Encuentro
Harto.
Los celos de su esposa ya lo tenían fastidiado no había ningún día que lo dejará en paz.
Reclamos que prefería ignorar ya que sólo inventaba las mil amantes que tenía, según a palabras de ella.
Creyó amar a Hera pero ahora tarde se dio cuenta que sólo la estimaba como la amiga que fue cuando eran aún unos jóvenes.
Confundió amor con el agradecimiento que le tenía ya que lo ayudó a salir de la depresión al perder a la persona más importante de su vida.
Con el tiempo lo fue superando poco a poco con Hera a su lado que no lo dejaba a luz ni sombra hasta que se hicieron novios, se comprometieron para luego casarse.
Viviendo un feliz matrimonio con sus cuatro hijos pero luego de su última hija las cosas cambiaron para mal.
Le creaba falsos a su persona, peleas por amantes que no existían ya que le era fiel a ella.
30 años de matrimonio a la basura todo por sus celos.
Los papeles para divorciarse de ella estaban en proceso, antes no lo hizo por sus hijos que aún eran pequeños pero ahora que son unos adultos saben muy bien que es un infierno su vida estando con Hera.
El tiempo parece no pasar por él ya que su físico a pesar de estar cerca a los cincuenta tiene el aspecto de alguien joven su largo cabello rubio sin cana alguna con su rostro varonil con el cuerpo atlético parecía uno de esos dioses del Olimpo de su amada Grecia.
Su hija Saori o cómo de cariño le dice Athenea porque se parece tanto a la deidad que adoraban los griegos en la antigüedad; es tan noble que le gusta ayudar a los demás con la sabiduría que posee cautivó a Saga su esposo que es otro hombre humanitario con el que tienen dos hijos uno de 17 años cerca a los 18 y otro que apenas es un adolescente de 14.
Sus otros hijos también los adora pero Saori es su predilección al ser la última.
Su vida cambiaría completamente, unos ojos que poseen el filo de una espada lo dejarían cautivado.
Saori se destaca por sus labores sociales pero también al ser una exitosa abogada por los derechos humanos y ese día no podía acompañar a Dionisio para llevarlo al Museo de la Acrópolis ya que les darían una pequeña excursión de lo que aprenderían en su carrera de artes e historia pero el maestro que las impartiría renunció, ahora sería reemplazado por otro que según se sabía era extranjero.
Seguía de cerca al grupo de su nieto admirando todas las obras de arte pero una llamó su atención en especial, sin percatarse que en su distracción empujó a otra persona que por el acento que usó era español.
¿Hace cuantos años que no volvía a escuchar una voz española?
La respuesta es: desde su juventud
- Fíjate tío. Su ceño levemente fruncido con una mirada estoica y parecido al filo de una espada.
- Disculpa estaba distraído viendo esa obra. Señaló un cuadro dónde estaba la figura de Zeus el padre de todos los dioses con un rayo en su mano izquierda sentado en su trono de piedra.
- Ya veo, el dios más poderoso que tiene un historial grande de amantes con hijos, aparte que raptó a Ganímedes para convertirlo en su copero y amante, la primer relación homosexual desde la antigüedad, salvándolo de su celosa esposa que quería asesinarlo convirtiéndolo en la constelación de Acuario. Habló en un perfecto griego que dejó más que sorprendido al hombre a su lado.
- No creí que supieras tanto sobre la cultura griega. Fue lo único que pudo articular y no era para menos viendo detenidamente las facciones del joven a su lado, se parecía a esa persona que perdió hace tantos años.
El color de ojos de él eran violetas éstos son verde olivos pero las facciones eran idénticas hasta en los gestos y esa mirada imperturbable.
Filosa como excalibur pensó.
- Soy un profesor con maestría en historia y arte en la mejor Universidad de España pero recién llego a Athenas ya que impartiré clases aquí. Expresión seria, con un hablar fluido y postura correcta.
- Yo soy abogado en derecho penal, mi nombre es Zeus y es un placer conocerte...
- Shura. Ambos estrecharon sus manos como caballeros.
- Bueno, Shura, que te parece si te invito a tomar un café cerca de aquí, mi nieto está con su grupo y su recorrido va a tardar.
El joven pelinegro lo pensó demasiado pero aunque apenas lo conoció le transmitió confianza al instante a pesar que él no era de los que confiaban en las personas tan a la ligera.
