ⓟarty ♫ 11.0


|Narra Olivia|

La extasiada muchacha, dio varios brincos circularmente alrededor de mi cuerpo revestido en aquel conjunto cortesía de Kat. Un short negro de seda, con un top del mismo color con transparencias envolvían mi cuerpo, con un par de tacones altos como una torre.

−¿¡Y!? ¿Qué piensas Anne?- Le dedicó una mirada suplicante a la rubia, quien ojeaba desinteresadamente una revista sobre la cama, ya preparada para emprender marcha en cuanto el ritual de preparación para la fiesta hubiese culminado. Dirigió sus ojos a mi rostro embadurnado de maquillaje, haciendo un gesto con su dedo para que me diera una vuelta. Correspondí girándome lentamente, sintiendo como las armas mortíferas en mis pies trituraban mis dedos desalmadamente.

Se encogió de hombros volviendo los ojos a la revista. –Se le ve la mitad del culo, Kat.

Con los mofletes colorados de la vergüenza, tomé mi fiel abrigo negro preparada para adentrarme en el mismo. Kat lanzó dagas con sus ojos antes de quitarme el saco a la fuerza y lanzarlo al otro extremo de la habitación, le miré alucinada. –Por supuesto que no, tú no vas a arruinar mi obra de arte.-Refunfuñó mirándose ella en el espejo, acomodó sus cabellos cortos detrás de sus orejas, dedicándome una sonrisa tranquilizadora. –De todas formas el lugar seguro que estará medio oscuro, es una fiesta en la noche después de todo...

La rubia se puso de pie, exponiendo su despampanante cuerpo cubierto por el vestido rojo que lucía, corto aunque no ceñido a su figura. –Pues vamos, ya me estoy poniendo de malas... Están bien pendejas con estas cosas, ni que fueran a prestarnos atención.-Caminó hacia la puerta del cuarto dispuesta a ejercer presión sobre nosotras para que la siguiéramos.

Eso se sintió peor de lo que me hubiese gustado.

Por supuesto que no guardaba ninguna mísera esperanza de que Jimin me diera la hora del día, no obstante escuchar aquello de forma explícita es como si materializara la realidad de la que ya era consciente en mi cabeza.

En otras palabras, eres una aguafiestas, Anne.

[...]

Muertas de frío por la pésima elección de vestimenta, esperamos a que el guarda de seguridad comprobara nuestras identidades en la puerta de entrada. Deslizó sus ojos por la lista entre sus dedos, murmurando varios nombres a sus adentros. Tomó nuestros documentos de identidad volviendo a chequear la información con la que contaba en la lista, para luego asentir en modo de confirmación y devolvérnoslos.

Nos adentramos como alma que lleva el diablo, siendo que la temperatura fuera era más allá de intolerable.

Luces violetas y azules iluminaban en forma de rayos diversos puntos del gran salón repleto de seres danzantes y sudorosos. La música electrónica resonaba en altoparlantes situados sobre nuestras cabezas en varios puntos del recinto, mientras adultos jóvenes cuyos sentidos habían sido arrebatados por el alcohol nocturno se pavoneaban exagerada y ruidosamente.

El lugar estaba repleto.

Escaneé cada cara con paciencia, siendo más que consciente que mis compañeras nocturnas ya me habían abandonado para irse a hacer nuevos amigos. No veía a ninguno de los chicos aún, más importante, no detectaba rastro alguno de Jimin.

Comenzando a desplazarme sin rumbo alguno, sin nadie con quien conversar, me mostré como un bambi perdido ante el mundo –discoteca- sin que me importara en lo más mínimo. Socializar nunca estaba en mi lista de prioridades, a no ser que la fuente de dicha sociabilidad sea un coreano cuyos ojos se vuelven rendijas cuando sonríe y es chaparrito.

Suspiré fastidiada por mi propia desesperación.

Apoyé la espalda contra la barra, observando el horizonte de personas abarrotadas y con claras señales de sobre-estimulación y un lívido exacerbado por el alcohol. Enfoqué mi vista cuando detallé a un Jungkook con su novia muy cómodamente sentada sobre su regazo en unos sillones blancos y pequeños. Jungkook totalmente acaramelado flotaba en un ponche exagerado de afecto, con sus manos en la chica cuyo cuerpo no era muy modestamente cubierto por aquel vestido que a la imaginación poco dejaba.

