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El Amargo sabor de la Felicidad.
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15 de Noviembre del 2019, Washington - Estados Unidos, 14:20 pm.:
Ha transcurrido un mes con una semana tras lo ocurrido aquel día especial. Sentado frente a la ONU ha permanecido en silencio recordando aquellos episodios que por más que deseara no podría borrarlos de su mente. Lo que menos había imaginado que sucedería aquel día sucedió quitándole la alegría y tornando sus días radiantes en días grises de eterno tormento.
Se hecho la culpa y hacerlo no le devolvería a ella, tan lejos de él que es imposible alcanzarla, lejos de su alcance...
Una cita en las oficinas de la organización para charlar sobre el incidente fue lo suficiente para obligarlo a salir de la soledad de su mansión. Podrían aquella ojeras ser muestras fieles de su dolor, los ojos casi rojos como lo descuidado que se halla su cabellera y su rostro como también cuerpo una respuesta a una pregunta que es imposible formular en su presencia. Evitando tocar aquella herida que no deja cicatrizar prefiere tenerlo frente suyo para indagar más en el caso que alejarlo como las anteriores veces en que no tuvo tacto al mencionar la tragedia.
—Please, Could you tell me about what happened that day?.—pregunto con sutileza, viendo como tan solo al escuchar su pregunta el rostro del americano se torno más lúgubre.—hablame un poco sobre aquel día, relatame lo acontecido sin omitir ningún detalle, se que debe ser difícil para ti recordar...pero es preciso que lo hagas.—entrelazo sus manos sobre la mesa manteniendo la serenidad en su rostro y en sus palabras.—hazlo por ella, hablame de aquel día.
Él elevo su mirada, parecía un milagro que un le queden lágrimas que derramar cuando había llorado a mares, se quitó aquellas gafas oscuras que privaban de su mirar a cualquiera, evitando así que vieran lo devastado que se hallaba.
—No...no es fácil rememorar algo trágico...it hurts the soul just to remember it ....—un nudo se forma en su garganta a medida que su mente lo lleva a aquel día impidiéndole articular más palabras.
La organización le ofreció un pañuelo y él lo acepto con amabilidad, limpiándose aquellas lágrimas de impotencia y debilidad dio un suspiro profundo, sintiendo como más lágrimas y lamentos saldrían de sus ojos y de su boca.
Que hórrido era recordar aquel día cuando debió ser especial...
—Por favor tranquilizate, se que es muy duro para ti asumir su partida pero debes hacerlo, ayudanos para saber quien fue capaz de hacer algo tan arriesgado y cruel.
—Esta bien...te lo voy a contar todo...
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Grace Cathedral San Francisco, California - Estados Unidos, 30 de Septiembre del 2019; 15:30 pm.:
❝Era un día especial, parecía que el cielo se alegraba porque estábamos dispuestos a unir nuestras vidas...tan radiante como ningún otro, el cielo celeste estaba despejado, la brisa era tranquilizante, el trinido de las aves parecían despedirse o seguían celebrando la primavera, no sabia cual de los dos era pero no me importaba. La ansiedad corría por mis venas, envolvía a mi cuerpo de nerviosismo y llenaba mi estomago de mariposas que revolotean en mi ser provocándome un cosquilleo agradable. Los invitados llegaban y yo estaba presente en la iglesia, en el altar en compañía del Vaticano.
Vi como cada uno llegaba con enormes sonrisas, más de uno se acerco a felicitarme, personas que nunca pensé que estarían en el día más especial de mi vida estaban presentes, incluso enemigos políticos que hacían tregua para ver algo inusual y único ocurriendo después de varios miles de años.
La ansiedad hablaba por mi mientras mis movimientos desesperados se hacían más visibles, dejando de jugar con los dedos de mis manos y caminando en pequeños círculos me quede pensando en como se vería ella.
Saque del bolsillo de mi saco azul mis votos, los releí por décima cuarta vez, el sudor que existía en mis manos hacia que la tinta del bolígrafo se escurriera y se impregnara en la piel de mis manos y dedos, tan solo una sonrisa divertida y nerviosa emití cuando de repente la marcha nupcial comenzaba. Las charlas cesaban y quedaban en un silencio sepulcral, más de uno se asombro al verla tan hermosa como nunca antes lucio.
