía el deber de cumplir con su palabra. Estaba determinado en hacerle compañía a su mejor amigo, todavía teniendo en mente el desafío de Jungkook y sus amigos, no lo descartaba, pues existía la posibilidad de que a lo mejor podría animarse a intentarlo para quedarse a solas con el azabache un rato, pero en estos momentos no iba a darle prioridad, solo cuando obtuviera suficiente confianza en sí mismo como para enfrentarlo.
Por desgracia Seok Jin tenía que pronto irse a trabajar, sino también de seguro se hubiera unido a la aventura con ellos, pero en su cafetería lo estaban esperando unos cuántos clientes deseosos por encargar alguno de sus deliciosos pasteles.
No podía darse el lujo de abandonarlos así a lo loco, sus ganancias eran el resultado de su labor como pastelero, pero ya que estaba pensando en dinero no pudo evitar preguntarse...
¿Cuánto ganará un cazafantasmas?
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