|Pensar que hiciste mover mi mundo con tu sonrisa tan gentil|

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—Buenos días, Setoguchi-san —me saludó Koyuki-senpai con su acostumbrada sonrisa amable y cálida; raramente, no había ninguna de sus fans por alrededor, lo cual agradecía ya que era realmente molesto verlas merodeando como zopilotes al rededor de él, pero..., «no huyas, Hina, no huyas, has como si nada».

—Ehh, buenos días, senpai —le regresé el saludo con timidez, acercándome hacia su dirección torpemente, sintiéndome desprotegida.

—Disculpa si soy imprudente por esto, pero... ¿me evitas? —Me preguntó ladeando levemente la cabeza, aplanando sus labios, disgustado. «Rayos, ¿qué le digo? ¡No puedo decirle simplemente que estaba celosa así como así! Piensa rápido..., ¡ya sé!»

—Bu-bueno, verá, senpai... —me aclaré la garganta—, a usted lo veía ocupado últimamente... y como siempre estaba rodeado de chicas..., decidí no molestarle... —me excusé, mirando al piso y balanceándome con mis pies, notablemente nerviosa. Esperaba y creyera esa excusa.

—Ahh, conque era eso —suspiró aliviado—. No se preocupe, Setoguchi-san, usted es mi amiga y no, no estaba ocupado. Creí que me evitaba o había hecho algo mal —sonrió.

«¿Cómo es que puede hacer como si nada? No creo que ya haya superado a Nacchan, es decir, solo ha pasado un día...»

—Sí... —reí nerviosa—. No lo evitaba..., y..., senpai...

—¿Mande? —Cuestionó viéndome atentamente. «Es hora, ¡se lo tengo que decir!»

—Puede confiar en mí para lo que sea, cualquier cosa, no dude en decírmelo, le ayudaré —afirmé y sonreí con sinceridad. «Quiero que senpai me tenga más confianza. Antes de darle mi carta, tengo que acercarme más a él, que cuente conmigo. No puedo confesarme tomando en cuenta de que debe tener el corazón roto».

—Oh..., claro que sí, Setoguchi-san —contestó un poco sorprendido. Lo había tomado de imprevisto, eso era un paso, ¿no?

—Bueno..., ¿quiere que le ayude con las flores? —Pregunté lo primero que se me vino a la mente; no quería alejarme de él, no teniendo la oportunidad de acercarme, ¡la oportunidad prácticamente me le estaban dando en bandeja de plata!

—Claro, ¿pero no tiene clases, Setoguchi-san? No quisiera que llegara tarde por mi culpa.

—Sí, pero aún es temprano, además, hace tiempo que no le ayudo —le sonreí ampliamente, sintiendo mi corazón palpitar fuertemente. ¡Se estaba preocupando por mí! No le era indiferente, y eso era bueno.

—De acuerdo. ¿Puede conectar la manguera por favor? —Comentó, señalándome con la mirada la antes nombrada sonriendo amablemente. A pesar de todo, ¿cómo es que podía sonreír y hacer como si nada hubiese pasado?

—¡Claro!

Hice lo que me pidió; tenía que ayudarle emocionalmente. A senpai le costaba trabajo expresarse, lo sabía, pero quería que me tuviera confianza. Si esa vez no lograba que se fijara en mí, dejaría de insistir. «Llevaré a cabo mi plan que lo conquistará...»

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—Setoguchi-san, ¡Setoguchi-san!

—¿Eh? ¿Qué? —Pregunté por inercia y detuve mi andar, dándome la vuelta con extrañeza.

—Al fin te alcanzo —dijo Takamizawa-san respirando rápidamente para recuperar el aliento; parecía que había corrido un buen tramo.

—¿Qué sucede, Takamizawa-san? —Cuestioné desviando la mirada; aún le tenía cierto resentimiento por lo de la secundaria, cuando ella no se despegaba de Koyuki-senpai. Era una inmadura.

—¿Nos vamos juntas? —Preguntó poniéndose delante de mí; iba camino a la preparatoria.

—Claro —sonreí porque caí en cuenta que no tenía sentido que le tuviera rencor por algo de ya hacía tres años, además, gracias a ella me di cuenta de mis sentimientos pues me causó muchos celos al ver que no se despegaba de senpai. Era idiota y celosa, lo aceptaba.

—Por cierto, ¿podrías...? —La miré atentamente —, ¿podrías solo decirme... por mi nombre? —Indagó apenada y comenzando a juguetear con sus dedos, nerviosa.

—Está bien, Arisa-san, pero tú también dime por mi nombre —le volví a sonreír y empecé a caminar; la pelinegra me imitó.

—Gracias, Hina-san..., por cierto, ¿cómo vas con lo de Ayase-kun?
—Indagó con curiosidad.

