˗ˏˋ対抗 ▸ ℂ𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟎𝟑.๋⭑

⌦ .。.: 【 ·🔥˚❒ CAPÍTULO DOS : EL PILAR DE LA LLAMA. ¡!】*ೃ༄

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▬▬ ❝La vida de un Pilar es...
impredecible❞.𓍢ִ✧

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𝐌irar el cielo, que no estaba despejado, era una buena forma de espiar —muy disimuladamente— a su compañero. Llevaban media hora caminando en línea recta, sin dirigirse la palabra. El ambiente era incómodo, la tensión era muy notoria. Aunque, el Pilar de la Llama hacía todo lo posible para dedicarle una gran sonrisa cada vez que se daba cuenta de que le estaba observando, algo que la hacía avergonzar.

Daba pasos lentos, tratando de estar detrás de Rengoku. Todavía no comprendía qué era lo que pasaba por la cabeza del Pilar, era indescifrable. Su rostro reflejaba emoción, como si le apasionara lo que hacía; en cambio, la fuerza con la que de vez en cuando sostenía la vaina de su katana la hacía dudar de su cara de no matar ni a una mosca. Era demasiado sonriente, tenía energía aun cuando llegó hecho polvo a la Mansión Ubuyashiki.

La razón por la que Kyōjurō llegó demasiado tarde al punto de encuentro fue por salvar a una mujer embarazada a punto de ser comida por un demonio, el cual se ocultaba entre las sombras. Se tardó mucho en lograr que saliera de su escondite para decapitarlo, pero lo logró. Como agradecimiento, la señora le entregó cuatro bentos.

Y eso explicaría por qué estaba comiendo sin parar mientras seguía el camino que su cuervo le indicó. Ya estaba por el tercer bento cuando se detuvo para darle un poco de pan a su cuervo, quien no dudó en tomar la comida. Neyuki vio como Fuyuhiro, su alado amigo, se posó en su hombro. Era como si quisiera que le hiciera lo mismo.

—No tengo pan —murmuró—. Comiste en la mansión, no seas tan glotón...

Oyó un suspiro por parte del cuervo. Su semblante se ablandó, Fuyuhiro sabía cómo convencerla de hacer lo que él quería. La acompañó desde pequeña, por lo que lo consideraba como parte de su familia. Los Shusetsu entrenaban a sus propios cuervos Kasugai, pero el suyo llegó a ella de otra forma: lo adoptó cuando solo era un polluelo abandonado por su propia familia.

Aceleró su paso para estar al costado de Kyōjurō, quien parecía no haberse percatado de su presencia. Encogió ligeramente los hombros y fulminó a Fuyuhiro con la mirada. Era incómodo pedirle algo al miembro de una familia que no se llevaba nada bien con la suya. ¿Sería mucho desear un manual de cómo actuar en esos casos? Si no encontraba uno en la siguiente aldea que visitarían, ella misma se encargaría de escribirlo.

—Señor Rengoku —musitó, tratando de evitar el contacto visual—, ¿podría...?

Antes de terminar su pregunta, él ya se había comido el último trozo de pan que quedaba en el bento. Neyuki hizo un bajo quejido, llegó tarde para pedir comida. Tomó con firmeza la vaina de su katana, tratando de calmarse.

Sí, estaba muy claro que no servía para relacionarse con otras personas. En cierta parte, extrañaba cuando era niña. Aquellos días cuando simplemente quería jugar y dejar a un lado el entrenamiento para convertirse en Pilar. Luego de... ese incidente, no fue la misma. ¿Y cómo seguir siéndolo? Tuvo el sermón de su vida.

—¿Ibas a decirme algo?

La pregunta de Rengoku la sacó de sus pensamientos. Negó con la cabeza y volvió a reducir la velocidad de su caminar. Para su sorpresa, él se detuvo. La cazadora ladeó la cabeza, confundida por haber parado a mirarla. Si trataba de hacerle un análisis «disimulado», tendría que informarle que lo estaba haciendo fatal.

—Lamento haberme demorado mucho; no podía dejar a esas personas morir —dijo él, conservando aún su cálida expresión.

—Es la cuarta vez que se disculpa. No estoy molesta ni mucho menos. Son otros motivos.

—Comprendo. —Amplió su sonrisa—. Conque eres parte de la familia Shusetsu... nunca tuve de compañero a alguien que portara la Respiración del Hielo. ¿No es algo bastante irónico?

