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En el momento en el que el sol se elevó sobre el punto más alto del horizonte, indicó que eran alrededor de las doce. A pesar de que se encontraban en la estación más seca del año, las temperaturas no se sentían calurosas, sino más bien un tanto frescas. Unos rayos de luz se infiltraron por las pequeñas aperturas de las ventanas que integraban gran parte de las instalaciones de la universidad. A veces resultaba ser agobiante el último año de la enseñanza. El notable estrés que se acumula por culpa de los proyectos, investigaciones y evaluaciones que ordenan ejecutar con extremo rigor se volvían una tortura, pero al menos tenía sus cosas buenas. Los conocimientos y la cultura del país, tenían como objetivo principal convertir a todos en excelentes trabajadores.

Justo cuando el horario del mediodía empezó, la mayoría de los estudiantes aprovecharon para tomar sus almuerzos. Tantas largas horas de clase escuchando conferencias para luego proceder a estudiar individualmente las orientaciones dictadas, despertaba el apetito.

Desde que Jimin logró convencer a Taehyung, este último sintiéndose todavía algo inseguro de su decisión, se dispusieron a salir a comer algo que calmara el ruidoso sonido que provocaban sus estómagos. No era del todo agradable escuchar la armonía que hacían juntos.

Ambos asistían a una de las más privilegiadas instituciones de la ciudad de Seúl, dotada de expertos profesionales y estudiantes impecables que disponían de niveles altamente superiores.

Estaban más que agradecidos por pertenecer a un lugar como este.

Cuando todo el mundo salió de los salones de clase para encaminarse a sus hogares, apareció no muy a lo lejos un grupito peculiar de chicos que al parecer no tenían ninguna intención de irse.

De hecho, Jungkook era el único que deseaba marcharse de todos ellos, pero por desgracia, le frenaron los pasos antes de que pudiera poner un pie afuera de la salida.

Jeon Jungkook no es ese típico chico al que le guste hacer amigos, es más bien de mantenerse al margen, pero era bastante sociable con todos los que compartía clase. Había momentos en los que le resultaba un poco fastidioso ser amigable con todos. No es que fuera un antisocial o un odioso, pero tenía una manera de actuar que algunos lograban confundir con coqueteo. No solo su actitud era reconocida, también lo era su apuesto aspecto. Su cabello negro y largo, junto con sus mechones revueltos que cubrían parte de sus ojos, le daban un toque misterioso. Era alto en comparación con alguno de sus compañeros. Su cuerpo atlético tampoco pasaba desapercibido, al igual que el lunar que tenía debajo de la comisura de su labio inferior, lo hacía lucir extremadamente atractivo. Una de las razones por la que trataba de manejar su modo de interactuar con otras personas, se debía a que no paraban de lloverle confesiones e invitaciones a todo tipo de lugares románticos.

No buscaba querer presumir de su apariencia, jamás había tenido el coraje de postularse a sí mismo como una persona popular. Prefería considerarse alguien tranquilo, sin preocupaciones de por medio que le estorbaran sus ideales. Habían obvias razones que lo hacían destacarse, sus cualidades de por si se adecuaban a la palabra «perfección», según varios comentarios.

Le admiraban, a tal punto en que se volvió necesario en todo momento, su requerida presencia.

—¿Un reto para demostrar tu valor? —Jungkook frunció el ceño, acomodando un poco la mochila detrás de su espalda.

Pensó detenidamente la propuesta de aquel desafío que le estaban proponiendo sus amigos. Al principio le pareció una tontería, un infantil juego de niños, pero debía de admitir que sonaba un tanto divertido. Después de todo, se trataba de una situación donde estaban incluidos los hechos paranormales y eso lo hacía sonar incluso más entretenido.

No creía fielmente en las cosas del más allá, pero al menos lo debía de aparentar.

—Suena súper, ¿no lo crees?—Namjoon sonrío levemente, mostrando unos hermosos hoyuelos en cada una de sus mejillas.

Kim Namjoon era reconocido por ser el alumno estrella del salón de su clase, tenía a los profesores bien guardados en los bolsillos, le proporcionaban ayuda en todo momento. Era muy bien elogiado por ser tan aplicado en todas las materias que componían su especialidad. Y aunque actuará como un nerd suertudo, auténtico comedor de libros como algunos solían llamarle, resultaba ser una persona de gran corazón, muy amistoso y amable, con el que podías entablar fácilmente cualquier tipo de conversación.

—A mí me parece una buena idea, así que me apunto—animó Yugyeom con una ancha sonrisa apoyando uno de sus brazos en el hombro de Namjoon.

