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Dos chicos iban caminando tranquilamente por la calle, en direcciones contrarias.
La acera era muy estrecha, por lo que, al cruzarse, sus hombros no pudieron evitar chocarse.
-Vamos, Jeon. Tú puedes-murmuró una voz en su espalda, cuya dueña encerró sus manos alrededor de la mano que sostenía la espada y lo ayudó a empuñarla
Con la fuerza extra de los brazos de YangMi, JungKook alzó la espada, y de un solo tajazo, separó de los hombros, la cabeza de MinJae.
La sangre negra corría por el suelo, hasta llegar a rozar incluso, sus pies.
Ambos chicos se quedaron viendo el cuerpo sin vida. YangMi poseía una expresión neutra, más JungKook sonreía contento y orgullos, sin embargo, su emoción no duró mucho, ya que tuvo que soltar la espada, quejándose por el ardor de su piel.
-Ven conmigo-ordenó YangMi, jalándolo por una de las cadenas de su armadura, pasando el brazo del chico por sobre su hombro.
Ambos muchachos, desconocidos hasta el momento, detuvieron sus pasos en el segundo exacto que aquel recuerdo pasó por sus mentes, e inmediatamente voltearon a verse.
Se sonrieron amablemente, y se ubicaron de tal forma que ya no chocaran al hablar debido a la estrechez de la acera.
-Disculpa...¿Te conozco de algo?-preguntó YoungMi.
-¡Vaya! Justo iba a hacerte la misma pregunta-rió él.
Cierto era que su físico no había cambiado para nada.
Ella seguía poseyendo aquel color miel en sus cabellos, sus ojos grises, y labios carnosos.
Él mantenía su largo y oscuro cabello, al igual que sus grandes ojos y labios finos, bajo los cuales, aún se ocultaba aquel curioso lunar.
-Bueno, quizás nos conozcamos y no sepamos-se encogió de hombros, haciendo referencia a sí misma a aquel extraño recuerdo, pues los rostros de los jóvenes que vio, eran exactamente iguales a los de ellos.
-Tal vez-sonrió-. Mi nombre es Jung JeongGuk. Y es un verdadero placer conocerte-extendió su mano.
-¡Oh! Qué curioso. Mis tíos y primo me han mencionado un nombre igual-soltó una risilla-. Mi nombre es Min YoungMi-aceptó el saludo del muchacho-. Y también es un placer conocerte.
-Es curioso también, ya que tu nombre es el mismo del que mis tíos y prima me han mencionado en alguna que otra ocasión.
-¡Vaya! Creo que tenemos mucho más que ver de lo que nos imaginamos-soltó una risilla, seguida del chico frente a ella.
-Uh...voy a mis clases de esgrima ahora pero...
-¿Esgrima?-lo interrumpió.
-Sí, las clases son aquí cerca-agregó.
-Yo también asisto a clases de esgrima-sus ojos se abrieron con sorpresa-¡Oh! Ya sé de dónde nos conocemos.
-¡Cierto! Recuerdo haber oído tu nombre cuando hacían el llamado de lista-dio una palmada-¿Y por qué no estás allá?-intentó no ser tan indiscreto, y por ello sus mejillas llegaron a colorarse.
-Es que la profesora me mandó a buscarle algo para merendar-bufó con cierta molestia.
-¿Quieres que te acompañe? Así seremos dos los que llegamos tarde y el castigo no te lo llevas tú sola.
-¡No!¡No!-negó avergonzada-. No te preocupes. No debes llegar tarde por mi causa.
-No me importa. Ya está decidido-hizo una mueca orgullosa, tomando a YoungMi de la muñeca y la guió a la cafetería donde se suponía debían comprar la merienda de su profesora.
Los chicos comenzaron a caminar bajo la lluvia, con la mochila con sus cosas a cuestas, importándole muy poco a ambos el hecho de que se estaban empapando.
Apenas habían caminado un par de metros, cuando sus manos rozaron, y, mirándose el uno al otro, las juntaron finalmente.
Sin embargo, en menos de lo esperado, JungKook acorraló a YangMi entre sus brazos, sorprendiéndola.
-J-JungKook. Nos van....a ver-murmuró nerviosa, mirando en todas direcciones.
JungKook hizo lo mismo, pero como no fue capaz de ver nada, sonrió de lado a su novia.
-Nadie verá-aseguró-. Y sinceramente, ahora mismo me da igual-confesó, juntando su frente con la de YangMi-. Yo sólo quiero besar a mi novia, porque llevo todo el maldito día sin poder hacerlo.
