7
Esa vez habia perdido los papeles. Ya no aguantaba mas las continuas decepciones que le ocasiona su hijo. Lo estaba persiguiendo alrededor de la mesa, armado con un palo de escoba. Naturalmente, no tenía intención de hacerle daño. Lo único que pretende era que las amenazas hicieran que ese chico de veinticuatro años sentara por fin cabeza, ya que no habia conseguido nada por las buenas. Pero la verdad es que nada podría cambiar su naturaleza perezosa e insolente.
―Papá, espera... ¿,Me explicas al menos que hice?―preguntaba Lay que en realidad se llamaba Yixing, mientras corría alrededor de la mesa tratando de escapar de la cólera de su padre.
―¿Quieres saber que hiciste? ¡Mejor seria preguntar que no has hecho! ¡Detente infeliz!
Zhang Ryan era un obrero especializado en una papelería y viva en Cecina desde hace un tiempo por sus venas corría un poco de sangre siciliana. Había emigrado a la Toscana en los años del boom económico, y aunque varias veces se habia prometido hacerlo, nunca habia regresado a su tierra natal. Pero ya se sabe que la sangre siempre tira, y por eso en las maneras en las expresiones y en las ideas de Zhang anidaba el rasgo indeleble de la mentalidad de su pueblo.
―Pero, papá, razonemos...―trataba de justificarse el muchacho.
―¿Acaso tú razonas? No te aguanto mas, ¿entiendes?¡No te aguanto mas! Siempre es lo mismo. "Su hijo no se esfuerza lo suficiente, a su hijo no le da la gana estudiar y patatin, patatan..."nunca me puedo sentir orgulloso de ti. ¡Nunca! ¿Sabes que me han dicho hoy tus profesores? "¡Su hijo jamás ha tocado un libro!" ¿Te das cuenta?
Exasperado, el hombre habia renunciado a esa inutil persecucion. El peso de los años empezaba a hacerse notar y despues de esa carrera ya jadeaba. Lay tambien estaba jadeando y aprovecho para descansar un poco.
―Mira, ¿lo ves? ¡Eso no es verdad! ¡Si he tocado los libros!
―¿No me digas? ¿Cuando, para ser exactos?
―¡Cuando los compre!
Lay rompió a reír con ganas, pero el padre no entendió la broma. Al revés. Ciego de la rabia, se quitó un zapato y lo lanzó al otro lado de la mesa. Lay lo esquivó con un salto atlético, el zapato se estrelló contra una mesita que habia en un rincón, de la que se cayo al suelo una imagen de la virgen rodeada de flores artificiales y velas encendidas, una de las cuales se rompio.
La recogió una viejecita, que indiferente a lo que estaba ocurriendo, rezaba en silencio arrodillada en el reclinatorio mientras desgranaba el rosario que tenía entre las manos. Una vez que hubo recogido la vela que se habia caído al suelo, sin quejarse volvió a sus oraciones.
―¿Lo ves? ¿Ves como siempre tienes la culpa? ¡Y además te atreves a hacerte el gracioso! ¿No te da vergüenza! No eres mas que un inútil ¡Para empezar, ya te puedes ir olvidando del coche!
―¡Pero, papá no me puedes hacer eso! ¡Acabo de sacarme la licencia, no puedes quitarme el coche! Ponme trabajos forzados, pegame, hazme daño, lo que quieras... Pero, ¡el coche no, por lo que mas quieras! ¡Lo necesito para practicar! ¡Ya sabes que no conduzco muy bien!
―¡Cierra el pico! ¡Tienes licencia solo porque el buenazo de tu tío es el dueño de la autoescuela y te la regalo, pero no te la mereces! ¡Eres un inútil, has tardado un en aprender un par de cosas sobre cómo se lleva un coche, pero sigues sin saber conducir! ¡Das pena, deshonras a la familia! Pero no voy a quitarte solo la licencia.
El padre se acercó, lo tomó de un brazo y lo jalo sin hacerle daño.
―También te voy a quitar el domingo, asi no podras dedicarte a vagar con esa pandilla de zoquetes con los que te juntas. Y que te quede claro, la próxima vez que un profesor me diga que no has estudiado, te sacó de la escuela y te mando a trabajar, ¿entiendes? ¡Me da igual, te saco aunque estes en último año!
Callo unos segundos, tratando de calmarse y de recuperar el aliento, pero sin soltar el brazo. Luego prosiguió:
―Y ahora, vete a tu cuarto y no aparezcas hasta que hayas terminado de estudiar. ¿Quedó claro?
Le solto el brazo y lo empujo fuera del salon. Pero enseguida lo hizo regresar. Se puso delante de él y extendió la mano. Lay lo miró con un gesto interrogante.
―Entregamela.
Zhang Ryan hablaba con un tono inusualmente amenzador.
