Ⓗotel ♔ 15.0

|Narra Jungkook|

Luego de que arribáramos a aquel lujoso hotel que nos esperaba en Tokio, muchos ya se habían desplazado a sus respectivas habitaciones. Un pulcro ambiente envolvía mi campo de visión, fragancia de lavanda flotaba alrededor, y cordiales sonrisas eran dirigidas hacia nosotros dos mientras la recepcionista buscaba algo en su computadora. Observé de soslayo a Olivia, quien observaba sus pies con una profunda e intrigante seriedad, incitándome a preguntarle en qué tanto pensaba. Mordió su labio nerviosa, sus ojos revolotearon en toda la sala hasta aterrizar sobre los míos.

Sin poder contenerlo, le dediqué una sonrisa ladina. –¿Qué pasa, Olivia?- Incité con un tono tranquilo esperando su respuesta. Siendo más que consciente que la fuente de su preocupación era más que evidente, aunque de todas formas debía preguntar. Pasé el brazo por sobre su hombro, atrayéndola a mi costado para escucharle mejor.

–¿Por qué tengo que dormir en tu habitación?- Finalmente soltó con disgusto entremezclado de temor.

Encogiéndome de hombros acaricié con el pulgar su hombro expuesto por la blusa de tirantes que llevaba, había personas observándonos desde unos sillones no muy lejanos. –Ya sabes cómo es Yoongi, ahora está enojado con todos ahora porque dice que nosotros le tocamos sus cosas... y como las reservas se habían hecho antes y no estaba previsto que se pusiera en modo niño pequeño, le hemos tenido que dar una de las habitaciones de las azafatas...-Solté explicando la situación lo más claro que me fue posible. –La rubia alta, no sé su nombre...

–¿Anne? ¿Le sacaron su habitación a ella?- Indagó con sus enormes ojos tristes escaneando mi rostro en busca de respuestas más satisfactorias.

Claro, y como falta una habitación...-Alargué un poco fastidiado por lo mucho que a aquella mujer le llevaba asignarnos nuestra habitación y verificar la documentación correspondiente. – A Anne le han asignado la habitación que tú antes compartías con tu amiga, y ahora solo puedes dormir conmigo, básicamente.

Como si aún estuviese procesando mis palabras, sin saber si se trataba de una barrera idiomática u otra cosa, le vi asentir en entendimiento luego de un minuto entero observándome como un cervatillo perdido.

Era malditamente adorable aunque me costara admitirlo desde lo más profundo, una incesante necesidad de tragar saliva se gestaba al notarle tan cercana y compenetrada en mi rostro, como si estuviese en algún jodido trance.

Ahora sí...- Confirmó con una artificial sonrisa la mujer sentada cómodamente en el computador, depositando un par de tarjetas magnéticas sobre el mostrador. –Esperamos que disfruten de su estancia, y cualquier cosa estamos a su disposición... La habitación es la 302- Soltó su ensayada frase con un asentimiento de cabeza educado.

Correspondimos su gesto, un hombre de inmediato se hizo con nuestras maletas colocándolas en un pequeño carro dorado, para luego transportarlo hacia uno de los ascensores de servicio. Jalé del tibio cuerpo junto a mí, podía notar su estado de nerviosismo e inquietud de orígenes inciertos bajo mi tacto. Sus respiraciones parecían un poco inestables a medida que nos adentrábamos en uno de los ascensores principales de la entrada para dirigirnos a nuestra habitación.

Las metálicas puertas se cerraron, dándonos un falso sentido de privacidad.

Le escuché tragar duro. Permanecía cabizbaja provocando que su cabello le tapara parcialmente el rostro. Observé su prácticamente cubierto perfil, sus mofletes sonrojados provocaban algún que otro temblor en el fondo de mi estómago, me molestaba de sobremanera. Sus pequeños labios entreabiertos temblequeaban irregularmente, mientras ella golpeaba con su zapatilla la baldosa ansiosamente. Observé nuestro reflejo en el espejo del costado, la diferencia de altura era más que notable, a duras penas la coronilla de su cabeza alcanzaba la base de mi cuello.