Y la besó, despacio y dulcemente bajo la incesante lluvia.
Aquel otro recuerdo los volvió a invadir, y ambos, sin notarlo, sacudieron sus cabezas, como quien quiere alejar una idea de su mente.
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-Uff-suspiró la chica-. Estoy agotada.
El muchacho a su lado asintió, dándole la razón.
Recién habían salido de su curso de esgrima, donde los pusieron a entrenar demasiado y realmente se sentían cansados.
-Y eso que estamos en vacaciones-murmuró JeongGuk.
El curso escolar había acabado, al igual que las pruebas de ingreso a la Universidad, y las clases de esgrima de ambos chicos eran sólo un pasatiempo para pasar las vacaciones.
-¡Oh! Me tienes que dar tu número-dijo YoungMi de repente, provocando el sonrojo en las mejillas de JeongGuk, una vez más.
-Vale-asintió tímido.
Se detuvieron en un parque y se sentaron en una banca que había cerca.
-Ten-YoungMi le dio su celular para que anotara su número.
Pero JeongGuk pareció quedar paralizado, pues otro recuerdo apareció, y esta vez, sólo lo vio él.
Apenas hubo cruzado la calle, encontró un parque lleno de frondosos árboles, y sin más ruta de concreto que la acera. Todo el suelo era puro césped, y uno que otro banco, los cuales eran ocupados por ancianas, o niños con meriendas en sus manos.
-Abuelita ¿Qué es el amor?
Ante la pregunta de un pequeño niño, JungKook detuvo su andar.
Amor.
Aquella palabra era muy utilizada por los humanos, y en más de una ocasión la había escuchado en el Infierno.
Prohibido enamorarse.
-¡Ah, JaeHo! Aún eres muy pequeño para saber qué es eso-rió la mujer mayor que acompañaba al niño.
-Pero quiero saber-hizo puchero-. Mamá y papá siempre dicen que se aman ¡Incluso tú y el abuelo también!-señala el niño.
JungKook caminó y se sentó en el césped, justo frente a ellos, quienes lo miraron con el ceño fruncido.
-Disculpen, pero estaba pasando y no pude evitar oír su conversación-sonrió apenado-. Y estoy aquí porque comparto la misma duda que el niño y...¿sería usted tan amable de explicarme?-agachó la cabeza, con vergüenza.
-¿Ves, abuelita? El muchacho también quiere saber qué es el amor ¡Venga!¡Cuenta!¡Cuenta!-insistió el niño, que se notaba tenía unos siete u ocho años.
-Está bien-suspiró rendida, la ancianita-¿Cuál es tu nombre, chico?
-JungKook, Jeon JungKook-sonrió a la mujer.
-Lindo nombre, JungKook-elogió-. Al igual que tú. Eres muy apuesto y tu sonrisa es radiante, así que supongo que has de estar enamorado.
JungKook ladeó la cabeza cual cachorro.
-¿Cómo saber cuando uno se enamora?-pregunta.
-¡Ay!-suspiró la abuela-. Cuando el amor toca a tu puerta, es increíble. Las famosas mariposas en el estómago aparecen con frecuencia, y le dan varios vuelcos a tu corazón y estómago de vez en vez-asintió-. Esa persona se convierte en alguien especial, comienza a ser el centro de tus pensamientos, y logras sentir una calidez especial y acogedora, sólo cuando estás con ese ser amado, por lo que, muchas veces, quieres mantenerlo a tu lado la mayor cantidad de tiempo posible ¡Incluso puedes llegar a hacer grandes locuras sólo por esa persona!-rió-. No recuerdo cuántas veces me fugué de casa sólo porque mi actual esposo quería pasear por las madrugadas por la playa-agregó con una nostálgica sonrisa-. Esa persona especial es capaz de sacarte los más largos y nostálgicos suspiros, hacer que tu corazón lata a mil kilómetros por hora, y logra pintarte las más bobas sonrisas en el rostro.
JungKook inmediatamente pensó en YangMi, y no pudo evitar sonreír.
-¡Ahí está!-señaló la mujer-. Usted, lindo jovencito, ha caído rendido a los pies de esa chica...o chico...no sé cuáles son tus preferencias.
-Su nombre es YangMi-sonríe.
-¡Ah! Entonces es una chica-sonrió-. De seguro ha de ser tan bella como el agua-elogió, manteniendo su vista en las mejillas sonrojadas de JungKook
-¿JeongGuk?¡JeongGuk!
Con el último grito de YoungMi, el chico reaccionó.