Todos suspiraban con sorpresa y comentaban lo hermosa que se veía al caminar con elegancia y timidez, con un porte de gran dama y con su característica sonrisa se adentro en la iglesia. El rojo de sus labios brillaba, la tenue luz del sol en plena tarde dibujaban un halo sobre su cabeza, mostraban un resplandor tras sus espaldas haciendola ver como un ser celestial caído del cielo, su velo se movía con solemnidad al compás en que sus pasos lentos y elegantes se acercaban a mi presencia tomandome por sorpresa.
Mi corazón latía de forma frenética, sentía que estaba soñando, sentía que pronto me desmayaría al verla en frente mio vestida de blanco y sonriendome con timidez y nerviosismo. El colorado de sus mejillas y el inigualable brillo de su mirada me decían que esto era real, que no estaba soñando y que pronto aquel ángel estaría a mi lado, la vería cada mañana al despertar, cada tarde al convidar y cada noche al dormitar. Que vería aquella sonrisa por siempre, todos los días de mi existencia serian premiados por su sonrisa y el sabor de sus besos, cada día sus manos tocarían mi rostro y sus labios emitirían el mensaje que su corazón me mandaba.
"Te amo" tan solo uno de vez en cuando seria una hermosa muestra de amor, sentir la delicadeza de su piel al rozarse sobre la mia, encontrarse íntimamente de vez en cuando y que sus labios emitieran mi nombre entre sonidos obscenos y lujuriosos...tan solo tenerla a mi lado bastaría para que fuera el hombre más feliz del mundo.
Lucia como una hermosa princesa con aquel vestido blanco, sus hombros al descubierto dejando ver pequeñas cicatrices de las cuales no se avergüenza, aquel collar que llevaba puesto le daba el toque de reina, aquella piedra de rubí relucía perfecto sobre su pecho acompañado del oro de aquel collar. Una hermosa corona de flores decoraba su cabeza, no estaba sobre su cabeza en efecto, rodeaba la misma entre hojas de oro y flores de porcelana de colores solidos y brillantes, decoraba parte de su frente dándole un aspecto único mientras que algunas hebras de su rizada cabellera semi suelta decoraban sus mejillas. Sosteniendo el ramo de flores en su manos me miro atenta, nos miramos fijamente sintiendo que nuestros corazones hablaban por nuestras miradas, confesando aquello que nuestras bocas jamas podrían decir con naturalidad y que jamás podrían articularlas de aquel modo. Sentí como nuestras almas se volvían una, sentí que al tan solo mirarla mi esencia salia de mi ser y tomaba entre sus impalpables manos la ajena, conduciéndola a un eterno vals primigenio.
—Queridos hermanos: Estamos aquí junto al altar, para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer Matrimonio. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.—daba inicio a la monición con sus amenas palabras.
Tan solo escuchar aquellas palabras sentí que pronto desprendería un mar de emociones frenéticas que alegraban mi día.
—Mi intención es amarte, quererte y apreciarte todos los días de mi existencia; ser aquel que te proteja de los peligros, ser el motivo de tus alegrías, ser quien limpie tus lágrimas en los momentos difíciles...ser tu apoyo de aquí en adelante para la eternidad.
Ella sonrió mas y su mirada parecía un regalo del cielo, hubiese dado todo para que el tiempo se detuviera escasos cinco segundo para seguir viéndola de esa forma, ver como aquel gesto nace en su rostro nuevamente.
—Mi intención es amarte, quererte y apoyarte por siempre; ser aquella que te de ánimos cuando flaquees, aquella que alegre tus días evitando que se hagan grises, ser el producto de tú sonrisa y el remedio ante tus penas.
Sus palabras me hicieron emocionante, mis mejillas se coloraron levemente, mis manos temblaban de la ansiedad de sostener las suyas mientras oía lo conmovidos que se hallaban nuestros invitados y testigos, soltando su tradicional "ahh.." en un suspiro enternecido por nuestras declaraciones.
Miramos ambos atentos al Vaticano y sentimos la ansiedad a mil recorrer nuestros cuerpos.
—Esposa y Esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?
