23장

Un mes después, Jungkook y Jimin no podían creer lo rápido que pasaba el tiempo. Sin saber en qué momento ya habían cumplido un mes de salir. Nunca imaginaron que una persona podía traer tanta felicidad a sus vidas.

Las cosas se habían calmado demasiado en el último mes, al menos por parte de la prensa. Sus fans seguían especulando y siguiéndolos ocasionalmente, pero cada día era menos la atención que recibían Jimin y él. El idol se sentía el más afortunado del mundo; agradecía tener a Jimin cada día. El pequeño rubio siempre encontraba la manera de demostrarle todo su apoyo, ya fuera llegando de sorpresa a sus prácticas, mandando mensajes de ánimo o enviando "paquetes sorpresa" llenos de dulces, su comida favorita o simplemente alguna cosa bonita.

Había sido increíble la forma en que Jimin afrontaba todas las desventajas de ser el novio de Jeon Jungkook. Y es por todo eso, y más, que Jungkook siempre buscaba alguna manera de recompensar a su perfecto novio. Justo como ese día.

Afortunadamente, había conseguido un día libre, por lo que, junto a su manager, había planeado la manera de llevar a su Jimin a una cita fuera, a algún restaurante bonito, y no comidas en la agencia o a escondidas en la casa de Jimin. Quería darle a su novio una relación lo más normal posible.

-Amorcito, ¿estás listo?- preguntó Jungkook cuando su novio respondió el teléfono.

-Sí, bebé, ¿ya llegaste?

-Sí, acabo de estacionar fuera.

-Voy ya -dijo Jimin, colgó a su novio, tomó el saco largo color tabaco y bajó con rapidez las escaleras. Desde hacía una semana no veía a su novio, y por supuesto que las videollamadas y mensajes no contaban. Estaba ansioso por verlo.

Cuando Jimin abrió la reja de enfrente, una camioneta negra blindada estaba estacionada enfrente. Pudo ver a Jungkook en la parte trasera; ya había abierto la puerta para que pudiera entrar rápido.

-Amor, te extrañé -fue lo primero que le dijo Jungkook después de cerrar la puerta. El chofer avanzó enseguida; subió la pequeña ventanilla que los separaba para darles más privacidad.

-Te extrañé más.

Antes de que pudiera decir más, Jungkook lo atrajo a su regazo y lo besó. Jimin se acomodó mejor sobre sus piernas y pasó sus brazos sobre los hombros de Jungkook. Sus labios se movían lentamente, solo disfrutando el calor y la cercanía del otro. Jungkook apretó a Jimin más contra sí mismo al mismo tiempo que pasaba la punta de lengua sobre el labio inferior de su novio. Jimin gimió bajito, dándole acceso a la lengua de Jungkook. El beso se convirtió en uno más húmedo; las frías manos de Jungkook se colaron por debajo del suéter de punto y la camisa de su novio. Los fríos dedos de Jungkook hicieron que Jimin despertara un poco del placer que había nublado su cabeza y se alejó un poco de su novio, la respiración agitada.

Hacía un par de semanas que ninguno de los dos podían detener la necesidad de su cuerpo cada vez que estaban cerca o se besaban.

-Te extrañé tanto -susurró Jungkook sobre los suaves labios de su novio. Jimin lo abrazó y dejó pequeños besos en su mejilla, sin querer moverse del regazo de su novio. Amaba estar cerca de él.

Media hora después llegaron a un moderno restaurante en un barrio bastante exclusivo a las afueras de Seúl. Era bastante bonito y elegante, pero sin perder el toque tradicional coreano.

Antes de bajar, Jungkook le entregó a Jimin un cubrebocas negro y una gorra del mismo tono, mientras él se ponía un par igual. Sabían que, a pesar de estar lejos del centro y que el sitio era bastante exclusivo, no podían correr el riesgo de ser reconocidos.

-Te ves hermoso así -soltó en comentario Jungkook después de ver a su novio. Jimin, detrás del cubrebocas, tenía una sonrisa. Entraron al restaurante, que no estaba lleno; lo bonito era que las mesas no estaban juntas y había divisiones que hacían que cada mesa fuera privada.

-Es muy bonito aquí, Jungkookie. No conocía de este lugar.

-La verdad, yo tampoco conocía su existencia hasta hace poco. Vayamos a nuestra mesa.

Jungkook escoltó a Jimin hasta la mesa que ya estaba reservada; las luces del lugar no eran tan opacantes y hacían una maravillosa iluminación. La mesa estaba acomodada perfectamente; Jungkook, al haberlo planeado desde antes con ayuda, se había ganado una mirada de asombro con un brillo sin igual por parte de Jimin.

-¡Es sorprendente!

Al sentarse y empezar a hablar, ambos se sentían bien; se reían, eran Jimin y Jungkook, solamente ellos sumidos en un mundo propio creado por ellos. Sabían que su relación era complicada por muchas razones, pero por primera vez se sentían felices y completos. Sentían que realmente pertenecían a un sitio y absolutamente nadie les quitaría esa felicidad.

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