• XXIV •
Título: Disculpas sinceras.
Personajes: Hayato Gokudera, Krista Günther (Oc), Reborn, Haru Miura, Kyoko Sadagawa, Ryohei Sasagawa, Bianchi, Dino Cavallone, Tsunayoshi Sawada.
Shipp: Hayato x Krista.
Advertencia: Tal vez leve OOC de algún personaje.
Tipo de escrito: Longfic.
Cantidad de palabras: 1325.
Al día siguiente, los chicos despertaron con unas jaquecas horribles, producto de las bebidas dulces que consumieron en la fiesta. Casi todos se encontraron en el gran comedor para desayunar, aprovechando el café que les fue servido al instante.
Las chicas bajaron minutos después, preparando lo que consumirían en diferentes bandejas.
—Kyoko, ¿no desayunarán con nosotros? —preguntó Ryohei.
—La verdad es que... —la susodicha dudó en contestar.
—No. Menos si con ustedes se sienta un desalmado sin sentido común —soltó Haru, viendo con molestia a Hayato.
—¿Eh? ¿De qué estás hablando, tonta?
—Tonto tú, que no sabe tratar a una chica. No entiendo como Krista pudo ser tu novia.
Gokudera la miró desconcertado, percatándose de que su pareja y su hermana mayor no se encontraban con ellas. Ligeros flashes de lo ocurrido en la noche anterior llegaron a su mente, abrumándolo.
—¿Qué sucedió, Haru? —preguntó Tsuna, confundido.
—Anoche estaban pasados de copas, Hayato y tú iban abrazados hasta que cayeron. Krista y Haru se acercaron a ayudarles y en ese momento, Gokudera terminó su relación —explicó Reborn, bebiendo de una taza de café.
—¿Qué? Eso es imposible... —expresó incrédulo.
—Reborn, ¿no lo estás inventando? —preguntó Tsuna viéndolo.
—No tengo porque, los hechos sucedieron así.
Hayato sintió una opresión en su pecho tras escucharlo, no podía creer que había hecho algo como eso. Se sentía desorientado, confundido mientras que la mezcla de culpa, arrepentimiento y vergüenza lo invadían abruptamente.
No podía siquiera mirar a sus amigos que tenían su atención en él, por lo cual bajó la cabeza. Se sentía tan vulnerable, débil y un completo idiota por lo que había hecho. Lo que más lograba molestarle era que no recordaba exactamente lo que hizo, cómo le habló o siquiera trató a Krista. Se reprochó así mismo un par de veces, teniendo en claro una sola cosa.
Sin perder tiempo se puso de pie y tomó rumbo hacia la sección superior del recinto hasta llegar a la habitación que ocupaba la alemana y hablar con ella. Las cosas no podían ni debían quedarse así, era algo completamente inaceptable para él.
Una vez frente a la puerta, se detuvo apenas un instante para luego golpear la misma. Insistió una segunda vez hasta que esta fue abierta por su hermana mayor. La molestia lo invadió de inmediato, ocasionando que bajara la mirada.
—Quiero hablar con ella.
—No creo que sea...
—Me importa una mierda lo que creas, hermana. Quiero hablar con Krista. Déjame pasar...
Hayato se abrazaba a sí mismo, resistiendo el malestar que estaba experimentando. Bianchi tardó unos segundos antes de darle paso para que ingresara, abandonando el lugar y dejándolos solos.
Krista había escuchado su voz, sintiendo de inmediato un nudo en su garganta. Ella se encontraba en el balcón de la habitación, por lo qué, cuando escuchó que la puerta fue cerrada, regresó al interior, hallando al cenizo en el lugar.
Hayato dió un par de respiraciones, antes de levantar la mirada y observar a la chica, se acercó a ella rápidamente y sintió cómo su corazón se apretaba al verla dar un paso atrás.
—Krista... —dijo con la voz amortiguada—. Necesitamos hablar.
—¿Sobre qué? Las cosas quedaron muy claras anoche —contestó viéndolo a los ojos.
—Sabes que no es así.
—De hecho, así es. Tú dejaste en claro anoche que no querías escucharme —expresó al momento de caminar hasta la cama en el lugar, tomando un pequeño bolso que se encontraba en el sitio.
Gokudera observó sus movimientos, notando aquello y extrañándose de inmediato. ¿Planeaba ir a algún sitio?
—¿Qué es eso?
—Ya no debo darte explicaciones, Gokudera.
