10.- La vida de Camus, parte II y final.
Tomado de los escritos de Dégel.
Cuando fuiste destetado, hice un banquete celebrando aquello pues para mi tú ya entrabas en otra etapa de tu vida la cual yo no iba a dejar pasar ni registrar. En ese momento te llamé oficialmente mi heredero...
Todo lo mejor quise para ti, las mejores telas y todo aquello que ensalzaría tu belleza mi pequeño.
Si todos esos que me odian supieran quien soy realmente...
No soy ese mounstro que califican de sanguinario, cruel y frío que dicen los humanos que viven en esta región, los pocos que me conocen saben que soy un inmortal de 100 años con su hijo al que idolatra.
Con los que amo y aprecio soy dócil como un pequeño gato y contigo lo soy más. Quizás mis enemigos saben que mi punto débil eres tú y por ahí empezarán atacarme.
Hay algo que no todos saben, hay algo que yo traté de hacer para que tu vida sea larga, es más quise desafiar a mis dioses tratando de con una gota de tu sangre realizar un poderoso hechizo, pero casi te pierdo.
Flashback.
Narrado por la autora.
Marzo de 1368.
—Papi—el pequeño observaba curioso varios recipientes, escritos y varias cosas que su padre tenía sobre una elegante mesa de caoba— ¿qué vas a hacer?
Dégel sonrió misterioso mientras separaba un par de escritos que contenían hechizos demasiados poderosos y arriesgados que mínimo error causarían efectos irreversibles.
—Haré algo por los dos—lo tomó al pequeño entre sus brazos mientras le daba un beso en su frente—confía en mí, sabes que te amo.
— ¿qué vas a hacerme? —preguntó asustado.
—nada malo... confía en mi...
—No.... —se soltó su agarre—tienes esa daga en tu mano.
Sin darle tiempo a replicar el niño desapareció de aquella habitación que funcionaba como biblioteca, él dejó la daga sobre la mesa y se sentó en una silla mientras se jalaba un mechón de cabello frustrado. Llamó a gritos a su mayordomo que se presentó presuroso.
—señor...
—trae al niño—ordenó.
—pero señor.... Su hijo está muy asustado.
— ¡QUÉ ME LO TRAIGAS AHORA! —se puso de pie mientras sus pupilas se dilataban amenazantes.
Con una asustadiza reverencia el mayordomo desapareció trayendo al poco rato al niño que lloraba aferrado a la pierna del hombre.
— ¡déjalo ahí! —señaló a la misma silla donde minutos antes estuvo sentado.
—señor píenselo, puede costarle la vida.
—No me digas lo que debo hacer—posó la vista sobre el niño que se acurrucaba temeroso—tráeme pedazos de tela y agua.
Para Camus ver esa faceta desconocida de su amado padre le produjo pánico, parecía que no era él. Cuando el otro hombre se fue, Dégel se acercó por lo que comenzó nuevamente a llorar, el inmortal harto del escándalo tomó la daga y sin aviso cortó la delicada piel del brazo del niño en tanto murmuraba fórmulas de hechizo; ni el grito de dolor frenó el trance en que había entrado, estaba ensimismado en lograr que fuera efectivo, que la vida de su hijo fuera larga como él lo quería.
"Tu sangre será la base para la vida,
No morirás antes que yo,
19 no es ese número, serán 100,
Para que sea posible renunciaré a mi larga vida,
Poderoso elíxir escarlata... la cual es mío también,
Oye mi voz.
Sangre y eternidad,
Vida y muerte,
Mis dioses me oirán....
......
El corte había sido profundo por lo que la sangre salía a borbotones sin detenerse manchando la ropa de ambos, aparentemente el hechizo debía detener la sangre y cerrar la herida sin dejar rastro y como señal de que el hechizo fue efectivo, un dibujo con el símbolo de los dioses en la espalda. Pero lo que eso estaba ocasionando era que el niño perdiera sangre y estuviese a punto a morir por el capricho de su padre.
—Vivirás más que yo...—se calló cuando vio que el niño ya no decía nada y su cabeza yacía sobre su pierna—Camus....
— ¡Oh Dios todopoderoso! —exclamó una joven que servía como cocinera— ¡ha matado al pequeño Camus!
Recién se dio cuenta de su grave error, aterrado sólo atinó a romper un pedazo de tela y presionar sobre la herida en tanto un ejército de sirvientes hacía acto de presencia para limpiar y auxiliar al infante que por la pérdida de sangre yacía exánime mientras un arrepentido Dégel quería que la tierra se lo tragara.
— ¡perdóname!
