♪ Capítulo 6.
¿Sabias que...?
╰► Los alfa no pueden tomar supresores.
°• Sus estómagos no los aceptan y acaban vomitando para expulsarlos. Lo que hace que el celo de un alfa sea lo suficientemente peligroso como para que sea necesario que se queden en casa, como sucede con los omega de celo rojo.
°• Algo que todos los alfa pueden hacer, pero apenas unos pocos son capaces de mantenerlo, es hacer el aroma más suave. Manteniendo la mente en blanco, el aroma no transmite nada, y al no hacerlo, puede pasar desapercibido como un olor normal, pero esto es muy difícil y provoca dolores de cabeza.
✈
❝¿Por qué me miras tanto?❞
║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║
Estaba agotado, furioso y con la cabeza totalmente hecha un lío. En esos momentos, su alfa no sabía si reír, llorar o pegarse un tiro.
No, sí que sabía que no iba a pegarse un tiro.
Pero de verdad aquella situación era de locos.
¿Desde cuando su empleado conoce a Gustabo?
Y de conocerlo desde hace mucho, ¿Por qué decide contar cosas justo ahora?
— Debería contárselo a Horacio.
ʚĭɞ Si, Horacio...
— No, mejor no. Uno de sus amigos me apuntó con un arma; si me ven entrar al local como si nada, tal vez disparen. - se rebatió a sí mismo.
Wilson... Así le llamaron, no lo conoce, no sabe quién podrá ser, pero temía volver a encontrarlo.
ʚĭɞ Pero si nos admira...
❝L e a d m i r o.❞
La voz de aquel hombre trajeado con camisa mirada y máscara pintada acudió entonces a él, apoyando a su alfa sin saberlo. Dejando a un lado sus palabras en sí -no sabría decir si decía la verdad o no-, estaba seguro de que Wilson era omega, pese a que ningún olor le delataba; pero ahora mismo, no se le ocurría nada.
— Tendré que esperar unos días... Hasta que Gustabo deje de tener el celo rojo y empiece a trabajar... — Había aceptado la propuesta de un capullo que no parecía tratar bien a los omega; ahora se sentía como un hipócrita.
❝L e a d m i r o.❞
Aquella voz volvió a aparecer.
¿Qué diría ese enmascarado si le viera ahora?
Suspiró sintiendo repentinamente ganas de ver a Horacio pese a que su deseo anterior había sido el de que se fuera a patrullar en binomio de copiloto -que preferiría que fuera como Volkov y no viniera hoy, pero luego lo supliera con horas extra, pero tampoco quería que se sintiera inútil-. Sacó el teléfono y tras una búsqueda rápida, entró en el chat del de cabellos violáceos, pensando si mandar aunque sea un mensaje. Se conformaba con que le dijera que estaba bien; solo quería que ese chico al que consideraba su cachorro le diera fuerzas.
Necesitaba que le dijeran que hacía lo correcto.
Pero se conformaría con que le dijera un "Todo bien, papá".
No, necesitaba que le dijera eso.
◈◈◈◈
❝Pensaba que te gustaba
tener mi mirada sobre ti...
Que te diera toda mi
atención... ¿Hago algo
mal, Honey?❞
◈◈◈◈
Su casa poco a poco volvía a verse tan limpia y ordenada como acostumbraba. Mientras canciones de Melanie Martínez se reproducen una detrás de otra, las manos vendadas iban y venían; ordenaban y limpiaban hasta que su reflejo era visible en la encimera, en los estantes, en la pantalla de apagada televisión, en los cristales.
Limpiando podía pensar; se sumergía en sus recuerdos, divagaba pensando en retrospectiva qué habría pasado si hubiera o no hubiera hecho algo... Mientras quitaba el polvo, añadía un peso a su espalda; pero su sonrisa no podía ser más grande.
— Claro que lo entiendo, Gusii. Eres mi hermano y te quiero. — dijo al aire.
«Si, eso es lo que tendría que haber dicho.»
Río con levedad, soltando lágrimas mientras sonreía amargamente. Gustabo odiaba que le dijeran Gusii. Cada vez que usaba ese apodo, el rubio inflaba las mejillas y cerraba los ojos con fuerza, apretando las manos con fuerza; quería verse enfadado, pero ese gesto convertía a ese omega en la cosa más linda que sus ojos bicolor hayan visto.
«No, eso lo habría hecho adorable incluso siendo el alfa más fiero de todos Los Santos.»
Las lágrimas dejaron de salir. Saltaba de recuerdo en recuerdo mientras limpiaba tantas veces que su estado de ánimo cambiaba a cada segundo; había llorado alrededor de tres veces, reído cinco, fruncido el ceño dos y sonreído a la nada diez. Cualquiera que lo viera, pensaría que está loco.