Una sonrisa se despegó de mis labios de forma inevitable, ni siquiera procuré reprimirla en lo más mínimo. Desde ya hace unos días algo demasiado extraño me sucedía, y si fuera una mujer juraría que era por mi ciclo o algo.

No es el caso, entonces, ¿Qué me pasa?

Las puertas se abrieron a la par, sacándome abruptamente de aquel trance extraño. Miré a Olivia algo exaltado, quien me observaba con su entrecejo fruncido mientras daba unos pasos hacia la entrada metálica. Le seguí, haciendo caso omiso a mis manos sudorosas.

Las maletas ya se encontraban dispuestas junto a la gran puerta de la habitación. Deslicé la tarjeta magnética por la abertura correspondiente, adentrándome con una maleta en cada mano y seguido por la silenciosa chica.

Detallé como Olivia escaneaba maravillada toda la habitación con sus grandes ojos. Observó los grandes ventanales con vista a los iluminados edificios de Tokio y automóviles que dejaban las calles inundadas de rojo por sus luces traseras. Aquella realmente era una buena vista, y me refiero específicamente al rostro embelesado de ella, con la misma ilusión que el de una niña pequeña, mirando todo encantada.

Un edredón aterciopelado rojo cubría la gran cama King Size, la cual era decorada por unos mástiles de madera rústica con telas colgando de estos, tal como el dormitorio antiguo de un rey. Una extensa alfombra se disponía debajo de nuestros pies, del mismo intenso color, y la débil luz de algunos costosos candelabros evidenciaba la atmósfera romántica que los decoradores pretendían recrear.

Jungkook...-Me observó, con una sonrisa de oreja a oreja. Sonreí de igual forma, sabiendo que ella y la tripulación nunca en la vida han obtenido este tipo de habitación. Y al juzgar por la necesidad de dinero que la impulsó a aceptar mi trato, en su existencia posiblemente tampoco ha estado en muchos lugares así. –Es... es tan bello, ¿Normalmente se quedan en estas habitaciones?- Inquirió dejando sus ojos vagar por unas pinturas costosas que colgaban junto a un espejo con estilo barroco enfundado en oro.

Asentí tímidamente. – El estilo varía según el hotel, pero normalmente son habitaciones lujosas.-Confirmé observando su perfil compenetrado en el ambiente. –De todas formas, a mí en lo personal me parece.... Demasiado...-Admití algo avergonzado arrastrando las maletas a una esquina vacía del cuarto. –Es lindo pero.... Demasiado...- Reiteré ganándome una mirada confundida de la castaña, quien ahora se dejaba caer sobre un sillón de cuero negro de dos cuerpos.

¿Cómo es eso, Jeon?- Solicitó interesada. Subió sus piernas a los cojines, sentándose sobre estas más cómodamente. – Pensé que tú... bueno... que los idols en general les iba este tipo de coquetería...

Sonreí de forma tensa, negando cortamente. – No puedo hablar por todos, pero yo me siento incómodo, no es mi ambiente.

Respiró hondamente, mirando de forma ladeada la ventana junto a su cabeza. – Yo de pequeña hubiese dado lo que sea para siquiera poder pisar un sitio así...-Habló casi inaudible, la débil iluminación creaba sombras en pequeñas secciones de su rostro. – Es como de un cuento de los que me leía antes de dormir, e imaginaba en mis ensueños... un gran cuarto, con arte en sus paredes, fragancia que se desprende de cada esquina, y un gusto exquisito...-Suspiró con aires nostálgicos, con la mirada en un punto fijo y lejano, como si se estuviese transportando a aquel momento en su niñez, cuya naturaleza triste o alegre yo desconocía totalmente. – No es por reprochártelo, pero no pareces darte cuenta de la suerte que tienes, Jungkook...-Sonrió algo amarga sin voltearse del todo a mirarme.

Aquello me molestó. –No estar brincando de alegría cada vez que entro a un hotel así no quiere decir que no lo agradezca.- Solté ganándome que ella volteara del todo su rostro en mi dirección.

