ᗒ🛥❀ Quatre.
Hoy Yoshinori si había ido a casa.
Luego de algunos días.
Mashiho se encontraba viendo caricaturas después de una larga clase de matemáticas (las cuales odiaba) y el de cabellos castaños estaba sentado a su lado, aunque un poco lejos de él para que no saliera corriendo o algo así.
El pequeño pelinegro estaba bastante cansado, así que no tardó en cerrar los ojos y quedarse dormido.
Yoshinori se dio cuenta de ello, así que se puso de pie y apagó la televisión.
Pensó en ir a avisarle a la señora Takata que Mashi estaba dormido, pero sus piecitos lo dirigieron al sillón otra vez.
A Yoshinori le caía muy bien Mashiho, así que pensó que no habría problema si él se quedaba dormido a su lado, porque el sueño le estaba ganando la carrera.
Cuando Mashiho abrió los ojos, luego de algunas horas, se encontró envuelto en los brazos de Yoshinori.
Quizo gritar, o incluso escapar lo más lejos que pudiera.
—¡Mamá!
Yoshinori despertó algo confundido.
Mashiho se alejó corriendo a la puerta de su habitación, gritó y lloró desde adentro.
—¡No quiero verte nunca más en la vida!
Luego de que el mayor le explicara a los padres de Mashiho lo que había sucedido, éste les pidió que por favor le dejaran quedarse en su casa por aquella noche.
Hizo una cama improvisada en el piso a las afueras de la habitación de Mashiho, y se quedó allí, mirando fijamente la puerta. Tenía la esperanza de que ésta se abriera y pudiera pedirle disculpas a Mashiho.
Su corazoncito aún no sabía qué había hecho mal. Y dolía.
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