—Ni lo mencione. Son muy cerrados respecto a quién heredará la Técnica de Respiración de la familia. Los cazadores que no portan nuestro apellido quedan descartados a candidatos. Supongo que en su familia también es igual...

—De hecho, no exactamente. —Hizo una pausa, como si estuviera pensando lo que diría—. Hace unos años, la Respiración de la Llama era cerrada, nadie más que los Rengoku podían portarla. Sin embargo, creí que lo mejor sería tener un sucesor.

—¿Un sucesor? ¿Piensa jubilarse?

—¡Ja, ja!, aún me quedan muchos años para poder jubilarme. —Suspiró—. La vida de un Pilar es... impredecible. ¡Siempre es bueno asegurar el futuro de la Técnica de Respiración que usas! Pensé que eras la Tsuguko de tu hermana Miyuki, son las únicas dos personas que pueden dominar la Respiración del Hielo.

—Larga historia. Solo puedo decir que, mientras ella vaya por la derecha, me verán yendo por la izquierda —explicó cabizbaja—. Ha sido así desde hace tres años, incluso más.

«Miyuki es complicada. Pobre alma en desgracia el que la acompañe a las misiones. Al menos, no seré yo quien reciba sus agudos gritos cuando algo no le sale bien... o cuando le mencionan al Pilar del Agua», pensó la cazadora. No pudo evitar soltar una pequeña risa, recordando como desconcentraba a su hermana cada vez que le mencionaba algo relacionado a él.

La trayectoria se volvió más cómoda después de que hablaron un poco. Neyuki sentía que ya no eran tan ajenos entre sí. De algún modo, el Pilar de la Llama siempre lograba caerle bien a todos los que lo acompañaban en sus misiones. Ella estaba incluida en ese grupo.

Los rayos de luz desaparecían, la noche no tardaría mucho en caer. Por la demora de Rengoku, no podrían llegar a la zona donde se centraba el poder del demonio que buscaban; sin embargo, ya habían conseguido entrar a sus dominios. Lo único que debían hacer era pasar por un bosque, el cual estaba habitado por demonios de bajo nivel.

—Detecto la presencia de muchos de ellos —dijo Kyōjurō al mismo tiempo que desenvainaba su katana—, lo mejor sería ir juntos para cuidarnos las espaladas.

—No tiene de qué preocuparse, son demasiado débiles. Créame, estuve investigándolos. Son como demonios que sirven a la ex-Luna Inferior —aclaró calmada—. Sus cuellos son tan blandos que podría decapitarlo sin emplear ninguna postura.

—¿Por qué están bajo el mando de otro demonio? No suelen juntarse entre ellos —inquirió, interesado por saber el modo en el que trabajaban.

—Supongo que quieren la protección de un ex-miembro de las Lunas Demoniacas. —Elevó los hombros—. Son frágiles, ni siquiera deberían imponer miedo.

Al final, el Pilar de la Llama terminó aceptando que se separasen para cazar a los demonios que rodeaban el bosque. No era tan grande, por lo que tampoco estarían muy alejados si uno de ellos tenía algún problema. Una forma rápida y sencilla que les permitiría acabar con la vida de más demonios.

Neyuki andaba atenta a sus alrededores, tratando de que ningún detalle se le escapase de enfrente. Por más que sentía la presencia de las criaturas, no los veía. ¿Acaso tenían miedo de enfrentarse a ellos? Si la otra vez fueron directamente al resto de cazadores que la acompañaba... un poco extraño, eso la desconcertó bastante.

Escuchó el crujir de un par de ramas. Era evidente que esos demonios no eran ni inteligentes ni fuertes como para haber podido asesinar a un par de cazadores que fueron sus compañeros. Ella pudo derrotarlos sin problema, pero parecía que los nuevos cazadores que se unían al Cuerpo de Exterminio de Demonios eran cada vez más débiles.

Tomó un poco de aire y, en un ágil movimiento, desenvainó de katana, la cual era de color blanco con pequeños rayos de celeste. Se puso en posición para esperar a la criatura que, por el sonido de sus pisadas, caminaba lentamente hacia ella. Mantenía un agarre firme en su arma y cuidaba su postura.