Yugyeom se caracterizaba por ser una persona extrovertida, pues sabía cómo disfrutar todo tipo de fiestas y actividades, menos las que tenían que ver con el estudio. Es de meterse en problemas cuando se compromete a estar en alguna relación seria. Suele salir con varias chicas al mismo tiempo solo para demostrar que es realmente un buen conquistador. Y ellas de forma ingenua caen ciegamente en sus encantos y en su labia. Por eso es conocido como el casanova sin causa que no es capaz de controlar los impulsos de sus hormonas.

—Ay, solo de oírlos hablar sobre eso ya me da miedo—expresó Hoseok en tono bajo encogiéndose en el lugar.

Jung Hoseok había logrado integrarse al grupo como un nuevo miembro y estaba más que contento, menos por el hecho de que ahora debía cumplir aquel desafío para superar uno de sus más grandes miedos. De todas maneras, aunque trate de recomponer su postura, el sentir miedo lo acorralaba dentro de sí mismo. Aún no sabe con exactitud cómo fue que logró simpatizar con Namjoom, Yugyeom y Jungkook. Eran completamente distintos en varias cosas, excepto por el hecho de que sus amigos demostraban ser valientes y él solo sabía ser un cobarde.

Jungkook jamás llegó a pensar que le fueran a invitar a una casa encantada solo para cumplir un reto. Estaban a punto de culminar el último año de la universidad y en vez de ponerse a estudiar para los exámenes finales, la mente de sus amigos se mantenía ocupada con estas travesuras de niños, pero a un extremo bastante interesante.

—Cerca de las villas vacacionales hay una enorme mansión que al parecer esta embrujada por un fantasma—afirmó Namjoon observando a sus amigos que parecían fascinados con el tema—Buuuuuu~. . .—emitió un sonido espeluznante, haciendo vibrar sus cuerdas vocales para asustarles.

Namjoon se había tomado tan a pecho la intrigante historia del fantasma, que, aunque no fuese algo real bien que podía interpretar el papel de uno. Desde hace rato lo habían estado retando con este desafío algunos de sus compañeros de clase, pues un estudiante inteligente como él debía demostrar que podía hacerlo sin problema.

—¿Y si de verdad hay un fantasma?—preguntó Hoseok asustado mirando de soslayo a Namjoon.

Hoseok no soportaba las historias de terror, mucho menos las criaturas que las habían vuelto tan famosas. En el fondo quería creer que eran solo eso, cuentos de mal gusto, mentiras, fraudes para llamar la atención. Sin embargo, no podía evitar sentir algo de temor.

—Eso lo pondrá aún mejor—respondió Yugyeom sonriendo ampliamente.

Hoseok no pareció estar contento al escuchar esa respuesta.

Yugyeom tampoco creía en las presencias provenientes del más allá, pero sonaba emocionante investigar aquella misteriosa mansión. Se mantenía sereno, pero también ansioso por empezar. Al contrario de Jungkook, que a pesar de sentir algo de curiosidad, su desinterés era visible.

Estaba inmerso únicamente en sus precauciones.

—¡Jungkookie!—la voz de una persona conocida invadió sus pensamientos, siendo estos alejados de su mente en el proceso.

Automáticamente su grupo de amigos hicieron silencio de forma momentánea mientras esperaban con impaciencia a que el castaño se acercará junto con su acompañante.

—¡Taehyung-sshi¡—Jungkook le brindó una dulce sonrisa, haciendo destacar sus peculiares dientes de conejo—¿Cómo estás?—preguntó por su estado, dándole gusto de volver a verle.

Hace mucho que no hablaban entre sí, necesitaban actualizarse un poco sobre cómo se encontraban sus ánimos últimamente en este final del período.

—Estoy muy bien—respondió el castaño devolviéndole una sonrisa, donde enseñó casi toda su encía—¿Y tú que tal estás?—preguntó con cortesía observando fijamente los intensos ojos del azabache.

—Bastante bien—respondió de forma simple sin dar tantos detalles—Iba de camino a mi casa, pero me lo impidieron—carcajeó suavemente acomodando un escurridizo mechón de cabello que no le permitió ver bien al contrario.

Soltó un suspiro al mirar de soslayo a sus tres amigos que todavía seguían inmersos en su conversación sobre el asunto del reto.

Jungkook y Taehyung se conocieron cuando estaban cursando la secundaria. Compartieron incluso el mismo salón de clases en esa época y eso les permitió poder verse, saludarse, conversar y jugar a menudo. Desde el comienzo, sintieron una extraña conexión la primera vez que se vieron a los ojos, manteniéndolos absortos del mundo que les rodeaba, como si de alguna forma sus almas se conocieran de toda la vida, y aunque parezca algo imposible de creer, así era como se sentían cuando estaban cerca el uno del otro. Aquel vínculo especial se desmoronó cuando los transfirieron a una misma universidad, pero a estudiar en diferentes salones separados por especialidad.