Perdón, realmente no quise que sonara así...-Se disculpó con un tenue velo de tristeza sobre sus ojos. – Solo que te he visto en varios momentos y a veces me da la sensación que... bueno... no te das cuenta de lo que tienes alrededor.-Justificó encogiéndose de hombros, ahora bajando su visión a sus rodillas algo temblorosas. –Es solo una impresión, no digo que seas un desagradecido ni nada...

Suspiré, quizás me estaba enojando de más sin razón. Asentí de forma desinteresada caminando hacia el colchón y dejándome caer sobre este pesadamente. Había sido un viaje agotador y de seguro que ya todos se encontraban en la quinta nube durmiendo. Por otro lado, yo estaba preguntándome cómo demonios íbamos a decidir quién dormía en la cama.

Recordé su tímido y triste semblante, no solo de hoy, sino de hace días. Me debatí si me correspondía preguntar al respecto o no, y luego de lo que parecieron 10 minutos de puro silencio, opté por manifestar mi curiosidad al respecto.

Olivia...-Le llamé, ganándome una mirada neutral de su parte. Jugué con mis dedos unos momentos antes de soltar la pregunta. – ¿Estás así por las críticas? ¿O hay algo más?- Indagué con seriedad. Su rostro se transformó a uno alarmado de inmediato. –No es que me interese tanto ni nada, no es mi problema, pero no me gusta que la gente esté desanimada.

Se encogió de hombros sonriendo falsamente. –No hay nada.

Arqueé la ceja, inquisitivo. – ¿No? Yo te veo más rara que de costumbre.

Pues no es así.- Ignoró fingiendo indiferencia. Se deslizó en el sofá, quedando acostada lateralmente viendo en mi dirección. –Todos tienen sus preocupaciones, las mías no son distintas que las del resto...-Habló vacilante, como si aquello se lo intentara confirmar a sí misma.

Si no son tan distintas, ¿Por qué no simplemente las dices?- Sonreí ladeadamente, disfrutando la forma en la que ella se ponía nerviosa.

Porque como tú bien has dicho, no es tu problema.

Ah vaya, así que eso le había dolido, ¿Eh? Lo tendré en cuenta.

No me refería a eso...- Gruñí algo fastidiado. –Claro que no es tu obligación decirme, pero no me gusta verte... –Me corté de inmediato sintiendo mis mejillas arder de un momento a otro, aclaré mi garganta ganándome su mirada atenta. –... no me gusta ver a nadie así como... deprimido... molesto, silenciado por algo, lo mejor siempre es sacárselo del pecho.

Sus ojos se posicionaron sobre mi rostro inquieto, de una forma tan lenta y profunda que hizo que mi pulso trastabillara un poco. Le vi tragar saliva nerviosamente, como si realmente se estuviera pensando el decírmelo. Aquello me inquietaba aún más, ¿Qué era exactamente lo que le pasaba?

No es la gran cosa...-Soltó incómodamente sin saber cómo empezar. – Solo que ahora que "estamos juntos", más personas saben dónde estoy, personas a las cuales mi ubicación les resulta de gran interés...- Le miré intrigado, intentando transmitir algo de tranquilidad. Me crucé de piernas en el borde del gran colchón, mirándole con más interés. –Mis padres están incluidos en ello, pero no son una amenaza en lo más mínimo para mi bienestar, el problema es mi ex novio.

Con una extraña sensación revolviéndose en mi estómago, apreté mis labios en una fina línea. Sus ojos miraban distraídamente la alfombra lujosa como si fuera lo más interesante del mundo. – ¿Tu ex?- Murmuré compenetrado en su explicación, asintió escuetamente.

No terminamos en los mejores términos, y es la razón principal por la que quería irme a Italia. Cuando vi que este empleo me permitiría rotar de locación varias veces no dudé en tomarlo.-Argumentó con seriedad, sin expandirse en los detalles. –Él estaba... obsesionado.... Y cada vez que recibo un mensaje siento que es él amenazándome o burlándose de mí...-Sus ojos cristalizados indicaron que aquel tema tenía más ramificaciones de las que inicialmente mi mente sugería. –Parece tan estúpido... porque de seguro que tú tienes muchísimas acosadoras, pero no tienes ni idea las cosas que ha dicho y hecho...