— Suerte que vivo solo... — Al acabar de limpiar, el número de todas las expresiones que había visto estaba mucho más alto, pero como siempre pasaba en ese beta que se autodenominaba el héroe de Los Santos, la sonrisa se quedó en su rostro.
Tras un suspiro pesado, se despojó de sus prendas -las que le quedaban porque no llevaba pantalones ni calcetines- en la cocina y las metió una a una en la lavadora. Había limpiado la casa entera y sólo faltaba él; después de pasarse el día anterior en comisaría hasta hace unas horas y el estropicio en la cocina, su olor era asqueroso.
Pero no llegó a meterse a la ducha cuando el timbre del departamento sonó. Suspiró y, tras colocarse una toalla en la cintura, fue a mirar quien había al otro lado de la puerta.
«¿Volkov?»
Casi cae de culo de solo ver el elegante porte del ruso por la mirilla, pero no pasó y sin saber por qué, decidió seguir mirando sin dejar notar que estaba detrás de aquella puerta. Llevaba las gafas naranjas que el de cabellos morados tanto odiaba en secreto y para sorpresa del mismo, mirando más a detalle se dio cuenta de que la vestimenta de aquel hombre era la misma del día anterior; la camisa vino algo arrugada se lo confirmaba. Pero eso no le quitaba el encanto natural que poseía y que hacía que el subinspector se sintiera derretir cada vez que esa mirada de hielo se posaba en él.
Se habría quedado mirándole horas, lo sabe; lo habría hecho con gusto.
Pero el sonido del timbre volvió a hacerse presente.
Dio un saltito hacia atrás, uno bastante adorable de haber algún testigo de su sorpresa y apartó los ojos del huequecito con cristales por el que había estado mirando a su superior, como si él pudiera verlo al otro lado aunque no fuera posible. Agarró el pomo de la puerta y sin pensar en nada, ni siquiera en que su cuerpo solo era tapado por una toalla rosa chicle con una "H" bordada en negro entre corazones del mismo color, abrió la puerta.
— Hora-
La escena siguiente era predecible de haberla pensando bien; la sonrisa de Viktor al por fin ser atendido por el beta dueño de la casa se borró al momento de ver el torso desnudo del mismo, sus mejillas enrojecieron y se dio la vuelta mientras se tapaba los ojos bajo las gafas como si aún dándole la espalda, pudiera verle de algún modo.
— ¡Pero tápese, por favor! — pidió. El dolor de cabeza pareció incrementarse, martilleandole con fuerza; tanto movimiento brusco le estaba matando más que el timbre de la casa que había pulsado dos veces.
La mira pardo-celeste bajo rápidamente, asustado y avergonzado, pensando que se le cayó la toalla, pero aquella tela rosa con bordado personalizado seguía ahí —. Pero si llevo toalla...
El ruso no contestó, lo que actuó como recordatorio para el menor: Volkov era un alfa bastante tímido.
Reprimió una risa que le llegó ante la escena frente a sus ojos ahora que entendía el por qué de aquello.
— Es que me iba a duchar, comisario Bombón. — explicó sonriendo pese a que nadie le veía —. No tardaré mucho... ¿Por qué no pasa mientras?
— No sé si sea adecuado... — susurró luego de unos segundos. Su alfa deseaba pasar, pero su lado racional le decía que era mejor irse.
Pese a que su lado racional ganó -como siempre-, acabó entrando en aquel piso. El chico se había ido al baño sin esperar a que respondiera.
Tras cerrar la puerta y quitarse las gafas, miró a su alrededor. Sabía dónde estaba la sala. No era la primera vez que iba a la casa de Horacio, pero sí era la primera que reconocía al rubio con quien estaba el beta en las fotografías enmarcadas del pasillo.
Había algunas de cuando eran niños, en las cuales antes solo se había fijado para ver que el color natural del cabello del ahora pelimorado era castaño; pero en ese momento se fijó en aún más detalles. Horacio no lo ocultaba, pero el de cabellos de nieve nunca espero que alguien que se gastara ahora tanto dinero en cosas como la ropa tuviera una infancia tan humilde.
— Siempre tan alegre... — susurró al ver una foto en la que solo estaba Horacio, imitando la imagen tan conocida de Gustabo, la cual estaba al lado. Cualquiera diría que esas dos fotos fueron tomadas en el mismo momento exacto, pese a que era imposible.
«¿Cómo puede alguien que sufre tanto, ser capaz sonreír con esa felicidad?»
ʚĭɞ Si estuviéramos más tiempo con él, tal vez lo sabríamos.
«Cállate, tú sabes que no quiero molestar... Además, está mal por su hermano, ¿Tú crees que le interese tener a alguien como yo a su lado?»
