6
Oh Sehun
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Lee Donghae
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Love
La tarde pasó rápidamente para todos. Dongwook hizo algunas visitas para despedirse de los amigos mas íntimos en nombre de la familia y del suyo propio, prometiendo llamarles por telefono y mandar postales.
O al menos eso le contó a su mujer .
Joo Young estaba muy atareada en cajas lo estrictamente necesario, mientras que Sehun, con la música a todo volumen, tumbado en la cama de su habitacion, recorria con la mente los dias felices que habia pasado con sus mejores amigos. Trataba de imaginarse su nueva vida en Italia, a sus nuevos compañeros de escuela. Daba vueltas las manos a los pequeños regalos que sus amigas le habian preparado para la ocasión: una foto de recuerdo tomada en una excursión, un CD con canciones que habian servido de banda sonora a los momentos de ternura que habia vivido con el chico al que queria, una libreta llena de frases breves escritas por ellos y un video filmado esa misma mañana. Pero lo mas importante de todo era sin duda una pequeña concha que alguien habia recogido ese verano para el. Alguien le habia robado el corazon y un beso, y tambien algo mas, por primera vez. Un caballero al que le habia dicho adios esa mañana.
Se levantó de la cama y rebusco en un cajón lleno de ropa interior. Extrajo un pequeño diario y con el apretado contra su pecho, volvió a tumbarse.
Unas manchitas oscuras se dibujaban sobre las páginas a medida que las pasaba; instantes de felicidad capturados para siempre en el papel, congelados de tan maravillosos como eran, tanto que el paso del tiempo no podía desgastarlos, y ahora marcados por lágrimas derramadas por la nostalgia y por el recuerdo de tardes que habian pasado juntos, de noches en el cine, de encuentros secretos en la biblioteca de la escuela, para poder estar unos solos unos minutos entre clase y clase, y de tardes en la playa, que servían de fondo a románticos paseos tomados de la mano.
No queria abandonar aquellos lugares, no queria ni podia, una parte de él lo retenía. Evoco su fabuloso verano, un verano maravilloso, quizá único, y aquella conchita era el testigo de un amor que habia surgido en primavera y que enseguida habia sido sometido a dura prueba.
Las lágrimas se transformaron en un rio desbordado por el recuerdo de aquella noche...Solo la lluvia. el mar y ellos dos, el deseo de juntarse mas, escalofríos que recorrían la espalda y profundos suspiros, ropa que se quita y manos que se entrelazan, la arena sobre todo el cuerpo... El bochorno, el miedo y luego la felicidad de aquel pequeño dolor, la dicha de ser como uno solo y luego quedarse ahí, echados, mojados por la lluvia y por las olas del mar, mirando las estrellas e inventando el mañana... y una excusa para justificar la tardanza, reír, bromear, sentirse una persona nueva, mas hermoso, hombre al fin, y no querer ya marcharse, besar otra vez y una vez mas, una noche mágica de agosto.
Y asi, acunado por los recuerdos y los ojos todavia húmedos por las lágrimas, indiferente al volumen de la música, Sehun se quedó dormido, estrechando entre sus manos su pequeño tesoro, y en el corazón, las promesas de llamadas por telefono, de correos electronicos de vacaciones que pasarian juntos, pero sazonadas por la amargura de no poder verse de nuevo, por culpa de ese maldito fútbol de salón, tan importante que les impedía un último beso, último abrazo.
Solo unos minutos despues de que se hubiera abandonado en brazos de Morfeo, la madre entró en la habitacion, extrañada porque no oia ningun ruido aparte de la música. Al encontrarlo muy dormido, muy a su pesar lo despertó dulcemente, regañandolo por no haber empezado todavia a guardar sus cosas.
―Mamá, ¿crees que seremos felices en Italia? ―le pregunto Sehun todavia amodorrado, mientras se sentaba con las piernas cruzadas sobre la cama y con las manos se frotaba los ojos.
―Estoy segura de que si. ―lo tranquilizó ―¡Ya veras como alla encontraras buenos amigos, y a lo mejor hasta un nuevo amor!―le dijo sonriendo y con el tono de prever lo que iba a suceder.
