Capítulo trece.
La poderosa nación ya había llegado a su cómodo hogar hace unas cuantas horas atrás en uno de los aviones privados que tiene a su poder para llegar a sus destinos de la manera más rápida posible. Él entró a su residencia en lo que sus manos se deslizaban por la corbata elegante de su traje para retirarla de su cuello y proceder a deshacerse de sus formales ropas.
—Día de mierda.
No es raro encontrar a Rusia enojado, tiene un carácter algo frustrado con cosas mínimas que le hagan estresar. Lo que provocaba su enojo el día de hoy era el quedar como un completo estúpido ante Estados Unidos; ese maldito le quiso provocar después de lo ocurrido con el pequeño país que fue México, pero sabía las consecuencias de dejarse llevar por la potencia.
Pasaba por los largos pasillos de su casa, observando con detalle los cuadros que posaban tranquilamente sobre las paredes opacas de éstas. Recuerdos y rencor le rodeaba el corazón de solo verlos, temía que se sintió de esa forma al ver al tricolor como un niño sin comprender lo que pasaba a su alrededor.
Por lo que escuchó el joven país es que México presenta autismo y aquello le hace muy difícil el tener que vivir su día a día (según lo que le dijo Bolivia) porque no le llegan a tener paciencia, claro ejemplo de USA.
—Quedé como un imbécil.
Gruñó y continuó caminando pero acelerando el paso para terminar en su alcoba. Justo en ese momento que creía que por fin iba a descansar de este pésimo día fue interrumpido por el tono sonoro de su celular.
Con molestia y mala gana contestó la llamada, preguntando quien era.
—Disculpe señor Rusia, soy el jefe a cargo de la primera estación de Moscú.
—¿Qué ocurre?
—Mire, lo que pasa es que tenemos preso a un país, creo su nombre es México.
Aquí vamos de nuevo. No dijo nada para colgar la llamada de forma seca, abandonó su lugar en la fría habitación y fue directo a la salida de su casa.
(...)
—Has estado muy callado.
Uno de los oficiales "charlaba" con el mexicano, estaba aburrido y en lo que esperaban a Rusia decidió hablar con él chico. La mirada perdida con ligeras gotas en sus ojos no le daba buena espina, "es otro fenómeno" dijo en sus pensamientos.
¿Por qué dejarían que una representación tenga esas condiciones? Ni ha de manejar bien su país.
—Papá va a estar muy molesto.
El hombre volteó a ver al encarcelado con una mueca rara, este tipo solo dice cosas al azar sin sentido alguno. Masajeó su barbilla con algo de nerviosismo, le incomodaba ya de cierta forma.
—Bolivia también se enojará conmigo...No me cantará canciones nunca más.
Es como un niño pequeño al parecer o lo veía comportarse de esa manera. Tal vez debería ponerse en sus zapatos y comprender su temor, quizás nunca haya pisado una cárcel y le de miedo.
—¿Él es tu hermano?
—Sí...me canta canciones y creo que no lo volverá a hacer.
Sus manos temblaron y se posaron sobre su cabeza, el llanto leve aumentó, de verdad estaba tan preocupado.
—Quiero irme de aquí.
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