ʚĭɞ A Horacio no le gustará estar solo en este momento... Por eso hemos venido, ¿No? Sabemos eso mejor que nadie.
Su alfa tenía un punto; él había venido porque, tras limpiar la sala -que después de emborracharse y dormir ahí no estaba ni olía precisamente bien- y habérsele pasado un poco el dolor de cabeza, se había sentido solo. Cuando se sentía así, normalmente se pondría a ver más anime e iría a hacer turno de noche en comisaría patrullando en binomio con alguien, pero antes de darse cuenta estaba en su audi yendo a la casa del beta.
Mientras miraba las fotografías caminando por el pasillo, quiso pensar que vino allí porque Horacio es el único amigo que no está de servicio de todos los que tiene, pese a que su alfa le metiera ideas en la cabeza. Incluso quería ignorar que, aunque no lo parezca a veces, su alfa es solo su parte más instintiva y solo habla con él mismo; sólo está discutiendo con sus propios deseos.
— Los padres de Gustabo y los míos rompieron vínculos cuando nos sexaron; por eso no conservo fotos suyas y no se nos ve muy... Cuidados. — La voz del joven en el que estaba pensado en ese momento le sacó de sus pensamientos, sorprendiendo sobremanera al ruso por la forma que lo hizo, siendo incapaz de reprimir un ligero bote hacia el lado.
Cuando la sorpresa pasó, llegó la pena y su alfa gruñía enfadado. ¿Cómo podía haber alguien capaz de repudiar a sus propios cachorros?
— Tus padres no sabían lo que hacían; eres el chico más-... ¡Horacio pero vístete de una vez! ¿Es que no ve que me siento incómodo así? — De nuevo apartó la mirada y se tapó los ojos, esta vez sin el impedimento del cristal anaranjado, pero sí volvió a martillearle la cabeza. Se sentía algo ofendido, dolido incluso; estaba seguro de que el contrario sabía de la vergüenza que le daban este tipo de cosas -razón por la que además, nunca se cambiaba de ropa en comisaría y de hacerlo, iba cuando no había nadie- además, el que el beta fuera así delante de su superior, no le podía estar bien, ni ser correcto.
— Esto... Es que detrás tuyo está el baño; justo cuando estaba saliendo, tú te has puesto aquí. — Reprimió el impulso de mirar hacia la puerta del servicio y esperó unos segundos para quitarse las manos de la cara.
Suspiró sintiendo las mejillas rojas. Había visto a ese chico en toalla dos veces, ¡Dos veces! Y una encima fue culpa suya sin saberlo. Volvió a suspirar mientras veía salir una nube de vaho de la puerta abierta del baño. Una canción en inglés que no había escuchado nunca y que hablaba de un hombre de jengibre se escuchaba dentro, en el teléfono del beta.
ʚĭɞ Venimos para no estar solos y de paso consolar a Horacio, pero nada más llegar ya le has gritado dos veces. Y una siendo tu culpa. ¡Muy bonito!
Su alfa estaba enfadado con él, era obvio. Pero Viktor lo ignoraba mientras sus pasos se dirigían al salón, donde debió ir desde un primer momento, dejándose caer sobre el sofá de estampado militar. Si se enfadaba él también, Horacio pensaría que es por su culpa; los beta no pueden entender lo que es tener una vocecita en tu cabeza que te dice cosas.
— Pensé que estarías tomando vodka o viendo anime, comisario bombón. — A penas dos minutos después, Horacio anunció su entrada a la sala con un comentario que intentaba rascar un "es que quería estar contigo". La música ya no sonaba y Volkov lo agradeció en silencio; la última canción que se había puesto le había hecho gruñir en bajo por lo alta que sonaba.
— Me quedé sin vodka, pero de todas formas me duele un poco la cabeza, así que... Mejor no ver anime para evitar que aumente con algún grito... — se excusó mirando al chico que iba vestido con un pijama morado apagado de corazones negros estampados y calcetines rosa palo con caritas de hello kitty. Era evidente que él no diría nada sobre el verdadero motivo por el cual vino; no pensaba que fuera lo bastante serio.
— Oh... Ya veo. — Pese a que en realidad no esperaba una contestación linda, el beta pareció desanimarse. Cuando la mirada azul se puso en su rostro, se recompuso rápidamente y señaló hacia fuera del salón con una nueva sonrisa —. Tengo algo de vodka, si ha... venido por eso.
"Tengo vodka que compré para cuando vinieras a verme porque sé cuánto lo amas y quiero que me ames también." quiso decir. Pero por diversos motivos, entre ellos que Viktor era alguien muy vergonzoso, no lo hizo.