Un poco azorado, Sehun no respondió nada, pero penso para sus adentros que no necesitaba encontrar un nuevo amor. No queria sufrir mas por eso. El que tenia estaba muy bien, pese a todos sus defectos y a su maldito futbol de salon. Aunque seguramente pensando de otro modo si hubiese sabido que la excusa del futbol de salon era un rubio en ese instante estaba improvisando para el un alegre striptease en el chalet de su papa, entre copas de champán y sábanas de seda. En verdad que muchas historias serían diferentes si las personas contaran menos mentiras, pero no podemos impedirlo, si las cosas son de una manera significa que hay un motivo por el que deben ser asi.
―¿Quieres que te ayude con toda tu ropa? ―pregunto solicitando la madre.
Sehun hizo un gesto negativo con la cabeza.
―Ahora me pongo manos a la obra. Veras que para la cena todo listo y ordenado.
La madre asintió poco convencida porque sabia perfectamente que no podía fiarse mucho. En efecto, Sehun se paso no solamente toda la tarde, sino buena parte de la noche guardando sus cosas en las cajas, y al dia siguiente no estaba seguro de haber empacado todo lo necesario, temía haberse olvidado de algo importante.
Asi, cuando sus padres ya estaban listos para partir, el seguía revolviendo los cajones y los armarios para asegurarse de que habia tomado lo necesario para los primeros días en Italia.
―¡Sehun!―grito la madre desde la planta baja―¿Quieres darte prisa? Solo falta meter tus cosas en el coche para que nos podamos ir.
―¡Voy, voy!
Antes de bajar, Sehun se detuvo a mirar un instante las paredes desnudas de su habitacion, que hasta unas horas antes estaban llenas de fotos y posters. Los muebles ya no contenian sus cosas, una gran tristeza lo embargó e hizo denodados esfuerzos para no llorar. Sin mirar atrás, tomó la maleta y bajo corriendo las escaleras.
―Me da miedo haberme olvidado de algo.
―No te preocupes, el resto nos llegará dentro de pocos días con el transporte internacional. De modo que, a menos que se trate de algo de vital importancia, puedes estar tranquilo.
Sehun abrazo con fuerza a su madre y de nuevo se procuro no llorar; aun asi, alguna lagrima silenciosa resbalo por su rostro, dejando huella en sus ojos brillantes.
Hubo un momento de silencio, tras el cual Joo Young se dirigió a su marido:
―¿Porque tenía que pasarte precisamente a ti, Dongwook?
En esos instantes, durante los cuales realmente se despedían de su vida, muchas dudas acuciaba su mente, aunque trataba de ocultarlo.
―La competencia es un enemigo despiadado, tambien para los bancos.
Dongwook intentó por todos los medios evitar la mirada de su mujer, porque sabia perfectamente que si le escrutaba los ojos descubrirá enseguida que estaba mintiendo.
La suerte quiso que los perros de casa, Vivi y Daisy jugarán a perseguirse, y que pasarán entre los dos, chocando contra Joo Young, casi tirándola al suelo. Todo ello bajo la mirada alegre de Sehun, feliz de que al menos sus mascotas seguían a su lado, llenandole los dias tambien en Italia.
―Okay, ya estamos todos.
Dongwook dio un tirón y la puerta del maletero se cerró. El ruido sordo de la carrocería retumbo en el aire amenazador. Con un nudo en la garganta, Sehun no pudo hacer otra cosa que acercarse tristemente al coche y sentarse en el asiento trasero.
Mientras el coche se alejaba por la avenida, el chico se volvió un instante para dar su último y melancólico adiós. Ahora que la imagen de la casa, de su casa, se empequeñece cada vez mas, le venían a la mente los recuerdos de los amigos y de su amor, a los que quizá no volvería a ver mas. No pudo contener los sollozos.
Al revés que Joo Young, Dongwook no trato de consolarlo, sabiendo que aquella habia sido una decisión difícil, pero que habia tomado con el fin de brindar una vida nueva y tal vez mejor a su hijo.
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