Capítulo 5.

|Sentir esa dolorosa presión en el pecho y desconocerla por completo...|

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«Hoy le daré la carta». Tomé la carta con cuidado y la metí a mi mochila. Dios decidiría si me quedaba con él o no, si mis esfuerzos no habían sido en vano. Tomé mi almuerzo y salí de mi casa rumbo a la escuela. Oía una voz lejana, pero no le presté atención.

—¡Hina, es de mala educación ignorar a los demás! —Gritó Kotarou a lo lejos.

—Lo siento, no me di cuenta de tu presencia —me disculpé sinceramente cuando él llegó a mi lado.

—¿En que tanto pensabas? —Frunció el ceño. «¿Se lo digo?... no, mejor no».

—En los exámenes —reí intentando ocultar mi ligero nerviosismo.

—Entiendo. Por cierto, ¿ya le preguntaste a Takamisawa si irá? —Ambos comenzamos a caminar.

—Sí, irá con nosotros —afirmé.

—Genial, bien por Shibaken —metió sus manos a los bolsillos de su pantalón.

—¿Acaso le gusta en realidad? —Pregunté con cierta ilusión. «¡Quizás mi shipp se haga realidad!»

—Sí —afirmó Kotarou, sonriendo un poco raramente. Él no era de los de sonreír mucho. «¡Ken y Arisa! ¡Viva!». Pero Arisa-chan lo odiaba, ¿no? Rayos. Bueno, tendría que interferir para juntarlos; hacían linda pareja, por eso los shippeaba.

—Tengo una gran idea de cómo hacer que Arisa-chan se fije en Ken-san —sonreí con cierta complicidad. Kotarou me vio, esperando a que le dijera mi plan.

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—Bueno, Kotarou, aquí me quedo —sonreí.

—¿No irás al salón? —Cuestionó confundido.

—No, iré a ver a alguien —me sonrojé, pero sonreí ampliamente. Iría a saludar a mi senpai y eso me hacía estar de buen humor.

—Ah, está bien. Nos vemos después —se despidió, me besó la mejilla y se fue corriendo.

—¿Qué...? —Murmuré incrédula, tomando la mejilla donde me había besado, aún sintiendo su toque. «¡¿En verdad es Kotarou?! ¡Él nunca había hecho algo así, ni siquiera cuando éramos infantes!»

—¡Buenos días, Setoguchi-chan! —Me saludó desde lejos Koyuki-senpai.

—A-ah, bu-bu-buenos dí-días —le regresé el saludo balbuceante y quité mi mano de mi pómulo, atontada aún. «¡¿Y si vio el beso?! ¡Ojalá y no, lo puede mal interpretar!»

—¿El chico es su novio? —Me preguntó con ligera... ¿seriedad? «¡No puede ser, sí lo vio!»

—Ehhh, no, Kotarou es solo mi amigo de la infancia —le aclaré ya que no quería que hubiera malos entendidos, un poco incómoda.

—Oh, entiendo —sonrió... ¿forzado?

Se hizo un silencio incómodo. Tal parecía que no le afectaba en nada a él, o eso creía yo. Suspiré pesadamente y me resigné a no darle la carta..., al menos no se la daría por el momento. Prefería esperar, aunque fuera una cobarde.

—Bu-bueno, me tengo que ir, Ko-Koyuki-senpai —murmuré nerviosa y desvíe la mirada; me sentía cada vez más incómoda.

—¿Eh? —Susurró confundido, parecía que no me oyó, quizás estaba pensando en algo importante.

—Di-digo que me ten-tengo que ir —repetí más nerviosa; «¡diablos, Hina, no hagas el ridículo frente a él balbuceando como meses atrás!»

—De acuerdo. Nos vemos después —se despidió.

De un momento a otro, sentí algo cálido en mi mejilla..., esperen..., ¡¿algo cálido en mi mejilla?! «¡¿M-me besó en la mejilla?! ¡¿Qu-qué!?»

—E-eh, s-sí. Nos ve-vemos des-después —tras decir eso, salí corriendo; sentía mi cara muy sonrojada, pero una ligera esperanza apareció en mi corazón. Sonreí tontamente, con la ilusión en mi rostro.

«¡Soy una cobarde!»

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Al llegar la hora de receso, estaba dudando de si ir o no con el senpai. Me sentía sofocada y un poco mareada, ¿qué se suponía que tenía que decir cuando lo volviera a ver a la cara? ¿Fingía o sacaba el tema a relucir? ¿Y si para él no era importante ese gesto? ¿Y si yo era la ridícula dándole tantas vueltas a ello?