Horacio odiaba beber; su resistencia casi nula al alcohol y su amor por las cosas dulces hacían que el vodka fuera, en pocas palabras, algo que solo entraría en su sistema si Viktor se lo dijera, y eso era algo que todos sus amigos, menos el propio comisario sabían y veían claramente. Siempre tendría listas una o dos botellas de esa bebida de la que el peliblanco era amante, así acaben olvidadas en el fondo de la nevera; si Volkov venía algún día de visita, como ha pasado hoy, quiere poder ofrecerle todo lo que quiera a ese ruso tan frío, pero dulce a la vez.
Horacio estaba a punto de ir por el vodka pese a no recibir un "sí" como respuesta, conociendo al comisario como lo hacía, pero:
— Mejor un café, por favor. — dijo levantándose. Pese a habérselo pedido y saber que no tenía por qué molestarse -por palabras del pelimorado- en ir a la cocina, prefería estar con él y tomar el café allí; odiaría manchar el sofá del chico por culpa del dolor de cabeza que lo ponía tan nervioso.
ʚĭɞ Si, si. Seguro que es el dolor de cabeza lo que te pone nervioso...
«Callate.»
◈◈◈◈
❝Y me gusta, pero... Me
estás mirando como si
algo te doliera, ¿No estoy
haciendo yo algo mal?❞
◈◈◈◈
Estaba que se moría por el ataque de tos por haber visitado el despacho de Conway. Ese viejo decrépito... No le daba ningún miedo, pero ese jodido olor era otra cosa...
ʚĭɞ ¿Y si te quita a Pogo?
La voz de su alfa le hizo perder la poca calma que iba comenzando a tener. Esa parte de él se había encaprichado con que el rubio sea su omega desde que estropeó su misión de infiltrarse de verdad por información en aquel local; nunca espero que un omega pudiera ser tan poco tímido o poco cariñoso, y aún así, ser capaz de hacer que un alfa como él, que siempre ha faltado al respeto a los de ese puesto jerárquico, se enamore y mande todo a la mierda para hacerle sonreír. Y el beso que casi se dan...
El corazón le latía con euforia y alegría cada vez que lo recordaba. Y aunque odiaba ese hecho, el que el omega no recuerde aquella noche por culpa del molesto celo rojo tampoco le molestaba tanto.
Podía volver a verlo de todas formas cuando quisiera, al contrario que algunos de los alfa de aquella noche a los que se les había prohibido la entrada. El dueño del local, Emilio, le tenía algo de confianza pese a que casi se besa con Gustabo; sabía que Xavier no quiso hacerlo, no de esa forma y había notado cómo miraba a ese omega incluso antes de que él mismo lo hiciera.
— Gustabo... — Aprovechando que estaba solo en el aparcamiento, probó a decir aquel nombre en alto ahora que sabía que era el verdadero de ese omega.
Le gustó cómo sonaba. Tal vez demasiado.
Se escuchaba mejor que Honey, Pogo o Fred.
Necesitaba llamarlo así; necesitaba llamarlo Gustabo y que él le llame Xavier en lugar de super.
◈◈◈◈
❝Solo pensaba que... Es muy raro ver a un omega como tú aquí. Estoy..., seguro de que podrías-❞
◈◈◈◈
Volviendo a la casa del Subinspector de cresta legendaria, ambos estaban sentados en la encimera de la cocina, hablando mientras al final, el ruso tomaba vodka; Horacio le comentó que se le rompió la jarra de la cafetera, así que era vodka o un zumo.
Cuando el dolor de cabeza acuda de vuelta a él, se recriminará a sí mismo no haber aceptado el zumo de frutas.
— Y entonces le noquee con el dildo. — finalizó el de cabellos lilas. Estaba contándole cosas de cuando Gustabo y él vinieron a Los Santos y al beta, no se le ocurrió una cosa mejor para celebrar el cumpleaños de su hermano que golpear a alguien con un dildo mientras un negro tocaba la guitarra cantándole a su hermano —. Puto Moussa... Cuando le di cien pavos después de que cantara a Gustabo, no esperaba volver a verle en comisaría — Río recordando a aquel alfa de rastas.
— Recuerdo esa alerta... — comentó Viktor mirando la botella casi a la mitad, de la que había estado bebiendo a morro puesto que ni siquiera estaba abierta antes —. Conway se rió en la cara de ese beta cuando dijo "Me pegaron con un dildo enorme de color rosa mientras decían feliz cumpleaños" — Una risa boba salió de sus labios, pero no por ese recuerdo, sino por lo que imaginaba.
Greco, Xavier e Ivanov siempre decían que Horacio solo compraba vodka para él. Nunca lo creyó al 100%, pero viendo aquella botella de la que él mismo sacó el precinto, empezaba a dudar.
— ¿Un trago? — Le acercó la botella al menor, queriendo probar si era cierto lo que sus amigos le comentaban.
