☙ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 14 ❧

Estaba feliz. Tras una comida incómoda y extraña, el rubio había sido acompañado por el gato a su casa, hablando de un tema que ninguno sabría decir cómo comenzó: hablar de tocar la guitarra.

— Parece que te interesa mucho el tema. — dijo el rubio en voz baja mientras jugaba con sus dedos, sonriendo de forma nerviosa y leve. Caminar por la calle con la persona que te gusta era un arma de doble filo; bueno por estar junto a él -sobre todo a solas, eso es lo mejor- y malo por los nervios. Su corazón latía con fuerza y rapidez, como si quisiera salir a abrazar al felino ahora mismo. No, definitivamente quería hacerlo.

— Es que... — empezó a decir el menor. Sus mejillas estaban sonrojadas y se rascaba la nuca, también nervioso; aquella imagen no podía ser más adorable ante los ojos de carbón, incluso bajo las gafas de sol -las cuales se maldijo tener puestas, le habría visto mejor sin ellas-. No pudo evitar sonreír con más ánimo. Se sentía tan... —. Quiero dedicarle una canción a mi novia.

Y el momento se acabó.

Su corazón se encogió, incluso sintió que dejó de latir unos segundos. No sabe cómo pudo mantener la sonrisa.

— Pue-puedo echarte una mano. — se ofreció, arrepintiéndose al momento. ¿Qué demonios hace? Acaba de ofrecerse a ayudar a su Crush con la novia, ¡Debería no decir nada!

Quiso negarse, decir que no sabía si tenía tiempo... Pero los ojos rojos del mismo estaban conectando directamente con los suyos; brillaban con tanta alegría e ilusión que no era capaz de hablar, ni siquiera podía apartar la mirada de él —. ¿De verdad? — Solo después de escuchar su voz salió de sus pensamientos.

— Claro. Mis hermanos y yo tocamos la guitarra desde niños. — Esbozo una sonrisa que pretendía ser tranquila; pretendía porque...

«¡No, cállate! ¡No aceptes!» pensaba, echándose la bronca a sí mismo, «Agotas tus posibilidades con Gum-»

Contradiciendo sus pensamientos, un abrazo llegó repentinamente. Unos brazos finos rodearon su cuerpo por la cintura, puesto que debido a la diferencia de altura, no podría ni aún queriendo, abrazar su cuello sin ponerse de puntillas, razón por la que además la cabeza del peliazul acabo sobre el pecho del alto. El cuerpo del gato se sentía tan pequeño, cómodo y cálido que el de gafas no encontraba comparación.

¿Como un sol abrazando su corazón?
¿Como un fuego que no duele rodeando su cuerpo?
¿Tal vez un baño de plumas?

Nunca había sentido nada de eso, pero sentía que tampoco se podría comparar; Gumball estaba haciendo notar que era único, incluso sin darse cuenta.

— ¡Gracias, gracias, gracias! — De nuevo, fue la voz del gato lo que le sacó de sus pensamientos. Cada vez que hablaba, sentía que debía prestarle toda su atención y vaya que lo hacía, incluso aunque el dueño de aquella voz no era consciente del efecto que tenía sobre él.

O eso pensaba Hot Dog Guy; Gumball, al tener la cabeza en su pecho durante aquel abrazo -que por cierto, el alto había tardado en corresponder-, podía sentir con claridad el latir rápido del mayor contra su mejilla y oreja. Cualquiera diría que unos latidos rápidos, solo podrían alterar a quien los escuchara, y sin embargo para el gato fue una sinfonía maravillosa, una melodía única hecha para él. Los brazos en su cintura le confundían un poco; nunca le habían abrazado por esa zona, pero no le desagradaba, menos con la suavidad puesta en aquella zona, como si le diera oportunidad de apartarlo cuaneo quisiera -y así era-. Estaba cómodo.

Se permitió en estar un poco más así. No estaba mal dar un abrazo, ¿Cierto?
Porque solo es un abrazo, ¿Cierto?

¿Cierto?
¿Cierto?
¿Cierto?

— ¡Esto para ElmorePlus! — Y así fue cómo la atmósfera tranquila y de en sueño, se rompió.

El menor se separó al momento, dejando al rubio quieto; todavía no había salido de su trance. Los ojos rojos escudriñaban al chico de cabellos de colores. La había oído claramente y sin embargo no podía creérselo; preguntar que había dicho, rezando por haber oído mal.

— ¿Qué dijiste?

— He dicho... ¡Esto para ElmorePlus! — repitió su compañero de clases, usando un tono más alto y a la vez, burlón. Sabía que la había escuchado la primera vez pero no se lo creía; le conocía demasiado bien.

El gato se precipitó al de pie morena y cintas verdes en las muñecas y cabellos, intentando coger el teléfono. No podía dejar que siguieran dándole problemas con Penny o peor, con los padres de ambos si los rumores llegaban a ellos.

