V. Dudas

Segundo capítulo del mataron, ¡Ya son las cinco de la tarde! Se acaba el tiempo ¡Uwaaaaa! Espero lograr está cosa >~<

ketcha721, espero que aún recuerdes el pequeño spoiler que te había echo, por qué está a punto de soltarse la bomba \(^.^)/

Capítulo #5.-"La Fortaleza Que Nace Del Conflicto"

Los ojos marrones del humano se iban cerrando, no aguantaría mucho mas. Pero de pronto, se vio invadido por una paz, creía que todo había terminado, sin embargó alcanzo a ver que era envuelto por una llamarada violácea, la cual estaba sanando sus heridas lentamente.

Shoko pudo volver a respirar al mirar como un muchacho pálido quemo las raíces al igual que a las Arpías que amenazaban al humano. La sirena no podía creer lo que veía, un Kitsuné, una especie la cual se suponía que habían cazado hasta extinguirla, sin embargo no pudo con su asombro al notar como unas llamas celestes curaban a la bruja azabache.

Los ojos oscuros de la embarazada buscaron por el terreno, notando como la niebla desaparecía ante las mismas llamas. Por otro lado Rusk sintió el verdadero temor al sentir el poder de su papá muy cerca de el.

Pero no era por desobedecer lo, no. Era por que sabia que no debía sobre esforzarse cuando llevaba a su hermanito en su vientre.

— Papá. . . — susurro cuando sus zafiros se encontraron con las esmeraldas de mayor

— Rusk, ve con el alpha, aleja a las arpías del cachorro — ordeno con frialdad

El pequeño de dos colas se sintió mal, su papa jamás le había hablado así, pero entendía su molestia al saber de la situación. 

— Vaya vaya. . . — exclamó una de las Arpías que atacaba el campo de la bruja pelirroja. — Nunca espere volver a verte, sabes, extrañamos el sabor de tu carne

El Kitsuné ni se inmutó a la declaración que sorprendió a los artistas.

— Atë, creía que mi Ningen te había acabado — respondió con una sonrisa retadora

— Un humano, no seria capaz de matarme, no deberías subestimar me Krest — menciono, provocando un ligero temblor en la tierra

De ella salieron cinco raíces que se precipitaron sobre el hombre de corta estatura. Que solo susurro una frase, virtiendo en ella un ligero conjuro y un llamado.

El fuego enloqueció, de el emergieron  dos aves, las cuales se abalanzaron sobre las Arpías que no habían sucumbido ante la furia del vampiro. Que pasada ma adrenalina del momento, se derrumbó sujetando la mano de su esposa.

Por otro lado, el pelirrojo continuaba combatiendo contra las Arpías, que se dejaban caer en picada. Una raíz se colo por sus piernas, sujetándolo y provocando su caída.

La sangre de la arpía amortiguó su espalda de alguna forma, pero el miedo comenzó a hacerse presente cuando otra raíz se aferro a su cuello, apretándolo. Cerro sus ojos y concentro su poder en sus manos, susurrando en la mente de su hijo.

~ Dégel, agárrate lo mas fuerte que puedas. . .~ seguido de ésto, manipuló el aire a su alrededor, creando cuchillas que acabaron con las raíces que lo apresaban.

Volvió a llenar sus pulmones con el vital oxígeno. Para después usar el mismo aire para impulsarse lo suficiente para saltar sobre una raíz.

Al mismo tiempo que creaba estacas de hielo, las cuales separaron las alas de la espalda de una arpía. Al ver a una de sus hermanas en tal situacion soltó un chillido horrible, para ir sobre el lobo.

Pero justo cuando aquella rama estaba a punto de atravesar el pecho del lobo junto a su cría, el pequeño Kitsuné logro detenerla con una llamarada. Camus solo logro a atinar a su cachorro en plena caída.

Por su mente pasaron múltiples recuerdos, entre ellos un día en particular que se vio nublado por una terrible tormenta de nieve.

<< No paraba de llorar, dolía horrible. Deseaba tanto un abrazo de su familia.

Pero la luna se encargo de dejarle en claro que lo único que podía hacer era resistir. Así que ahí se encontraba, agonizando entre la almohada blanquecina de la nieve.

Pero en ese momento, comenzó su odisea cuando sus fosas captaron el olor a sangre, junto a un llanto. Su verdadera lucha estaba por comenzar. >> 

Apretó sus dientes con fuerza, no podía dejarse vencer tan fácil. El día en el que su hijo llego a su vida renovó todas sus energías.

No había sobrevivido hasta ahora protegiendo a ese pequeño ángel para después dejarse matar por la gravedad. En su opinión no podría haber muerte mas estúpida, y en su mente se repitieron las ofensas de su semejantes.