•||Como hay dos personas mientras hago un flashback, voy a hacer un cambio de narre a tercera persona en ellos, solo para evitar confusiones.||•
ʚĭɞ ◢¿Horacio beber alcohol?◤ preguntó Xavier, sorprendido como si le hubieran dicho algo que nunca creyó que escucharía. Se carcajeo delante del ruso y el barbudo, el cual no tardó en unirse, aunque algo más cortado; Brown nunca tuvo demasiado respeto ni cuidado con el comisario pese a ser su superior y la mano derecha del Superintendente. ◢Si ese chico bebe alcohol, yo estoy enamorado.◤
ʚĭɞ ◢Pues a lo mejor si lo estás.◤ comentó Greco de repente, llamando al instante la atención del mismo a media risa. ◢Horacio solo bebería alcohol si Viktor es quien se lo ofrece.◤
Recordó lo último mientras veía al chico tomar tragos constantes de la bebida. Notó como su cara se deformaba por el quemazón en la garganta y el mal sabor que la bebida tenía para él, y supo entonces, que lo que le dijeron era cierto, pese a que este trataba de verse como si no le importara.
ʚĭɞ ¡Lo compró para nosotros! ¡A lo mejor le gustas cuerdo, témpano de hielo!
«¡Cállate de una vez!»
Le dijo eso a su alfa, pero estaba feliz imaginándose que el vodka, aunque ahora el menor también bebía, lo había comprado para él. Le hacía sentir especial; querido, y a un nivel que solo Conway, a quien después de tantos años a su servicio consideraba un padre, había llegado.
— Ufff... — Pero todo cambió radicalmente cuando notó que, tras apartar la botella de sus labios, que ya estaba casi vacía, el subinspector ya estaba borracho.
ʚĭɞ ◢¡Eso es verdad! Tiene tan mala resistencia al alcohol ese chico...◤ Brown volvió a reírse, con tanta fuerza que hasta salieron algunas lágrimas. ◢¿Recuerdas cuando aquel omega le insistió con que tomara una copa con él y solo de olerlo se mareo?◤
ʚĭɞ ◢Lo recuerdo.◤ El alfa con olor a chocolate río también, pero rápidamente añadió: ◢¡Como también recuerdo tus palabras! ¿De quién estás enamorado? ¡Confiesa!◤
ʚĭɞ ◢¡De tu madre!◤ Y salió corriendo con Greco detrás, que se reía con alegría. Volkov recuerda que desde entonces, el barbudo no insistía tanto con él y Horacio; ahora tenía a otra "víctima", una más interesante puesto que a una de las partes del romance, no la conocía.
— No debí ofrecerte... — El ruso intentó quitarle la botella, pero la mano que la tomaba se apartó.
— Esta es mía... Compré dos botellas si quiere más; quería ofrecerle vodka para cuando viniera a verme. Sé cuánto lo ama... — La sonrisa boba y temblante del beta le decía que estaba borracho. Pero el ruso no podía pensar; sólo se sonrojó bajo la mirada pardo-celeste al confirmar aquello que llevaba tiempo pensando.
Estaba borracho, pero los borrachos siempre dicen la verdad, ¿No es cierto?
La mirada azul veía como aquel chico carente de aroma se acercaba sin que pudiera moverse. Notaba cómo iba cerrando sus ojos bicolor a medida que el aliento contrario, el cual estaba agitado de nervios, le acariciaba la cara; los párpados del ruso pesaban y la nariz le pedía aspirar aquel aliento a vodka con tanta necesidad como si fueran las feromonas del omega más hermoso del mundo. Esperaba un beso, estaba mal decirlo porque Horacio estaba borracho, pero esperaba un beso. Y en su lugar, sintió el frío aliento a vodka del menor moverse a su cuello, seguido de la presión de esos finos labios ahí, depositando un beso algo húmedo por el vodka que aún había en ellos y luego, la mejilla derecha del menor tocó en su hombro; había apoyado la cabeza en él.
Agradeció que el vodka de sus feromonas no pudiera olerse porque la mezcla entre los nervios y la excitación que se había formado de repente le hacía sentirse avergonzado. Era un mal momento para reaccionar a algo de esa forma.
Y ni siquiera lo entendía; con su actual expareja, Paola, no lograba sentirse así con algo tan simple como esto, necesitaba más que un beso, más que un abrazo, más que un aliento oliendo a su bebida favorita.
Pero con ese beta era demasiado sensible... ¿Por qué?
No podía decir que Paola tenía feromonas de olor desagradable, ¡Ella también era una beta! Incluso cuando el tranquilo Viktor la dejó, dijo que el que lo fuera era una de las razones...
— ¿Sabe?... Siempre quise hacerlo... — El borracho tenía toda la atención del ruso, quien al estar en esa postura, pudo tomar de vuelta aquella botella -. Gustabo...