—Sí, venimos libremente.—respondimos al mismo tiempo.
—¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?
—Si, estamos decididos.
Él nos invito a que expresáramos nuestro consentimiento ante nuestra unión diciéndonos:
—Así, pues, ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.
La mire de frente y ella copio mi acción, con al timidez del mundo recorriendo mi ser tome con mi mano derecha la suya, tan suave y delicada, Sonreí nervioso y ella también lo hizo.
—Yo, América, te quiero a ti, Israel, como esposa
y me entrego a ti, y prometo serte fiel
en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad,
y así amarte y respetarte
todos los días de mi vida.—aunque no hubiese sentido alguno en mis palabras sentí que debía decirlas tal cual eran sin cambiarlas, aferre mi mano a la suya sin pretender soltarla.
—Yo, Israel, te quiero a ti, América, como esposo
y me entrego a ti,
y prometo serte fiel
en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad,
y así amarte y respetarte
todos los días de mi vida.—sus palabras hicieron que mi corazón quisiera escaparse de mi pecho, la forma tan dulce en como salia de sus labios rojos me dejaron más que contento y feliz.
Nuestros dedos se entrelazaron con timidez, nuestros labios parecían temblar la emoción al ver que la ceremonia estaba a punto de culminar.
Era momento de la pregunta decisiva.
—Israel, ¿quieres ser mi esposa?. —el pavor recorría mi ser mientras ella se quedaba en un efímero silencio que parecía ser eterno.
—Si, quiero.—me respondió alegre con una sonrisa encantadora.
—América, ¿quieres ser mi esposo?.—me pregunto tímida, y su manos se aferraban a la mía conforme yo lo hacia más, sin querer soltarla...sin siquiera pensar hacerlo.
—Si, quiero.—respondí alegre y vi la felicidad en su mirada como en su sonrisa.
—Israel, yo te recibo como esposa y prometo amarte fielmente durante toda mi vida.—hable con sinceridad, la más pura verdad salida de mi corazón.
—América, yo te recibo como esposo y prometo amarte fielmente durante toda mi vida.—y ella me hablo con total ternura que me hizo sentirme afortunado de contemplar mi vida a su lado.
El Vaticano volvió a tomar la palabra.
—América, ¿quieres recibir a Israel, como esposa,
y prometes serle fiel
en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad,
y, así, amarla y respetarla
todos los días de tu vida?
—Sí, quiero.
Él se dirigió a ella haciéndole la misma pregunta.
—Israel, ¿quieres recibir a América, como esposo,
y prometes serle fiel
en la prosperidad y en la adversidad,
en la salud y en la enfermedad,
y, así, amarlo y respetarlo
todos los días de tu vida?
—Sí, quiero.
—El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ente la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Él invito a todos a alabar a Dios.
—Bendigamos al Señor.
—Demos gracias a Dios.—respondimos al unisono al igual que lo hacían nuestros invitados.
Llegaba el momento casi final de la ceremonia, me movía con severa inquietud al ver como sobre un pequeño cojín creo, Vaticano bendecía nuestras alianzas de oro puro.
—El Señor bendiga + estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad.
Dijimos amén y yo tome uno con nerviosismo, mis dedos temblaron al sostener aquel que decoraría el dedo anular de ella. Se lo puse con delicadeza, emitiendo una pequeña risa seguido de un suspiro efímero, mis ojos querían verla de aquel modo por siempre, no despejaba mi vista de ella y nunca lo haría...
—Israel, recibe esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.—su rostro esbozaba una enorme sonrisa mientras pequeñas lágrimas se aglomeraban en el borde de sus ojos bicolores.
Ella tomo el restante y me lo puso con sutileza, vi como sus dedos temblaban al igual que lo hicieron los mios, me miro con alegría, sonrió del mismo modo emitiendo una risa tímida y nerviosa.
—América, recibe esta alianza, en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.—sostenidos de las manos me regalo una más de sus sonrisas.
Obvie que debía decir mis votos y lo deje pasar, pero aquellas palabras debia decírselas si o si.
