🪷 𝕰𝖑 𝖉𝖎𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖓𝖆𝖈𝖎𝖘𝖙𝖊 🪷

Era un 26 de diciembre. Los villancicos se escuchaban por la calle. Acababa de terminar la navidad. La habitación de hotel se sentía gélida. Se escuchaba el timbre de llamada de un teléfono, el contacto estaba registrado como México.

Rusia estaba en medio de todo ese caos. Era el día de su cumpleaños, y lo estaba pasando fatal. Se escondía bajo su suéter de lana gris. Estaba derrotado, conforme con que jamás volvería a recuperar su cuerpo de varón y quedaría como mujer por siempre. No le importaba, se sentía mejor así. Sin embargo aún le tenía miedo a la reacción de la gente, del resto de países.

Escucho un par de golpes en su puerta.

—Вперед (Adelante)

Chile ingresó a la habitación donde estaba Rusia. Cerro la puerta tras de sí. El lugar apestaba a vodka y los tonos grises de los muebles y paredes no hacían más que darle un toque depresivo a esa habitación.

—Rusia, ¿estai' bien? —vio a la rubia negar con la cabeza sin contestar—. ¿Queri' hablar de ello?

—Creí que la había superado, creí que genuinamente me amaba —dijo con la voz más triste que alguna vez había salido de su garganta—. Estoy perdida, yo todo el tiempo lo deje de lado por estar pensando en recuperar mi estupido cuerpo, en ese romance que en mi cabeza sonaba correcto. Entiendo que él me amaba, lo demostró de muchas maneras y yo siempre lo rechacé.

—Si, lo hiciste.

—Pero de un tiempo para acá, eso ya ni siquiera me importa —sorbió su nariz, había estado bebiendo mucho—. Dejé de pensar en mí, y cuando lo hice comencé a enamorarme de México en verdad. Comencé a aceptarme a mi también como soy. Ya ni siquiera me importa que se rompa ese estupido hechizo, si de esta forma soy feliz quiero seguir así. Quiero estar con México. Pero...

—¿Pero?

—Aún no estoy lista para salir así al mundo. No sé cómo voy a dar la cara.

Chile le tomó de las manos, ayudándola a levantarse. Estando frente a frente, Rusia se tambaleaba un poco, realmente se había pasado con el Vodka. Chile la miraba a los ojos.

—Queri' estar con México, ¿no?

—Да (Si)

—Pues muestrale quién eri', nena —le regaló una sonrisa triunfante—. Arreglate, ponte bonita y presumele quien eri'. Que si se va a acercar a ti al menos reconozca al mujeron que tiene en frente.

—Chile, basta —Rusia se sonrojaba con todos los cumplidos.

—Ya sabes que habrá baile en tu honor —Rusia asintio—. Coincide con el último día que tienes para revertir tu hechizo, por si te arrepientes. Teni' que decirle a México quién eri' en verdad. En algún momento debi' dar la cara ante el resto del mundo y no creo que quieras que piensen que eri' una civil, weon.

—En eso tienes razón.

—Teni' que ser sincera con México —concluyó Chile—. Y para ello voy a llevarte como mi invitada especial para el baile de invierno. Ahí estará él.

—Espera, ¿qué? —obviamente, Rusia se sentía honrada, pero no quería que Chile gastará su invitación en ella—. No, no, no. Deberías invitar a alguien especial, alguien a quien quieras mucho, no usarlo en mí. Ya los he hecho gastar demasiado.

—Te elijo a ti, Rusia —reafirmó—. Me caíste bien, po. Y quiero que seas feliz con mi hermano, también quisiera que él fuera muy muy feliz.

Rusia rodeó a Chile con sus brazos en un cálido abrazo. La más baja correspondió con mucho cariño. Realmente estos últimos seis meses se había vuelto muy cercana con Rusia. Hasta podrían ser amigas una vez que todo esto terminara, y también buenas cuñadas.

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Chile cabeceaba cansada. Quizás empoderar mucho a Rusia no había sido del todo una buena idea. Vio salir a la rubia del probador por decimocuarta vez, con otro vestido rosa que no le sentaba nada bien.

—мне не нравится (No me gusta) —se lo ajustaba y daba vueltas—. Y se nos acaban las opciones.