—¿Koyuki-senpai? —Ella asintió—. Pues... creo que bien, estoy tratando que se fije en mí —respondí extrañada. Me había molestado con el tema a inicios de curso, pero ésa vez realmente no parecía tener dobles intenciones, en verdad parecía interesada en el tema.

—Si quieres te puedo ayudar —me ofreció tímidamente. Ésta era una faceta que nunca había visto en ella, normalmente era solitaria y llegaba a hacer cosas con tal de molestarme, aunque seguía sin saber la razón por la que se empeñó en causarme celos.

—Gracias, pero prefiero hacerlo por mi cuenta —sonreí positiva, a lo que ella asintió.

—Me alegra que seamos amigas, p-porque lo somos, ¿no? —Susurró más nerviosa, con un ligero sonrojo y mordisqueando su labio.

—¡Claro que sí! A mí también me alegra —reí contenta. Desde que habíamos ido al restaurante juntas con los otros quería hablarle, pero ella era muy recluida.

Sabía la razón de aquello gracias a Kotarou. Quería ayudarla, no merecía lo que le había pasado en secundaria.

—¿Cuándo repetiremos lo del restaurante? —Ladeó la cabeza, sonriendo de forma gatuna.

—Pues... tendríamos que hablar con Kotarou, Shibasaki-kun y Yamamoto-kun —me llevé mi mano a mi mentón, mostrando una pose pensativa.

—Ése mujeriego —hizo una mueca de desprecio.

—¿Eh? ¿Lo odias? —Pregunté, incrédula. Él la había ayudado a través de Kotarou..., pero ella no lo sabía.

—Algo así, además, el otro día te estaba haciendo sentir incómoda...

—Sí, aún lo recuerdo, pero no te preocupes —le sonreí para tranquilizarla.

—Wow, ya tan rápido llegamos —opinó ella sorprendida; hasta yo sentí el camino corto.

—¡Es cierto! Se me hizo muy rápido el camino —la apoyé viendo las rejas abiertas de la entrada del instituto. Ambas entramos y vi a Koyuki-senpai regando sus flores, como de costumbre.

—Anda, ve a saludarlo —Me alentó Arisa-san, empujándome.

—¿Es-está bien...? —Hablé tartamudeando e indecisa, ¿cómo quería que me arrimase así de la nada?

—Bueno, te veo en el salón, adiós —canturreó la azabache, pícara.

—¿Eh? Es-espera, ¿y si vi...? —me interrumpí a mí misma al ver corriendo a lo lejos a Arisa-san—. Rayos, ya se fue.

«Qué rápida». Me animé ha acercarme al senpai para saludarlo, tratando de que mis nervios y timidez se fueran; aprovechando también el que sus "fans" no estaban. Eso ya se estaba volviendo raro.

—Bu-buenos días, senpai —lo saludé inclinando un poco la cabeza para que no viera mi sonrojo y en forma de respeto también.

—Ah, Setoguchi-san, buenos días —me regresó el saludo con su típica sonrisa amable. «No te pongas nerviosa por su linda sonrisa..., ¡no te pongas nerviosa!»

—¿Quiere que le ayude? —Ofrecí amablemente, viéndolo de reojo.

—No se preocupe, ya terminé —dijo mientras enrollaba la manguera, tranquilo.

A pesar de que ya habían pasado un cierto tiempo desde que hizo su cambio de imagen, se me seguía haciendo extraño verlo sin sus típicas camisas mangas largas y su cabello largo junto a sus tiernas gafas de marco rojo. Ver a aquel chico apuesto intentando ya no ser tan tímido, con lentes de contacto y siendo perseguido por las de primer grado..., no me terminaba de acostumbrar. Lo bueno era que su actitud seguía intacta al final de cuentas: seguía siendo aquel senpai del que me enamoré en la secundaria.

—En-entiendo... —desvíe la mirada, avergonzada. «Rayos..., ¡¿ahora qué digo?!»

—Bueno, será mejor que vayamos a nuestros salones —exclamó mientras ponía su mano arriba de mi cabeza para despeinarme un poco, sorprendiéndome ante eso. ¡Senpai nunca había hecho algo como aquello! ¿Me estaba tomando más confianza aún acaso o solo era una muestra de agradecimiento por preocuparme por él?

—S-sí—reí de forma nerviosa, intentando disimular mis mejillas sonrojadas.

Rayos, sentía mis pómulos arder, ¡seguro y se daría cuenta de los fuertes latidos de mi corazón! Pero me gustaba esa sensación de intranquilidad y comodidad que él me brindaba cuando estaba a su lado, aunque también me sentía ansiosa y tímida.

«Mi ser amado vino al mundo un par de años antes, mi amor surgió primero, pero el de él aún no nace...» ¡Qué injusto esto es! ¡Deberías de mí enamorarte! Pero sabía que lo lograría, ¡no me rendiría! «¡Tengo que conquistarlo!»

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-Lindassj1