ʚĭɞ ¿Por qué menciona a otro?
Su alfa gruñía de enfado por la mención de otro nombre que no era el suyo, pese a saber que eran como hermanos. Y Viktor no podía no estar de acuerdo; su instinto era así, pero:
— Ojalá le hubiera conocido cuando él estaba aquí..., "Horacio ve a comerle todo el morro" eso me habría dicho, y yo lo habría-
— ¡Horacio! — dijo el comisario, interrumpiendole. Le daba verguenza hablar de ese tipo de cosas; se estaba sonrojando cada vez más y aquella mezcla de emociones en su olor tampoco ayudaba. El nombrado se quedó callado por un momento, abrazándose del torso del alto, recordando a su hermano, imaginándose que era él.
ʚĭɞ ◢Gustabo... ¿Cómo haces eso?◤ preguntó el de cresta tras ver que el rubio había hecho que unos alfa le dejaran en paz solo usando las palabras ◢Eres tan bueno hablando... Ojalá fuera como tú.◤
ʚĭɞ ◢¡No seas como yo!◤ exigió como si la comparación con él fuera lo peor. ◢Solo di lo que sientes; si odias algo di que lo odias; si te gusta algo di que te gusta... Solo sé Horacio.◤
Ser Horacio...
— Viktor... — le llamó en un susurro. Después, una risa boba —, me gustas, ¿Te gusto? — Los labios acariciaban el cuello del ruso a cada movimiento y eso solo ponía nervioso al único sobrio.
Horacio, por alguna razón que la ebriedad no le dejaba recordar, antes no quería decírselo aún pese a que llevaba gustandole desde hacia demasiado tiempo. Pero ahora se sentía tan liberado...
No se acordaría de nada, lo sabía.
Pero al fin lo ha dicho, al final pudo hacerlo.
No hubo respuesta, pero el de cabellos morados ni siquiera parecía esperarla, como si eso fuera más un simple deshago. El ruso no sabía qué decir, aún tenía la botella en una mano, mirando a una esquina del techo con incredulidad y las mejillas sonrojadas.
ʚĭɞ ¿Esto cuenta como declaración de amor?
Por supuesto que sí...
Si no estuviera tan borracho.
— I'm a barbie girl in a Barbie world... ♪ — se puso a cantar de repente. Viktor no pudo evitar reír entonces.
Solo ese chico podía ahuyentar sus nervios y miedos de un momento a otro. Solo él podía conseguir que se sintiera tan liviano. Solo él podría derretir el hielo de sus emociones. Horacio era un... Ángel.
— Ангел... — musito después de unos momentos en silencio que le parecieron una eternidad, marcando el comienzo de un apodo que al de cresta, le venía como anillo al dedo.
•|| Ангел: Angel. Lo digo aquí porque el traductor puede decir cualquier cosa (¿||•
— ¿An- qué?
◈◈◈◈
❝¡No! Por favor..., no me
digas que puedo tener al
alfa o beta que quiera
como pareja...❞
◈◈◈◈
ʚĭɞ Hazlo tu omega y acabemos con esto. Gustabo admira al superintendente, nos lo ha dicho, por eso te gusta más aún fingir ser él durante las sesiones, ¡Si Gus ve al superintendente, lo perderemos para siempre!
El alfa del Subinspector había estado llenándole la cabeza de pensamientos deprimentes a lo largo de las dos semanas que Fred estuvo "inactivo", según la foto de perfil que tenía en su WhatsApp; un dibujo rápido de una cara maquillada de payaso en blanco y negro con unas palabras debajo en rojo que decían justo aquella palabra.
Normalmente estaba una semana, nueve días incluso, pero esta vez fueron catorce justos.
Xavier no podía más con los nervios; se conformaba con verlo en la zona de la barra donde se conocieron y hablar, antes de que el superintendente saque de allí al único al que había querido tomar de omega; su alfa le exigía ello.
— Ese viejo decrépito no podría hacerle lo que le haría yo ni aunque se tomara todo un bote de viagra... — pensó en voz alta, rabioso.
El alfa con olor a tabaco lo iba a joder todo. Abrió sus manos, antes cerradas en apretados puños y se las miro al ver lo que dijo. Él no pensaba en ese omega solo de aquella forma; no, nunca pensó en Gustabo así.
¿Por qué dice eso?
— Jack es peor que los alfa que Emilio echo del sweet bites; no es ningún secreto que desde lo de su mujer él sólo mantiene relaciones de una noche y se niega a tener algo serio con alguien.
ʚĭɞ ¿Y dejarás que le toque con esas manazas sin siquiera quererlo? Le rompería el corazón.