Cayeron al suelo, Tobias debajo, estirando brazo que tenía el aparato lejos del gato, que obviamente, lo intentaba tomar. Dieron varias vueltas por la hierba del jardín propiedad de una casa por la que el rubio y el más bajo se habían abrazado antes.

— Hot Dog... ¡Ayúdame! — El rubio volvió a despertar de su trance ante el pedido de ayuda de su Crush, que había quedado debajo durante aquel forcejeo. Corrió hacia ambos y agarró al compañero del más bajo de estatura por la cintura para apartarlos, sin mucho esfuerzo.

— ¡Suéltame! — exigió el de cabellos rizados, moviendo sus piernas hacia delante, puesto que no podía tocar el suelo; el rubio le había elevado unos cuantos centímetros para evitar que se vaya corriendo en un descuido.

— Gra-... — un jadeo interrumpió sus palabras. El gato no estaba en la mejor forma física y aquel forcejeo le dejo algo agotado —, gracias...— finalizó tras tomar aire.

— De nada... — susurro el rubio tan bajo que de no ser por el buen oído del menor, no lo habría escuchado. Ver al felino semiacostado en el suelo, con las piernas abiertas y las mejillas rojas le habían dejado algo pasmado.

— ¡Gumball dile a tu novio que me suelte! — volvió a exigir, sin cesar en sus forcejeos.

— ¡No es mi novio! — Se levantó con lentitud respirando de forma algo copiosa, aún cansado.

— Bo-borrare el mensaje. — dijo sin más el rubio cuando tomó el teléfono del de cabello rizado, elevándolo por encima de su cabeza una vez solto al chico. No llegaba y era evidente, pero aún así el dueño del teléfono intento tomarlo.

— Está bien. — El gato se quedó en su sitio. Su corazón latía con rapidez como si recién hubiera acabado de hacer esfuerzo. Debería hacer más ejercicio.

¿De verdad lo hará?
No.

Ni el gato hará más ejercicio.
Ni el rubio borrará la foto.

«Lo siento.» pensó egoísta el rubio, apagando el móvil sin borrar la foto, solo echándole un vistazo, grabándose en la retina el abrazo perfecto.

Tobías lo vió, pero no dijo nada, tomó el teléfono y se fue tras dirigirle una mirada entre la confusión y la diversión.

— ¿Lo hiciste? No se fue muy... Mal. — dijo el menor luego de unos segundos en silencio cuando por fin pudo respirar normal.

— Si... ¡Sí! — contesto. Se rasco la nuca y miró al chico con una sonrisa —. Creo que se ha ido así porque piensa hacernos más fotos, pero a escondidas.

El gato asintió con la cabeza, no muy convencido. Miro al chico de su clase irse; no parecía que esas fueran sus intenciones, pero ¿Quién sabe? Al fin y al cabo, había aparecido de la nada.

Suspiro aliviado al ver que el bajo de mirada de rubí le creía, llamando su atención —. Menos mal que se fue... Es un pesado. — sintió le necesidad de decir.

El felino hizo amago de seguir caminando hacia la casa del rubio, pero este le detuvo apoyando una mano en su hombro, en contra de lo que estaba pensando.

— Podría aprovechar para seguir con sus fotos. — se excuso, yendo él solo, dejando al felino ahí plantado, extrañamente embelesado.

Segundos después, la pequeña mano del gato se apoyó en su propio hombro. Aún estaba caliente.

Zarandeo la cabeza —. ¿Pero qué estoy diciendo?... Debería volver a casa ... — Y se fue también, sonrojado sin saberlo.

¿Qué le está pasando?

☪• • • • •

El sábado llegaba con su calma habitual. Gumball despertó alegre emocionado y lleno de energía; cualquiera diría que la semana anterior fue la peor de su vida.

Fue el primero en salir de la cama, sin contar a su madre, que ya no estaba, y también fue el primero en preparar el desayuno.

— ¡Arriba, dormilones! — Llamó a la puerta del cuarto de sus padres y al de su hermana antes de entrar a su propio cuarto, tirándose sobre su hermano para despertarle con una sonrisa —. ¡Vamos Darwin, vamos a comernos el día!

— ¡Cometelo tú y llamame para el postre! — se quejó, dándole un golpe con la almohada para después ponérsela sobre su propia cabeza.

El gato bufó antes de bajar de la cama. Al ser un felino podía ver en la oscuridad, por lo que para él la luz de la bombilla estaba de más, pero si así despertaba a su hermano, la encenderia. Pulsó el botón, quejándose por tanta luz de golpe, pero igualmente volvío con el pez.

— ¡Dije arriba! — Le quito la almohada. Un gruñido de protesta antes de usar las sábanas para volverse a cubrir de la luz —. ¡Darwin! — Tras tirar la almohada al suelo, ahora forcejeaban por las sábanas.

— ¡Tío, que es sábado! — se quejó cuando cayó al suelo. El más fuerte de ambos era el gato al fin y al cabo, por lo que las sábanas acabaron fuera de su alcance y él, totalmente despierto.

