- ¿Sí?

- Rose, te necesito en el club a las 7:30. - era mi jefe. Miré la hora, 6:14 pm.

- ¿Por qué? Son las 6:14 y ni siquiera he llegado a casa todavía. - declaré confundida.

Había luchado por mantenerme despierta durante toda la mañana, clase tras clase, mis gafas de sol cubrían mis ojos, pero no era suficiente. Incluso algunos profesores se habían dado cuenta de que estaba dormida, pero no importaba.

Entraba a trabajar a las diez, y no era muy normal que mi jefe me llamara a aquellas horas para que fuera a trabajar al club.

- No me importa, tienes una hora para ir a casa, comer y poner tu culo aquí. - estaba emocionado, lo podía notar en su voz, y a mi jefe solo le importaban dos cosas: dinero y mujeres.

- ¿Por qué? No es ni siquiera fin de semana. - me quejé. Pero él ya había colgado.

Llegué a casa y comí lo más rápido que pude, mi madre me preguntó por qué la prisa, pero yo ya me encontraba dentro de mi coche.

- ¡Nos vemos, mamá! - la saludé con la mano y ella hizo lo mismo, sonriendo. Le encantaba caminar por la casa y por el jardín. Por lo general lo hacía cuando no se sentía débil.

Cuando llegué al club, me dirigí rápidamente a mi camerino a descansar un rato en el sofá.

- ¡Rose! - gritó mi jefe tras la puerta.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué tengo que estar tan temprano? - le pregunté al abrir la puerta. Mi jefe era un hombre gordo, con cara redonda y nariz grande. Era muy feo, pero tenía demasiado dinero.

- Prepárate para bailar.

- ¿Por qué? Los espectáculos no son hasta medianoche.

- Vas a hacer un show privado.

Las strippers, realizaban en ocasiones bailes privados para hombres con dinero, no me gustaba, pero el dinero era muy motivador. Entonces, recordé a Ramsel. Un hombre con cantidades de dinero que acostumbraba con acosarme.

- No me digas que es Ramsel de nuevo. Está enfermo.

- No, es un muchacho joven, pero tiene mucho dinero. Confía en mí.

Tenía que ser el chico que había venido la noche anterior a mi camerino.

- Oh. - otro acosador a la lista.

Mi jefe caminó emocionado por el pasillo. Tomé una respiración profunda. Entré en la habitación y empecé a cambiarme, elegí una falda azul corta y un top sin tirantes blanco. Cubrí mi cuerpo con el aceite especiel y me peiné. Sólo necesitaba la máscara y estaría preparada.

- ¡Date prisa! - oí gritar a mi jefe tras la puerta.

Me puse los zapatos y salí del camerino.

Cuando llegamos a la habitación, moví un poco la cortina para ver el interior, sí, era él. El chico de la noche anterior. Estaba apoyado en el sofá con un vaso de whisky en la mano, y se veía más caliente que la noche anterior. Tenía el pelo desordenado y estaba vestido de negro otra vez, y su piel pálida contrastaba. Tomé una respiración profunda cuando la música empezó y salí de detrás de la cortina, caminando seductoramente. Sonrió y me miró directamente a los ojos.

Supe que las cosas no iban a resultar fáciles para mí.

Me acerqué seductoramente hasta que me encontré justo en frente de él, moví mis caderas al ritmo de la música. No había escenario, así que estaba a su nivel, me puse de rodillas y pasé las manos alrededor de mi cuerpo con lujuria. Se bebió el whisky de una sola vez, me sonrió cuando me puse de pie y comencé a quitarme el top.

Me di la vuelta y tomé la falda mostrándole las nalgas y las pequeñas bragas, permaneció impasible. Entonces, me acosté en el suelo boca arriba abriendo las piernas al aire, dejándole ver cada parte de mí. Me levanté y caminé hacia él, moví las caderas sexualmente en sus piernas de arriba abajo, generalmente los hombres trataban de tomar ventaja de eso y me tocaban, pero él se mantuvo quieto. Su frialdad me estaba volviendo loca. Kage entró y llenó el vaso de whisky, después se fue rápidamente. Seguí moviéndome sensualmente mientras me arrodillaba delante de él, él tenía sus piernas abiertas, así que me coloqué en el medio de ellas.

El color azul claro de sus ojos me miró intensamente, cada parte de mí se había puesto caliente. Me levanté y dejé que la falda cayera al suelo, mientras deslizaba una mano dentro de mi ropa interior, y me tocaba a mí misma, era la última parte del show privado. Su intensa mirada me puso más caliente, y sentí una presión entre mis piernas. Cuando me tocó mi zona sensible no pude dejar de gemir. Era la primera vez que me pasaba algo así. Me quedé inmóvil debido a la sorpresa, él se dio cuenta y sonrió maliciosamente. Cogí la ropa del suelo y comencé a alejarme. Él no dijo nada.

Corrí hacia el camerino. Cuando entré me quite la máscara y vi mi reflejo en el espejo. Las mejillas estaban rojas, los ojos tenían un brillo extraño, y los labios estaban ligeramente rojos y húmedos. Deslicé mi mano dentro de la ropa interior y confirmé lo que ya sabía. Estaba completamente mojada.

Tocaron a la puerta y me puse la máscara de nuevo.

- ¿Quién es? - pregunté.

- Soy yo. - respondió mi jefe. Abrí la puerta y lo pude observar completamente emocionado. - Eres una mina de dinero, Rose. - exclamó abrazándome, olía a cigarrillos y a perfume barato, di un paso hacia atrás para alejarme de él.

Extendió la mano y me dio un montón de dinero, fruncí el ceño.

- ¿Cuánto? - le pregunté, señalando el dinero. Tenía curiosidad por saber cuánto dinero había ofrecido aquel chico.

- Cinco mil. - sonrió feliz. No entendía como el dinero podía gustarle tanto. No tenía una familia o a alguna mujer. Se dedicaba por completo a ganar dinero todos los días, y lo peor era que él estaba feliz con eso.

- Vale, estoy contenta de haber hecho un poco de dinero para ti esta noche. - me obligué a decir. Él me devolvió la sonrisa y me acarició la mejilla.

- Eres la mejor, Rose. - se dio la vuelta. Dejé mi sonrisa fingida y comencé a cerrar la puerta, pero antes de que pudiera hacerlo, mi jefe habló.

- ¡Ah, Rose!

- ¿Qué? - pregunté.

- Me pidió que te diera esta nota. - y me ofreció un pequeño papel. Lo cogí y sonreí de nuevo.

- ¿Puedo ir a casa?

Mi jefe pareció vacilar.

- ¡Por supuesto! Ve y cuida de tu madre. - dijo, y desapareció por el largo pasillo. Arrugué el papel y lo metí en el interior del bolso sin mirarlo.

No quería leerlo.