𑁍┊Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ xʟɪ
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▗ ▘➤ [2/2] "Recuerdos de una vida anterior"
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La ninfa se encontraba asombrada al contemplar a una criatura tan singular como el demonio. No podía evitar percibir cómo él dirigía su atención hacia ella, lo que le provocaba una mezcla de curiosidad y sorpresa.
— Vaya, tenías que arruinar la diversión. -Se quejó el demonio, visiblemente molesto por la interrupción-
— Ahora entiendo por qué estabas haciendo tanto alboroto. -Comentó en tono juguetón, al tiempo que sus ojos brillaban con una chispa de interés-
Sin embargo, la mujer de cabello rosado mantuvo la seriedad en su rostro y, al enderezarse con determinación, preguntó con voz firme:
— ¿Qué son ustedes y cómo se llaman?
Las palabras de Joaquín resonaron en el ambiente, transmitiendo tanto su curiosidad como su deseo de comprender mejor a aquellas criaturas tan extraordinarias que habían irrumpido en su vida de forma tan sorpresiva.
— Soy Joaquín, un titiritero. -Dijo con una sonrisa amistosa, inclinándose ligeramente en una reverencia- Estos niños que están aquí son... -Señaló con un gesto hacia el joven de cabello morado-
— Soy Pío, un demonio, querida~... -Añadió el niño, guiñando un ojo con una sonrisa traviesa-
— Y el muchacho que parece un labrador, aunque algo inexpresivo, se llama Conrado -Continuó Joaquín, indicando al hombre de cabello albino con un tono de voz más serio-
— Soy un hechicero de alto nivel -Expresó con indiferencia el albino-
—Y, por último, les presento a mi amigo Beltrán. -Dijo Joaquín mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro-
— Como sea... Ya terminaste de presentarnos, así que ve al grano...
En el instante en que pronunció esas palabras, el hombre esbozó una sonrisa y fijó su mirada en la joven. Con delicadeza, tomó su mano y la besó suavemente en la muñeca.
—Yo... Soy Aíne, la fundadora y sacerdotisa de este pueblo -Expresó con un tono de preocupación que reflejaba la gravedad de la situación-
León, a mi lado, parecía inquieto; su propósito era alejarlos, pero debido a la orden de su líder, se vio obligado a retroceder y limitarse a observar en silencio, su mirada llena de dudas.
— Permítanos quedarnos y encontrar una solución para este problema. ¿Qué dice usted? -Pregunto con esperanzas de obtener una respuesta positiva-
— Sin duda sigue siendo un asunto aburrido~ -Se quejó el demonio, visiblemente molesto por la situación- Qué lástima que el jefe lo aprecie tanto~
—Ya no seas un inconveniente, Pio —respondió Conrado con una actitud desinteresada, como si las quejas del demonio no tuvieran relevancia-
— ¿Cómo puedo estar segura de que puedo confiar en ustedes? -Preguntó Aíne con curiosidad, mostrando una expresión de escepticismo en su rostro-
— No digo que deba confiar ciegamente en mí, pero le prometo que mis intenciones son completamente sinceras y desinteresadas -Respondió el titiritero, acompañado de una sonrisa cálida y amistosa-. Mi objetivo es evitar un conflicto que solo resultaría en la pérdida de muchos de nuestros mejores soldados.
La mujer dejó escapar un suspiro profundo y, tras meditar cuidadosamente sobre las palabras del titiritero, tomó la decisión de remover la barrera que resguardaba al pueblo. Como una muestra de cortesía y respeto hacia los habitantes, les ofreció un área donde pudieran instalarse y permanecer durante un tiempo específico.
(. . .)
Los meses transcurrieron rápidamente, y todo parecía fluir de acuerdo a lo planeado. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo juntos y se sumergían en largas y profundas conversaciones, fue imposible para Joaquín no enamorarse de la encantadora ninfa Aíne.