No me apetecía conversar con él, y no es como si tampoco me fuera a agradecer que interrumpiera un momento candente con su chica.

Me permití el seguir escaneando el lugar con la mirada en busca de algo que lograra entretenerme lo suficiente. Mis ojos destellaron en el momento que una estantería, detrás de un cristal en el fondo del lugar, posiblemente en un área restringida, se extendía de forma casi obscena para mis codiciosos orbes.

Por supuesto que, dando grandes zancadas y esquivando a todo cuerpo que obstaculizaba el paso, corrí la puerta de vidrio que se encontraba bloqueada por un par de sillas.

Bufé a mis adentros.

Quién pensaba que esto iba a detener a una pareja hormonal de traspasar la puerta y usar aquel silencioso sitio como paradero coital, incluso les excitaría el pensar que no deben estar allí.

Me adentré en el lugar, unas pequeñas luces iluminaban el sitio, de seguro era una oficina de mantenimiento o gerencia, ya que este club nocturno de biblioteca no tiene nada.

Cerré la puerta para aislar mínimamente el ruido exterior, comenzando a recorrer la sensual biblioteca. Con un dedo tracé el lomo de algunos de los libros que se exhibían como muchacha en cabaret, calientes y a medio abrir. Los acaricié como si de criaturas se trataran, tomando uno de ellos con sumo cuidado para leer la contratapa del mismo.

Ah...

Pero qué belleza.

Hume, mi primer amor. Aquel filósofo cuyas ideas absurdas me hacían creer que era alguna especie de hipster por entender lo que decía sus textos y citarlos en debates con otras personas. Dejé el libro en su lugar, sacando otro.

Ah...

Este...-

−Olivia.

Mi fantasía sexual fue repentinamente interrumpida por una voz dulce y conocida. Arrojé el libro totalmente exaltada, tal como una adolescente que lo han pillado estimulándose a sí mismo en las penumbras de su habitación sumergida en pañuelos embarrados de algo sospechoso.

Mis mejillas, ahora encendidas, observaban al delgado muchacho caminando ahora en mi dirección, dispuesto a coger el libro que por su culpa había maltratado. Colocándose en cuclillas, lo tomó con sus pequeñas manos, para tendérmelo en un gesto inocente con su sonrisa jovial y brillante contribuyendo positivamente a la escasa iluminación de la sala.

No me resistí, le correspondí la sonrisa como niñata embobada, mientras contemplaba su precioso rostro con mejillas blanditas a menos de un metro del mío. –Jimin.-Hablé luego de lo que parecieron horas. – ¿Cómo te lleva todo?- Inquirí con curiosidad, mientras encastraba como un puzzle la pieza faltante en la estantería.

Todo excelente por aquí.-Confirmó, aun sonriendo brillantemente. –No te había visto en toda la noche.

Recién llegué- Repetí la frase que había memorizado de mi libro de coreano hace unas semanas.

¿Te estás divirtiendo?

En eso estaba...-Enarqué mi ceja recordando mi éxtasis previamente a que este se desvaneciera en el aire.

Se disculpó con la mirada, rascando su cuello de forma nerviosa. –No era mi intención.-Soltó una risita apologética mientras me miraba entre sus cabellos ahora desordenados. − ¿No quieres bailar?-Señaló con su refinada quijada en dirección a la pista de baile.

Me disculpé con la mirada. – Yo no sé bailar, Jimin.

Su sonrisa se amplió. No supe si fue por mi pobre pronunciación o por el hecho de que bailar realmente no fuera lo mío. Parecería una persona pisando cucarachas si lo intentara, y por el bien de Jimin prefería que él no tuviese esa imagen en su cabeza a media noche.

Me dio una leve palmadita en la espalda, pero fue más que suficiente para que mi cabeza y emociones se encendieran como un mechero. –Vamos, Olivia...-Miró suplicante mientras giraba su rostro como el de un cachorrito. –Vamos a divertirnos, no tienes porqué saber bailar.

Pero me da mucha vergüenza.-Mis mejillas ya calientes de antes, iban a simplemente derretirse.

Me dio un pequeño codazo a modo insistente. –Por favor....-Me dedicó una mirada de cordero en matadero.


Imposible resistirme, tú ganas Jimin.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top