El gatillo del despertar

Yo queria reparar aquel retal!

Se me ocurrio trenzar los hilachos como mi madre o mi hermana mayor hacian con mi cabello.
Tarde dias trenzando y cuando acababa a cada punta le anudaba una lentejuela, para que no volviera a deshilachar.

Despues de tanta paciencia y esfuerzo, lo que ahora seria una tendencia, nadie lo aprecio como un trabajo artesanal sofisticado y lleno de creatividad.
-Ni yo tampoco-

Era otra epoca, cualquier gesto en una tela lejos de los cuadros de vichi, se descartaba.

Asi que decepcionada por el resultado, intente mejorar el dia y alegrarme, con una excursion  nocturna bajo la mesa.

Cuando llego el ocaso, alli estaba yo, contemplando el infinito y a la luna en su silencio de azabache.

Eso me recordo al trabajoso retal, con sus lentejuelas negras y lo suspendi frente al paisaje.

Era hermoso, siempre lo fue.

Quien era yo para quitarle sus flecos? - pense
Y solte una a una cada lentejuela y cada trenzado.
Cada hilito se habia ondulado, le daba un aspecto salvaje y divertido al estampado azul, era una preciosidad.

Y aprendi que cada cicatriz, puede ser bella, sin artificios ni parches, aquel retal con su color y sus hilachos ya era una proeza en si misma.
Quien era yo para robarle solera, ni identidad?
La adore sin mas.
Ya no queria cambiar, ni reparar nada en el retal.
Lo acepte tal cual y felizmente.

Al dia siguiente, unos pasos se acercaban. Era una vecina.
Mis incursiones a la mesa ya eran conocidas, asi que la señora muy curiosa se acerco a preguntar.

Que haces ahi abajo, como estas?
Y yo lo que observaba eran unos lindos pies muy cuidados, con un esmalte de uñas frambuesa brillante pero enfundadas en unas chanclas de andar por casa.
Asi que tuve que incorporarme para responder.No sabia quien era.

Ya en pie, reconoci a la señora Amapola.
Le mostre la tela y le dije: que impresion te da? Es un reto.

Y me contesto que le encantaba, pero no entendia que misterioso reto podia entretenerme en ello.
Y le conteste :
- Cierto.
Este reto de intentar repararla, me habia enseñado, que no habia nada que reparar, ni maquillar, ni remendar, ni mejorar.Asi de sencillo. Le explique:
-Acabo de aprender una valiosa leccion.
Y algo sorprendida se alejo a seguir preguntando, saludando o a pensar!

Cuando regrese bajo la mesa, algo habia cambiado en mi.
Fue como un disparo, el gatillo del despertar.

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