—Todos los cortes te quedan bien, weon —aún no comprendía—. ¿Por qué estai' tan empeñada en llevar rosa?

—Es un color femenino, ¿no? —Chile se miraba harta—. Lo lamento, Chile, quizás no sea buena idea que yo vaya.

—Te pedí que seas tú misma, dejai' de pretender que eri' otra persona —Rusia agacho su cabeza.

Chile se levantó de su lugar. La euroasiatica pensaba que se iría del lugar molesta. Decidió entrar de nuevo en el probador para quitarse ese maldito vestido de una vez. Volvió a voltear esperando ver a Chile cruzar el marco de la puerta, más ella se encontraba frente a frente.

—¿Y si pruebas tu color favorito? —un vestido negro se encontraba frente a Rusia.

Los ojos de Rusia se iluminaron de repente. Comenzaba con un par de tirantes delgados que se sujetarian de sus hombros. Bajarían a su pecho en un escote con forma de corazón, que a su vez se transformaba en un corset de tela transparente. Con encaje negro y pedrería plateada acentuaba su cintura. La falta ensancharia sus caderas, larga hasta la punta de sus pies. Su tela era brillante, parecía un oscuro cielo estrellado del campo.

—Presta para acá —Rusia tomo el gancho y cerro la cortina tras de sí.

—Sabía que te gustaría, po' —Chile volvió a tomar asiento, está vez entusiasmada por verla salir una vez más.

Rusia no tardó más de cinco minutos en salir del probador. Luciendo magestuosa su vestido se pavoneaba de un lado a otro, presumiendo su hermosa silueta. La latina quedaba perpleja ante la forma en que la más alta lucía dicho hermoso atuendo.

—Creo que este es el indicado —Rusia dió una vuelta sobre su propio eje, observando la falda seguir su trayectoria—. Es hermoso, es perfecto es...

Observó su reflejo en el espejo. Acomodó su cabello hacia arriba, lo trenzo, lo dejo suelto. Se veía bastante bella de cualquier manera. Con sus dedos contorneo la cicatriz en su ojo, sintiendola fuera de lugar por unos instantes.

Quizás con un poco de maquillaje podría cubrirla, no se veía nada femenina sobre su rostro. Todo lo contrario, le recordaba a su pasado, a todo el maltrato que sufrió bajo la tutela de URSS.

—Rusia —se giró de vuelta a ver a Chile—. Sé lo que estai' pensando, pero México y yo adoramos esa cicatriz en tu rostro. Esa cicatriz que te marcó, te está transformando en alguien mejor.

—¿En verdad crees eso?

—Afirmativo —metió su mano en su bolso, sacando su cartera—. Ve a cambiarte, vamos a llevarnos ese vestido.

—Нет! (¡No!) —intentó alcanzarla pero la falda entorpecia sus movimientos—. Chile, no es necesario. Yo puedo pagarlo, tengo mis ahorros.

—No, no, no, por supuesto que no —negó varias veces con la cabeza—. ¿Acaso crees que olvidé que día es hoy? Es tu cumpleaños, déjame regalarte algo de corazón sólo por una vez.

Al ver la suplicante mirada de Chile, Rusia no pudo resistirse. Rió en voz baja asintiendo con la cabeza. La latina dio un par de brincos antes de perderse en los pasillos de la tienda. Rusia volvió al interior del probador, cerró la cortina tras de sí.

Observó su reflejo en el espejo, imitando sus propios movimientos. Levantó la falda del vestido sintiéndose como una princesa. Sonrió con alegría, ya se imaginaba con el atuendo completo, el maquillaje, el peinado, los zapatos. Cielos, jamás pensó que un baile de preparatoria le causaría tanta emoción.

Aunque le causaban más mariposas en el estómago el ver a México en aquel baile. Tener que confesarle que en realidad es Rusia, y al resto de países ahí presentes. Quién sabe, quizás no sería el momento, no sabía siquiera si la aceptarían siendo quien era. Eso sí que le aterraba.

• ────── ✾ ────── •

Hola, soldados.

¿Cómo los trata la vida? ¿Listos para el último capítulo de esta maratón especial?

Espero estén disfrutando la lectura tanto como yo. A partir de mañana, actualizaré la historia como era costumbre, cada martes capítulo nuevo.

Sin más que decir, les mando muchos abrazos virtuales.

—Hey_You4612

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