★彡( ᎷᎥᎧ Ꭹ ᏕᎧᏝᎧ ᎷᎥᎧ )彡★
Ambos pecadores se estaban preparando para dormir en un ritual que casi parecía como si se conocieran a la perfección. Zestial se encontraba recostado en su cama, leyendo mientras esperaba a su pareja, dedicándole algunas miradas sutiles.
Pentius se encontraba mirándose en el gran tocador del Overlord, admirando su aspecto y el tocador en sí mismo; era un gran pedazo de vidrio decorado con arañas doradas que cubrían el borde.
Habían tenido una reunión de negocios con Carmila para presentarle las patentes de armas por parte de Sir Pentius. Obviamente, todo había sido arreglado como un favor, ya que Zestial y Carmila eran amigos, por lo que se permitieron un pequeño caso de nepotismo.
Sin embargo, como no era tonto, Pentius tenía la sensación de que la reina de las armas no tenía una opinión muy buena de sus creaciones. Su ego quería creer que sí le habían gustado, pero cuando era obvio, era imposible poner el ego por delante.
No podía mentirle, pero le dolía ver a su amado herido. Llevarlo a una cena de celebración era claramente una mala idea. Tuvo que cambiar toda la cita que había planeado, ignorando por completo las felicitaciones y tratarlo como una cita común. Lo último que quería era ver a aquella serpiente indefensa triste. Una cosa era regocijarse con lo frágil, nerviosa y patética que era su mascota; pero no era lo mismo el morbo innato al miedo que lo que fuera que parecía acomplejarlo.
El resto del día fue un deleite para Pentius, todas las miradas sobre él y su acompañante lo hacían sentir poderoso mientras comía deliciosos postres y tomaba té sin límites. Le complacían con besos y caricias, lo cual casi le hacía olvidar la cadena alrededor de su cuello. Pero, a medida que la noche llegaba, ambos se preparaban para dormir; el tocador del mayor estaba lleno de pequeños y lujosos regalos: cajas de té, herramientas nuevas y materiales para construir planos.
"Lo de mis patentes salió mal" se le escapó a la serpiente entre sus labios.
"Solo hay que volver a intentarlo" respondió Zestial en un tono consolador pero no falso, como si no fuera mentirle al respecto. En parte, eso calmaba a Pentius, porque, a pesar de este trato tan peculiar, parecía realmente cariñoso y preocupado.
El Overlord del miedo tenía las cosas bastante claras; Pentius era de su propiedad y, por lo tanto, tenía que cuidarlo, mimarlo y evitar que se rompiera a toda costa. Eso significaba amarlo y preocuparse por él; era una forma retorcida de amar, dada la mezcla rara entre ser un hombre con una visión de los años 1800 y haber presenciado la evolución en el infierno.
Existía la degeneración y la sumisión, sí, pero también, durante su larga estancia, había presenciado parejas que demostraban su amor de manera pareja, donde ninguno se sobrepujaba al otro, o iban al otro extremo con dinámicas de amo y mascota. Aún le costaba entender ciertos temas, pero en líneas generales, solo sabía que mientras ambas partes consintieran, todo estaba bien. ¿Así es como funcionaban las cosas, no?
Por parte del pecador serpiente, estaba tan confundido. Una parte de él se sentía poderoso por tener a este gran Overlord a su merced y acaparando su atención, mientras que otra parte se sentía manipulada y usada. Sin embargo, también se sentía... realmente amado. Después de todo, si a Pentius le dolía algo o le desagradaba algo y hacía una mínima reacción de disgusto, Zestial se detenía por completo sin imponerle nada desde el principio... Recordaba con vergüenza su primera vez con Zestial
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parte +18 explicita, si eres menor no me hago responsable de que lo leas o no, pero por favor, ten encuenta esta advertencia, no me quiero meter en problemas debido al contenido explicito que viene a continuación, no es nada muy fuerte, pero si eres menor prefiero de que la consumas bajo tu responsabilidad o que de por si no la leas
La primera vez con Zestial había sido incómoda. Pentius se encontraba en la cama sin ropas, con el demonio araña encima de él, sus garras acariciaban suavemente su piel sin rasguñarlo ni lastimarlo lo más mínimo, mientras lo besaba de manera suave. Entonces, una de las manos del más poderado llegó a rozar cierta parte baja, una parte que ocultaba dos puntos sensibles (si conocen acerca de la biología de las serpientes, ya saben a qué me refiero).
por nerviosismo, el inventor soltó un chillido nervioso y sus manos fueron directamente a las muñecas de su dueño para detenerlo, estaba asustado, el overlord del miedo era intimidante, era mas grande, fuerte, sus manos eran largas y afiladas, una parte de él no se sentia cómodo con la idea de que literalmente navajas tuvieran que pasar por una zona tan sensible, ya fuera sus dos miembros o su entrada.
Zestial se detuvo y lo miró con genuina preocupación, y sin decir palabra alguna alejó sus manos de dicha zona, incluso haciendose para atras para darle espacio a su amado juguete.
"perdona..." susurró la araña mientras miraba hacia abajo con culpa.
"e-es que tus garras me dan miedo...." susurró Pentius con genuina preocupación.
Zestial se le quedó mirando unos segundos como si estuviera pensando en algo "e-entonces no se como prepararte... si no te preparo te va a doler..."
ese tono de preocupación genuina era tan raro de escuchar, si Pentius era un juguete porque se tomaria el tiempo de preocuparse si le dolia o no?, pero con esa declaración una parte de Pentius respondió de manera automática, una parte que queria mostrar confianza frente a su contrario. "y-yo puedo prepararme solo!"