—Si alguien entre nosotros se opone a esta unión, que hable ahora o que calle para siempre.—preguntó a los presentes y ninguno alzo la mano oponiéndose lo cual me hizo sentir alegre y dichoso.—ahora os declaro, esposo y esposa. Ya puedes besar a la novia.
Había esperado con ansias la llegada de aquellas palabras, nos volvimos a mirar fijamente y sosteniendo con nuestras manos aquel ramillete nos miramos un instante, nuestras sonrisas parecían haberse sincronizado cuando las gestuamos, nos acercamos y nos dimos un beso, acerque su rostro al mio con una de mis manos libres tomando con delicadeza su mejilla. El rojo de sus labios marcaban los mios mientras nos besábamos, un beso tierno y dulce, sincero y verdadero, lleno de amor y pasión.
Volvimos en si cuando oímos la ovación de pie de nuestros invitados, cada uno aplaudía nuestra unión, felices por nuestra felicidad. Pensé que todos lo estaban, pero entre ellos habían dos falsos, emitían aplausos para no ser descubiertos, y nunca lo fueron...❞
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—Por favor toma este vaso con agua.—le ofreció la organización para calmarlo un poco.
Se había sumido tanto al recuerdo que volvió a sentir aquel dolor nuevamente, con mayor intensidad, como si no hubiese sido suficiente sufrir por su pérdida volvía a sufrirlo nuevamente, desgarraban su alma a tal punto de dejarla hecha añicos.
—Es difícil para mí saber que pude protegerla, saber que fue mi culpa que se fuera...saber que debí reforzar la seguridad cuando me dijeron que no era suficiente para tantos invitados.—con impotencia golpeo aquel escritorio con frustración, pasando sus manos por su rostro de aquella misma manera.
Tan solo la organización se dedico a observarlo, sabia que había cometido una seria falta a su palabra y a las clausulas de su acuerdo de protección a la hebrea, pero se compadecía de su dolor. Nadie hubiese imaginado que alguien atentara contra la integridad de alguien importante, puso en declive la seguridad mundial hacia las representaciones estatales, puso en histeria colectiva a quienes fueron testigos de dicha tragedia, en desconfianza a su palabra de protección.
—Prosigue por favor, esta vez se más breve...—pidio cordial a quien parecía estar perdido en su mente y atrapado en el recuerdo.
Con una mirada perdida en un punto cualquiera de la elegante oficina se perdió en su memoria, aferrándose a lo vivido hace un mes, aferrándose al recuerdo que debió ser el más especial y feliz de su vida. Ser una dulce ambrosía de verano en vez que una amarga sensación en la boca que no lo deja en paz.
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Sonesta Silicon Valley San José, California - Estados Unidos; 19:01 pm.:
El cortejo partió de la parte norte de California hacia la parte sur, el recorrido duró casi cincuenta minutos. En una limusina ambos permanecían abrazados cariñosamente, el descansaba su menos sobre la cabeza de su amada quien reposaba sobre su pecho con la mirada clavada en su agarre, un tierno agarre cálido en donde sus dedos se entrelazan y es visible ver sus alianzas, siendo esposo y esposa para toda la eternidad.
La ceremonia duro casi varias horas, un breve descanso basto para que en un abrir y cerrar de ojos llegara la majestuosa noche cubriendo el cielo con su oscuro manto estrellado.
En la recepción de aquel magnifico hotel las sorpresas aguardan, todos convidan antes de la llegada de los novios para iniciar la celebración. Una fiesta llena de algarabía que quedaría plasmada en la memoria de los presentes, no por lo feliz que fue durante varias horas sin siquiera ser un día, sino por la amargura que traía consigo aquella felicidad que se convirtió efímera en tan poco tiempo.
Los novios se presentan en el gran salón Cypress de aquel hotel, por más obstinado que se hubiese hallado América en poner en medio del salón como luminaria un candelabro de cristal, sus peticiones fueron denegadas y solo cumplidas cuando ambos ensayaron su típico y ambiguo vals, sin duda alguna no pagaría el coste acordado debido a que sus exigencias no fueron escuchadas.
Apenas la sonata romántica suena el ambiente se convierte romántico, el la invito a danzar extendiéndole la mano con elegancia y ella acepto contenta.
