Capítulo 11.

|Todo pasa por algo|

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La hora de receso llegó. Yo salí hacia donde me reunía con el senpai antes de que malinterpretara lo de Nacchan. Estuve un rato allí, pero él no llegaba..., ¿habría faltado a clases? Era lo único que se me ocurría, porque no me estaba evitando ¿verdad? Estuve ahí hasta que tocaron el timbre.

Senpai... —murmuré sintiendo un nudo en mi estómago y mis ojos cosquillear, avisándome que quería llorar.

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—¡Hina! —Oí la voz de Kotarou a mi lado.

—¿Qué pasa, Kotarou? —Pregunté por inercia.

—Hoy suspendieron los clubes para todos. ¿Nos vamos juntos? —Desvió la mirada, sacudiendo su cabello castaño.

—¿Qué? ¿Suspendieron los clubes de todos? —Cuestioné, confusa.

—Sí. Ni yo sé el por qué, pero no importa realmente —se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

—Bien, vamos a casa —tiré de su mochila para que fuera a mi paso. Ambos empezamos a caminar, aunque aún no me podía sacar de la cabeza a mi senpai. ¿Faltó a clases? Eso era casi imposible pues él era muy cumplido.

—¿En qué tanto piensas, Hina? —Kotarou me sacó de mis pensamientos con su pregunta.

—En un senpai, creo que no vino... —contesté por inercia.

—¿Ayase Koyuki? —Habló de forma neutra.

—¡¿Eh?! ¡¿Qu-qué te hace pensar que es él?! —Grité sonrojada y desviando la mirada; ¿tan obvia era?

—Es con el que pasas más tiempo. Y sí vino a la escuela, hace un rato lo vi con Mochizuki —contestó con indiferencia.

—A-ah...

¿Había asistido? Eso significaba que me estaba evitando, ¿por qué? Quizá no le gustaba, quizás solo escribió lo de la carta para no lastimarme. Sabía que el senpai era muy amable. Seguro y solo no quería lastimarme. Quería llorar, pero no deseaba preocupar a Kotarou. Ambos llegamos hasta los casilleros para cambiarnos de calzado. Iba a proponerle unas carreras a mi amigo de la infancia para tratar de dejar de lado unos minutos al senpai, pero él me interrumpió.

—Hina —exclamó serio—, no deberías estar triste por él.

—¿Qu-qué dices?

—Sé que te sientes mal por ése chico. Te conozco más de lo que tú crees. Odio verte así, siempre lo he odiado —murmuró lo último, pero lo alcancé a oír.

—Kotarou... —susurré.

Mis ganas de llorar volvieron, aunque ya no por la primera causa, pero me podían ver; me sentía mal también por todas las veces que insulté a Kotarou. Ahora que lo pensaba, él siempre estaba para mí. Sabía que era un busca pleito, sabía que podía llegar a ser infantil e inmaduro, pero siempre me estaba ayudando, me hacía reír... y era gentil cuando se lo proponía.

—Lo siento —murmuré cabizbaja.

—¿De qué? —Exclamó confuso.

—Por todas las veces que te he insultado y que he pasado de largo de ti —sentí mis ojos cristalizarse.

—Hina... —habló sorprendido.

—L-lo siento, Kotarou..., en verdad—ambos quedamos en un silencio un tanto incómodo. Él solo dijo: "vamos a casa". Empezamos a caminar en silencio, hasta que una voz pronunció mi nombre.

—¡Setoguchi-chan, espere! —Me agarró del hombro con su mano.

—¿Se-senpai? —Hablé con voz cortada.

—¿Po-podemos hablar?

—Oye, Ayase, ¿quieres hablar con ella después de estarla ignorando? —Lo retó Kotarou, molesto.

—¡Yo no la estuve ignorando! —Se defendió Koyuki-senpai.

—Hasta donde yo sé, ambos pasan los recesos juntos; yo no te vi con ella hoy, te vi con otras chicas —atacó Kotarou, poniéndome detrás de él.

—No pude estar con ella por otros asuntos —comentó Koyuki-senpai totalmente serio—. Y para tú información, estaba también acompañado de Mochizuki.

«Nunca había visto al senpai así...»

