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Incidente
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Mezquita Tel Aviv de Al-Bahr, Israel; 20:45 pm.:

Temblaba ligeramente por el frío, las estructuras o huesos arquitectónicos del lugar eran tan ambiguos que se notaba a simple vista pero aquella ambigüedad le daba aquel toque mágico para que sobresaliera de todas, todas las nuevas mezquitas, un recordatorio de un pasado fragmentado.

Citada por el Reino de Egipto disfrutaba desde la ventana estar cerca del mar, escuchaba su murmullo con total solemnidad, tal cual fueran las pastillas que la ayudan a dormir y la hacen dejar de pensar en el pasado, dejar de pensar en Él.

Tras largas horas de espera y suspirando de cansancio por tercera vez decide marcharse hasta que escucha algunos pasos dirigirse hacia su presencia de forma serena.

—Mi hermosa flor...pensé que te habías marchado, perdona por la demora...—se excusaba emitiendo una pequeña y efímera sonrisa en el rostro.

Aquel rostro masculino que sonreía amigable ocultaba un terrible motivo por el cual se hallaba en aquel lugar, frente a la mujer a la cual debía matar. Ese era el motivo por que se hallaba ahí.

Empujado por los impulsos de la siria y de su propio ego tenia tras suyo aquella misma arma que se le había otorgado para matar a la hebrea, la derrota fue un sabor amargo difícil de digerir y mas de uno estaba inconforme con los resultados y en si, todos en la absoluta verdad mencionaban que ella había "jugado sucio" en la guerra. ¿Cómo de un día para otro había sacado armamento bélico para defenderse?¿como había dejado de ser tan vulnerable a ser un enemigo fiero que se aferra a su libertad y a la vida?.

Un silencio por el nerviosismo se apodera del ambiente, sus miradas se mantienen fijas la una sobre la otra, sus labios sellados se tientan a recrear algo hermoso pero prohibido, un ultimo roce, una ultima caricia...una ultima mirada antes del desenlace trágico de su historia de amor que por una parte jamas debió existir.

Pero, mientras ellos se miran detenidamente y en silencio más visitas llegan, por una parte el emir transjordano que acompañaba a Siria a presenciar el hórrido final, quería ver si el egipcio seria capaz de acabar con aquel error.

Egipto...—pronunciaron sus labios casi en un suspiro mientras sus manos sostenían aquel rostro masculino dando leves caricias en sus mejillas. —¿por que lo hiciste?

Egipto cerro sus ojos con resignación apoyándose en aquellas delicadas manos que sostenían sus rostro, disfrutaba de su suave toque, de su delicadeza al transitar por los segmentos de su piel verde llena de culpabilidad, el miedo se siente y lo consume conforme se va aferrando al recuerdo de la fémina que tiene en frente.

Israel...mi bella flor del Nilo...—dijo con ternura abriendo los ojos lentamente encarándola.—eres más hermosa que el recuerdo que tiene grabado mi corazón...

Sus rostros se acercan lentamente sucumbiendo a la tentación y la lujuria de un amor que aun existe y se niega a morir, un tierno beso que no se asemeja en absoluto al brusco que le dio en aquel jardín, ambos disfrutando de sus labios, de sus bocas que intentan consumir a totalidad la presencia ajena para tenerla en el recuerdo de su misma esencia.

Por otra parte Siria arde en celos, en ira que apenas logra contener de pegarle dos tiros a su enemiga y terminar con un tiro de gracia la existencia del reino traidor, la seriedad de su rostro es inquietante al igual que su silencio y su forma detenida de mirar entre las penumbras del lugar. Transjordania también observa con detenimiento la escena, su mirada se congela cuando divisa que una de las manos del egipcio se dirige a la parte trasera de su cuerpo y sostiene con firmeza un revolver.

Reino de Egipto, un reino enigmático tenia en sus manos el destino de un recién conocido estado de Israel, tenia en su poder la decisión de acabar con la vida de la judía o dejarla vivir y acabar con la suya, temía morir y temía perderla...sus manos temblaban a medida que cargaba aquel revolver para disparar sobre la personalidad de la judía. Tenia que hacerlo...tenia...

—Lo siento...—murmura. El beso surgido de sus impulsos acababa con sus palabras, dos muy simples pero profundas, la terrible confrontación frente a la desilusión de los ojos ajenos.

Israel, quien con anterioridad lo había mirado confundida ahora se halla más lúcida, todo por el beso álgido que siente en su vientre y la mirada seria y culposa de su amante, todo parecía ser un mal chiste, tal vez una triste realidad...tal vez una pesadilla de la cual jamas despertó ni despertará.

En su mirada donde el cielo y la tierra se confabulan hay un mar de desilusión en el cual navega el egipcio, el miedo que transmite sus ojos se refleja en el temblor de la mano que sostiene el revolver listo para arrebatarle la vida. El silencio es el testigo de su miedo, del pavor que ambos sienten, de aquel mismo que los consumen atrapando en el interior de sus labios sentimientos hechos palabras que jamás saldrían, no a menos que ellos mismos se lo permitieran.

Ella levanto sus manos retrocediendo y encarnándolo, manteniendo su atención fija en él y en su arma mientras que la siria salia de la penumbra junto con el emir que temblaba de miedo ante semejante escena de muerte que se crearía frente a sus ojos.

—Ahi la tienes...es hora de hacer justicia cuando nadie más lo hará. Dispara.—ordeno autoritaria, manteniendo una sonrisa en el rostro de satisfacción.

Egipto, aquel mismo que apuntaba directo a la cabeza de la fémina bicolor, a aquella que estaba dispuesto de quitar la vida temblaba de miedo, no quería matarla, no seria capaz de cargar con aquella culpa.

—Que esperas? Dispara de una maldita vez!.—la ansiedad y la crueldad de sus palabras ponían mas nervioso al verdugo y a su acompañante.

El sonido de un disparo resuena en el lugar mientras un cuerpo cae sobre el suelo ambiguo, iluminado por la precariedad de luz que entra por los ventanales existe un cuerpo tendido en el suelo, desangrándose mientras que otro huye en brazos de su acompañante.

Una bala, una vida.

Continuará...

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