🌺💐Capítulo Ⅴ💐🌺

El Desenlace Final de una Historia de Amor.
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(Periodo del 2015-17)

Washington, Julio 15 del 2015, Estados Unidos, 15:07pm.:

¿Qué la había impulsado hasta este punto? Tocar el timbre de aquella gran mansión reiteradas veces como si estuviese loca, era lo que hacia. Desesperación mas que todo era lo que se podía ver en su actuar. La forma en que su mirada y los gestos de su rostro sucumben a la ansiedad y consiguiente a la desesperación.

Recordaba lo sucedido hace 5años atrás, a perfección del todo. Como había sido tan fría y cobarde al haber huido de él, como había tenido el valor de dejarlo con la duda frente a lo que había declarado. Aunque eso fuese lo que la llevo hasta  ahí, su estado de animo cambia conforme sus toques al timbre cesan y sus manos se cruzan mientras se sienta en las gradas de aquel lugar. Pensando más que todo en lo que su hermano le había dicho hace un año atrás. Enojo y frustración como tristeza recorren su ser, se muestran en sus gestos y sobretodo impotencia en su mirada.

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Jerusalen Oriental, 30 de Agosto del 2014, Palestina, 20:35 pm.:

Las calles son silenciosas mientras se acerca a la morada de su hermano. Palestina se había alejado de ella desde hace ya varios años, discusiones tras discusiones se abrían y/o generaban cada vez que ambos se cruzaban.

Tan sea solo una mirada, tan sea algunas palabras o siquiera un saludo abría puerta hacia una discusión, era como si estuviese resentido por algo, odiándola por dentro y sin temor a manifestarselo cada vez que la tenia en frente. Pero, aun cuando la victoria se la lleva ella y cuando no quiso someterlo a un  juicio o siquiera imponerle algunas sanciones por su revuelta en Gaza provocando guerra, él siguió frío y cortante con ella. Aun más de lo que con anterioridad manifestaba.

—Que haces aquí!.—recriminó con enfado, tomándola del brazo y metiéndola a su morada de forma apresurada.

El enojo es evidente en su rostro tetracolor, en aquellos orbes verde oscuro y opacos existe un pequeño ápice de felicidad al verla, aun cuando el odio es más grande que su cariño, lo manifestó en su mirada sin siquiera pretender hacerlo. Y es por demás decir que la apreciaba mucho más de lo que ella podría creer y/o imaginar, era su hermana y nada podía cambiar aquel hecho.

—Por Allah, contesta mujer! ¡A que has venido hasta aquí!.—agitandola suavemente mientras aferra sus manos a sus hombros y acerca su rostro al de ella pretende obtener respuesta. Alterado más que todo por el que dirán la recrimina cuando muy en el fondo todo lo que sus manos quisieran fuese darle un abrazo.

—He venido a charlar contigo...eso es todo...—dijo de la manera más tranquila mientras intentaba tocar su rostro. Una mirada pacifica que guarda muy en el fondo el deseo de una reivindicación o una reconciliación.

Él se alejo y cruzándose de brazos dedico un poco de su tiempo a oirla.

—Habla de una buena vez.—de manera despectiva respondió, más que todo molesto.

—Quiero que me hables de mi padre, nuestro padre.—enfatizo la penúltima palabra depositando su mano derecha sobre su hombro (obviamente derecho).

—Que quieres saber de él.

—Todo, absolutamente todo.

Él aparto su mano casi con repudio y la miro detenidamente con enojo, con frustración...con dolor. Que más quisiera que aquel odio, rencor y remordimiento sean pasajeros como su mal humor; el pasado que los une no lo deja, ambos son prisioneros del tiempo que guarda aquellos sentimientos y los nutre de una manera preocupante.

—Que deseas saber de él en concreto, tu todo no es suficiente, debe haber algo en específico que deseas saber de él.

Dime como era, como era el color de sus ojos, como era su personalidad...todo.

En su voz se denotaba en más profundo deseo y anhelo que una joven mujer podría emplear en sus palabras, las ganas y ansias de conocer a quien se le privo hacerlo, por lo menos escasos fragmentos de aquella vida que forjó la suya.

—Era un buen hombre, tenia los ojos risueños, del mismo color del cielo, amable y gentil, sobretodo valiente hasta la hora de su muerte.