—¿No irás con tu senpai hoy? —Me preguntó Arisa-chan confundida. Al oír su voz me asusté y di un respingo. Estaba tan metida en mis pensamientos...

—Sí, regreso después —sonreí torpemente; ella me levantó su pulgar, señal de que me apoyaba.

Salí del salón y, a la mitad de mi camino, saqué la carta. «¡Se la daré!». Al estar cerca de mi destino, presencié algo que no quisiera haber visto: era Koyuki-senpai, quien estaba sonrojado y riendo nervioso, y Nacchan en los jardines; estaban platicando muy amistosamente..., demasiado para mi gusto. «Creo que olvidó que yo venía...». Corrí y me escondí detrás de una pared, no muy lejos de ellos, y los observé. «Al parecer le sigue gustando Nacchan al final de cuentas». No tenía oportunidad, ¿verdad?, ¡¿verdad?!

«¿Y me rendía de una buena vez?». Cada vez me estaba lastimando más, insistiendo a alguien en quien no se fijaría en mí. Sentí lágrimas caer de mis mejillas, volviendo a ser la niña cobarde y llorona nuevamente.

—Me rindo..., ya es hora de olvidarte —murmuré, viéndolos de soslayo por última vez. Salí corriendo de ahí, dejando tirada la carta por accidente.

¡¿Por qué no se fijaba en mí?! ¡¿Por qué?! Me rompió el corazón tantas veces como me dio ilusiones. «Hasta aquí llegué, senpai..., ya no lucharé s, la batalla la tengo perdida».

—No todos los primeros amores se realizan, Hina. Algún día encontrarás a alguien que te valore y luche por ti —hablé para mí misma, intentando autoconvencerme. Choqué contra alguien y alcé mi vista, viendo borroso a causa de mis lágrimas, topándome con una cabellera castaña y unos ojos mieles muy familiares.

«Mochita-senpai...»

—No deberías rendirte si aún no lo has dado todo de ti —murmuró él, abrazándome tal y como mi hermano mayor lo hacía. Recordé que Mochita-senpai me ayudó muchas veces cuando éramos niños, a pesar de que nos habíamos distanciado desde que empezó a cruzar la adolescencia—. ¿Quieres hablar de esto? —Asentí con la cabeza, hundiendo mi rostro en su pecho; él me superaba en altura, como la gran mayoría.

Necesitaba desahogarme, ya había sido mucho en tres años.

***

¡¿Qué me sucedía?! ¡¿Por qué le besé la mejilla?! «¡¿Por qué quería que me regresara el gesto en primer lugar?!». Al verla salir corriendo quise ir detrás de ella, pero no tuve el valor suficiente. «Quiero disculparme por lo imprudente que fui al besarle la mejilla sin su consentimiento». Al llegar la hora del receso, fui al jardín donde solía estar con ella, pero no llegaba. Hasta que apareció Enomoto-san para hablar del trabajo en pareja que nos tocó juntos. Claro, ella le avisó a su... novio...

«Admito que me duele un poco.»

Obviamente, mis sentimientos no desaparecerían de la noche a la mañana; sabía que habían pasado un par de meses desde ése entonces, pero Setoguchi-chan me había estado ayudando y en verdad le agradecía por eso ya que lo estaba logrando. Hablando de ella, aún no podía olvidar lo que había pasado el día anterior. «Estuvimos a punto de besarnos...». Sentí mis mejillas teñirse de un color carmesí. «¿Por qué mi corazón late más fuerte?..., ¿acaso...?». Mis pensamientos fueron interrumpidos por el timbre.

—Qué raro, Setoguchi-chan no apareció... —murmuré cabizbajo. Mi pecho dolía por alguna extraña razón que desconocía, o que no quería admitir en ese entonces.

Ah, era verdad, Enomoto-san se había ido varios minutos atrás. «¿Por qué Setoguchi-chan no apareció? ¿Se habrá olvidado?». Al ir caminando rumbo a mi salón, un sobre blanco con rayas rosas llamó mi atención; estaba tirado en el piso. Lo levanté y me sorprendí al ver que era para mí, pues decía mi nombre. Quería abrirlo y a la vez no ya que no sabía de quién era y sería una falta de respeto, pero no podía saber de quién le pertenecía hasta que la leyera. Estaba a punto de revisarlo, pero recordé que se me estaba haciendo tarde. Lo guardé en mi mochila y tomé rumbo a mi salón.

«¿Setoguchi-chan se habrá enfermado o se habrá molestado por lo de la mañana?». Esperen, ¿cuántas veces había pensado en ella? «Revisaré la carta en mi casa».

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-Lindassj1

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