🗻🌹⑶⑺🌹🗻
Un Viaje Inolvidable.
▲───────◇◆◇───────▲
1 de Noviembre del 2009, Michoacán-México, 20:35pm.:
Todo lucia tan colorido, había altares levantados en las tumbas rodeados de flores de un hermoso naranja fulgurante. Estupefacta y emocionada percibía la alegría del reencuentro en los corazones de aquellas personas que con ansias convidaban con sus difuntos.
La mexicana había sido tan amable al invitarla en un día particular, aunque ella no celebrase algo semejante se hallaba complacida con lo que veía y que recordaría.
—Este es un pequeño pedazo de lo que es el Día de los muertos.—manifesto con calidez, llevaba puesto un hermoso vestido rojo que resaltaba los colores de su piel.
Aquel hermoso rojo despampanante resaltaban el hermoso café de sus ojos, enormes y llamativos como sus carnoso labios rojizos, una perfecta sonrisa encantadora y un brillo en los ojos único. Un lazo rojo decoraba su cabeza de hermosos cabellos bicolores, empezando de un pálido rojo y terminando en un inmaculado blanco.
Tomo entre sus dedos un pétalo de aquella flor tan encantadora, la miro de cerca, aquel naranja si que era embelesante y cautivante, brillaba al contraste de las velas y de la luz de la luna que empezaba a ocultarse tras algunas delgadas nubes.
—Y como se llama esta flor?.—pregunto curiosa mientras observaba como la mexicana esbozo una tierna sonrisa.
—Esta es una cempasúchil, es muy popular en esta época del año, en mis tierras y la de mis hermanos centroamericanos.—respondió con aquella alegría que la caracterizaban.
Hasta el momento América había estado en silencio, observando aquella fiesta tan singular, no era la primera vez que la conocía, de hecho la conocía desde que ambos eran pequeños. Era una manera de recordar sus costumbres precolombinas, así México jamas olvidaría de donde proviene la otra mitad de su sangre. Un pueblo guerrero que fue sometido por su padre.
—Como siempre, estas festividades reavivan recuerdos del pasado ¿no lo crees México?. —habia añoranza en su voz, volviendo al pasado y llevando consigo a la fémina tricolor.
—Es inevitable...—suspiro con nostalgia.
Israel quedo excluida de aquel encuentro, no quería incomodar y decidió explorar el lugar por si sola, claramente sin alejarse mucho del lugar.
Como deseaba recordar a su padre, tener siquiera una foto suya para poder saber como era, si tenia los rizos blancos como los suyos o eran de diferente color, tal vez ni siquiera rizos... Si el color de sus ojos eran como los suyos o eran de un solo color, tal vez uno de los que lleva o simplemente diferentes a los suyos.
Tal vez verdes como los tiene Siria, tal vez naranjas como los tiene Irán, o siquiera verde oscuros como los de Palestina...posiblemente dorados como los de Jordania. Todo era relativo mientras camina con una gentil sonrisa en el rostro disfrutando del lugar, jugando con detalles que posiblemente hubiese llevado su padre.
Posiblemente hubiese sido un buen hombre, lleno de dotes magníficos, tal vez un rey gentil y humilde, guerrero y fiero, paciente y generoso. Varios aspectos que posiblemente llevaría en su personalidad, tal vez una envidiable...tal vez una deplorable. Solo había alguien que podría despejarle aquella duda y ese alguien era Palestina.
Solo sabe que fue un Reino, entregado en su totalidad a Dios y a seguir su voluntad hasta el fin de sus días. Un reino cristiano...uno al que opacaron...uno al que mataron.
Tal vez si hiciera eso en sus tierras podría sentir la compañía de su padre cerca suyo, tenerlo tal vez en frente suyo sin poder verlo con los ojos pero si con el corazón. Extrañarlo era imposible porque vivió sin él, jamás lo conoció y jamás supo como era.
Pero mientras va caminando y acercándose a algunos altares, dentro de su corazón revive un viejo amor que se va esfumando, lo recuerda aun y eso es una novedad mayor. Reino de Egipto tal vez estaría a su lado como le había prometido...esperaría por ella el tiempo que fuese necesario en el otro mundo. Solo ella lo recordaba a diferencia de Egipto quien era el hijo de otra revolución y no así de la República. Solo Siria era el hijo de aquel ya difunto.
Una lágrima resbala por su mejilla derecha mientras va recordando el instante en que lo dejo partir, un amor que nunca floreció y se marchito a tal punto de extinguirse completamente. Pequeños pedazos fueron llevados por el viento en un viaje eterno al pasado, transformándolo en recuerdos que solo uno recuerda...que solo uno es capaz de inmortalizar en su memoria.