–¿Cuándo ha sido la última vez que has sabido de él?- Erguí mi postura divisando como alguna pequeña lágrima se deslizaba por su pómulo, cayendo sobre el cojín donde su cabeza descansaba. Tragué saliva con algo de rabia contenida.

Se incorporó lentamente, quedando sentada sobre el sillón. –Antes de empezar oficialmente con este trabajo, me lo encontré en el aeropuerto donde tuve la entrevista. Aún no se si ha sido una casualidad o él me ha seguido...

¿No le has vuelto a hablar después de eso?

No tiene mi celular, y le he bloqueado de las redes. El problema es que aunque yo no lo tenga, puede saber dónde estoy porque tus fans se encargan de documentárselo a todo el mundo...-Susurró con enojo, se limpió su mojado rostro con el dorso de su manga con algo de fuerza.

Y ahí es cuando me di cuenta, que aquello que hacíamos estaba mal. Fui tan iluso de pensar que no tendría consecuencia alguna, y que Olivia no tendría nada de qué preocuparse. Le observé esconder su rostro colorado entre sus manos, como si estuviese pensando en todo lo que me había soltado.

Y yo, me sentía como un pedazo de basura.

Esto tiene que terminar.- Sentencié convencido. Separó su rostro de las manos mirándome con sorpresa. –No tiene ningún sentido ya, mi ex no volverá conmigo a estas alturas, y esto te está perjudicando.

Se puso de pie rápidamente, dando unos pasos en mi dirección. –No, esto no puede parar.

Arqueé mi ceja ante el repentino arrebato. Su pecho subía y bajaba aireadamente, sus labios entreabiertos dejaban escapar respiraciones audibles y agitadas. Relamí mis labios con algo de sosiego. – ¿Por qué? Yo voy a darte el dinero de todas formas, no te preocupes.

Me observó como si le hubiese dicho algo ofensivo. Rodó sus ojos dando unos lánguidos pasos en mi dirección y dejándose caer junto a mí. Le miré expectante. –Tenemos un trato, Jungkook. No quiero tu compasión, el dinero lo voy a tener siguiendo las bases de lo pactado, no como una limosna.

Sus mejillas sonrosadas, aún mojadas por el arrebato anterior, se inflaban con algo de rabia. Sus grandes ojos monitoreaban cada sección de mi estólido rostro, como si estuviesen esperando una reacción específica de mi parte. El cabello lo llevaba revuelto por los numerosos cambios de posiciones y emociones por los que había pasado durante el tiempo en el que estuvimos en aquella habitación. Sus labios rosados, aún entreabiertos, generaban una extraña sensación en mí debido a la corta distancia entre nuestros rostros.

Olivia...-Susurré no convencido por su justificación. –Enserio, quizás este plan ni siquiera tiene sentido.

Negó rápidamente. –Sigamos con esto hasta Seúl, y luego veremos, no saltes a conclusiones precipitadas.

Sin poder contenerlo, solté aquel pensamiento que acechaba mi mente desde hace días. –Yo no quiero que salgas lastimada... -Nuestras respiraciones ahora se entremezclaban. Me exalté en el instante que sus dedos se entrelazaron con los míos inesperadamente. Observé su pequeña mano cubriendo la mía. Le escuché tragar saliva audiblemente. Estaba nerviosa.

Y joder, yo también lo estaba.

No saldré lastimada.-Prometió. –Vas a ver que esto funcionará, solo dale tiempo.

Me extrañó su insistencia en perpetuar nuestro plan. Rocé el dorso de su mano buscando tranquilizarla. –No siento que mi ex se sienta amenazada por ti, porque posiblemente sepa que no hay química.- Analicé la situación, sin quedar conforme del todo por mi razonamiento. Sus tristes orbes observaron las mías con pura sorpresa.