- Está bien, acepto.
Salieron del museo para dirigirse a la cafetería donde tomaron asiento afuera hablando más sobre la cultura griega y sus respectivos empleos, parecían dos amigos que se reencuentran hasta que pasaron casi dos horas y fue el momento de retirarse para el pelinegro y también para el rubio porque su nieto le mandó mensaje a su celular.
El mayor se la pasó tan bien que olvidó por un momento los problemas con su esposa.
Tal vez jamás lo volvería a ver.
Ese jovencito fue una inyección de energía que lo mantuvo feliz hasta llegar a su casa, pero en cuánto cerró la puerta los reclamos llegarón.
- De seguro estuviste con una de tus muchas amantes ¿Verdad? Porque la sonrisa que traes te delata. Ver la mirada acusadora de su esposa, el buen humor que traía se fue al caño transformándose en la amargura de siempre y con la bilis a punto de explotar.
Pero decidió guardar silencio más vale un loco que dos, el dicho era muy claro.
- Tú silencio lo tomo cómo respuesta. Cómo es posible que me engañes a éstas alturas, ya estás viejo para querer andar con jovencitas, eso déjalo para nuestros nietos que están en la edad, pero tú no, Zeus.
Ya no podía aguantar más y explotó.
- Basta!!! Estoy harto de ti y de tus malditos celos absurdos. Yo siempre te he sido fiel, no te he engañado con nadie, miras fantasmas dónde no los hay. Pero ¿Sabes qué? Hoy mismo me voy de la casa ¡ah! Y de una vez te digo que los papeles del divorcio los estoy tramitando. Cometí un error al casarme contigo ya qué no te amo, siempre estuviste para mí que confundí la amistad y el agradecimiento con amor, me ayudaste a superar la muerte de esa persona especial. Recojo mis cosas y me largo. Finalmente sacó de su pecho todo lo que estaba guardando y ese sentir que ya le asfixiaba.
Se dirigió a la habitación para guardar toda su ropa en una maleta e irse a un hotel.
Empezaría una nueva vida para él lejos de Hera.
Pero ella no se quedaría de brazos cruzados, si descubría que su esposo está con otra mujer las consecuencias serían terribles.
Habló con sus cuatro hijos para que estuvieran al tanto de la situación y lo apoyaron en su decisión, ya que era su madre pero no aprobaban esa actitud con su padre que era un hombre de valores e ideales a seguir.
Se sentía tranquilo y en paz cómo nunca lo sintió.
Su hija Saori por cuestiones laborales no podía asistir a una reunión en la universidad al terminar las clases ya que tenía un juicio pidiendole de nuevo el favor que él se presentara con el nuevo maestro que deseaba conocer a los padres de sus alumnos y que supieran de la persona que les impartirá clases hasta terminar su carrera.
Vistiendo formal se presentó en la Universidad del Egeo que tenía su campus ahí en Athenas que fue la elegida por su nieto Dionisio para estudiar la carrera de historia y arte.
En cuánto la campana sonó indicando que por ese día terminaba las clases, todos los jóvenes esperarón a que entrarán sus padres mientras el profesor guardaba sus cosas en su portafolio.
Zeus se sentó en el lugar que le tocaba a su nieto esperando mientras hablaba con los otros padres de familia.
- Buenas tardes yo soy el profesor Shura Capricorn es un gusto poder conocerlos a todos y les doy gracias porque se tomaran el tiempo para que nos conozcamos.
En cuanto la voz jovial y varonil se escuchó en el salón de clases se guardó silencio viendo hacía el frente.
Zeus se quedó mudo ya que creía que jamás volvería a ver a ese joven, pero nada está dicho y el destino tiene la última palabra.
Dejó de escuchar todo lo que decía Shura para concentrarse en el pelinegro viéndolo más detalladamente.
Su pulso se aceleró y su corazón comenzó a latir frenético creyendo que le daría un infarto ahí mismo.
No prestó atención en todo lo que se dijo en la reunión salvo que Dionisio le dio un codazo ya que su profesor señalaba a él para que se presentara.
Pero lo que restó de la platica ya no supo más.
Por su parte Shura no creía lo que sus olivos veían, aquel agradable sujeto llamado Zeus lo volvía a ver.
