Capitulo 3

Llamé a casa.

- ¿__? - respondió mi madre.

- Sí. Tengo la noche libre, ¿quieres hacer algo? - pregunté emocionada. Me encantaba salir con mi madre, así que cada vez que tenía la oportunidad lo hacía. Además, no le gustaba pasarse todo el día en casa. Necesitaba un poco de distracción a veces. - ¿Cómo estuvo tu día?

- ¡Genial! ¡Gracias a dios! Necesito salir de aqui ahora mismo. - exclamó, una gran sonrisa se formó en mis labios.

- Bueno, vístete, te iré a recoger en veinte minutos. - dije con entusiasmo.

- Vale, tequiero, cariño. - respondió, y colgó.

Me quité el vestido y me dirigí al pequeño cuarto de baño. No podía dejar de pensar en lo que había pasado con el chico. Tal vez el bailar me estaba convirtiendo en alguien que no era, pero no me había sentido así antes, ¿por qué iba a cambiar por bailar un par de horas? No tenía ningún sentido. Pensé en la hoja de papel, tenía curiosidad, pero empujé lejos ese pensamiento. Salí del baño y me puse unos pantalones y una camisa púrpura. Gracias a dios Kage estaba en mi puerta. Mi jefe lo había enviado por mí. Caminamos en silencio, como siempre.

- Saliendo temprano, ¿eh? - rompió Kage el silencio. No era un tipo muy hablador, así que me sorprendió.

- Sí. - contesté sin mirarlo. Abrí la puerta del coche. - Supongo que Ramsel se cansó, finalmente. - dije. Estaba a punto de entrar en el coche, cuando la mano de Kage sostuvo la mía, deteniéndome.

- Ten cuidado, Rose. Ese tipo... el del baile privado. Es muy poderoso. - advirtió seriamente. Era la primera vez, que Kage decía algo así. Habíamos tratado con un montón de hombres, por lo que éste chico en especial debía de ser peligroso.

- Gracias. - dije con sinceridad metiéndome en el coche. Puse en marcha el motor y regresé a casa en silencio. Me quité la máscara cuando sentí que estaba lo suficientemente lejos del club.

Me detuve en un semáforo. Y la curiosidad pudo conmigo. Abrí el bolso y cogí el papel.

'' Fue divertido ver lo cachonda que te pusiste frente a mí. Sí, me di cuenta. Nunca pensé que iba a tener ese efecto en ti desde que te negaste a mí anoche.

PD: No puedo esperar para verte de nuevo.''

El sonido de las bocinas de los coches que había detrás me hizo volver al mundo real. Luz verde. Tenía que rime, me dirigí despacio todavía asimilando las palabras de la nota.

Me llevé a mi madre al cine, le dejé elegir la película, mientras compraba palomitas y barritas de chocolate. Le encantaba el sabor de lo dulce y lo salado mezclado. Finalmente, eligió una película de terror, habría elegido esa también. Ella y yo éramos increíblemente parecidas, a veces parecía más como una hermana que como una madre.

Vimos la película en silencio, aunque hacíamos comentarios sobre la película.

Cuando caminábamos hacia el aparcamiento, mi madre no dejaba de hablar sobre el personaje principal. Ella sonreía, y yo estaba feliz de que pudiera darle aquellos momentos.

Nos metimos en el coche y regresamos a casa hablando de la película, pero mi mente seguía en ese pedazo de papel. ¿Cuál era su propósito? ¿No podía dejarme en paz?

- ¿__? - preguntó mi madre llevándome de vuelta a la realidad.

- Lo siento, mamá. ¿Qué decías? - dije sonriendo.

- Te conozco, cariño. Hay algo que te molesta, puedo ver eso. Sabes que puedes decírmelo todo, ¿no? - yo no podía dejar de reír.

- Me recuerdas a cuando tenía trece años, y tuvimos la '' conversación '' - dije.

- Era muy difícil hablar de sexo con mi hija.

- Claro, mamá.

Llegamos a la casa y para mi sorpresa Marissa estaba sentada en el sofá de la sala de estar. Se puso de pie en cuanto nos vio.

- ¡Hola! Sólo vine a ver cómo estabas, pero puedo ver que estás bien. - dijo, caminando hacia nosotras, abrazó a mi madre y le besó en la mejilla. Mi madre era cómo una madre para Marissa.

- Pensé que estabas ocupada, fuimos al cine. Te habríamos invitado si hubiéramos sabido que estabas libre. - le dijo mi madre.

- Está bien, no te preocupes. - respondió Marissa, después me miró. - Tenemos que hablar.

- Me voy a la cama, divertíos. - dijo mi madre caminando hacia las escaleras.

- ¿Cómo está? - me pregúntó inmediatamente cuando mi madre salió de la sala.

- Está bien. El tratamiento está haciendo maravillas en ella.

- No sabes lo que me alegra que me digas eso. ¿Y... qué pasa con Alex?

- Ni idea, sólo sé que mi madre está triste a veces porque no lo ve, pero creo que es mejor, Alex solo viene cuando necesita dinero. - Marissa asintió con la cabeza, en señal de comprensión.

- Ahora, señorita. Necesitas decirme todo sobre el chico caliente que has estado viendo. - ¿Qué? ¿Cómo era posible que lo supiera?

- A. ¿Qué sabes de él? Y B. No lo estoy viendo, es un cliente. - tuve que dejar las cosas claras.

- Bueno, vamos a decir... que las stripper no son personas muy reservadas. - explicó riendo.

- ¡Oh dios! Porfavor, no me digas que fue Alain. - Marrisa no respondió. Alain era una stripper del club; era buena chica, pero amaba los chismes.

- ¿Y cómo es?

- Es condenadamente sexy. Pero es un bastardo arrogante que piensa que puede tener el mundo entero, si él quiere.

- ¿Te gusta?

- Es atractivo pero eso es todo. Ni siquiera sé su nombre.

- Te gusta. - afirmó, sonriendo maliciosamente.

- Vale, tal vez un poco. Pero confía en mí, es un bastardo arrogante, y cada vez lo odio más.

- No lo conoces, así que no puedes juzgarlo.

- ¿Lo estás defendiendo? ¿Debo recordarte que eres mi amiga?

- Vale, vale.

- No estoy saliendo con él, sólo es un cliente.

- Si tú lo dices. - respondió rodando los ojos. Solía hacer eso cuando no me creía.

Pasamos el resto de la noche hablando de mi madre, Alex, y del chico caliente. Marissa decidió pasar la noche con nosotras, pero en cuanto toqué mi cama, me dormí inmediatamente.

¿Quién se creía que era?

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