Capítulo doce.
—Debe haber un error, y-yo tomé el camino a México.
¿Recuerdan que tenía una crisis por el celular? Ahora es por el hecho de estar en Rusia.
Fue directo con la azafata, sin mirarla a los ojos le habló.
—Una disculpa señor, pero en nuestros aeropuertos se coloca debajo de las filas el distino con color verde y los demás viajes con sus horarios de color rojo.
—N-Nadie me dijo de eso, ¡no puedo estar aquí!
Esa actitud fue muy extraña de la mujer, le daba miedo por como acutuaba de esa forma tan alterada.
Pero se puso firme, mirándole de mala manera para que se detuviera.
—Mire señor, no es nuestra culpa que no se informe. Con permiso.
Ahora solo está, con mucho frío porque no se llevó nada consigo más que su triste cartera.
¿Qué haría? No conoce a nadie, diría que iría con Rusia pero no lo conoce más que de vista y por la televisión o noticias del celular, además ni sabe donde se encontraría.
No se daría por vencido, debe buscar una solución. Como estaba en el aeropuerto debe de haber celulares, de esa forma se comunicaría con su padre y le pediría disculpas por desaparecer.
Caminaba rumbo a un teléfono publico con sus manitos en movimiento entre sus dedos, no paraba de pensar en lo malo que hizo.
Al llegar a ellos notó un pequeño problema.
La moneda.
¿Cómo iba a marcar sin dinero del lugar?
Más frustrado no puede estar, esto ya es un colapso y explotó. Comenzó a gritar y golpear lo que tuviese cerca, desacomodando a su alrededor.
La gente le miró con miedo y rareza, algunos llamaron a la policia para que se encargaran de ese fenomeno.
México no volvía a la realidad, ese estrés lo atravesó sin piedad y ahora se desquita por ello.
Seguiría de no ser que lo aprisionaron en el suelo, esposandolo.
—Lo tenemos.
Pero el tricolor no dejaba de moverse, haciendo que más oficiales lo tomaran para llevarlo dentro de la patrulla.
Al estar dentro del vehículo se asustó, mirando con sus ojos grandes a su entorno.
¿Por qué?
(...)
—Estarás aquí por unas horas.
Si que ese ruso era demasiado serio, ¿por qué debe toparse con ese tipo de personas?
Ahora reflexiona lo que ha pasado, lo que moralmente hizo mal.
Es como un niño pequeño, asustado y agobiado se encontraba dentro de esa reja.
Se posó sobre la dura cama, mirando una vez más sus manos para juguetear con ellas por un rato.
¿Qué tan mal le puede ir ahora? Papá no sabe donde está, él se encuentra solo en un país muy frío y lo tienen en prisión.
Ese mismo guardia que le dejó encerrado fue con sus otros compañeros para inspeccionar la cartera de la nación.
—¿No creen que deberíamos llamar a Rusia?
Uno de ellos mencionó a su país, no sería mala idea traerlo porque puede entender la situación extraña que hizo el mexicano.
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