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Despedida
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12 de Diciembre de 1947.

Un atardecer muy peculiar a decir verdad, un hermoso tono carmesi en las nubes aminoraban su extrañeza un poco, sus hermosos ojos azules, espejismos de un mar azul, se posan en el cielo intentando descifrar su inquietud, tantos problemas que circulan por su mente, tantos que son difíciles de calcular pero la atención solo lo capta una persona en especial, su protegida. La bella Israel.

Eretz Israel llegaba a ser su verdadero nombre, un nombre que resuena en su mente tras haberse despedido de ella hace muy poco, es triste y desoladora su estadía en una mansión tan enorme donde solo su entidad reside acompañado de las sombras y los murmuros de su conciencia.

Su mirada nostálgica muestra su profunda preocupación por la persona a la cual había agarrado cariño en tan efímero tiempo transcurrido. En su memoria yacerán el sonido de su risa, el resplandor de su sonrisa, el tierno mirar de sus ojos de iris únicos, el aroma de su cuerpo y el juego de sus cabellos cuando la brisa gélida la cercaban.

—Vaya día....—suspiró cansado, aburrido más que nada presenciando el simple silencio y la soledad de su indomable y rebelde alma que le dio la independencia.

Lo único que en estos tiempos le queda seria aquella pequeña pero bella imagen de postal de Israel sonriendo para él en su memoria, en sus pensamientos...

Hace 8 horas atrás....

[09:00 am].

Se levanto con el alba, algo fuera de lo normal, su vista que aun parece dormitar estando en vigilia denotan una gran preocupación manifestada en su forma de mirar el cielo que se torno gris. ¿Quién era el peor temor de Israel?. Esa era la pregunta que transitó por su mente durante toda la noche y volvió en pleno alba.

Sus pasos moribundos apenas logran sentirse mientras baja las escaleras con lentitud en dirección a la cocina a preparase un desayuno rápido, los pasillos lucen más vacíos de lo habitual y el sonido estresante del TIC TAC lo sacan de sus pensamientos volviendo en si en un dos por tres.

Dispuesto a tomar su desayuno cómodo en el comedor se percata de que hay un jugo de durazno a medio tomar seguido de un pastel de crema a medio comer, era muy obvio de quien se trataba aunque prefería creer que la hebrea tuvo un percance pero ¿que clase de percance?.

Mientras se pierde en el confín de sus pensamientos vagos, la mujer a la que busca, la hebrea, la hermosa Israel se hallaba en el patio de atrás en estado taciturno, pérdida en sus memorias encontrándose y buscando su mismo pasado.

¡Oh! Que tristes recuerdos y escenarios se hayan inmortalizados en su mente, tétricas situaciones que vivió en carne propia la atormentaran por siempre, porque los tiene grabados en la piel cual fuesen tatuajes o cicatrices que sanaron dejando horribles estragos en su ya inexistente piel tersa y suave.

Verse le provoca un temor y pavor indescriptible por que siente la presencia de quien más la daño, aquella pesadilla revivió al monstruo que de seguro no cesaría hasta verla sumida en la locura y alejada del puesto que se le designó.

Mira al cielo con desdén buscando respuesta tal cual alguna vez su padre en u momento de miedo y flaqueza busco en su humildad una respuesta, la respuesta a su verdadera existencia y su propósito a cumplir...pero ella no buscaba ello...buscaba redención, buscaba la salvación de las garras de su miedo, de su pasado, de aquel verdugo que ella resucito y del que por el momento no puede sacárselo de la cabeza.

Israel?.—la llamo a la realidad, captando su mirada perdida en el momento en que volvió en si.

Israel lo miró atónita, casi con miedo por que lo veía a él, se petrificó en su sitio al verlo envolver con su esencia impalpable al americano, al verlo posar sus finas garras en sus hombros y sonreír con aquellos enormes y afilados dientes cual fuesen las de una bestia sedienta de sangre y muerte.

Una epifanía, una revelación cayo sobre su mente como rayo fulminante dejándola shockeada. Por otra parte América, quien con anterioridad volvía a llamarla a la realidad se preocupaba al verla quieta, inmóvil, petrificada por algún factor que su mente no podía descifrar. Impaciente tomo sus delgados y frágiles brazos y la movió con suavidad reiteradas veces, intentando que volviese en si nuevamente.