-Uh...lo siento-se disculpó-. Es que...
-Ya, ya-rió-. No me tienes que explicar. Sólo que te vi algo...ido del mundo.
-Lo siento-sonrió apenado, y anotó su número en el celular de su compañera.
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El cielo comenzó a nublarse, pero JeongGuk y YoungMi no se dieron cuenta de ello sino hasta que comenzaron a caer pequeñas gotas y un recuerdo hizo erizar sus pieles, pues tal parecía que lo estaban viviendo en ese preciso instante.
YangMi logró decapitar al bicho que tenía en frente, como ella decía, pero al alzar su vista, vio algo que no le gustó para nada, y no dudó en correr para evitar una tragedia.
JungKook estaba terminando de matar a uno de los vampiros para que de él no quedara nada, sin embargo, otra de esas criaturas se le acercaba, sigilosamente, por la espalda, y él estaba tan concentrado, que ni cuenta se había dado.
-¡No!-gritó YangMi, imponiendo su cuerpo entre el de JungKook y la lanza que lo apuñalaría.
La acción fue inmediata y simultánea.
YangMi logró decapitar de un tajazo la cabeza de quel vampiro, mas este logró clavarle la lanza en su pecho, justo en su pulmón izquierdo, malhiriendo su corazón, por mínimo que fuera el roce de la punta de la lanza con este.
-¡No!¡YangMi!-sollozó JungKook, dándose la vuelta, viéndola caer de rodillas al suelo.
JungKook tomó a su amada en brazos, y ayudó a recostarla en el suelo, manteniendo su cabeza apoyada en su antebrazo.
-Jun...
-¡No me dejes, YangMi!-rogaba, al ver la debilidad en el cuerpo de su novia.
-Me...duele-se quejó casi en un susurro. No tenía fuerza para más.
-Resiste, mi amor, por favor...SeokJin vendrá, ayudará a curarte, y ya verás como viviremos juntos por los milenios que nos resten de vida-intentaba calmarse, consolar a su novia.
YangMi sonrió débil y tristemente, dejando escapar pequeñas lágrimas que se fueron llevando a su paso la mayor cantidad de sangre y suciedad que pudieron.
-Te...amo, Jung...Kook-tose. Le comenzaba a faltar demasiado el aire.
-¡No!¡No!¡No!¡No te rindas, Park YangMi!-pedía, acariciando la mejilla de su amada, quien sonrió ante el tacto.
Ella juntó la mano que acariciaba su mejilla con la suya, y le dio un leve apretón.
-Di...les...que...los a...mo-volvió a toser.
-¡No!¡Tú misma les dirás!-negó con la cabeza, y los ojos llenos de lágrimas.
-Te a...mo, Koo...
Sus ojos quedaron en blanco, y su mano, que antes sostenía la de su novio, cayó al suelo, junto a la del chico.
-¡No!¡No!¡No!¡YangMi!¡No!-gritaba desesperado-. No me dejes solo...-rogó.
Pero era demasiado tarde.
-No estoy dispuesto a vivir sin ti, YangMi-afirmó, tomando su espada, la cual estaba a unos centímetros de su mano-. Sólo espero tener la suerte de volver a verte en mi próxima vida.
Y sin más palabras, aún sosteniendo la cabeza de su amada con su antebrazo, se clavó su propia espada en el pecho, justo donde YangMi había sido herida.
Sus muecas de dolor no se hicieron esperar, pues, con la misma que el sonido de un rayo de escuchó, un dolor en su pecho se instaló.
-Será mejor que...vayamos a casa-dijo él, agitado y la chica asintió.
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Ya en la noche, la lluvia apenas se había calmado un poco.
YoungMi se encontraba sentada sobre su cama, de piernas cruzadas, esprando la llegada de su abuela, pues con anterioridad, la había citado.
-¡Uy!¿Qué ocurre, mi niña?-preguntó la anciana, cerrando la puerta tras de sí.
-Es que...He estado teniendo unos sueños extraños-confiesa-. Es como si fueran recuerdos de alguna otra persona, pero da la casualidad que esa persona tiene mi mismo rostro.
Pero no muy lejos, había un jovencito que le confesaba lo mismo a su padre.
Y la respuesta de ambos mayores para los jóvenes, fue exactamente la misma.
-Pídele consejos a tus tíos o primos. Ellos siempre han sabido acerca de esas cosas. No te estreses. Todo tiene un por qué en esta vida.
Y sí. Ese por qué, no era nada más y nada menos que su destino.
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