Molesta la cocinera se lo arrebató de los brazos murmurando cosas como "Dios lo perdone", "es un monstruo". Tenía razón en etiquetarlo así, pensó él por lo que azorado consigo mismo, salió hacia el pueblo así como estaba, manchado de sangre sin importarle lo que dijeran de él.
Fue por eso que años más tarde lo tildaban de asesino, o bebe sangre porque ese día él había salido así...
Una cicatriz fue lo quedó de ese fatal instante que casi le cuesta la vida, en vista de eso, Sísifo por petición de Dégel había hecho que el niño olvidara ese episodio de su vida.
Un año después, Dégel conoció a Kardia
Las relaciones entre hombres no eran permitidas en aquellos tiempos, Dégel a pesar de todo desafiaba a quienes amenazaban con mandarlo a la hoguera por su relación con Kardia del cual no sabía mucho pero amaba demasiado y por su condición al que relacionaban con brujas y oscuridad.
Kardia era un muchacho vendedor de manzanas, fue una atracción inmediata tanto que Dégel no quiso estar lejos de él y lo iba a visitar constantemente.
El amor fue creciendo, se veían a escondidas, durante el día Dégel pasaba con Camus y en la noche cuando el pequeño dormía, se encontraba con Kardia en las cercanías de su propiedad.
— ¡Oye! ¿Qué haces? —le había preguntado una noche Kardia.
Sin dudar respondió.
—desciendo de una antigua familia de condes franceses.
—pero tu apellido es germano.
—Por parte de padre—refutó.
Kardia no preguntó más, Dégel se alivió pues Kardia era muy suspicaz y si sospechaba que no era lo que decía ser, terminaría odiándolo.
Aparte que Kardia no le mencionó que formaba parte de un grupo que neutralizaba a los inmortales y en menor medida a sus hijos que consideraban un peligro pues decían que heredaban los poderes de sus padres, sin embargo eran influenciados por inmortales que se hacían pasar por humanos para que atacaran a los hijos humanos de inmortales que no les simpatizaban.
Ejemplo Radamanthys.
Camus jamás conoció a Kardia, es más no supo que él fue quién lo sostuvo en sus brazos cuando moría...
Dégel llegaría a saber aquello más adelante.
Llegó la pubertad y luego la adolescencia de Camus de un bello niño pasó a ser un precioso joven que se ganaba las miradas de la jovencitas del pueblo cercano donde vivía, Dégel le había limitado sus salidas ya que las persecuciones contra aquellos que no seguían los preceptos de la iglesia se había intensificado a tal punto que muchos hijos e hijas de inmortales, eran enviados por sus padres lejos de esas tierras.
Un día el sacerdote de la iglesia del pueblo había ido hasta la puerta de la casa de Dégel, este sorprendido pues nadie ni en sueño se atrevía a pisar su propiedad.
―para su iglesia soy maldito ¿qué hace un servidor como usted aquí?
―debe enviar a su hijo lejos de aquí.
― ¿por qué debería obedecer a un sacerdote?
Los escasos cabellos del servidor de Dios se agitaron como un pequeño remolino, miró el rostro de aquel hombre que contaba con 115 años, percibía cuanta adoración existía en él por ese joven que simplemente imaginó que no soportaría que su hijo muriera.
―porque veo que no es malo, Sr. Von Shielfs.
Una sonrisa burlona se dibujó en las bellas facciones de Dégel.
―pero ustedes no aprueban otro tipo de cosas, por ejemplo que yo mantenga una relación con otro hombre ¿no es así?
―no soy quién para cuestionar las leyes de Dios―respondió.
Dégel se disponía a responder cuando los pasos de Camus resonaron detrás suyo, cuando el adolescente vio quién era la visita sus ojos se iluminaron pues conocía al sacerdote ya que era el único servidor de la iglesia que no lo juzgaba por tener sangre de un inmortal. El muchacho de vez en cuando pasaba por la iglesia, claro sin que su padre se enterara.
―padre Poitiers...
―muchacho―dijo el cura―es bueno verte.
― ¿se conocen? ―indagó Dégel sospechoso.
―eso te lo iba a explicar padre, pero me veo obligado a hacerlo ahora―dijo el chico enfocando su mirada en la de su padre.
―yo pasaba por aquí, es grato ver que estés bien hijo―dijo el sacerdote a modo de despedida― ¡pasen bien!
Sabía que estaba molesto, sabía que el sacerdote había notado la furia que desprendía su padre al saber que sostenía una relación cordial. Con un gesto hizo saber a la servidumbre que se alejara pues su progenitor mostraría ese lado no tan bonito de sí mismo.