Debido a los cambios repentinos de sus horarios apenas podían hablarse, solamente en los momentos del receso y del almuerzo, donde al menos se conformaron con saludarse a lo lejos con las manos, con leves sonrisas o con inocentes miradas.

—Entiendo—dejó escapar una risita de sus labios al recordar que a Jungkook no le gustaba cuando interrumpían su camino a casa—¿Y a qué se debió este imprevisto que te tomó por sorpresa?—quiso saber.

No quería mostrarse entrometido en sus cosas, pues a lo mejor no era asunto suyo meterse, pero le entró curiosidad desde el momento en que notó la distancia moderada que Jungkook tenía con la salida.

—Namjoon y los demás quieren ir a ver la casa encantada de la que todos hablan—resopló sin ningún tipo de ánimo—Se han empeñado en querer hacer allí un desafío para demostrar su valor—se encogió de hombros con una clara expresión de cansancio, como si no tuviera otra opción.

—¿Vosotros también?—optó por preguntar sorprendido abriendo un poco la boca.

Pues al parecer Jimin no era el único loco que le gustaba experimentar este tipo de cosas. Los amigos de Jungkook voluntariamente estaban dispuestos a buscar como entretenimiento algo de adrenalina para aumentar la emoción de sus cuerpos.

—¿Cómo que también?—inquirió confundido sin entender a que se había referido—¿Ósea que vosotros pensáis ir?—cuestionó expectativo.

—Sí, bueno...—sonrió algo dudoso antes de responder—Jimin desea visitar la mansión de estilo vacacional para atrapar al fantasma. No ha parado de hablar sobre el tema desde que llegó a la universidad.

Taehyung no lo dijo a la ligera, cuando Jimin se propone a investigar sus objetivos, resulta ser una tarea difícil apartar las ideas de su cabeza una vez que le son implantadas.

—¡Wao! ¿En serio?—chilló Jimin con fuerza metiéndose en el medio de ambos—¿Así que harán un desafío en aquella casa?

Jimin desde hace rato había estado prestándole atención a la plática que Taehyung estaba teniendo con Jungkook. Uno de sus grandes defectos tenía mucho que ver con intervenir en conversaciones ajenas cuando le apetecía.

—Sí, ¿por qué no?—se cuestionó el azabache así mismo finalmente decidido—¿Se apuntan?—preguntó relamiendo sus labios sin apartar la vista del castaño claro.

Solo aceptaría ir con alguien en específico y sería con el mismísimo Taehyung para volver a recordar viejos tiempos. Extrañaba realmente su agradable compañía.

—¿Tú piensas hacerlo Jungkook? —inquirió con preocupación evadiendo la pregunta antes dicha.

La mente de Taehyung se quedó en blanco unos pocos minutos para tratar de decidir una respuesta más coherente, pero seguía indeciso en aceptar. Habían pasado tantos años distanciados que prácticamente ahora parecían dos extraños.

La presencia de Jungkook no iba a resultarle incomoda, pero a lo mejor lo pondrá un tanto nervioso.

—Seguramente—afirmó colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Ya veo...—habló en voz baja al comprenderlo-Me lo pensaré entonces-le avisó con anticipación.

Jungkook se sintió aliviado de que no rechazará su invitación.

—Estupendo—celebró sonriéndole.

Los demás presentes también se alegraron de que Jungkook levantará el entusiasmo.

Namjoom aprovecho para rodear el cuello de Yugeom con sus enormes brazos en señal de confianza.

—Mientras más personas sean, más diversión habrá—sonrió Yugeom ampliamente devolviéndole el gesto a Namjoon.

—Ahhh, ¿que hago?—se cuestionó Hoseok preocupado—Da un poco de miedo, pero siento curiosidad—admitió con sinceridad sintiendo algo de pánico.

Para poder iniciar lo que pronto iban a llevar a cabo, debían de organizarse de forma que no se presentará ningún percance.

Por ahora tenían en mente dirigirse a sus respectivas casas, puesto que la suciedad del sudor de sus cuerpos y la necesidad de alimentar sus estómagos hambrientos, todo al mismo tiempo acumulado, tenía que ser lo primero en remediar.

Antes de ir por caminos separados se pusieron de acuerdo en proponer un horario, en el que todos fueran capaces de reunirse en un mismo punto específico sin pasar dificultades.

Y así la aventura, por fin dio inicio.














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