— ¡Arriba dije! — Tiro de su brazo, obligándole a levantarse antes de salir al pasillo. Anaís les saludo con un bostezo cuando salió de su cuarto y al bajar juntos, su padre hizo lo mismo.

— ¿Por qué tan temprano?... — preguntó el adulto. Caminó unos pasos hacia la mesa, tomo un cartón de cereales y un bol, después, se sentó en el sofá, poniéndose a comer mientras veía la televisión.

— ¡Para saludar al día con energía! — exclamó el gato. Los tres gruñeron con molestia.

Eso, sí que no propio de los Watterson.
Solo de él; siempre con demasiada energía cuando se trata de Penny.

☪• • • • •

La alegría del gato pareció contagiarse sin saberlo al rubio; él también estaba de un gran humor recién salió el sol.

Cantaba mientras hacía el desayuno, una melodía que había creído nunca ser capaz de hacer en alto; amar como tú. Una canción de una serie infantil cuya letra puede guardar un significado mucho más profundo a dependencia de quien la pronuncie.

— ¡Aquí tenemos al enamorado, señoras y señores! — anunció uno de sus hermanos mayores, entrando a la cocina. Sus largos cabellos rojo bermellón con unos cuantos mechones dorados, estaban recogidos en un moño despeinado, hecho a prisas y con poco cuidado, lo que denotaba que se había levantado hace nada, tal vez guiado por la voz de Hot Dog Guy.

O eso pensó hasta que le vio vestido con unos pantalones negros ajustados y una camiseta roja larga. «Se va pronto para que papa no le pregunte con quién y dónde irá...» pensó al instante el de gafas, como si se lo explicará a sí mismo, pero no dijo nada; ambos lo sabían y con eso bastaba.

— Kieran. — dijo el nombre de su hermano a modo de saludo.

El mayor de ambos se sentó de piernas cruzadas en la encimera, con el teléfono entre las manos, pidiendo de forma silenciosa que también le haga su desayuno. Aceptó, llevado por su buen humor; de todas formas tampoco pedía mucho.

— ¿Quién es el afortunado o afortunada? — No le miró, tan solo hablaba mientras escribía a toda velocidad en el teléfono, sonriendo igualmente. De tanto usarlo, sus pulgares se deslizaban por el teclado de forma rápida y perfecta incluso aunque no mirará.

— Afortunado. — dijo simplemente, dando a entender que él no lo conocía al no ser de su aula. Echo café en vaso, después de poner dos cucharadas de azúcar, un poco -más bien mucho- de sirope de chocolate y leche, se lo ofreció.

— ¿Y cómo será? — preguntó, refiriéndose a una declaración. Su "perfecto toque en el teclado" se perdió en cuanto una de sus manos abandonó el teléfono para tomar el vaso. Bufó al ver muchas erratas, pero apagó el aparato y tomó un trago igualmente —. ¡Qué delicia! — dijo tras un gemido de satisfacción. Cuando su hermano hacia el café, le sabia realmente mucho mejor que haciéndolo él mismo.

— Solo he hecho lo mismo que tú. — dijo, refiriéndose al café. No quiso decir nada más y Kieran lo respetó.

— ¿Mi pequeño Fitcher se divirtió? Vino muy cansado. — Terminó de tomar el café en dos tragos y se lo tendió al menor, que lo dejo en el lavabo antes de tomarse en suyo, con unas cuantas galletas de chocolate.

— Digamos que el dueño y el perro tienen gustos comunes; ahora ya sé dónde vive él. — contestó luego de unos segundos en silencio.

— ¿Ah sí?... Solo espero que no ser el último en saberlo... — Revolvió los cabellos dorados del de gafas oscuras, quien se quejó entre risas.

Le apartó la mano luego de un rato, en el ambis rieron juntos —. Por cierto, ¿Me dejas tu guitarra? Tengo una cosa que hacer hoy...

— ¿Estás seguro de que no vas a confesarte, Principito? — Río levemente, sonriendo mientras tomaba de nuevo el teléfono, siguiendo con lo que sea que hacía ahí —. En la litera de arriba, sobre la mochila. Luego me cuentas cómo te va eh... — Otra vez jugo con los cabellos del menor, para después irse fuera de la casa.

Fue al cuarto de su hermano, tomando la guitarra de dicha cama una vez se tomó el café de un trago. Estaba nervioso; sus manos temblantes se lo decían. Ojalá fueran nervios buenos, pero también se sentía culpable.

Gumball no podrá hacer lo que quería por no borrar la foto...
Solo espera que no se entere.

— DB.
➢ Parece que la historia está cerca del final... Pero no, aún le queda "tralla". ¿Cómo se ve el banner? Me parece algo simple para lo que me costó hacerlo, pero no sé, me gusta mucho aunque no sea una escena que aparezca en el capítulo xd.

➢ Capítulo dedicado a mi amiguis mr_happy_face

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