I.- El Hoy Y El Ayer

Capítulo #1.- "Última Promesa"

"Nuevamente estaba ahí, en la misma rama, en el mismo árbol de siempre. Escuchando conversaciones que no deberían de importarle a una cría como él.

Sin embargo, ahí estaba siempre que su madre asistía a las asambleas de los Alpha, en las que el tema recurrente era como mantener a raya a los Beta y en su defecto también a los Omega. El niño no entendía como es que pertenecían a una manada como esa, estaba conciente de que eran animales eso no iba a negarlo, pero jamás se imaginó que su lado humano podía ser aún más cruel.

Sin darse cuenta frunció el seño al oír como presumían sobre el número de parejas que tenían. ¡Por los dioses! ¡Eran lobos, no leones! Se suponía que la luna marcaría el camino y ellos como sus fieles seguidores escogerían su destino.

Si las miradas matarán, seguramente su manada solo contaría con dos Alpha de tantas veces que los veía con ganas de arrojarlos a los cazadores. Tras suspirar con cansancio se levantó dispuesto a saltar para ir de vuelta a casa, como lo había echo hacia unos años.

¿A dónde vas? La asamblea aún no termina — susurró una voz aniñada desde unas ramas abajo

Carajo. . . — de no ser por qué se sujeto del tronco habría caído debido al susto. — Algún día de estos vas a matarme de un susto.

O los Alpha si nos descubren — mencionó acostándose en la rama, restándole importancia al asunto

Si no te callas, tenlo por seguro — musitó entre dientes a su mellizo, tal como aquella vez

Ambos cachorros permanecieron en silencio, por un rato hasta que el pelirrojo de cabello largo salto de la rama y aterrizó como un profesional, por qué lo era. Y cómo si su conciencia se hubiera salido de su cuerpo miro desde arriba como el otro niño salto, aunque al caer termino por lastimarse el brazo.

Sonrió con añoranza al ver como su 'yo' niño ayudaba a su hermano, por más cruel que se escuchará, prefería que alguno de los dos estuviera herido. Pero que hubieran seguido juntos, le dolía no saber nada de su hermano menor desde hace casi tres años, y aunque jamás lo demostró, parecía que la máscara de indiferencia que siempre traía comenzaba a quebrarse, desconocía si se trataba de algo bueno o malo.

¿Otra vez aquí? — se escuchó una voz, aunque está no era aniñada, suponía que así se escucharía la voz de el actualmente

El pelirrojo no dijo nada, solo miro a las ramas bajas, mirando la imagen de su hermano menor. Al menos como él creía que se vería ahora, las lágrimas se acumulaban en sus ojos y el solo las dejo salir, desahogando se y de manera inconsciente aceptando las bajas posibilidades de verlo otra ves.

En ese momento, decidió que viviría por ambos, ¿O debería decir los tres?. Pensó en la reacción que tendría su mellizo si le dijera que ya era padre, de seguro se entristece ría y alegraría al mismo tiempo al saber que un cachorro cuidaría de otro.

Las lágrimas no paraban, pero ya no eran de tristeza, si no de esperanza y añoranza al recordar esos bellos momentos de infancia al lado de su hermano y sus padres. Por qué a pesar de no haber sido su cachorro realmente, el seguía considerándolos como sus padres, al igual que a su primo cómo su mellizo, al final así fueron criados e inclusive nacieron el mismo día.

Y así hubiera seguido perdido en los recuerdos del ayer de no haber captado un olor peculiar, que lo arrastraba del mundo de los sueños."

Sus párpados se abrieron revelando unos hermosos ojos rubí, que se dirigieron hacia su pecho inclinando un poco su cabeza mirando la pequeña mata de cabellos castaños de su cachorro. Quien lo viera se sorprenderia al ver al siempre serio y estoico lobo de rango dudoso, aquel analítico chico, más frío que la tormenta de nieve más violenta que hayan presenciado, sonreír con todos sus dientes y sus mejillas con un leve rubor.

Una vista de la cual solo su cachorro era testigo, pues era la razón del por qué sonreía de esa forma tan radiante. Sin duda ese pequeñito de tan solo diez meses de vida había llegado para encaminar a su padre al deshielo pero más que eso, salvarlo y darle una razón para seguir adelante.

Aunque no todo era de color rosa, había veces en las que el pelirrojo tenía ganas de arrancar se su corto cabello, por la falta de sueño que el bebé le generaba, otras veces solo quería tirarse a llorar al desconocer que le pasaba a su cría. Ser padre soltero no era nada fácil, pero no iba a rendirse con su crianza aunque le prometieran que a cambio eliminarán a todos los cazadores del mundo, no abandonaría a su pequeño.

Con cuidado de no moverlo demasiado se sentó entre las mantas y pieles que conformaban su lecho, con el bebé durmiendo con su cabecita en su hombro. Agudizó sus sentidos, para descubrir el olor que lo despertó, aparentemente era un estofado de conejo, pero con ese par de brujas encargadas de las comidas era imposible predecir que harían ahora.