Con una mano dirigiendo sus pasos y con la otra sosteniendo su delgada cintura ambos dan vida al vals, movimientos elegantes y sofisticados que se realizan en el centro del gran salón.
El un, dos, tres...un, dos, tres, sus corazones se unen conforme sus cuerpos se acercan y se apegan más, cerrando los ojos y dejándose llevar por la tranquila música que suena, originada por una pequeña orquesta que contrato para hacerla más especial.
Un, dos, tres...un, dos, tres, sus almas se conectan y sus vidas se hacen una. Bailan un eterno y ambiguo vals, una danza tan antigua que perdura hasta nuestros tiempos. La forma en que sus miradas se conectan mientras su labios forman sonrisas francas es espectacular como único. El brillo en sus ojos, la vida en sus orbes, la alegría en sus sonrisas y el eterno amor en sus corazones que se deleitan al verse nuevamente mientras creen que deliran de tanto éxtasis en el aire.
Abrazados, ella con sus manos entrelazadas sobre su cuello y él con las manos entrelazadas sobre su cintura permanecen con los ojos cerrados, ella sobre su pecho escuchando el latir de su corazón mientras que él descansa sobre su rizada cabellera bicolor. Sintiendo la suavidad de la misma, aspirando el perfume que desprende su cuello al instante en que baja para decirle algunas verdades, declaraciones que la hacen sonreír aun cerrando los ojos, disfrutando del momento como si solo existiera uno en su vida, como si jamás volvería a sentirlo como lo siente ahora, con aquella intensidad, con aquella mágica que envuelve su ser. Los recuerdos quedan en recuerdos, el pasado queda en el pasado y su presente se convierte en el sueño de un futuro anhelado.
El vals termina y ambos se dan un beso, todos aplauden hasta que nuevos músicos vienen, traídos desde la mismísima tierra de su amada harían de este día uno especial y memorable. La musica que viene de la tierra misma que representa ella seria el más magnifico regalo que le daría, un presente que ella jamas olvidaría, un detalle excepcional.
Lo había acordado con los hijos de su pareja, todo estaba ya planeado y solo sus testigos sabían de ello. Cuando la canción sonó, emitida por las voces de músicos judíos al igual que de sus instrumentos una chispa encendió el corazón de su amada, quien al tan solo oir las primeras palabras de la canción empezó a levantarse un poco el vestido dejando ver sus zapatillas blancas de tacón alto y delgado.
Parecía que al moverse el dolor no existía, era tedioso utilizar aquellas zapatillas para un baile tan enérgico como lo era aquel, bailaba con total naturalidad sin importar que llevase aquel vestido, parecía usar un vestido común y corriente, tal cual la vio aquel día en el viñedo.
Sus movimientos alegres llamaban la atención al igual que la sonrisa que desprendía su rostro, alegrando a todos los presentes con su alegría y su sonrisa. Sus movimientos eran llamativos, ella bailaba con Grecia y Egipto, cruzando de brazo en brazo y dando giros leves en la acción. Egipto le seguía a perfección los pasos, parecían bailarines profesionales conforme los aplausos pausados y acordes a la musica se hacen presentes. Dos sillas son llevadas al centro, decoradas con moño y listones dorados ambos son sentados, él que aplaudía expectando fue llevado por la mexicana hasta aquel sitio. Levantados con cuidado en las sillas dieron giros divertidos al compás de la canción, cantando y tarareando la misma, emitiendo risas divertidas y nerviosas mientras son movidos sobre el aire en aquellas sillas.
Sus sonrisas decoran con alegría el sitio hasta que son bajados cuando la música cesa y todos aplauden. Cada invitado trae un presente, pasan las horas y convidan con sus más cercanos, en una mesa aparte están rodeados de sus testigos y su padre quien lo felicita por su matrimonio. El británico le regalo un hermoso collar de perlas a la fémina quien los recibió alegremente dándole un fuerte abrazo.
Un brindis que seria el último.
Salen a la pista a bailar en compañía de sus invitados, la tenue luz comienza a apagarse de repente, él sonríe con ella divertido y empiezan aun así a bailar. Un baile mortal.
Dos disiparon se escuchan en el lugar, la oscuridad ayuda a los perpetradores del hecho a realizar el trabajo por el cual se les habían pagado, es perfecto para huir e inculpar a quien permanecía siempre junto a la víctima.