Había emoción en sus palabras, la manera en que salían de su boca y que sus labios pronunciaban con total respeto y solemnidad, una admiración que era envidiable ante su mirada. Su mente le negó formular sus verdaderas palabras, ser más amable con ella porque le recordaba a él, que su mirada se asemejaba a la de él, que poseía un rasgo de a quien le guarda tanto respeto y no es para menos.

Dime más.—exigió emocionada, sus manos posadas en los hombros masculinos ejercían una fuerza agitándolo de adelante hacia atrás.

—¡Pero que molestosa eres mujer, que más quieres saber, eso es todo lo que se!.—aparto sus manos con clara molestia y enojo, lo hizo de una manera brusca que asusto un poco a la fémina que tenia en frente.

—Mientes, lo sé, ¡te exijo que me digas más sobre él!.

—¡Con que derecho vienes a exigirme respuestas! Es más. —volvio a sostenerla de los hombros mientras la molestia se presenta en el tono de su voz.—¡Cómo te atreves a llamarme mentiroso!¡Y dentro de mi propia casa!.

—Por que soy su hija! ¡Tú hermana!¡Tengo el derecho de saber como era nuestro padre!.

Los gritos se oyen más fuertes cada vez que la conversación se va haciendo más larga. Precipitada a acabar en una tradicional discusión, inclinándose un poco hacia un final violento o posiblemente uno fatídico.

—Su hija...—empezo a mofarse de forma irónica y sarcástica.—¡Tú! Eres la razón por la que él esta muerto, ¡por tu culpa lo mataron!¡por tu maldita culpa Israel!.

Un silencio sepulcral reina en el lugar, mientras su mirada se cristaliza y permanece estática ante lo que acaba de oír. Sintiéndose culpable. Palestina dejo salir aquello que se prometió a si mismo no decir, era tarde para arrepentirse cuando el veneno de sus palabras habían ya hecho su evento en un inocente.

—Vete...vete antes de que cometa una tontería.—señalo la puerta.—vete antes de que te heche a patadas de mi hogar, ¡vete antes de que pierda la cabeza y la paciencia!.


Señalo la puerta de su hogar, la misma por la cual la metió con premura. Mostraba total neutralidad, una molestia perceptible en sus palabras pero no en sus gestos y escasamente visibles en su mirada. Lo que había hecho ya estaba hecho y no podia cambiarlo, no podría regresar minutos atrás para cambiar aquel hecho... Solo quedaba la resignación y la culpa que se mezclan con el desahogo y la satisfacción, se quito un peso de encima, uno entre muchos de los que sigue cargando hasta ahora.

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—No es mi culpa...¡no lo es!.—refuta entre dientes mientras sus manos se hacen puños y sus ojos se cierran en forma de impotencia.

América, quien desde hace un buen tiempo la había visto desde el ventanal de su habitación llegar, se disponía a atenderla, después de todo no podía ser descortés y mucho menos con ella que siempre fue cortés y amable cuando lo recibió en su hogar y le mostró las maravillas de sus tierras.

Abriendo la puerta de su gran mansión la vio a ella, llorando y lamentándose en las gradas. Su cabeza baja, mientras sus brazos abrazan con fuerza sus rodillas ocultando su rostro entre ellas.

Suspiró con resignación y se sentó a su lado, apoyándose en su hombro derecho su cabeza descansaba. Con la mirada fija hacia el extenso jardín delantero de su hogar, perdiéndose cada vez más entre los pasajes de su memoria y sonriendo con levedad.

Ella levanto su mirada, su rostro bañado en lágrimas de frustración se dirigieron a su costado derecho, viendo en silencio como el americano descansaba en su hombro en silencio y con la puerta de su gran mansión abierta. Ella también dedico su atención al jardín, limpiando sus lágrimas para evitar que la vea de ese modo, tal vez lo que pretendía hacer era demasiado tarde y por demás decir ya innecesario para ocultar su debilidad, su dolor.

—¿Por que llorabas?. —preguntó curioso sin despegar su atención del jardín, sin atreverse a siquiera mirarla.

—...—solo el silencio es su respuesta.