— Señorita Aíne, ¿Alguna vez ha pensado en casarse? -Preguntó Joaquín, con un tono de voz que denotaba curiosidad-
— No, la verdad es que nunca le he prestado mucha atención a esa clase de cosas. -Respondió Aíne con una sonrisa suave y despreocupada, mientras se estiraba para alcanzar una manzana jugosa del árbol que estaba a su lado-
— ¿Por qué no? -Parecia curioso-
— Bueno, es una pregunta fácil de responder. -Dijo ella con una sonrisa solemne- Siendo completamente honesta, he jurado devotamente servir a mi señora, la diosa lunar Selene. Esto implica que debo mantenerme pura hasta el día de mi muerte y no puedo permitirme ser ofendida.
—Es una verdadera pena. -Respondió él, con una sonrisa amable- La verdad es que eres increíblemente hermosa y me encantaría que fueras mi esposa.
—¿Estás confesándote? -Preguntó ella, sorprendida por sus palabras-
— Te agradezco mucho por tu sinceridad, -Expresó ella, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro- Sin embargo, lamento informarte que no podré aceptar tu propuesta.
— Es comprensible, pero si llegas a cambiar de opinión debido a lo que diga Selene, solo ven a mi y te entregaré mi corazón. -Dijo, mientras hacía aparecer un corazón brillante a través de su poder mágico-
— ¿Por qué me ofreces esto a mí? -Su voz denotaba sorpresa, como si no pudiera comprender lo que estaba sucediendo-
— Porque solo tú has logrado conquistarme de verdad. -Respondió, haciendo desaparecer el corazón y fijando su mirada en ella con una sonrisa cálida y sincera-
— Lo tendré en cuenta. -Sonrió con amabilidad mientras hacía una reverencia- Cuídese, Lord Joaquín, y no se acueste tarde, mañana será un día largo.
La mujer se despidió y se dirigió de nuevo hacia el templo. Por otro lado, en medio del camino se encontró con León, quien parecía mostrar una expresión de inquietud en su rostro.
— Oh, León... ¿Qué te ocurre?
— Disculpe, gran Sacerdotisa. -Hizo una profunda reverencia- Solo quería asegurarme de que se encuentre bien.
— No tienes de qué preocuparte -Dijo mientras sonreía y sostenía sus manos con ternura- Eres un guardián leal, y aunque no compartimos lazos de sangre, te considero como un hermano.
— Lo sé... Pero esos tipos me dan mala espina -Respondió con seriedad, dejando entrever sus inquietudes- El ambiente se está poniendo tenso...
— León, de verdad no deberías preocuparte tanto -Respondió ella con un tono de tristeza- Si nuestra diosa Selene decide que debo sacrificarme como tributo para uno de esos hombres, lo haré sin dudarlo, solo para proteger a mi gente.
— No me agrada la idea de que te pongas en una situación tan complicada por mi culpa. -Suspiré profundamente, sintiendo una mezcla de preocupación y cariño por su sacrificio. Pero quiero que sepas que, aunque no esté de acuerdo, estaré a tu lado para apoyarte en todo lo que necesites. -Le sonreí de manera sincera, tratando de infundir un poco de ánimo, y entonces me acercó y me abrazó con fuerza, transmitiendo su calidez y determinación-
—León... lamento haberte preocupado. -Respondió, llenando el aire de un tono de disculpa-
Después de unos momentos en los que ambos compartieron una silenciosa conexión, se separaron. León, con un gesto amable pero firme, tomó la iniciativa de escoltar a la sacerdotisa hasta sus aposentos. Al llegar, se aseguró de que estuviera a salvo y que todo estuviera en orden antes de decidir marcharse hacia su propio cuarto.
Una vez que la mujer se acomodó en su cama y se dispuso a dormir, cerró suavemente los ojos, dejando que las preocupaciones del día se desvanecieran. En cuestión de minutos, se sumergió en un sueño profundo, algo que le ocurría con frecuencia; al relajarse y entregarse al suave abrazo del descanso, su mente y su cuerpo se dejaban llevar hacia un mundo onírico.