— ¿Vas a llorar? El bebe va a llorar

— ¿Como podrías ser como nosotros? ¡Fenómeno!

— ¡Son unos bastardos! ¡Nunca debieron nacer! 

Una mezcla de emociones inundó su joven cuerpo y con ello exteriorizo una pequeña tormenta de nueve, que amortiguó su caída. Siendo desintegrada por el fuego violáceo del dos colas, este sano los raspones de lobo, quien solo se separo un poco de su cachorro.

Ambas bestias aun tenian los ojos brillantes característicos de su especie, amarillo contra celeste. Sin embargó los orbes del menor comenzaron a tornarse de su color original, y en su boca se dibujaba una pequeña mueca, mientras comenzaba a sollozar levemente.

El pelirrojo apoyo su frente con la del pequeño, quien llevo sus pálidas manos al rostro de su progenitor. Sintiendo bajo sus pequeñas y regorgetas manos el frío que desprendía la piel de Camus, un frío que compartía con su cría.

— Lamento interrumpir su momento familiar — El lobo noto al otro adolescente. — Pero sera mejor reunirnos con tu grupo

Normalmente habria replicado, sin embargó el olor del dos colas, le indicaba el miedo y preocupación que este sentía. Por lo que asintio para seguirlo, aprovechando la distracción de las arpías ante la imagen del fuego y la ligera tormenta.

Sin la niebla obstuyendo su vista, lograron rápidamente encontrar al grupo.

Admiraron cómo las aves de fuego combatian contra bestias de tierra, creadas por las arpías. Aunque pronto terminaron por aniquilarse entre ellas, pero. . .

— ¡Papá! — grito Rusk al mirar como múltiples raíces se dirigían hacia su progenitor

Sin embargó, estas no llegaron a tocar siquiera a los artistas cuando un par de espadas duales le pusieron fin a su movimiento.

A todos los presentes se les heló la sangre al notar al cazador que habia salvado al Kitsune de cortos cabellos azabache. Quien dio una sonrisa tonta al ver la piel morena de hombre que lo salvo.

— ¿Otra vez por aquí Atë? — la gruesa voz del hombre aterro a las arpías. — Creía haberte dejado muy en claro lo que ocurriría si te volvía a ver en mis tierras

Furiosas, las hermanas se arrojaron sobre el, creyendo tener una oportunidad. Ese grupo les resultaba molesto debido a la resistencia que demostraba, incluso atrayendo a ese cazador en particular.

Sin embargo, el hombre de las espadas fue las rápido, decapitando a un trío con solo blandir su espada. Las que huyeron a su furia gritaron al ver la sangre de las suyas manchar el rocoso camino.

— ¿Las lastime? — pregunto altanero, haciendo suspirar al Kitsuné a su espalda. — Eso no es nada a comparación de lo que les haré

Con la amenaza en pie, no tuvieron otra opción mas que correr. Mientras que para sorpresa de los presentes el joven de dos colas corrió hacia el moreno, quien lo recibió con un efusivo abrazo.

— ¡Rusk! ¡¿Como se te ocurre venir solo?! — abrazo a uno de sus Kitsuné, para después soltar al chico y encarar a su pareja. — ¡Y tu!

Krest se esperaba un golpe en su cabeza pero en su lugar sintió los labios del moreno de enigmáticos orbes azules, sobre los suyos. No dudo en corresponder envolviendo sus brazos en su cuello, acariciando esas cortas hebras negras que lo volvían loco.

Pero al separarse, recibió aquel golpe junto con un reclamo.

— ¡Estas en cinta imbécil! ¡¿Que hago yo si algo te pasa?! ¡Maldita sea Krest y luego otra vez en problemas con las Arpías! — respiro de manera agitada para envolver al de menor estatura y después bajar rápidamente a su vientre. — ¡Garnet! ¿Princesa estas bien?

Krest solo rió un poco, esos comportamientos de su cónyuge le enternecian.

— Apenas tengo dos semanas Zaphiri, aun no te escucha — recordó para acariciar el cabello de su pareja, pero después notó algo en particular. — ¿Garnet? Aun no sabemos si será una hembra, amor

— Yo se que esta vez será una linda princesa, ya me diste a dos hermosos príncipes — menciono mirando a su hijo Rusk quien tenía las mejillas sonrosadas

Esta aliviado de que su papa estuviera bien y de que su padre llegara a tiempo. La pequeña familia estaba ocupada en su feliz reencuentro que no notaron los ojos que los veían con desconfianza y unos orbes índigo que veían al cazador con una furia increíble. 

Pero el Kitsuné de seis colas noto como el ambiente se había tornado hostil. Entendía al grupo de artistas, no todos los días descubrías que un cazador tenia por pareja eh hijos a criaturas de la índole que se supone deberían eliminar.