— Ojalá pudiera hacer algo, pero ¿El qué? Tampoco es mucho mejor que saber que Gustabo está allí. Él trabaja en un local donde alfa y beta pueden disfrutar de sus bailes, sus caricias... Todo. — Apretó los dientes. Ese rubio realmente le estaba volviendo loco, incluso no estando allí, le quitaba su forma normal de actuar, le volvía... Delicado.
Y pensar que antes de él cualquier omega le causaba gran repulsión...
ʚĭɞ ¡Solo marquemosle!
No. No lo marcaría, pero sí vería cómo se lleva a Gustabo del sweet bites; sus ojos necesitaban el seguro de que al menos, aquellos alfa y beta dejarían en paz a ese rubio.
〘 𓃠 〙
— Entonces, ¿Hoy a las 21:30? — Pese a leerlo en la pantalla del teléfono de ese alfa de dulce olor, Jack preguntó por sí acaso. No quiere confundirse de hora y llegar tarde o demasiado pronto, menos aún con esas pintas —. ¿De verdad tengo que llevar esta máscara?
— Si le ven la cara por allí le aseguro que no podrá ver a Gus. Esa máscara es mía, ya la he llevado puesta alguna vez; le dejarán pasar. — Miró la máscara de galleta y una cara enfadada encima. Tenía mejores, pero esa sería su pequeña venganza personal por no darle nada hasta que en palabras textuales, Gustabo esté entre los brazos de Horacio — Y el traje... Si fuera con el suyo, habría el mismo problema; agradezca que yo tenía uno porque yo normalmente voy de Gucci, señor Galleta.
— ¡Como me vuelvas a-!
— Si no controlas tus feromonas del diablo, el plan se va a tomar por culo. — le interrumpió Brown con una sonrisa con claros aires de superioridad —. No se ha duchado y puesto "desodorante de pobres" para que no le reconozcan por esa colonia suya, para que ahora apeste el traje con ese humo de incendio.
Jack juró que golpeará a ese capullo, pero de momento, decidió hacerle caso. Intentó permanecer sereno, calmado. Pensaba en Julia para que su aroma se convirtiera en uno más agradable, para que fuera neutro en cuanto a lo de transmitir emociones se refiere.
— Hombre, yo diría que funciona... — opinó, viendo al moreno fruncir suavemente el ceño —. Pero yo llevaría un cigarro en la mano para disimular; como le dejaran ir a la sala en cuanto diga que es el señor galleta, no le quitarán el tabaco.
Una buena idea, una pena que nunca haya ido al local y no tenga idea de nada; no sabe dónde están los cuartos, no sabe a quién debe decirle quién es... Brown no ha sido el más informativo del mundo.
— Una vez entras en el local, hay unas tablas de cristal que simulan ser escaleras; subelas. Si vas con un omega, te dejan pasar, pero cuando estás solo, un omega con olor a piña de cabellos rojos con una etiqueta que pone "Yun Kalahari", te detendrá antes de pasar la puerta blanca de marco rojo que hay arriba. Tú solo dile quien eres y él te abrirá la-
— Espera, espera, ¿Yun Kalahari? ¿Yun Kalahari el mecánico? — le interrumpió. El de mirada de cielo asintió con la cabeza -. ¿Por qué coño no-?
— ¡Las feromonas! ¡Cálmate! — volvió a tomar la palabra el de olor a caramelo —. En fin, como decía... Cuando entres, solo vaya a la puerta trece y siéntese a esperar. La sala siempre huele mucho a miel, pero Gus tarda un poco; me comentó que para evitar ir con el maquillaje corrido, se lo pone en cuanto le dicen que llegó un cliente. Él vendrá por la misma puerta que usted, pero esperele dentro.
— ¿Algo más?
— No le haga daño. — Y se fue del vestuario dando un portazo, dejando al moreno algo extrañado.
〘 𓃠 〙
El local era más calmado de lo que Jack lo imaginó cuando se preparaba mentalmente para la misión. Era evidente que, al haber omega bailando en la otra zona y otros trabajando en cuartos individuales, no habría mucha gente en la de bar. Los pocos alfa y beta allí estaban con más omegas tomando bebidas, mirando a aquellos omega acompañados esperando el turno para poder hablar o, esperando para entrar a la otra zona -había un número límite de aforo-.
Esperaba que le preguntaran como Xavier dijo que harían, pero ni siquiera le miraron mucho tiempo; todos conocían al dueño de aquella máscara que ahora se fumaba un cigarro mientras subía las escaleras de cristal. Se recordó a sí mismo que vendría para poner una multa de lo poco seguras que eran estas escaleras pese a ser de dos plazas; una barra no estaría nada mal aquí.