Aquella noche, su sueño tomó un giro fascinante. En este estado de ensoñación, se encontró cara a cara con la majestuosa diosa de la luna, cuya presencia irradiaba un brillo etéreo. La diosa, con una voz que resonaba como el susurro del viento nocturno, le hizo una exigencia: debía entregarse a uno de sus pretendientes. Este acto, le explicó, era necesario para salvaguardar a la gente de su pueblo, quienes estaban bajo una amenaza inminente. Sin embargo, la diosa también le otorgó una bendición especial: le permitiría escoger libremente a su compañero de vida, dándole así la oportunidad de decidir con quien compartir su destino.
(. . .)
Cuando despertó, comenzó a seguir su rutina habitual, realizando las actividades cotidianas que había llevado a cabo durante tanto tiempo. Sin embargo, llegó el momento en que tuvo que compartir una noticia importante con los habitantes de su pueblo. Fue en ese instante que también empezó a pasar más tiempo junto a los cuatro hombres que la cortejaban, disfrutando de su compañía y conociendo más sobre cada uno de ellos.
Finalmente, después de meditar sobre sus sentimientos y las distintas opciones, tomó la decisión de elegir a Joaquín como su pareja. Esta elección, no obstante, no fue bien recibida por los otros tres pretendientes, quienes, decepcionados y heridos, decidieron marcharse de regreso a sus hogares. Mientras tanto, la pareja se enfocaba en los preparativos de su boda, irradiando alegría y pareciendo cada vez más felices juntos en este nuevo capítulo de sus vidas.
Por otro lado, los demás tomaron la decisión de despedirse de ella y se marcharon. Sin embargo, la felicidad que habían experimentado no duraría mucho tiempo. Tres años después, la mujer dio a luz a un niño, pero su salud comenzó a debilitarse gradualmente. A pesar de su deterioro físico, se dedicó con esmero a cuidar de su familia y a ayudar a la gente de su pueblo. La tranquilidad que había reinado en sus vidas, no obstante, se vio truncada una noche fatídica cuando su pueblo fue atacado por un grupo de personas encapuchadas.
Aíne se ocupó de que su esposo y su hijo subieran a un carruaje para que pudieran marcharse. Sin embargo, a pesar de las protestas de Joaquín y de su fiel guardián, León, la mujer logró convencerlos de que la dejaran atrás. Sentía un profundo alivio al saber que su familia estaría a salvo. Antes de lanzarse a la lucha contra los enemigos, elevó una oración a la diosa lunar, pidiendo por la protección de sus seres queridos. Con determinación, se dirigió hacia el campo de batalla con el firme propósito de defender a los sobrevivientes de la masacre que había ocurrido.
Gracias a su valentía, muchos se atrevieron a confrontarla y a desafiar a un monstruo, ya que los poderes que le otorgó la diosa Selene brillaron con intensidad, permitiéndole eliminar a la mayoría de sus adversarios mientras ordenaba su retirada al mundo humano. La ninfa abrió un portal que conduciría a los aldeanos a una dimensión segura. Una vez que todos atravesaron, cerró el portal, transfiriendo parte de su poder a los aldeanos y permitiéndoles utilizar la magia para protegerse en ese nuevo mundo, tan distinto al suyo.
A causa del extenso uso de su poder, sufrió una herida mortal a manos de la espada de su adversario. Este, al observar la expresión de tristeza en el rostro de la mujer y cómo se desplomaba al suelo, reveló su identidad, dejando al descubierto quién era realmente. Sin embargo, en ese momento crítico, Beltrán logró apresar su cuerpo, mostrando una profunda devastación al haber llegado a tal situación.
—¿Por qué permitiste que te apuñalara, sabiendo que estaba justo detrás de ti...? -Preguntó con voz cargada de angustia-
— Lo hice para que comprendieras las consecuencias de tus acciones. Presenciar mi muerte es el castigo por las vidas de aquellas personas que arrebataste. -Con esfuerzo, colocó su mano sobre la mejilla de él-
— ¿Estaba destinado a que murieras a causa de mí? -Preguntó, mientras sostenía la mano ensangrentada de la mujer e intentaba contener las lágrimas-
— Lamentablemente, así es... -Dijo con una sonrisa melancólica- Selene necesitaba que tuviera un descendiente para asegurar la continuidad de mi línea de sangre. -Sonrió con tristeza mientras sus ojos se cerraban lentamente-
— ¡No mueras! -Exclamó el rubio con desesperación- ¡Aíne!