Él se levanto de su hombro y procedió a mirarla, odiaba verla triste porque borraba la felicidad de su rostro que la hace lucir hermosa y radiante como envidiable. Tristes trazos se han dibujado en su rostro, grises como un tarde de tormenta. Aun cuando el dolor se hace presente en su mirada no puede evitar sonreír, aun cuando el dolor decora su rostro no es capaz de arrebatarle su belleza. Al contrario, la resaltan aun más, haciendo ver sus ojos más grandes debido a sus largas pestañas azules lubricadas por sus lágrimas.

Sosteniendo su rostro con sus manos procedió a limpiar con sus pulgares algunas de sus lágrimas, con una sencilla sonrisa en los labios y con su mirada sumisa clavada en los mismos borraba las tétricas marcas de la tristeza de su delicado rostro. No había podido quitársela de la cabeza por más que quería hacerlo. No fue capaz de siquiera poder odiarla por su rechazo, no fue capaz de recriminarle por su mal actuar cuando la vio hace dos años atrás. Pero, ahí estaba ahora. Tal vez arrepentida o tal vez solo lo había venido a ver por motivos diplomáticos, por el momento su visita era extraña y enigmática.

—Ahora luces mejor...—acaricio con vehemencia sus mejillas.—hermosa como aquella vez en Sion.

América, lamento mucho haberme ido de ese modo, entre en pánico y huir fue mi única opción.—sostuvo su rostro con delicadeza, acariciando sus mejillas del mismo modo en que él lo había hecho con ella, el nerviosismo y arrepentimiento en el tono de su voz son todo aquello que él deseaba oír.—te pido que puedas perdonarme, no quería hacerlo...no fue mi intención hacerlo...

Bajo su mirada avergonzada, nerviosa y con miedo ante lo que posiblemente seria tal vez una represión ante su pedido, sintiendo culpa y buscando su perdón.

Te creo y te creeré si me dices que el miedo fue capaz de hacerte actuar de aquel modo, que aquel mismo te obligo a dejarme en aquel lugar esperando una respuesta más clara a la que me diste con tu huida.—solto su rostro, paseando en el acto la yema de sus dedos por los segmentos de su rostro hasta llegar a sus labios con decoro.—Te perdonare si me dices que fue el miedo y no él, que te hizo huir de mi.

Perpleja ante lo que él menciono se dedico a pensar en su respuesta, ¿a que se refería por él? ¿A quien tomaba por él?. Pero supuso que se refería al miedo y no le prestó la atención que debía.

Dime que me amas y olvidare lo que paso aquel 2010, dime que aceptas ser mi novia...dímelo. —casi en suplica se acerco a su rostro, cerca de ella se dedico a mirarla con detenimiento buscando una respuesta en su silencio.

—yo...yo...—tartamudeando bajo su mirada, contemplando la ansiedad en la mirada ajena cuando volvió a levantarla.

Había asimilado amarlo, lo había aceptado tras aquel beso que le había dado, le costo mucho dejar ir al reino pero debía voltear la pagina, escribir otra historia. Ser feliz nuevamente y tal vez solo esta vez podría ser lo completamente a su lado. Sus tiernas palabras fueron tan dulces que enternecieron su corazón. Nerviosa lo miro con detenimiento, acercándose a su rostro su mirada se paseo por sus labios, aquellos mismos a los cuales tuvo el privilegio y el agrado de besarlos. Uno apasionado, diferente al que él le dio aquel día, quería dejarle claro lo que sentía por él, algo que fue muy claro.

—Y eso!?.—sorprendido ante su actuar se quedo estático, colorado y alegre.

—Yo te amo, te amo mucho más de lo que he llegado a amar!.—repartio aun más besos en sus mejillas.—acepto ser tu novia América!.

Andábamos en la vida por diferentes rumbos pero en el mismo camino. Y un día el tiempo nos encontró lado a lado, mano a mano. Y los ojos se miraron, y ahí mismo entendieron que habíamos llegado a donde estábamos yendo. Que el destino éramos nosotros mismos, era ese lugar en los brazos del otro, que solo nosotros conocíamos.❞

T

an solo se abrasaron, sentados en aquellas frías gradas frente a la presencia del jardín de aquella mansión. Que más daba pensar en trivialidades de un futuro juntos, después de todo, soñar no cuesta nada.

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