Yo solo los estaba viendo en un tipo shock. ¿Qué hacía?

—Solo la tomas como plato de segunda mesa. ¡Deja de darle ilusiones falsas! —Encaró el castaño al senpai.

—¡No lo hago! ¡A mí en verdad me gusta! —Protestó el ojiazul a mi amigo de la infancia.

—¡No lo parece! —Gritó el castaño más molesto.

—Y-ya paren... —murmuré.

Algunas personas nos estaban observando, aún estabamos en la escuela; se iba a armar un gran escándalo al día siguiente. Lo más seguro era que mi hermano mayor se enteraría de eso. Kotarou y el senpai parecían querer matarse entre sí, aunque no sabía el por qué; estaba conciente de que a Kotarou no le agradaba el ojiazul desde la secundaria..., pero a Koyuki-senpai nunca lo había visto de esa forma. ¿Por qué tanto odio?

—¡Vámonos, Hina! —Me ordenó Kotarou, tomándome del brazo.

—¡Tengo que hablar con ella! —Me tomó del hombro el senpai.

Ambos parecían niños peleando un juguete... y yo parecía ser el juguete...

—¡Ya déjense de tonterías! —Les grité molesta, soltandome de los dos y sorprendiéndolos—. ¡¿Qué les pasa?! ¡Yo no soy un objeto por el cual se estén peleando!

Quería llorar, pero no me daría el gusto enfrente de los dos.

—Hina/Se-Setoguchi-chan... —exclamaron ambos al unísono, sorprendidos.

—¡Idiotas! —Les grité y empecé a correr lejos de ambos.

¡Eran unos tontos! Sabía que si iba a la casa, mi hermano sospecharía algo y al día siguiente habría problemas, además, Kotarou me buscaría allí, en mi hogar. Después de correr un tiempo sin rumbo fijo, empecé a caminar. No conocía muy bien dónde estaba, pero pasaba el autobús, así que no había problema.

Al final, me terminé sentando en una banca de la parada de autobuses. Me quedaría un rato y ya después iría a mi hogar.

Mi celular empezó a vibrar y vi que Kotarou me estaba marcando. No contesté y me limité a soltar un suspiro pesado. No entendía el por qué mi amigo de la infancia y Koyuki-senpai actuaron así. ¿Por qué casi se pelean por mí?

Kotarou siempre había sido sobreprotector conmigo, al igual que mi hermano, ¡pero ya no era una niña!

Lo más extraño, o al menos para mí, fue el comportamiento del senpai; él era muy tranquilo y nunca lo había visto en problemas o pleitos.

«¿Qué le pasa?»

—¿Se-Setoguchi-chan? —Oí una voz titubeante detrás de mí.

No tenía la necesidad de voltear ya que sabía quién era el que me hablaba. Solo una persona me decía de esa forma. Sin quererlo, una lágrima traicionera bajó por mi mejilla.

—¿Qué quiere? —Hablé tajante y me arrebaté la pequeña gota cristalina. Él se puso delante mio.

—Y-yo... solo quiero hablar contigo —su voz se oía sincera, pero seguía sin mirarlo.

—Has lo que quieras —murmuré.

De un momento a otro, sentí que me abrasó.

—Perdóname —murmuró él.

Sentí que se aferró a mí. Me alzó el mentón y me vió directo a los ojos. Me quedé perdida viendo sus hermosos ojos zafiro; parecía que en ellos se encontraba un pedacito del cielo o del mar, en todo caso.

—Setoguchi-chan, perdóname por portame así —reiteró en susurro.

—No tengo nada qué perdonarle, senpai..., pero, ¿por qué me evitas? Lo de la carta es falso, ¿verdad? —Sin poder evitarlo, empecé a llorar—. S-sé que eres muy amable y eres capaz de hacer eso solo por no lastimarme —desvíe la mirada mientras pasaba mi antebrazo por mis ojos, tallándome.

—En verdad me gustas, lo de la carta es verdad y no te estaba evitando. En la mañana me molestó un poco verte con tu amigo, me puse celoso, quizás por eso no me viste; en la hora de receso estaba haciendo una tarea en equipo, en verdad quería avisarte, pero era necesario hacer el trabajo. Perdóname por haberte preocupado, no quiero que llores por mi culpa —me abrasó más fuerte, sin perder contacto visual.

