Ⓕaя ✂ 0.0
Quería irme lejos. Lejos de mi exnovio acosador, lejos de mi familia conflictiva, lejos de mis amigas egoístas. Quería abandonar el mundo, y aquel proceso había comenzado ya hace un año aprendiendo idiomas para poder tener la oportunidad de irme lejos de una vez por todas. Lógicamente sabía español, pero podía hablar inglés e italiano fluidamente, además de un poco de japonés y chino que mi fascinación por la cultura asiática había sugerido. Contemplé mi maleta a medio hacer con algunas prendas desparramadas sobre ella y a su alrededor. Aún no tenía ni idea de a dónde iría, contemplé una postal de Milán bellamente iluminada en la noche, con un aeroplano en el borde inferior -que ante mi humilde dictamen- se encontraba aterrizando en la ciudad.
Añoraba pasear por aquellas calles angostas, sentir la brisa marina italiana. Podía sentir el queso de sus magníficas pizzas derritiéndose en mi boca.
No obstante debía dejar de fantasear con aquello, y ponerme manos a la obra en aquel futuro que en mis veinte años aún no lograba divisar con claridad.
Me desplacé por aquel pequeño apartamento que había arrendado ya hace un mes, desde el momento que mis padres priorizaron que mis estudios fueran tal cual sus frustrados sueños dictaban, en lugar de lo que mi corazón -por más cursi que suene- anhelaba, y tengan por seguro que eso no consistía en una carrera de ingeniería como a ese par les encantaría. Mis ojos estaban en otro lado, mis ojos no se despegaban de la remota posibilidad de conseguir un empleo que amerite el viajar por el mundo, algo que bien podría incluir desde el sector gastronómico hasta el servicio turístico.
Me planté frente a la ventana con vista al acueducto de la ciudad. Qué maravilla, es que nadie es capaz de comprender lo mucho que mis ojos se deleitaban cada mañana viendo cadáveres de perros maltratados flotando en las canaletas, y por ende poder sentir desde el fondo de mi imaginación el aroma que posiblemente emanarían. Debía largarme antes de comenzar a apestarme de estar encerrada en aquellas cuatro paredes rodeadas de individuos cortos de empatía, -y al juzgar por el metálico sonido de resortes- impresionante apetito sexual. Maldije a la madre de la emisora de unos insoportables gimoteos a unos metros.
-¡Ah! ¡Más! ¡Más fuerte, Jay!- Arrastró las palabras como si de un auténtico 'can hembra' se tratara. Sus quejidos se escucharon, seguidos de una sarda de palabrotas.
Negué cabreada. - Plebeyos.
La gente no tiene buenos modales hoy en día, es decir, puedo comprender que la señorita tenga la necesidad biológica de aullar una palabra referencial a las heces humanas propulsada por un inminente orgasmo, pero no tiene la necesidad de hacerlo cada noche, a las dos de la mañana.
Me acerqué a mi laptop abierta luego de recordar la tarea que dejaba en lista de espera desde hace tiempo, creando una contradicción al -inconscientemente- hacer lo imposible para dejarlo para último momento. Se preguntarán, ¿No deseabas irte desesperadamente?
Lo hago, realmente lo hago. Sin embargo es difícil en el momento que recuerdos azotan mi mente fervientemente, instancias de mi niñez, pubertad, el momento en el que tenía amigos.
Sí, digamos que decidieron dejarme de lado. No es mi culpa que se hayan cansado de verme sentada sin bailar en lo absoluto durante las fiestas, o que de la forma más honesta les recordara que son estúpidos. Es que, ¿A quién demonios se le ocurre que Nietzsche realmente era católico en el fondo? ¿O que Hitler en verdad era un espía estadounidense ocultándose de su propio gobierno?
Revoloteé los ojos sentándome frente a mi laptop. Debía dejar de rememorar a aquellas señoritas cuyo tinte rubio había acabado con lo restante de sus neuronas. Tomé mis gafas de pasta que se encontraban junto al vaso de agua a medio llenar, las acomodé en el puente de mi nariz viendo de forma escéptica algunas promociones en mi cuenta de mail.