La histeria es colectiva, todos gritan y buscan a sus parientes para sentirse protegidos, todos buscan la manera de refugiarse de aquel estruendoso sonido.
Las luces vuelven y dejan un panorama devastador, en sus brazos ella yace tendida, dos impactos de bala pusieron fin a su existencia en el día más feliz de su vida. Apenas asimila lo que ve.
—Israel...¡ISRAEL!.—vocifera histérico con ella entre sus brazos, viendo como manchas de sangre se hacen presentes en su abdomen y pecho.
Ella permanece en silencio, con los ojos cerrados y los labios sellados, no le responde y aquello lo pone más inquieto, solo un efímero instante cree ver vida escasa en su mirada que parece abrirse lentamente y cerrarse sin remedio alguno.
—Despierta por favor, vuelve a verme como lo hacias hace poco, no te duermas...no me dejes...please, don't leave me alone...—suplica con el rostro lleno de lágrimas.
Entre sus brazos ella desfallece sin que pudiese evitar que su alma abandone su cuerpo y lo abandone a él. Sus lágrimas caen en el rostro de quien más amo, convirtiendo el día más especial de su vida en una hórrida pesadilla que jamas pensó llegaría a suceder.
—Llamen una ambulancia!!.—pide con clamor ante sus invitados quienes impactados por lo sucedido lo ven con horror.
Una de las armas homicidas esta detrás suyo, de la parte de la cintura trasera de su pantalón cae el arma cuando la levanta del suelo.
Con ella en brazos todos lo miran con horror, culpándolo por la muerte de la fémina debido a que creen haber visto suficiente osadía y cinismo en su rostro.
—Asesino.—le dicen, lo culpan mientras todos le señalan con el dedo con histeria.
La oscuridad ayudó a que los asesinos escaparan pero su cómplice estaba ahí, presenciando la injusticia, callando lo que sabe. Sabiendo que ella no merecía morir, sabiendo que lo que hacia era un vil delito que pagaría caro, sabiendo que Dios la observa y posiblemente la castigaría.
Todos se alejan de él, los hijos de la fémina con horror le arrebatan de sus brazos a la fémina, lloran su muerte mientras a empujones lo alejan de ella. Creyendo fervorosamente que él es el asesino de su amada madre.
—Asesino!...¡mil veces se al maldito América!. —le grita Tel Aviv con lágrimas en los ojos mientras le propina un fuerte golpe en la mejilla que lo tumba al suelo.
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—Sucedió repentinamente, el cobarde aprovecho la oscuridad para matarla e inculparme de su muerte...—volvia a formar puños con sus manos. — yo no la mate...la amaba mucho...¡¿como podría ser capaz de hacer semejante barbarie?!.
Pasaba sus manos por sus cabellos viendo el inexpresivo rostro de la organización.
—Tu también crees que yo tengo que ver con su muerte...verdad....
—No, solo me quede atónito ante tu declara...—lo interrumpió.
—Sabia que eras igual que ellos, sabia que no comprenderías ni serias imparcial al juzgarme. I'm inocent, I didn't kill her, I loved her ... I loved her!.—vocifero dolido, se levanto de aquel asiento y se fue corriendo de aquella oficina sin que la organización tuviese tiempo de retenerlo.
Sin que hubiese tenido tiempo de llamar al FBI para que bloquee las salidas y así hablar amenamente con él, tal vez no comprendía su dolor, tal vez no lo sentía como él lo hacia. Después de todo no era él quien había perdido a alguien especial, no era él quien sufría tan solo recordar cada gesto de su ser, cada muestra de afecto...cada momento vivido.
En un abrir y cerrar de ojos un día tan feliz se convirtió en una tragedia, la felicidad en dolor y tristeza, y su reputación que estaba en la alta estima bajaba a la de un vil asesino de sangre fría y sobre todo cínico que los engaño con sus supuesto amor. Con el supuesto amor que profesaba a todo pulmón tenerle a la fémina israelí.
Un inocente que paga por una venganza, el regalo que nadie más sólo un enfermo podría brindar. Una muerte para recordar.
Fin.
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