Por fin, tras unos minutos de espera, el demonio salió de su escondite y corrió directo a ella. No aparentaba ser muy rápido, por lo que no tuvo mejor idea que simplemente dar un paso hacia la izquierda para evadirlo. Era como si estuviera en medio de un trance, porque eso bastó para que cayera al suelo.

«Esto no está bien...», pensó la cazadora al mismo tiempo en que clavaba su katana en el cuello del demonio. No tardó mucho en que su cuerpo se pulverizara. «Tal vez, traer a un Pilar y una Kinoe es demasiado para esta misión». Envainó su arma nuevamente y comenzó a adentrarse más en el bosque.

Todos los demonios con los que se encontraba no eran una amenaza, incluso un cazador de un rango más bajo que ella podía acabar con estos sin problema. Sin embargo, el sentimiento de que algo no andaba bien hizo que una gota de sudor descendiera de su frente. ¿Qué era lo que no estaba viendo? ¿Se estaba perdiendo un detalle importante?

 Aquellas criaturas tampoco hablaban, algo que le extraño. Todos los demonios con los que se había topado antes solían decir unas cuantas palabras antes de morir, aunque sea una súplica para evitar que los matara. Estos eran distintos, como si buscaran morir en sus manos.

Se hincó de rodillas para poder tomar entre sus brazos la cabeza de uno de los que había decapitado. Parecía que se demoraba en desaparecer a diferencia de los otros. La alzó hasta su altura, mirando con curiosidad como aún no se pulverizaba.

—¿No vas a mencionar un nombre al menos? —preguntó Neyuki a la cabeza—. Eres igual que ellos, rarito. Pero yo soy aún más rara por hablar contigo que estás muriendo... Vamos, podrías decir un «no quiero morir» antes de volverte nada.

Por estar sobre pensando la situación, no pudo detectar a uno que estaba detrás de ella. Tardó unos segundos en percatarse de su presencia. Trató de pararse, pero su pierna no se lo permitía, era como si la tierra la hubiera atrapado. Por más fuerza que hiciera, no lograba quitarla. El demonio se acercaba a pasos acelerados hasta estar a pocos centímetros de ella.

—Respiración del Hielo; Cuarta Postura: Témpano de Hielo —Por suerte, consiguió desenvainar su katana a tiempo para hacer un corte horizontal al demonio, al cual le salieron trozos de hielo alrededor del cuerpo.

La tensión aún no se cortaba: la criatura se dividió en dos. Tenían el mismo tamaño que el anterior, pero se les notaba más ferocidad. Sus uñas eran más largas y tenían una expresión que hasta a ella, que estaba acostumbrada a ver demonios, se le estremeció el cuerpo. Mantuvo firme su agarre a la katana.

Uno de ellos le clavó sus uñas en el empeine del pie, sintió como desgarró la carne de esa zona; contuvo el gemido de dolor que amenazaba con salir. Tomó un poco de aire para repetir la postura; sin embargo, su concentración se detuvo en cuanto divisó a lo lejos al Pilar de la Llama, quien corría hacia ella.

—Respiración de la Llama; Primera Postura: ¡Mar de fuego! —exclamó tan pronto estuvo cerca a ellos.

Los dos demonios fueron decapitados en un solo movimiento. Neyuki contuvo el aliento al sentirse humillada por no haber podido derrotarlos. Fue salvada por un Rengoku, su familia no se perdonaría... aunque, si se detenía a analizarlo, ellos no tendrían forma de enterarse.

—¿Estás bien? —cuestionó el Pilar para después ayudarla a pararse.

—Sí, solo... no sé qué fue lo que pasó. —A pesar del agudo dolor que sentía, seguía en pie; no dejaría que nadie la viera derrotada, no como la última vez—. Debemos comenzar a caminar, perderemos más tiempo si seguimos sin hacer nada.

—¿Segura que no necesitas ayuda? El corte se ve profundo, podría infectarse —mencionó preocupado—. Deberías descansar un rato.

—Ya le he dicho que estoy en perfectas condiciones.

«Mierda, esto duele», pensó. Aun con una gran herida en el pie, tuvo que ingeniárselas para fingir que no sentía ningún tipo de molesta. No obstante, sí se dio cuenta de que Kyōjurō bajaba la velocidad a la hora de correr hacia un demonio. Él también le preguntaba si, en verdad, se encontraba bien.

—Será una larga noche... —murmuró para sí misma.



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