— ¿Otla vez pol aquí, señol Galleta? — Fue la única persona que le habló en todo el tiempo que estuvo aquí, y un solo asentimiento de cabeza bastó para que le abriera la puerta. Ese omega de fragancia a piña y él tendrían unas palabritas muy pronto; desconfiaba de los mecánicos y ahora, también lo haría de este lugar.
Sus ojos ceniza, ocultos bajo la mascara algo mal puesta, buscaban el número trece.
Uno.
Dos.
Tres.
Hasta que después de leer los muchos números entre el uno y trece, apareció. Dejó caer despreocupado el cigarrillo que había estado fumando para despistar en la papelera que vio nada más entrar al lado de la puerta, cerrando esta con el pie. Al colocarse bien la máscara y mirar al frente, no pudo evitar sorprenderse; ¡Era una copia de su puto despacho! O bueno, una en miniatura; solo estaba la mitad ocupada por su escritorio, las sillas y estanterías con papeles muy probablemente en blanco.
Camino hacia la silla que él normalmente ocuparía si ese fuera su verdadero despacho mientras seguía mirando todo. Aquellos detalles estaban tan bien cuidados que le asustaba, ¿Quién conoce tanto su despacho?
Ah sí, los mecánicos...
Y Xavier Brown...
Sintió asco al pensar que podría haber hecho allí.
Se dispuso a sentarse en la silla, pero nada más hacerlo, una mirada azul se colocó frente a él. Fue tanta la sorpresa que pego la espalda a la silla y la hizo rodar hacia atrás, hasta dar con el armario negro, en el cual había carpetas de colores que seguramente estaban vacías, todo para dar la impresión de que era el despacho del superintendente; su despacho.
— 21:30 exactos; qué puntual ha sido mi super esta vez... Me ha pillado justo cuando estaba extendiendo mi olor por aquí. — dijo el omega entre risas tras mirar un reloj imaginario en su muñeca. No llevaba maquillaje, ni una peluca, así que se veía claramente que era Gustabo.
Bajo la mirada para fijarse fijó en su ropa. Un short negro ajustado con tela amarilla despegada encima, una gargantilla con avalorio de corazón dorado y una sudadera que, a contraste con toda su ropa y el cuarto, olia a caramelo.
Apestaba a Brown y llevaba ropa que no pegaba demasiado con el Gustabo que vio en fotos, que además, lucía algunas heridas y cicatrices en el rostro. Pero eso era lo de menos.
Lo que importaba es que por fin estaba delante de sus narices y Horacio dejará de sentirse mal por su ausencia.
— ¿Me extrañaste, super? — Pese a no recibir respuesta, el rubio insistía en hacer conversación. Cuando el menor camino hacia él, Jack se apresuró a tomarle del brazo para llevárselo, pero entonces un beta entró.
— ¡Pogo! Le he pedido que me avise cuando vayamos a la sala... — decía el chico con respiración entre cortada.
— Estaba preparando la atmósfera... Mi super se adelantó.
— ¿Y no quiere maquillarse, echarse colonia o algo? — preguntó, pero fue ignorado.
A Gustabo le extrañaba un poco cómo le tomaba del brazo el alfa, puesto que siempre había sido suave con él, y acompañaba esas acciones de caricias o besos, pero no dijo nada al respecto. Su mano libre tocó la mandíbula del mayor en la poca zona que estaba a la vista, sintiendo la piel suave de este, que delataba que se había afeitado hace nada.
— ¿Por qué no te quitas esto y me das un besito?... — Mientras preguntaba, aquella mano había empezado a levantar la máscara. No lo diría, ni siquiera entendía por qué, pero al rubio le transmitía mucha paz la mirada azul del alfa que le llevaba visitando desde hace tanto tiempo; le hacía sentirse como si estuvieran tomando copas juntos y él escuchara todos los problemas que el omega tenía...
Era tan extraño.
La otra mano del alfa apresó la libre del de mirada de cielo. Suspiró al verse detenido cerrando los ojos un momento, no pudiendo evitar entristecerse un poco; pero no dijo nada y solo dió un beso por encima de la máscara.
El omega sólo quería, aunque sea, ver aquellos ojos entre los agujeros de la máscara, sentirse comprendido y conocido de verdad, sólo como esos orbes azules hacían pese a no entender el por qué.
Pero aquellos ojos no eran azules.
Eran grises...
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❝No me refería a eso, tontito.
Me refiero a trabajo... Eres un
pillin que sabe controlar a alfas
como yo con solo palabras;
encajarias bien y mejor en
cualquier otro lugar.❞
✈
➢ DB.
➢ 6156 palabras.
➢ ¡Y aquí tenéis el esperado encuentro Jackstabo! Ahora a esperar 10 días a ver qué va a pasar porque soy mala y os he cortado el episodio justo en lo mejor, jeh.
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