"Gana dinero desde casa, sin hacer absolutamente nada" "Vuélvete millonario en segundos" "Desbloquea el código para hacerte rico, solo necesitas la clave de tu tarjeta de crédito"
Esbocé la mejor sonrisa cínica que mi subconsciente permitió. A diferencia de lo que se cree, la gente 'sin muchas luces' en imprescindible en el mundo, es gracias a ellos que el resto puede sacarles dinero y crear nuevos puestos de trabajo para gente como yo, lo que me recuerda...
Abrí mi archivo de Word con no más datos que mi nombre y edad escritos en él. Troné mis dedos aclarándome la garganta. Ávidamente, comencé a teclear los idiomas con los que estaba familiarizada, los numerosos cursos de cocina que había tomado en mis dos décadas de vida, las instituciones de enseñanza a las que había asistido, algún que otro curso de primeros auxilios, y por si les llegara a interesar mi pasión por leer y él "inmenso entusiasmo que pondré en superar cada desafío que se me ponga en el camino". Reí para mis adentros contemplando desde mi segundo piso una incoherente pelea de un niño y su progenitora, de la cual no se podía decidir cuál de los dos era el más infantil, y -temo admitir que gracias al vidrio barato utilizado en la ventana- por medio de mi impecable audición determiné que el pequeño no era el malcriado entre los dos.
Mis padres y yo teníamos las mismas peleas, un poco diferente, claro está que yo no estaba suplicando en la mitad de un estacionamiento por poder comer un plato de comida como aquel pequeño, cuya madre parecía estar bajo las alas de un proxeneta. Esta le propinó un golpe en el moflete ya hinchado y colorado. Ojeé la escena de forma desinteresada, algo acostumbrada pero perturbada ante aquel tipo de actos no menores a una violación.
El líquido biliar trepó por mi garganta. "¿Recuerdas lo que te obligue a hacerme aquella noche en el hotel? Te haré algo mucho peor si se te ocurre acusarme, perrita."
Sin lugar a dudas que lo seguiré recordando, incluso luego de postrarme en la cama y "caer en los brazos de morfeo". Solo ese recuerdo insignificante para algunos, bastó para darme ganas de pulir mi currículum con más saña. Mi entrecejo se frunció como signo de concentración al recorrer con la vista cada una de las oraciones escritas en el archivo.
Esperé impacientemente alrededor de una hora, hecha una bola sobre la silla de computadora. Decidí que era inútil esperanzarme en recibir una respuesta en tan poco tiempo, por lo que al comenzar a considerar en terminar mis maletas y escuchar una notificación de mi correo los vellos de mis brazos se erizaron. Tranquila, ___, puede ser otra persona esperando a que aceptes el ser millonaria desde tu casa.
Sin mucha fe en aquella alarma aguda y tintineante de mi portátil, suspiré audiblemente. Situé el cursor sobre el correo nuevo. Este se abrió. A través de la pantalla mi semblante atónito se reflejó sobre la notificación de Recursos Humanos en el extranjero, donde se hablaba de más de tres ofertas disponibles y lo ansiosos que se encontraban de contactarse con alguien joven que poseyera mis cualidades.
Con los ojos como platos, releí el mensaje; mi paciencia ha sido increíblemente dulce, solo espero que su fruto posea el mismo dulzor y no sea amargo.
[La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.] -Jean Jacques Rousseau.
------------------
Bienvenidos a esta nueva historia!!!! Supongo que habrán notado el inmenso esfuerzo que nuestra querida chica principal hace por evadir las palabrotas, y digamos que ello junto a su alto coeficiente intelectual es uno de sus encantos, xD, por supuesto sumado a sus instancias de arrogancia. La sabrán perdonar con el tiempo, y les prometo que le cogerán cariño.
Se espera enfatizar la naturaleza culta de nuestra querida joven narcisista.
Les agradecería que le dieran una pequeña oportunidad a esta historia que he planeado con mucho amor para ustedes, disfrútenla y denme su más sincera opinión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top