No dije nada, estaba perdida viendo sus ojos. Era la primera vez que los veía de cerca; tenía mucha suerte. Me gustaba mucho su forma de ser tan amable; a pesar de que era todo lo contrario de "mi chico ideal", en verdad me conquistó su forma de ser, su ternura..., todo en él.

—¿En verdad le gusto? —Murmuré, escondiendo mi rostro en su hombro.

—Claro que sí —rió—. Eres muy linda, Setoguchi-chan —sentí su sonrisa y acarició mi corta cabellera amarrada a dos coletitas pequeñas bajas.

Era una sensación indescriptible lo que sentía, lo único que quería era seguir así con él.

—A mí también me gustas, senpai. Desde hace ya mucho tiempo —admití, aferrándome más a él si es que era posible.

—¿Quieres ser mi novia, Setoguchi-chan? —Preguntó dulcemente y me separé un poco para verlo; estaba muy sonrojado.

—Eso no debería preguntarlo, la respuesta es obvia —reí, separándome de él y volviendo a verlo a los ojos.

Él también rió. Puede que no fuera la mejor confesión, pero a mí me bastaba; no podía pedir más, en verdad estaba muy feliz.

—Te quiero —susurró él.

—Yo igual —sonreí, ruborizada.

Él me cargo, me sostuvo por mis muslos y subió su mirada hacia el cielo para poder verme; en esa posición, le sacaba una cabeza. Yo solo traté de que me bajara, pero parecía que le gustaba molestarme pues se empezó a reír con diversión; después de todo, era más pequeña que él. Sin poder evitarlo, también me empecé a reír; su risa me fue contagiosa. Podía que parecieramos unos tontos..., pero me gustaba eso, me gustaba estar con él. El senpai me bajó y sonrío, le devolví la sonrisa.

—Quería pedirte algo... —exclamó, sonrojado y un tanto nervioso.

—Adelante, senpai.

—¿Podrías decir mi nombre a secas? —Susurró más sonrojado y desvío la mirada.

—Esta bien..., Koyuki-kun —sonreí, saboreando las palabras porque aún se me hacía increíble—. Pero ust..., digo, tú también dime por mi nombre —él asintió.

«Soñando tanto tiempo estar así con él y por fin se me hace realidad.»

—¿Puedo hacer algo más? —Murmuró más ruborizado, rascándose la mejilla derecha.

—¿Qué cosa? —Lo vi atentamente.

Sin permiso, sentí algo cálido en mis labios..., ¡¿me estaba besando?! Bueno, solo era un roce.

«Es mi primer beso...»

El contacto no duró mucho, solo unos cuantos segundos, él se separó lentamente de mí..., la sensación que sentí era... indescriptible..., mágica.

Senpai... —susurré sorprendida y muy sonrojada, llevándome una mano a mis labios, aún incrédula.

—¡L-lo siento si t-te molestó! —Hizo una reverencia en modo de disculpa—. Es que en verdad quería hacerlo —masculló apenado, viendo al piso.

—N-no es eso..., es que... —sonreí nerviosa—, nunca he besado —susurré con timidez.

—Yo tampoco —rió tímidamente—. Así que ambos somos unos primerizos, ¿eh? —Sonrió divertido, aunque avergonzado.

—Su-supongo... —me sonrojé más.

—Perdón. Te avisaré la siguiente vez —se rascó la nuca, con nerviosismo.

—¿Pu-puede ser... ahora? —Me animé a preguntarle, causando un gran sonrojo en mi novio y que me viera sorprendido.

«El que le llame novio... es tan... lindo..., ¡mi novio!»

—Yo-yo..., ¡perdón por mi imprudencia! —Hice una reverencia y él solo sonrió.

—Como desees, Hina-chan.

Me volvió a besar.

«Definitivamente..., recordaré este día por siempre...»

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Tal y como lo prometí, aquí está el pequeño maratón.

Éste es el último capítulo, el siguiente es el epílogo. No me pondré cursi aquí, no aún(?)

¡Espero no haberles quedado mal y que les haya agradado el capítulo! ¡Dejen sus comentarios de qué les pareció!

-Lindassj1

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