Debía actuar rápido si no quería que su familia saliera herida por la buena voluntad de su hijo mayor. Pero para su sorpresa fue el Alpha, quien intervino.

— Mi nombre es Camus y este hermoso cachorro a mi lado es mí hijo, Dégel — desconfiaba de esa familia, sin embargó su aroma no era amenazante, incluso noto que el mismo cazador bajo la guardia una vez que las arpías se retiraron. — Gracias por ayudar a mis compañeros.

La bruja menor no entendía mucho lo que estaba ocurriendo, en su mente solo estaba ese fuego salvando de la muerte a Itia, el mismo que ahora reposaba inconsciente en sus piernas dentro de la carreta.

— Yo soy Rusk Zabat — saludo el otro adolescente, que rápidamente quedo prendado de la hermosura del cachorro. — ¿Cuantos meses tiene?

La sirena solo atino a alternar su mirada entre el pelirrojo, el Kitsuné de dos colas, el otro zorro y el cazador. Sin embargó un susurro la saco de sus pensamientos.

— Agua. . . — la bruja de cabello azabache comenzó a reaccionar

— ¡Kyoko! — grito emocionada al ver como su amiga había recuperado él color en su piel

El llamado de la de cabello alborotado, distrajo a Rigel de sus anteriores pensamientos para centrarse en su esposa, dándole ese liquido vital.

— Será mejor comenzar la marcha — mencionó Zaphiri, al mirar el agotamiento del grupo. — Permítame ayudarle

Shoko miro al cazador con un poco de desconfianza, pero una mirada del dos colas basto para que asintiera y ayudara al hombre a ponerse a Itia en la espalda. Por precaución ella decidió ir a su lado, no estaba segura de a donde los guiaban.

Por otro lado, Rusk comenzó a sacar un ligero fuego de sus manos, para de esa forma impulsar la carreta en donde aun estaban Calvera, la bruja azabache y el vampiro. El pelirrojo al ver esto, decidió darle una mano, congelando un poco el suelo, transformando el rocoso suelo a una superficie liza, al menos de manera temporal.

Durante el camino, los artistas y la familia se presentaron, pero después la incomodidad hizo una de sus jugadas y no volvieron a cruzar palabras. Al menos los mayores, pues el de dos colas no paraba de cuestionar al lobo pelirrojo, quién con una paciencia admirable respondía a sus dudas, ninguna personal por supuesto. 

☪️☯️☪️

Siguieron a la familia hasta que terminaron por llegar a un pequeño risco, el astro mayor ya comenzaba a ocultarse. Mientras que el cansancio reinaba, así el vampiro estuvo por reclamar, pero una voz surgió de entre la orilla. Y frente a ellos apareció otro Kitsuné aunque este solo poseía una cola y era mucho menor que el adolescente.

— ¡Papá! ¡Papi! — corrió a los brazos del moreno. — ¡Estaba asustado! ¡Creí que no volverían! ¡Rusk! ¡Hermano no vuelvas a dejarme solo!

Camus solo miro con añoranza como el niño abrazaba al joven a su lado. No pudo evitar bajar su mirada, pero sintió una pequeña mano en su mejilla, y una ligera sonrisa se posó en sus labios.

Era increíble cómo siendo tan pequeño entendía perfectamente cuando su querido padre y guardián necesitaba un ánimo. 

~ Gracias Petit. . . ~ habló en la mente del cachorro quién sonrió mostrando los únicos cuatro dientes que tenía

— Bienvenidos a nuestro hogar, sean bienvenidos a pasar la noche — mencionó el cazador mientras que su pareja levantaba la ilusión

Revelando que aquel "risco" era en realidad la falda de un cerro y entre la roca de este, podía distinguirse una puerta abierta. La sirena, el vampiro y el pelirrojo estaban sorprendidos, en cambio ambas brujas parecían más tranquilas con la revelación de la casa entre las rocas.

Sin más entraron a la morada, admirando como unas lámparas de aceite iluminaban el lugar, y observaron como bajo sus pies había madera cubriendo los pisos. Camus miro hacia la izquierda notando una sala con una olla al centro y repisas en las cuales habían unos cuantos frascos y en la esquina una cesta de mimbre con lo que parecía ser maíz.

El moreno en cambio fue hacia la derecha, en donde había una especie de sofá de plumas, en donde dejo al otro humano. Kyoko por otro lado fue ayudada por su esposo quién se acomodó en una de las sillas del comedor que estaba cerca del sofá, aun le ardía el corte pero no era nada que no pudiera aguantar.