La mujer, debilitada, respiró su último aliento en los brazos del vampiro, quien, consumido por el dolor, elevó su voz con estruendo, dejando escapar un grito desgarrador. Él abrazaba con intensidad el cuerpo inerte de la difunta, sintiendo cómo su calor se desvanecía, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos, llenos de impotencia y desolación.
[. . .]
En un instante, tan fugaz como el parpadeo de un ojo, la joven se encontró de nuevo en el mismo lugar donde todo había comenzado. Sin embargo, había una notable diferencia: ahora poseía la memoria de toda su vida anterior. Con un atisbo de sorpresa y comprensión, giró la cabeza y, ante ella, apareció la figura resplandeciente de la diosa Selene.
— Por fin has recuperado todos tus recuerdos. -Dijo Selene con una brillante sonrisa que iluminaba su rostro-
— ¿Estás diciendo que el hijo que tuvo Aíne es mi antepasado y que yo, como Acyn, soy su descendiente? -Parecía no entender del todo-
— "Sí, pero tu hermano es la reencarnación de tu guardia, León." -Respondió Serena-
— ¿Cómo es posible? -Parecía desconcertada- ¿Por qué apareces ahora para revelarme todo esto?
— "Basta de preguntas." -Dijo con una sonrisa, acariciando suavemente su cabeza- "Debes saber que cada uno de ellos ha reencarnado y, en este momento, están atados a ti." -Explicó-
— ¿Atados a mí? -Parecía desconcertada-
— "El amor y el deseo que llevan en sus corazones por ti les han hecho regresar a la vida, pero esta vez, los cuatro están conectados a ti por el hilo del destino."
Al decir esto, sopló un ligero polvo blanco hacia los ojos de ella, permitiéndole percibir los hilos del destino que la rodeaban. La joven, después de frotarse los ojos en un intento por recuperar la visión, quedó asombrada al darse cuenta de que en su meñique había una cinta roja. Esa cinta se dividía en cuatro, simbolizando la conexión entre ella y los demás.
— "He despertado los recuerdos de tu vida anterior, por lo que ahora tienes el conocimiento necesario para manejar tus poderes." -Dijo con una sonrisa alegre mientras acariciaba suavemente su cabeza- "Solo asegúrate de que ninguno de ellos robe tu luz y protege a tu hermano, porque ustedes son los últimos descendientes directos de mi sirviente más leal, Aíne."
— Sigo sin comprenderte del todo -Quería continuar haciéndole preguntas-
— "Permíteme ofrecerte un consejo en reconocimiento a tu sacrificio." -Dijo con una expresión serena- "Sé como el sol, que nadie apague tu luz, y como la luna, que brilla en la oscuridad."
— Tendré en cuenta tu consejo -Dijo, apenada, mientras sentía cómo la diosa posaba suavemente su mano en su frente y pronunciaba unas palabras en latín antiguo. Por alguna razón, esta vez logró comprender el significado de lo que decía-
Una vez más, perdería el control sobre sí misma y caerá en un estado de inconsciencia. Mientras empezaba a recuperar la conciencia, pudo escuchar las voces preocupadas de sus compañeros a su alrededor, llenas de ansiedad y cuidado.
En el momento en que abrió los ojos, se dio cuenta de que había regresado de un estado de inconsciencia. Al fijar su mirada a su alrededor, notó que su hermano estaba durmiendo a su lado. También se percató de que estaba cubierta por una cortina que le brindaba un resguardo, asegurando su privacidad y haciéndola sentir más segura en ese instante de confusión y despertar.
— Acyn...
Se retiró suavemente de su estado de adormecimiento y comenzó a recuperar la conciencia. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que su hermana ya estaba despierta. A su alrededor, había una atmósfera de calidez que parecía envolverla, lo que generó una profunda sorpresa en el joven. No pudo contener las lágrimas que brotaron de sus ojos, un torrente de alivio que lo invadía ante la vista de ella, viva y consciente.
— Continuará.
VOTEN-COMENTEN-SIGANME
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