"oh, amaria ver eso~" respondió de inmediato la araña mientras acercaba su rostro a su amado de manera insinuante, no era un tono burlesco, era un tono seductor y lleno de deseo.
La serpiente tragó saliva con cierta vergüenza, pero siendo completamente seducido por el calor ajeno; bajó sus propias manos con cuidado hasta llegar a su zona mas sensible, una zona que debajo de su piel ocultaba tanto sus miembros como su estrecha entrada.
No tomó mucho tiempo hasta que el cuarto se llenara de los jadeos y leves gemidos por parte del inventor y los gruñidos del magnate, el cuello de Pentius era atacado con besos y leves mordidas suaves, su cadera era agarrada por aquel manojo de garras y su entrada estaba siendo estirada con sus propios dedos que se dejaban resbalar por el liquido que denotaba lo mucho que pese a todo, deseaba tener algo de atención después de tanto tiempo.
"y-ya estoy listo..." susurró el de abajo en un tono entre agotado y necesitado.
"avisame si te duele..." respondió de manera seca e igual de necesitada la araña mientras se quitaba de enzima y empezaba a quitarse sus propias ropas.
removió sus propias ropas hasta dejar al descubierto su propio miembro completamente erecto y con ya un pequeño brote de liquido asomandose por la cabeza, era de un tamaño considerable teniendo encuenta la figura tan elegante y esbelta que tenia, su mera presencia asustaba a Pentius nuevamente, mas con la declaración.
Los primeros centimetros fueron los mas incomodos, después de todo, pese a que Pentius se consideraba a si mismo Bisexual, tenia preferencia por las mujeres y nunca se habia animado realmente a tener algo con un pecador varón, hasta ahora... era incomodo pero su cabeza se concentraba en toda la avalancha de besos con la cual era atacado su cuello.
Placer e incomodidad, miedo y deseo, confusión y.... amor?
en un pocos segundos podia sentir como su protasta era golpeada y como poco a poco su cabeza y su vista se iban nublando al sentir su cuerpo en constante estimulación, habia pasado a ni siquiera pensar en la idea a genuinamente disfrutarla y perderse en ella.
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Volviendo al presente:
Zestial notó cómo Pentius, su amada serpiente, tenía una mirada nerviosa y un sonrojo repentino. Al parecer, estaba perdido en sus pensamientos, nuevamente.
El Overlord se detuvo, dejó su libro de lado y se puso de pie, acariciando suavemente su espalda y abrazando a su pareja por detrás.
"No pienses en eso, amor", le susurró Zestial suavemente. "Carmila es tan solo una mujer dura, pero en el fondo, realmente aprecia valor en tu trabajo. No es perfecto, pero es muy bueno..."
"No me refiero a eso", negó rápidamente la serpiente, su expresión algo preocupada. "Solo estaba pensando en nosotros..."
"¿Oh? ¿Hay algo que quieras decir?" preguntó Zestial con confusión.
Con un suspiro suave y una sensación de zarpas sobre su cuerpo, la serpiente tartamudea mientras intenta hacer una pregunta, "Bueno, ¿quién somos? ¿Qué somos?"
Zestial abrazó a su amor de forma afectuosa, mientras esperaba a saber lo que tenía en mente.
"Eres mi capricho, Pentius", aclaró Zestial, con un tono posesivo y lleno de amor. "Ahora, ¿qué es un capricho? Es algo que uno sueña con tanto fervor que solo lo quiere para uno mismo. Yo te quiero solo para mí. Quiero tu mirada, tu sonrisa, tus balbuceos; quiero todo de ti..." dijo, mientras sus ojos ardían de deseo y su agarre se apretaba levemente, a la vez que sus garras acariciaban su piel.
Cuando el brazo de Zestial se alzó a su cuello, apareció el grillete. Era el símbolo de su trato, su estatus y poder, a cambio de ser su capricho, su juguete, su mascota; sin embargo, extrañamente, el grillete volvió a desaparecer y, en su lugar, su mano paseaba suavemente por su cuello, acariciando su piel con tanto cuidado que por un momento hizo que olvidara el grillete en su cuello que era consecuencia del pacto.
Zestial besaba suavemente su cuello, manteniendo a la pequeña serpiente firmemente entre sus manos, como a él le gustaba. Mientras acariciaba su cuello y analizaba el reflejo en el espejo, explicó con suavidad: "En lo que a mí me concierne, te deseo como un amante; lo que soy para ti, depende del nombre que quieras ponerme", dijo mientras analizó su reacción y el resultado del acto en el espejo.
Pentius había soñado con ser un Overlord, crear armas, y, por supuesto, tener una esposa y ser un poderoso matrimonio que controlara el Infierno. Pero en sus brazos se encontraba con su querido, siendo mimado y recibido con amor; recibía atención, pequeños regalos y pequeños actos de cariño. Sin embargo, había algo que le preocupaba. Había un sentimiento de incertidumbre en su estómago, algo que sentía que no estaba bien. No era algo tan claro como él lo deseaba. Podía estar recibiendo amor, pero había algo que estaba mal...
Zestial le dio la opción de elegir qué eran, pero la mente de Pentius estaba más confusa que nunca. Él nunca se había imaginado estar en esa situación donde no era un objeto, pero tampoco un amante. De nuevo, era una sensación totalmente nueva.
Fue entonces cuando el Overlord araña le susurraba que podrían terminar el pacto en cualquier momento, pero ¿era eso lo que realmente quería? ¿Terminar su relación con Zestial? El pensamiento le atormentaba la mente.
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