¿Cómo generas química con alguien, Jungkook?- Cuestionó, un deje de impaciencia teñía su voz. Le observé sin saber exactamente qué contestar, esta vez se encontraba aún más cerca de mí. Podía inhalar su perfume como una especie de tónico embriagador que ensordecía mis sentidos, dejándome atontado.

Aquello no estaba bien, pero mi fuerza de voluntad es más que inexistente. Sabía lo que ella quería, aunque para ser sincero no tenía información desde cuándo Olivia tenía aquel impulso. O si sentía algo por mí. O si quería profundizar la química para que este plan funcionara para ambos. O si solamente estaba cachonda.

Estaba irremediablemente confundido, ni yo mismo sabía que sentía o quería hacer.

Me sacó de mi trance en el instante que rozó nuestros labios con suavidad, sin unirlos del todo aún. Se tomó su tiempo cerrando sus ojos, e impulsándome a que yo también lo hiciera. Su mejilla era tersa.

La besé.

Soltó un suspiro satisfecho sobre mis labios, mientras los besos repartidos generaban una secuencia de sonidos dentro de aquellas cuatro paredes. De un momento a otro, me vi jalándola de la cintura para sentirle más cerca, ella obedeció. Sentía el calor que su cuerpo irradiaba a través de su fina blusa blanca. Sostuve su mentón con una de mis manos, mientras con la otra la presionaba contra mi impaciente ser, y en el momento que desperdigué unos besos sobre su mandíbula y cuello literalmente pude sentir como se desarmaba entre mis brazos.

Aquello me inundó de una sensación no familiar para mí, que me resultaba inusualmente adictiva, al igual que aquel sabor a bálsamo de frutilla entreverado con la propia esencia de ella.

Sentí sus manos recorrer mi abdomen por debajo de mi camisa, esta vez no me exalté, era lo que estaba esperando con tanta impaciencia.

Ella soltó un jadeo de sorpresa en el momento que le empujé sobre el colchón quedando sobre su pequeño cuerpo. Mordió su labio intentando disimular su emoción con matices de timidez.

Le quité le blusa, y sus dedos deshicieron mis botones con torpeza.

Sonreí contemplando cada pequeña facción de su concentrado rostro, un aire angelical y cándido flotaba a su alrededor. Nuestros rostros se volvieron serios de un momento a otro, y realmente desee que no se estuviese arrepintiendo de aquello.

[...]

Los minutos que pasaban eran proporcionales al aumento de la intensidad y temperatura en aquel cuarto. Sin ninguna prenda de por medio, nuestras pieles se abrazaban manifestando aquello con el sonido de estas impactando ruidosamente. Sus gemidos eran débiles, posiblemente por intentar estar conteniéndolos mientras las embestidas eran todo menos cuidadosas.

Era inevitable, no podía controlarme, independientemente de no querer hacerle daño.

Para ser justos, ella se aferraba a mí con toda la fuerza remanente de su pequeña estructura para que no me alejara, ¿Quién era yo para negárselo?

¿Quién era yo para negarle esa satisfacción que le recorría tanto a ella como a mí?

La adrenalina bombeaba con la misma fuerza que yo lo hacía dentro de ella. La contemplé respirando pesadamente mientras sus uñas se enterraban en mis hombros y espalda baja.

Vaya.

Era simplemente más bella de lo que recordaba, con su rostro colorado, cabello enmarañado, y piel aperladamente sudorosa por la exhaustiva actividad.

Algo se sentía tan mal, pero tan bien al mismo tiempo, que me era imposible dejar de recibir los besos que sus labios jadeantes desperdigaban sobre mi quijada. Era simplemente imposible.

Éramos como dos imanes, atraídos sin nada de por medio que pudiese detener aquel frenesí de calidez y exasperación que emanaba de un lugar aún desconocido en mi interior y el suyo.


JI JI JI no he tenido tiempo de editarlo, así que quizás haya faltas de ortografía y eso 

Mañana o pasado publico el siguiente <3

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