Su respuesta lo golpeó duro, fue casi como sentir un puñetazo en el estómago, esa frialdad que le mostraba... Ella no era así con él, no quería que actuara así con él.
—Krista... Por favor, debemos hablar.
—Anoche te dije lo mismo, que cuando estuvieras mejor te explicaría las cosas, pero dijiste que no, que no escucharías a una maldita mentirosa como yo...
El cenizo la miraba a los ojos, notando como esos orbes dorados que le encantaban, brillaban mucho más de lo habitual. Vio como la chica levantaba la cabeza, entendiendo que estaba por llorar. Eso sin duda le partió más el corazón.
—Kris... No puede terminarse así...
—Así se terminó, Gokudera —indicó ella al verlo de nuevo, pasando junto a él con dirección a la salida.
Aunque se mostraba apática, le dolía profundamente actuar así. Deseaba tanto abrazarlo, besarlo, decirle que todo estaría bien, pero su orgullo le impedía eso.
Hayato no dudó en detenerla tomando su brazo, sintiendo al instante como ella trataba de soltarse. Él no cedió, sino que le siguió el paso y consiguió abrazarla desde atrás, envolviendo sus brazos sobre su cintura y depositando su cabeza sobre el hombro derecho de la fémina.
—Perdóname, por favor... Krista...
—Todo está bien, Goku...
—¡No lo está! —interrumpió con fuerza—. No lo está si eso significa que voy a perderte... No quiero eso, no quiero... —su voz se iba quebrando—. No quiero perder a quién ha logrado completarme y me ha dado un lugar al cual pertenecer —pausó un instante—. Jamás creí que podría sentir esto tan fuerte que despertaste en mí, Krista. No quiero perderlo por culpa de mi impulsividad. Eres todo lo que tengo, no quiero quedarme sin eso... No quiero sentirme solo de nuevo...
Ella bajó la cabeza, escuchando sus palabras sinceras y profundas, llenas de sentimiento y sobre todo de arrepentimiento.
Tardó unos segundos antes de moverse, girando hacia él y correspondiendo a aquel abrazo. Ella se aferró a él en la misma medida que éste la sujetaba. Llevando sus dedos a su nuca y acariciando aquella zona, consiguió que el corazón del cenizo latiera con fuerza, aquel gesto lo llenaba de calma.
—Perdóname, por favor... Krista, en verdad lo lamento... Prometo que esto no sucederá de nuevo, prometo que te escucharé, que hablaré contigo —pausó y se apartó un poco.
—Lo que dijo Reborn anoche ocasionó todo esto —dijo ella viéndolo a los ojos—. Pero fue un malentendido —enmudeció al momento de acariciar su rostro—. Mi familia sí deseaba una alianza mayor con los Cavallone y en principio existió la idea de fortalecer lazos por medio del matrimonio. Y aunque la intención estuvo ahí durante muchos años, cuando yo nací, la diferencia de edad con Dino era considerable y eso sería algo cuestionable en el futuro.
Hayato escuchaba con atención, rememorando las palabras de Reborn y entendiendo mejor que fue lo que el arcobaleno había dicho.
—Dino rechazó la idea del compromiso de inmediato, negándose aún más al saber que su futura esposa apenas tenía siete años en ese momento—explicó suavemente—. Por esa razón es que las familias desistieron de la idea, pues traería conflictos mayores que perjudicarían a ambas —se detuvo un instante—. Así que no, no tengo un compromiso con Dino. Tampoco te mentí ni jugué contigo.
—Lo siento mucho. No debí precipitarme a nada. Lo correcto debía ser preguntarte y no dejar que mis pensamientos me nublaran de esa manera —Hayato bajó la mirada, avergonzado.
Ella lo tomó de la barbilla, logrando que la viera de nuevo y cortó la distancia, besándolo con suavidad. Hayato la atrajo más, disfrutando de aquella unión y de tenerla cerca, entre sus brazos, percibiendo sus sentimientos que eran iguales a los suyos.
—Perdóname, Kris... —pidió de nuevo apenas se separó.
—Ya todo está bien —contestó dulcemente.
—No volverá a suceder algo así, te lo juro...
Y antes de que ella pudiera responder la besó de nuevo, como una forma de sellar aquel juramento.
Tras unos treinta minutos, la pareja se reunió con el resto de sus amigos y a pesar de la vergüenza, Hayato se disculpó por el incómodo momento que tal vez debieron pasar por su culpa. Además de prometer que no volvería a suceder, ya que mejoraría ese mal aspecto suyo y no sólo por él, sino que por su novia también.
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