―¿Que, perdona?
―¡Que va a ser, idiota! La licencia. ¡Contigo nunca se puede estar seguro!
―Pero, papá... y si me paran en un control, ¡que hago?
―¡Claro, lo sabia! ¡Estaba seguro! ¡Tenías pensado conducir en coche con tus amigos! ¡Es de locos! ¿Es que nos has entendido nada? ¡Que no, hijo un castigo es un castigo, hasta que apruebes los exámenes que te falten no vuelves a tocar el volante!
―¡Papá seré el hazmerreír de todo el mundo. ¿Como hare para salir con chicas o chicos?
―¡Pues sales con ellos en autobús! O si lo prefieres en taxi! Me da igual, ahora dame tu licencia.
―Pero, papá...
―¡Oye, si no me la das, yo mismo te la quitare por la fuerza!
Lay sabia cuando habia llegado el momento de ceder con su padre, y para su desgracia lo unico que podia hacer ya era obedecer sin chistar. Zhang tenía la cara roja y las venas del cuello hinchadas; iba a estallar en cualquier momento.
Muy a su pesar, extrajo la cartera del bolsillo trasero del jeans, la abrió y sacó la licencia, que todavia olia a nuevo, y la puso en las manos de su padre.
―Mirala bien, porque no la veras a ver antes de julio. ¿Entendiste?―dijo el hombre riendo.
Lay dio media vuelta y, abatido y enojado, despotricando entre dientes contra su padre, los profesores, la escuela y contra todo aquello de dudosa naturaleza que debía estar en su contra, en vista de la mala pata que tenia, se refugió en su habitacion.
En cuanto el hijo hubo abandonado el salón. Zhang Ryan se dirigió a la anciana que rezaba en su rincón.
―¡Que verguenza! ¿Me entiendes? ¡Ya estamos a mitad de curso y todavia no ha abierto un libro! ¿Como piensa construirse un futuro? ¡Es de locos! Pero...¿mama? ¿Me escuchas, mama?
La mujer estaba en realidad tan concentrada en su rosario que no habia oído una sola palabra de lo que habia dicho su hijo, quien todavia mas airado, salio de la habitacion murmurando:
―Desde que hace tres años vio a la virgen parece sordomuda. ¡Que vida! Un hijo que no hace nada y una madre atontada...¡Bah!
Mientras tanto Lay se habia encerrado en su habitacion, que mas que habitacion parecia realmente una pocilga: desorden por todas partes, la cama deshecha, la televisión encendida con la PlayStation puesta, con un juego en pausa desde quien sabe cuanto tiempo. Había ropa aqui, y alla, tambien en el suelo; las hojas del armario y los cajones estaban abiertos. Una guitarra y nos bongos estaban tirados en el suelo. En las paredes posters de bandas y futbolistas algunos con las esquinas rotas. Sobre una cómoda llena de calcomanías estaba la foto de su madre, y al lado, en una estantería, una polvorienta colección de latas y botellas de cerveza. Había una valiosísima colección (al menos para el) colección de cómics esperando imperturbable a que alguien que se decidiese a leerlos, pero lo peor eran restos de comida esparcidos por todas partes.
Absolutamente indiferente a ese manicomio, el chico encendió el equipo de música que estaba a lado de la foto de su madre, y se sentó en la silla giratoria. Resoplando, abrió un libro al azar que habia sacado de la mochila y empezó a leer unas paginas con pocas ganas. Lo rescato el tiembre del celular. Encantado con aquella interrupción inesperada, Lay le respòndio a Chanyeol, su mejor amigo desde hace años, un chico tan desganado y vago como el, o incluso mas. El amigo lo llamaba para contarle que esa mañana por fin habia conseguido aprobar el examen para la licencia de conducir, y que despues de una larga espera se la habian entregado.
―¿Qué me dices, te paso a buscar a las nueve y media?
Lay le contesto a su pesar tenía que quedarse en casa estudiando, porque se lo habia mandado su padre, y le contesto tambien como pocos minutos antes habia sido privado de su bien mas preciado, a su entender injustamente.
―¿Estás seguro? Están mis primas...¡esas que te gustan tanto!
―Oye, de verdad no puedo.
Viendo que no podía convencerlo, Chanyeol dejo de insistir.
―De acuerdo, otra vez será. ¡Adios!
Lay colgó el celular y se puso nuevamente a estudiar, o por lo menos intento hacerlo, pero su mente estaba en otra parte. Al cabo de una media hora de que esa noche no iba a conseguir aprender nada. De modo, que sin pensarlo dos veces, salio de la habitación y se dirigió a paso rápido al salón.
N/A
No busco ofender a xing. Esto es solo ficción, amo mucho a mi ovejita y abejita tambien. Se lo talentoso que es <3
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