Israel! Israel, answer please!.—llamaba preocupado al verla sumida en el silencio pero cuya mirada reflejaba un temor y pavor indescriptibles.

Eretz...Eretz Israel...—murmuraba por lo bajo, incrédula y vuelta en si.

América estaba confundido por sus palabras, por aquellas palabras que no entendía el por que las  decía pero las repetía una y otra vez hasta el instante en que sintió sus delgadas, suaves y frías manos sobre las suyas intentando salirse del agarre que el protagonizaba en sus hombros.

Eretz Israel?.—pregunto claramente confundido viéndola fijamente mientras su mente divaga en varias posibles definiciones para dicha palabra que antecede a su nombre.

Israel lo miro nuevamente fijamente a los ojos, como si no pudiese desprenderse de su mirada, sumergida en sus pensamientos y anonadada por lo que vio en su momento fugaz tomo por sorpresa con severa fuerza los brazos del americano, parecía haber caído en la locura por su repentino actuar pero simplemente estaba asustada....estaba asustada.

—Mi_mi nombre es_es Eretz Israel...—tartamudeo nerviosa, su mirada la delataba además del leve temblor de sus manos sobre los brazos ajenos.

América sintió su miedo, estaba asustada, de ello no había duda alguna, se quedo perplejo ante semejante revelación, era ante sus ojos la primera nación que llevaba dos nombres pero de los cuales solo uno era reconocido y el mundo la conocía por Israel pero no por Eretz Israel. Eretz.

Simplemente la abrazo para brindarle seguridad, se sintió aliviado al ver que ella correspondía su abrazo, pero aquel simple abrazo seria lo último en largos años que recordaría estando en guerra. La guerra contra quien alguna vez lucho hombro a hombro contra un mismo enemigo.

—No se lo vayas a decir a nadie por favor.—suplicó aun aterrada, era su verdadera identidad pero de todas las personas a las cuales pudo revelar confió en él.

Asintió con la cabeza dando a entender su respuesta y la encamino al interior de la mansión, se veía tan ensemismada que no se percataba del hecho de estar congelada y sobre todo el incesante sonido del teléfono resonando una y otra vez en la sala. El motivo de su estado nuevamente taciturno tenia un nombre en partícula.

Reino de Egipto.

Hello?.—preguntó por el teléfono que con anterioridad había ocasionado alboroto a su tranquilidad en la sala.

—América, good morning, no hay mucho que hablar debido a la escasez de tiempo pero es algo urgente.—habló la organización del otro lado del teléfono, había además de seriedad una notoria preocupación.

—Qué es?.—preguntó.

—Israel tiene un vuelo esperándola, debe partir necesariamente en menos de media hora a sus tierras, debe conocer a sus futuras autoridades.—aseveró agotado.—debes llevarla lo más pronto posible América.

Se quedo con la palabra en la boca al escuchar que colgó la llamada, estaba ciertamente triste, despedirse no era lo suyo y menos ahora que se vería difícil hacerlo debido al fuerte cariño fraternal que le había agarrado a la judía. Israel por su parte había escuchado un poco de aquella conversación teniendo en mente formulado su despedida, era momento de regresar, algún día tal vez volvería a dichosa tierra de la libertad donde fue hospedada amablemente por la persona más buena que conoció hasta el momento. El amable americano.

[09:30 am].

El viaje transcurrido al aeropuerto fue en completo y absoluto silencio, ninguno dijo palabra alguna, ambos mantenieron una distancia considerable sin cruzar murada alguna o compartir una conversación.

En la entrada el silencio es roto por el americano.

Israel, espero estés bien al regresar a tus tierras y no olvides que siempre encontraras un amigo incondicional en mí.—pronunció con tristeza abrazándola con todas sus fuerzas y sin querer soltarla jamás.

—Perdoname por todo aquello que te hice vivir con mi pesadilla, jamas olvidaré tu hospitalidad 'amrika.—correspondió el abrazo, derramando algunas lágrimas mientras su pequeña maleta caía al suelo haciendo apenas un perceptible sonido.

Ella se encamino para abordar el avión que tenia por destino Israel, su amada tierra, volteo a ver con la mirada nostálgica al americano y antes de abordar hizo un ademán de despedida siendo copiada por el americano.

Era la despedida más triste que había sucedido en su vida, pero no seria la última.

La volvería a ver muy pronto pero por el momento era preciso preocuparse por asuntos del gobierno que de su propia vida.

Despedida.

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