Es obvio que no olvidó su nombre porque su presencia era enigmática, atrayente, imponiendo respeto además que lo comparaba con el dios del rayo; poderoso, fuerte y que intimida, le pareció atractivo, no lo negaba, a pesar de ser mucho más mayor que él.
El rubio esperó hasta que todos salieran incluido su nieto dándole dinero para que se fuera, quedándose ambos sólos ya que el pelinegro aún organizaba otros papeles en su escritorio.
Se percató minutos después que aún había una presencia en el salón.
Sus orbes afiladas las dirigió a la persona frente a él.
- Creí que no volvería a encontrarte más sin embargo quien diría que estarías en la misma universidad y ser el profesor de mi nieto. Sonrió por la casualidad.
- Igual eso creía pero ya ve que todo es posible excepto la muerte porque ahí sí ya no hay retorno. Un imperceptible gesto que parecía una sonrisa se formó en los delgados labios del pelinegro que no pasó desapercibido por el mayor.
- Tienes razón, me gustaría invitarte a cenar o tienes otros planes?. Tarde se dio cuenta que tal vez tuviera otro compromiso, pero la respuesta no tardó en llegar.
- Claro, no tengo nada que hacer, normalmente después de clases hago ejercicio. Pero por hoy eso puede esperar. ¿Nos vamos?.
- Si, adelante. De forma caballerosa permitió que Shura saliera primero y después él.
La cena transcurrió normal conociéndose más y crear un lazo de amistad con el español.
Con cada día que pasaba se reforzaba más esa amistad con salidas después de terminar sus labores y cómo siempre intercambiando sus puntos de vista sobre las diferentes culturas alrededor del mundo.
Él creyó que a su edad no volvería a enamorarse pero Eros travieso lo flechó para quedar cautivado por Shura.
El joven que le devolvió esa felicidad que por mucho tiempo se vio opacada por Hera y sus celos sin sentido.
Sus hijos notaron ese cambio en su padre, sonreía con más facilidad y quién quiera que sea esa persona le agradecían por ello.
Shura empezaba a sentir atracción por ese hombre maduro, lo amable y caballeroso que era con él.
El pelinegro era de esas personas que creía que para el amor no existe la edad porque mientras sea amor sincero lo demás no importa.
Era cómo si algo en Zeus se le hiciera familiar o haberlo visto antes aunque era imposible pues nunca salió de España pero sabía que el rubio era reconocido y puede que lo haya visto en televisión siendo un pequeño.
Zeus esa noche soñó con él, su primer amor al que perdió tan de repente, el parecido a Shura era increíble y que ambos son españoles pero no estaba enamorado porque tenían similitudes.
La esencia del pelinegro es tan diferente; la seriedad, la inteligencia y el amor hacia las artes e historia con su acento que resalta con el griego, aunque sea estoico es tan fiel cómo un caballero de armadura dorada.
Siguendo sus propios ideales, sin rendirse ante la adversidad.
Se enamoró de esas y otras cualidades que sólo él pudo presenciar.
<<Pronto nos volveremos a ver mi Dios Griego>>
Un suave susurro en su oído tal cómo el soplo del viento al amanecer.
Así fue lo que esa voz tan familiar para él dijo al dormido rubio que sonrió entre sueños.
Verdades saldrían a la luz.
Reviviendo el pasado.
Hera vigilaba a su ex esposo en el hotel dónde se hospedaba, porque sí, los papeles del divorcio anularon ese matrimonio que aunque para la sociedad eran una familia perfecta era todo lo contrario.
Vio a Zeus salir y ella lo siguió hasta que se encontró con un joven que lo abrazó.
Acercándose más pudo verlo mejor y el rostro de la mujer se deformó mostrando la más pura impresión.
- Imposible. Fue todo lo que susurró negando.
Él estaba muerto, vio su cuerpo y cuando lo sepultarón, era imposible que resucitara de entre los muertos para estar con Zeus.
Eran como dos gotas de agua.
Apretó sus puños y su mirada se oscureció porque de nuevo estaba pasando, le estaban arrebatando al amor de su vida y juró que no se quedaría con los brazos cruzados, su objetivo lo tenía claro.
Y Shura pagaría las consecuencias porque por culpa de él su matrimonio que era perfecto se destruyó.
No se esperarían la odisea que pasarán los dos para que al final la espada sea robada y nunca más ser devuelta.
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