—Egipto...—murmura cerca de un altar, pasando sus manos sobre aquellas flores naranja y sobre aquella lápida, intentando pensar que en aquellas tierras milenarias existía una tumba para él. —Se que estas a mi lado habibata...lo se...
Mientras divagaba en los recuerdos y divagaba por el lugar volviendo al pasado sin escapar del presente, América se había percatado de su ausencia y se había puesto histérico.
—Werita! Donde éstas!. —vociferba la mexicana en compañía de un paranoico americano que sucumbía ante la preocupación.
La mexicana se alejo del americano para facilitar la búsqueda, seria así más fácil encontrarla, siempre y cuando no hubiese salido del panteón.
Mientras aquello sucedió, América busco por doquier hasta que la encontró, se sintió aliviado al verla sana y salva aunque un poco distante de la realidad. Tal vez perdida en su memoria o simplemente observando como aquella familia recordaba a su difunto. Al acercarse noto el porque de su su estado, en aquella familia el padre había partido y con ello comprendía lo que le sucedía. Recordaban aun padre, aun cuando ella quisiera con todas sus fuerzas hacerlo no podía...le privaron del derecho de hacerlo cuando era pequeña, claro, eso obviamente lo sabia de su propia boca y de sus palabras en aquel día de Noviembre de 1947.
Un relato que lo dejo pensante, algo que fue conmovedor hasta tal punto de sentirse feliz de tener un padre a su lado, a pesar de que obvia aspectos que aquel hombre hizo para llevarlo hasta donde esta y convertirlo en lo que es. Lo hizo una colonia de su imperio, borro los recuerdos escasos de su infancia con lujo y cariño para evitar que en el futuro su desapego. Aun con todo aquello se sentía conforme con tenerlo como padre...después de todo es un Imperio antiguo que tuvo la gracia de seguir existiendo convirtiéndose en un Reino magnífico.
Uno entre muy pocos aun existentes.
—Que bueno que te encontré, no sabes lo preocupado que me tenias Israel.—la abrazo, aun cuando estuviese ausente viendo lo que sucedía no le importo darle aquel afecto.
El perfume de su piel era incomparable, una mezcla armónica entre rosas y jazmines con un toque de limón, su tersa y jovial piel eran tentaciones que estaba obligado a resistir de caer en ello. No quería asustarla ni mucho menos alejarla, la quería cerca suyo, mucho más cerca de lo que están ahora...mucho más de lo que alguna vez podrían estar.
Darse cuenta de lo que sentía y aceptarlo era una novedad, temía equivocarse y temía hacerle daño como también sufrir por aquel sentimiento nuevamente. Después de todo tendría que generar un vinculo entre ambos, esperar a que el tiempo le de la certeza de que no se equivoca...que le de la razón de que ella podía ser la mujer de su vida.
Tal vez aquella a la que tanto había estado esperando y para la cual se había estado preparando.
—America...—murmuro correspondiendo su abrazo, descansando sobre su hombro mientras intentaba recordar algún aspecto de su padre.
Era tan joven cuando la tragedia sucedió, era muy obvio que no lo recordaría por más que lo intentase.
Mientras aquello ocurre México los observa con ternura, era algo nuevo ver a América apegado a alguien que no fuese alguno de sus hijos o simplemente su hermano. Del bolsillo de su vestido saco su teléfono y con el los inmortalizo en una fotografía que prontamente seria uno de tantos recuerdos que quedarían de ella.
Guardo su teléfono y empezó a encaminarse ante lo que posiblemente en el futuro se consolidaría como una hermosa pareja inusual, interrumpiendo aquel abrazo que dejo algo sonrojado al americano y desconcertada a la judía, tomo de la mano a la bicolor.
—Werita...ven, te enseñare más de esta festividad ¿te parece?.—la calidez de su voz devolvían la alegría al corazón Dr la israelí que asintió con la cabeza sin siquiera pensarlo dos o más veces.—Entonces sigueme, te mostrare más sobre esta fiesta y te contare la historia tras ella!.
Ambas mujeres se van perdiendo entre la multitud, una con un resaltante vestido rojo de cuello abierto con algunos encajes y sostenido por los atributos de su hermoso cuerpo caribeño, y otra con un largo vestido de mangas largas y cuello en v de un naranja extremadamente pálido. En la simpleza de su mente y el egocentrismo de su mero aspecto se encamina a seguirlas, después de todo su deber aun sigue vigente. Proteger a Israel a cualquier coste y de quien sea ante sus ojos una clara amenaza.
Después de todo resulto ser un viaje inolvidable, lleno de cultura y emociones que se vivieron a flor de piel.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top