Estaba a punto de salir de la carpa en la que dormía con su cachorro, pero su cría fue mencionada en la conversación de las féminas, sabía que no debía escuchar conversaciones ajenas y debía confiar en su familia. Pero al nombrarlo ya lo estaban involucrando sea bueno o malo, sabría de lo que hablaban.

— Tendríamos que preguntarle, pero si sería una buena imagen para atraer clientes — se trataba de la matriarca del lugar al ser la mayor del grupo de artistas, y que para bien o para mal era su tía

— Ohh vamos Kyoko, no es como si Camus fuera a quedarse con nosotras para enterarse que utilizaremos la imagen de su bebé — 'eso si que no' pensó el pelirrojo, se suponía que ese par ya tenían por lo menos cuatrocientos años

Su rostro podría permanecer indiferente, sin embargo en sus rubíes se reflejaba la preocupación por su cría, mientras lo arrullaba protegiendo los sueños de su primogénito. Entendía que quisieran usar su imagen, pues aunque su hijo apenas comenzaba a vivir ya le sacaba suspiros a todo aquel que lo veía, con ese lindo y brillante cabello lacio de un color castaño que rozaba al cobrizo, la piel porcelana que compartía con su padre, pero sobre todo sus hermosos ojos violetas, adornados con largas pestañas y las cejas partidas de su padre.

Y ahora a lo que se dedicaba era al entretenimiento, ciertamente una pintura de su bebé cómo logotipo atraería al doble de gente a la que usualmente atendían. Pero los únicos que poseían exóticos colores en sus ojos eran los seres que descendían de alguna criatura, serían descubiertos casi inmediatamente por los cazadores u otras personas igual de indeseables. 

— Independiente de si me voy a quedar o no, terminaría por enterarme de que usaron la imágen de mi hijo — La voz del joven padre asustó a ambas brujas que ocultaron su sobresalto

— Es una falta de respeto escuchar conversaciones ajenas Camus — la pelirroja comento para ponerse detrás de su hermana 

— Que curioso, hablar de faltas de respeto cuando eres peor Shoko — alzó una ceja esperando por la reacción de alguna de las féminas

— Camus~~ — canturreo otra voz femenina — No te esponjes, solo estaba jugando, ¿No es verdad Shoko?

— Si, si solo bromeaba — asintió riéndose en silencio, aún protegida detrás de la espalda de su hermana

El joven solo negó con su cabeza para saludar a la recién llegada de alborotados cabellos negros.

— ¿Dormiste bien Calvera? — pregunto, mirando hacia su abultado vientre y el rostro cansado de la mujer

— Si, bueno algo, está inquieto, extraña a su padre — Acarició su vientre mientras bostezaba y tallaba sus brazos en busca de calor

La azabache que antes revolvía el estofado y tenía en su espalda a su hermana frunció el seño al escuchar a la embarazada.

— Ese imbécil, ya verá cuando regrese, sabe que no debe dejarte sola y aún así. . . — se retiró a su carpa para después traer una cobija que puso en los hombros de la mujer de cabello alborotado

— No es su culpa Kyoko, salió a buscar algún cuerpo de agua en el que pueda dar a luz — a pesar de su semblante cansado, la voz de la sirena era triste, sabía que había algo más detrás de la partida de su pareja

Los dos pelirrojos solo miraban a ambas chicas, debatiendo en si deberían meterse o no. Hasta que al final la chica decidió separarlas sutilmente.

— Y ahí está la única y poderosa razón por la que no me eh casado, abran paso mujeres que iré por las cazuelas — o quizás no

Ya llevaba casi dos meses con ellos y aún no lograba entender a su tía Shoko, pero al final acababa de conocerla así que era normal, supuso. Quería ayudar a Calvera, sin embargo desconocía cómo hacerlo así que se retiró en silencio hacia la carpa del único humano del grupo, conociendo al hombre seguiría durmiendo, y no se equivocó con su mano libre movió un poco la tela y entró viendolo cubierto por las cobijas.

El pequeño que traía consigo se removió en sus brazos, soltando un ligero bostezó abrió sus lindos ojitos violetas. Enterneciendo a su padre que le regaló una sonrisa torcida que hizo reír a la cría.

— Buenos días Dégel, ¿Me ayudarías a despertar a Itia? — el menor solo respondió con balbuceos estirando sus manitas hacia el rostro de su padre

Con la afirmación de su niño prosiguió a planear una pequeña broma a quien se había vuelto el blanco de sus jugarretas. Por qué a pesar de todo el pelirrojo seguia siendo solo una cría de catorce años, y tal como se lo prometió a su madre la última ves que se vieron.

Te prometo que saldré adelante, sin importar lo que pase viviré mi presente, enfrentándome al pasado y superando la angustia por el futuro. . .

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