Oyó que cerró la imponente puerta de un portazo, rezó internamente pidiendo que le dieran sabiduría para poder sobrellevar la cólera de Dégel. Una parte de su poder se manifestó con una brisa fría que calaba hasta los huesos, sus ojos violáceos pacíficos ahora eran dos esferas rojizas que destilaban ira infinita.
― ¿por qué mi hijo es aliado de la iglesia de Roma? ―preguntó con una voz tétrica.
Meditaba su respuesta con cuidado.
Un fuerte jalón a su brazo lo obligó a mirarlo, tarde se dio cuenta en que cargaba puesto un pequeño crucifijo que al ser captado por Dégel fue arrebatado con violencia.
― ¿por qué me traicionas Camus?
―por qué me atas tanto, si soy un humano que tendrá vida efímera―respondió triste―ese amor que dices tenerme suena a sobreprotección extrema.
―NO CUESTIONES MI SENTIMIENTO HACIA TI.... ELLOS SOLO QUIEREN DESTRUIRME...
―tú les das razones para que te odien tanto, a veces te desconozco, a veces te tengo miedo porque haces cosas que.... Me aterran.
―preservar tu vida a costa de mi sangre para ti es ¿terrible? ―apretó su brazo.
―has roto muchas reglas y desafiado las leyes de la naturaleza, hasta de la creación.
―NO MENCIONES NADA DE ESA IGLESIA....―lanzó el crucifijo con desprecio mientras trataba de controlar su cólera― ¿por qué todos hasta tú se empeñan en hacerme ver que estoy equivocado?
El muchacho no respondió, con sumo cuidado se zafó del agarre de su padre que había pasado de la furia a la tristeza, en esos momentos ambos lloraban, uno por el empecinamiento de su progenitor y el otro porque no quería que esa fatal profecía se cumpliera. Internamente Dégel no quería que la profecía sobre la vida de Camus se cumpliera.
Y así pasaron los años, Camus cumplió 15, luego 16, en el cumpleaños número 17 de Camus, Kardia descubrió lo que realmente era Dégel.
―es mejor que alejes tus zarpas de mi―amenazó una tarde el joven―ya sé lo que eres.
―yo no soy eso que dicen Kardia―cogió una manzana que fue cortada con una daga romana por parte de Kardia―¿porqué actúas así?
Un grupo de personas rodearon a Kardia, miradas de triunfo brillaban ya que el arma había rozado la palma de Dégel cortando la piel de esa zona, una gota de sangre fue suficiente para ellos pues representaba un "trofeo de guerra". Con un pedazo de lino Kardia limpió su arma ante la impotencia y decepción de Dégel que jamás pensó que la primera persona de la que se había enamorado no viera más allá, no viera su corazón.
―esto debe guardarse―sugirió una mujer―nuestros sucesores sabrán que heriste a un inmortal que era " intocable".
―si llegas a vivir más siglos―su expresión se enserió―esto será tu afrenta.
―maldito seas.... yo también puedo maldecirte.... y sabes qué―dejó que la sangre corriera―en tu otra vida seré tu tormento y caerás en mis brazos.... perseguiré a tu reencarnación Kardia Antares.
Más fuerte sería la de Kardia al condenarlo a nacer de día y morir de noche y que no lo recordara.
Llegaron los 18 años y finalmente llegó la fecha de sus 19 años. Sísifo sabía que el tiempo se había cumplido que solo era cuestión de meses para que la fatal profecía se manifestara.
Así le había dicho a Eleonor cuando esta también le mencionó en una visita a su casa, que Dégel no escaparía al "castigo por adelantar el tiempo del nacimiento de su hijo". Sonaba terrible, pero hasta el mismo chico presentía que su vida estaba llegando al final del camino.
"El tiempo se ha cumplido,
El círculo de la vida se cerrará,
Fue a su destino y tú lo sabrás, apenas el sol saldrá,
Desafiarnos no fue lo mejor,
Tu deuda será pagada con dolor y sangre..."
.......
19 años de vida completamente registrados en aquellas hojas amarillentas, lo último registrado por Dégel sobre Camus era la bella sonrisa que este le dedicó antes de marcharse. De ahí no había más...
Las hojas volverían a ser escritas el siete de febrero nuevamente, cuando Ganimedes vuelva a brillar y el candelabro se encienda anunciando la llama de la vida.
o-o-o-o-o-o-o-o-o
Dégel sólo quería perpetuar la vida de Camus y en su desesperación lo hirió, él no quería matarlo solo quería que viviera más.
Saludos :)
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