La bruja pelirroja tomo de su equipaje un cuenco de agua, con el que empezó a dar de beber al castaño. Tratando de ignorar las heridas de este, que si bien no sangraban y eran menores a comparación con las que las Arpías le habían echo. . . No dejaba de sentirse culpable por la situación del humano.

La de cabello alborotado se acomodó cerca de la ventana, mirando el horizonte. Ver las atenciones que Rigel tenía para con su esposa y encontrarse con esa familia la había echo sentir un grande vacío, su especie era conocida por ser celosa u vaya que lo estaba, ella también quería estar con su pareja.

Pero habían accedido a separarse en lo que alejaba a los cazadores. ¿Quién diría que a pesar de todo terminaría en la casa de un miembro de esa estirpe? Que ironía del destino.

Camus solo admiraba la casa, y en su pecho sintió una pequeña opresión, se parecía bastante al nido que anteriormente había echo cuando Dégel llegó a su vida.

— Camus, ¿Podrías ayudarme? — llamo su atención Krest

— ¿Con que?

— Seguramente estén hambrientos y yo dejé cocinando se un poco de arroz con verduras a fuego lento — explico mirando al lobo

— Si me parece bien pero. . . — 'no quiero separarme de mi bebé' pensó. — No sé con quien dejar a Dégel

— Ya veo. . . — el también era padre, así que no tardó en darse cuenta del problema real. — Ya regreso, ¿Podrías esperarme en la cocina?

No le dió tiempo de contestar, cuando el de menor de estatura se perdió entre las escaleras de la casa. El pelirrojo solo se encogió de hombros, mirando como los Kitsuné menores bajaban con un montón de mantas y almohadas; noto como Shoko dejo el lado del humano para ayudar a los niños y decidió que sería mejor esperar a Krest en la cocina, sabía de sobra que si se quedaba le pedirían ayuda.

No era que no quisiera ayudar, solo que debería dejar a Dégel y después del tremendo susto de la mañana no tenía ninguna intención de permitir que alguien que no fuera el cuidara de su cachorro. Entró a la cocina, notando el olor que desprendía la olla, abrió sus ojos al notar que el arroz parecía en perfecto estado, soltó una ligera risa al recordar que si eso fuera algo cocinado por sus tías, seguramente ya estaría quemando.

— Y aquí esta — escucho para sentir como el azabache de cabello corto colocaba algo en su espalda. — Sabía que te quedaría

— ¿Eh que? — pregunto algo confuso

— Esa cangurera dejo de quedarme hace unos años, ya no me es de utilidad, conservala

Camus miro con un poco de intriga al Kitsuné que sostuvo a su hijo por unos momentos, después sintió un ligero peso en su espalda y al voltear un poco su cabeza, sus rubíes captaron la mirada confundida de su bebé.

— Gracias. . . — susurró para acariciar la mata de cabellos castaños de su cría

El azabache respondió con una sonrisa para después comenzar a sacar platos de porcelana de las alacenas.

— Disculpa si mi curiosidad te molesta pero. . .— mencionó para apagar el fuego con un movimiento de sus manos. — ¿Qué hacen por estos lares?

— A Calvera solo le quedan unos meses para dar a luz y parece que acordó verse con su pareja en las costas del prado de los Acantilados. Así que aquí estamos.

— Entiendo. ¿Pero que me dices de ti? Es raro que un lobo viaje con un par de brujas, un vampiro, una sirena y un humano — se burló un poco mientras llenaba uno de los platos

— También es raro que un Kitsuné tenga hijos con un humano que se desempeña como cazador. Y no te estoy diciendo nada. — contraatacó con una ligera sonrisa

— Touché — mencionó. — En mi defensa Zaphiri es un hombre muy apuesto, creo que cualquier criatura perdería la cabeza por el.

El pelirrojo alzó una de sus cejas bifurcadas, al mirar la sonrisa idiota que tenía el Kitsuné en sus labios.

— De acuerdo. . . — internamente se preguntaba si el actuaría igual cuando encontrará a su pareja

—  ¡Oh vamos! De seguro piensas lo mismo de la madre de Dégel — recordó, sin embargo noto como el menor se tenso. — Lo siento, no quise recordarte nada malo.

Los rubíes miraron como el otro se removía incómodo, agudizó sus sentidos notando que sus compañeros estaban lo bastante entretenidos como para no escuchar. Suspiro, no conocía al Kitsuné, por lo tanto no podría juzgarlo, ¿Cierto? Necesitaba decirle a alguien la verdad, pero temía y con justificada razón la reacción que tendrían Shoko y Kyoko si llegaban a enterarse.

Cuando el río recibe demasiada agua de las nubes es natural que este se desborde. Lo mismo ocurre con la conciencia, mientras más tiempo ocultemos las cosas, terminaran por consumirnos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top